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"Nueva York estaba ya en plena época navideña, el periodo más detestable del año. Las manadas de gente, las eternas visitas de los familiares más desafortunados, la alegría fingida, los tristes intentos de ser felices".
"El único aspecto luminoso de esa época sombría era que la escuela estaba cerrada (presumiblemente para que todo el mundo pudiera comprar ad náuseam y descubrir que la familia, como el arsénico, es mejor tomarla en pequeñas dosis a no ser que uno quiera morir)".
"Podría haber quedado con mis amigos, pero la mayoría había salido con sus familias o con sus Wiis. (¿Wiis? ¿Wii? ¿Cómo es el plural?) Yo prefería pasar la tarde con libros agotados o en vías de agotarse: libros usados, un adjetivo que nunca emplearíamos para una persona, a no ser que quisiéramos ser algo crueles. («Mira a Clarissa... es una chica usada.»)".
"Yo era horriblemente libresco, hasta el punto de manifestarlo en público, aun sabiendo que hacerlo no era socialmente aceptable.
Libresco..., un adjetivo que me gustaba especialmente y que los demás utilizaban tan a menudo como baqueta o acuache o malandrín".
"No había nada escrito en el lomo de ese Moleskine rojo. Tuve que sacarlo de la estantería para ver la cubierta, donde, en un trozo de cinta adhesiva, se leían las palabras «¿TE ATREVES?» escritas con
un rotulador negro. Cuando abrí la tapa, encontré una nota en la primera página.
He dejado algunas pistas para ti.
Si quieres leerlas, pasa la página.
Si no quieres, por favor, deja el cuaderno en la estantería.
Era la letra de una chica. Eh, que se puede distinguir. Esa cursiva con aire romántico".
"Ahora que has encontrado éste en la sección de juvenil, debo preguntarte:
¿eres un chico adolescente?
Si es sí, pasa la página.
Si no, por favor, devuelve el cuaderno adonde lo encontraste.
Yo tenía dieciséis años y estaba equipado con los genitales apropiados, por lo que superé ese obstáculo sin problema".
"Avancé hasta la página 181, con cierto temor.
Hacer el amor sin ruido es como tocar un piano enmudecido. Está bien para practicar, pero te pierdes el placer de oír los gloriosos resultados.
Nunca pensé que una sola frase pudiera conseguir que me diera tanto repelús hacer el amor y tocar el piano, pero ahí estaba".
"—Me marcho mañana a Suecia —respondí.
—¿Suecia?
No parecía (ni parezco) sueco, así que unas vacaciones con la familia quedaban fuera de cuestión. A modo de explicación, simplemente dije:
—Me encanta Suecia en diciembre. Los días son cortos… las noches son largas… y su diseño no tiene ninguna ornamentación.
Priya asintió.
—Parece divertido".
"Yo creo que los aniversarios de boda están hechos para celebrarlos con los hijos, pero, por lo que parece, mi opinión no pesa demasiado. Según todo el mundo — excepto yo, claro—, si mi hermano y yo nos apuntáramos a sus vacaciones, no sería tan «romántico». No veo qué hay de «romántico» en pasar una semana en un paraíso tropical con el hombre al que llevas viendo a diario durante un cuarto de siglo. No puedo imaginarme que algún día alguien quiera estar tanto tiempo a solas conmigo".
"—Lily, es que tú no lo entiendes. Lo que necesitas es a alguien que te mantenga ocupada. Necesitas un novio.
Sí, claro. ¿Quién no necesita un novio? Pero seamos realistas.
Esas criaturas exóticas son difíciles de encontrar. Al menos, las de calidad".
"Fui de nuevo a la recepción.
—¿Eres Amanda? —le pregunté a la empleada.
Ella levantó la vista, enarcando una ceja.
—Sí.
—¿Puedo dejarte algo para alguien? —pregunté.
Estuve a punto de guiñarle el ojo, pero no podía caer en algo tan trillado".
"Había manoplas con el aspecto de galletas de jengibre en forma de muñecos y manoplas decoradas con espumillón. Vi un par que imitaba el pulgar de un autostopista cuyo destino, al parecer, era el Polo Norte. Justo delante de mis ojos, una mujer de mediana edad las cogió y las colocó encima del montón que se había ido formando sobre sus brazos.
—¿Está segura? —me encontré diciendo en voz alta.
—¿Cómo dice? —repuso ella, irritada.
—Dejando a un lado las consideraciones estéticas y prácticas — respondí—, esas manoplas no tienen ningún sentido. ¿Por qué querría usted hacer autostop hasta el Polo Norte? ¿Acaso no está la gracia de las navidades en que hay entrega a domicilio? Cuando llegue usted ahí arriba, lo único que va a encontrar es una pandilla de elfos exhaustos y quejicas. Suponiendo, por supuesto, que crea
usted en la presencia mítica de un taller allí arriba, cuando todos sabemos que ni siquiera hay un polo en el Polo Norte y que, con el calentamiento global, pronto no habrá ni hielo. —¿Por qué no te vas a la mierda? —espetó la mujer.
Entonces cogió sus manoplas y se fue de allí".
"En la primera cama, con sábanas de un estampado de cachemir, había apiladas cuatro almohadas. Introduje inmediatamente la mano bajo los cojines en busca de la nota siguiente.
—¿Disculpe? ¿Puedo ayudarle?
Me volví y vi a un vendedor, con una expresión entre divertida y alarmada en el rostro. Se parecía mucho a Barney Rubble, aunque en el pelo tenía restos de un tinte en espray que hubiera sido imposible encontrar en la prehistoria. Me solidaricé con él. No por el tinte —nunca haría una porquería así—, sino porque pensé que ser vendedor de camas era un trabajo perversamente paradójico".
"7. Te desafío a que le preguntes a Papá Noel cuál es tu próximo mensaje.
No. No, joder, no, no, no.
Si no hubiera apreciado su sadismo, me habría largado corriendo.
Pero, en lugar de desaparecer, me fui directo a ver a Papá Noel".
"Él cabeceó con alegría.
—¡Bueno, bueno! Entonces, ¿qué te puedo traer esta Navidad?
Me parecía que era obvio.
—Un mensaje de Lily —contesté—. Eso es lo que quiero para Navidad. Pero lo quiero ahora mismo.
—¡Qué impaciente! —dijo Papá Noel bajando la voz y susurrándome en el oído—. Pero Papá Noel tiene una cosita para ti —añadió moviéndose un poco sobre su asiento—, justo por debajo de su abrigo. Si quieres tener tu regalo, tendrás que frotar la barriga de Papá Noel.
—¿Qué? —exclamé.
Él bajó los ojos en dirección a su estómago.
—Adelante".
"Le enseñé el Post-it.
—¿Ves? Son de Lily.
—¿Quién es Lily?
—Una chica.
—Ooh, ¡una chica!
—Ya no estamos en tercero. No se dice: «Ooh, ¡una chica!».
—¿Qué? ¿Te la tiras?
—Vale, Boomer, tienes razón. En realidad me ha encantado eso de «ooh, ¡una chica!». Quedémonos con «ooh, ¡una chica!»".
"Finalmente, me volví hacia Boomer.
—¿Qué quiero para Navidad?
Se quedó pensando durante unos instantes y dijo:
—¿La paz mundial?
—¡No me sirve!
—Bueno, ¿qué hay en tu cajón de la esperanza amazónico? —preguntó Boomer.
—¿Mi QUÉ?
—Ya sabes, en Amazon. Tu cajón de la esperanza.
—¿Quieres decir mi lista de deseos?
—Sí, eso".
"—Oye, Boomer —dije—. ¿Qué te parecería hacer algo por mí en FAO Schwarz?
—¿La tienda de juguetes? —preguntó.
—No, la farmacia.
Me miró atónito.
—Sí, la tienda de juguetes —corregí.
—¡Alucinante!".
"—Sólo quiero añadir algo —le dije a Boomer. Amablemente, intenté arrancar el cuaderno de las garras de Boomer, pero él no lo soltaba—. Te lo devolveré. Lo prometo.
—¿Lo prometes? —preguntó Boomer.
—¡Acabo de decir que lo prometo! —exclamé.
—¡Acaba de decir que lo promete! —dijo Hermione.
—¿Lo prometes? —repitió Boomer".
"Creo en las cosas equivocadas, escribí, utilizando el mismo bolígrafo con el que Boomer se había escrito «el 26» en el brazo.
Eso es lo que más me frustra. No la falta de creencia, sino la creencia en cosas equivocadas. ¿Quieres significados? Bien, los significados están ahí fuera. Lo que ocurre es que somos expertos en interpretarlos mal".
"Luego estaba también estaba el otro aspecto de la cuestión, es decir, el quiero creer que ahí fuera hay alguien sólo para mí, y quiero creer que la razón de mi existencia es estar ahí para ese alguien.
Tenía que admitir que, para mí, esa era una preocupación menor, porque todo lo demás me parecía mucho más importante. A pesar de ello, sentía cierto deseo para que eso ocurriera y no quería disiparlo. En resumen: no quería decirle a Lily que, en mi opinión, todos habíamos dejado engañarnos por Platón y la idea del alma gemela. Sólo por si acaso resultaba que Lily era la mía".
"Es mucho más difícil mentirle a alguien a la cara. Pero. También es mucho más difícil decirle a alguien la verdad a la cara".
"No dije ni una palabra, pero no era consciente de mi silencio. El sonido de mi propia vida, mi propia vida interior, era todo lo que necesitaba".
"—No me han regalado nada por Navidad.
—Por Dios, esto es un espectáculo Jánuca. ¿A quién le importan tus regalos de Navidad? Vamos, esfuérzate un poco. ¿Cuál es tu problema?
—Puede que dentro de este club se encuentre, o no, una persona de nombre y rostro desconocidos que quizá me esté buscando.
—Aburrido.
La puerta no se abrió.
Me incliné hacia la dama de las penas y susurré:
—Nunca me han besado. De esa forma.
La dama abrió los ojos como platos.
—¿En serio? ¿Con esas tetas? ¿Perdón?
Me cubrí el pecho con las manos, lista para escapar.
—¡Lo dices en serio! —dijo la drag-dama, abriéndome finalmente la puerta—. ¡Entra de una vez! ¡Y mazel tov!".
"—Apuesto a que no te habló del pianismo francés, ¿verdad?
Seguro que eso lo omitió del todo.
—¿Estás estudiando penes franceses?
—Pianismo. Por favor, ¿no os enseñan nada en Europa?".
"—Ilusiones —dije.
Sofía asintió.
—Sí. Nunca deberíamos vivir de ilusiones".
"—¡Hola! —dije—. ¿Está Mark?
El tío apenas levantó la vista de la novela de Saramago que tenía sobre las piernas.
—Oh —exclamó—, ¿eres tú el acosador?
—Tengo que hacerle una pregunta, eso es todo. Eso no me convierte en un acosador.
Me miró.
—Depende de la pregunta, ¿no? Quiero decir, estoy seguro de que los acosadores también tienen preguntas.
—Sí —concedí—, pero sus preguntas generalmente van en la línea de «¿por qué no me quieres?» y «¿por qué no puedo morir contigo?». Yo estoy más en la línea de: «¿Qué me puedes decir acerca de esta bota?»".
"—Necesito descubrir cuáles son tus intenciones antes de permitir que pases el tiempo con mi sobrina.
—Yo simplemente quiero conocerla. En persona. Sabe, hemos estado...
Ella levantó la mano para interrumpirme.
—Estoy al corriente de vuestro flirteo epistolar. Y me parece muy bien, siempre y cuando esté bien. Quería hacerte algunas preguntas, pero antes tal vez te apetezca tomar un té.
—Eso depende del tipo de té que me ofrezca.
—¡Ya veo que eres muy tímido! Supongamos que fuera Earl Grey.
Negué con la cabeza.
—Sabe a virutas de lápiz.
—Lady Grey.
—No tomo bebidas con nombres de monarcas decapitados. Me parece de muy mal gusto.
—¿Manzanilla?
—También podría sorber alas de mariposa.
—¿Té verde?
—¿No lo dirá en serio?
La anciana asintió con aprobación.
—No.
—Porque ¿sabe cuando una vaca mastica hierba? ¿Y mastica y mastica y mastica? Bueno, pues el té verde sabe como si besaras en la boca a esa vaca después de haber rumiado toda esa hierba.
—¿Te apetecería un té a la menta?
—Sólo bajo coacción.
—English breakfast.
Di una palmada.
—¡Ahora la escucho!".
"—Estoy calculando tu sinceridad. ¿Cuál es la última publicación que leíste metódicamente?
—Vogue. Aunque, si debo serle sincero, fue porque estaba en el baño de mi madre, enfrentándome a un movimiento de intestinos bastante largo. Ya sabe, del tipo que requiere Lamaze".
"—Cuando ves una flor pintada por Georgia O’Keeffe, ¿qué te viene a la cabeza?
—Eso es un truco para hacerme decir la palabra vagina, ¿verdad?
Ya está. Lo he dicho. Vagina".
"—Sí, sí que pasa. De verdad, lo siento —volvió a decir inclinándose hacia delante—. Conductor, ¿puede decirle que lo siento? Se supone que yo no debería estar así. Lo juro.
—La chica lo siente —me dijo el conductor mirándome por el retrovisor con una buena dosis de simpatía".
"Me saqué el cuaderno rojo del bolsillo y lo dejé sobre la cómoda.
—¡No me lo merezco! —protestó ella.
—Por supuesto que sí —le respondí amablemente—. Ninguna de las palabras hubiera existido sin ti".
"Cuando estuve de vuelta en la calle, tuve deseos de hablar con alguien. Pero ¿con quién? En momentos como ese, cuando más necesitas a alguien, tienes la sensación de que tu mundo parece más pequeño".
"—Hola, Sofía. ¡Qué pequeño es el mundo!
—Dash...
—Quiero decir, pequeño en el sentido que ahora mismo sería feliz si sólo existiéramos tú y yo. Y esto lo digo en un sentido estrictamente coloquial".
"No me levanté. Ella no se sentó junto a mí. Sólo nos mirábamos mutuamente y nos vimos mutuamente por un instante. Y después otro instante, y otro instante más. No parecía que hubiese ninguna duda sobre adónde nos llevaba esa situación. Ni siquiera necesitábamos mencionarlo".
"A pesar del dolor de cabeza y el hambre, no pude evitar sentir una cierta satisfacción.
Lo había hecho. Había abrazado el peligro".
"—Creo que entre él y yo no habrá amor de verdad —comprendí.
—¿Amor verdadero? Tonterías. Un concepto fabricado en Hollywood".
"Leemos la historia de nuestras vidas
como si estuviéramos en ella,
como si la hubiésemos escrito".
"En algún momento de la noche, se apartó de mí, pero buscó con la mano el contacto de la mía. El sol asomaba tras las cortinas de la habitación de hotel, indicando que ya había amanecido. Sentía el contacto de su mano, y también nuestra respiración. De pronto pensé que era afortunado y me invadió un sentimiento de gratitud. Se oía el ruido del tráfico, junto con fragmentos de conversaciones. Me fijé en su cuello, y aparté suavemente sus cabellos para besarlo. Ella se movió. Yo me quedé extasiado.
No nos quitamos la ropa en ningún momento. Nos habíamos acurrucado juntos en busca de consuelo, no de sexo. Y nos quedamos dormidos juntos con más facilidad de la que jamás me hubiese imaginado".
"Sospechaba que las cosas que ocurren en las habitaciones de los hoteles pocas veces duran fuera de ellas. Sospechaba que cuando algo era a la vez un principio y un final, eso significaba que sólo podía existir en el presente.
Y, a pesar de todo, yo quería algo más.
—Hagamos planes —aventuré.
Y Sofía sonrió y dijo:
—No, dejémoslo al azar".
"Intento aceptar el peligro...
Yo no soy peligroso. Sólo las historias son peligrosas, las ficciones que nosotros creamos, sobre todo cuando se convierten en expectativas".
"Creo que ha llegado el momento de vivir la vida fuera del cuaderno.
Pero ¿no te das cuenta? Eso es lo que estamos haciendo.
Lo siento mucho".
"—¿Adivinas quién tiene novio, abuelo? —preguntó Langston amenazadoramente—. ¡Lily!
—¡No tengo! —exclamé con mesura, sin recurrir al estilo Chillona.
El abuelo se volvió hacia mí.
—No tienes permiso para salir con chicos durante los próximos veinte años, Lily. De hecho, tu madre sigue sin tener permiso para salir, si no me falla la memoria. Pero, no sé cómo, se escabulló".
"No creo que debamos tratar de volver a encontrarnos: así podemos ser libres".
"—¿Adónde vas?
—No lo sé.
—¿Puedo venir?
«¿En serio?»
—Eso sería alucinante —dije—. ¿Adónde crees que deberíamos ir?
—Caminemos simplemente y veremos qué pasa —respondió Dash".
"Era bastante raro, en el sentido en que ambos dudábamos entre la posibilidad de algo y la posibilidad de nada".
"—«¿Y qué te atrajo de ella?» —preguntó Lily.
—«Bueno —le respondí al entrevistador fantasma—, debo admitir que fue su modo de atrapar a los bebés. Tiene un gran estilo, de verdad".
"Pensé que a Lily le gustarían mis cumplidos, pero suspiró profundamente y se hundió en su silla.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—¿Qué hay de Sofía? —dijo.
—¿Sofía?
—Sí. Boomer mencionó a Sofía.
—Ah, Boomer.
—¿La quieres?
Negué con la cabeza.
—No puedo quererla. Vive en España.
—Creo que ganas puntos por tu sinceridad —se rió Lily.
—No, en serio —respondí—. Creo que ella es estupenda. Y, sinceramente, ahora me gusta veinte veces más que cuando salíamos. Pero el amor necesita tener futuro. Y Sofía y yo no tenemos futuro. Sólo lo hemos pasado bien compartiendo el presente. Eso es todo.
—¿De verdad crees que el amor necesita tener futuro?
—Por supuesto.
—Bien —dijo Lily—. Yo también".
"Levantó la mano.
—¿Sí, Boomer? —pregunté.
—Quieres decir que o estás enamorado, o no lo estás. Y si lo estás, se convierte en esto.
—Algo parecido.
—Pero ¿qué ocurre si no es una cuestión de sí o no?
—No entiendo qué quieres decir.
—Quiero decir, ¿qué pasa si el amor no es una cuestión de sí o no? No se trata de estás enamorado o no lo estás. Quiero decir, ¿no hay distintos niveles? Y estas cosas, como las palabras y las
expectativas y lo que sea, quizá no están por encima del amor. Tal vez sea como un mapa y cada uno tiene su sitio y entonces, cuando lo miras desde el cielo... uah".
"—Vale —contestó mostrándome una sonrisa casi malvada—.
Envolvamos estas muestras, limpiemos la cocina y marchémonos con el espectáculo a la calle.
—¿A algún sitio donde haya bebés para atrapar?
—Y palabras que encontrar —añadió maliciosamente. Pero no dijo nada más.
Me preparé para la sorpresa".
"—Lily, cierra bien cuando os vayáis —ordenó.
Luego se dirigió a Dash:
—Intenta algo con esta preciosa niña y...
—¡PARA DE MIMARME! —soltó Chillona.
Ups".
"¡ATENCIÓN!
En caso de que no hayas leído el cartel descomunal que hay en el exterior de la puerta, por favor lee este:
¡TÍO! ¿Cuántas veces te lo tienen que decir?
La puerta del almacén se cierra por FUERA.
Asegúrate de tener la llave para abrirla desde dentro, o no podrás salir.
No.
No, no, no, no, no, no, no.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡NO!!!!!!!!!!!!!!!!!
Me volví para mirar a Dash.
—Esto... ¿Dash?
—Mm... ¿Sí?
—Estamos encerrados".
"¿Debía esperar a que Dash hiciera un movimiento o debía atreverme a hacerlo yo?
Él se inclinó, como si estuviera pensando lo mismo. Y ahí fue.
Nuestros labios por fin se encontraron con un enorme cabezazo que no tuvo nada de beso romántico".
"Cerré los ojos y esperé. Y entonces le sentí. Su boca encontró la mía, sus labios rozaban los míos con suavidad, juguetones. Como no sabía qué hacer, imité sus movimientos, mis labios exploraron los suyos con delicadeza, alegremente. El besuqueo auténtico siguió así durante un minuto largo"."Nueva York estaba ya en plena época navideña, el periodo más detestable del año. Las manadas de gente, las eternas visitas de los familiares más desafortunados, la alegría fingida, los tristes intentos de ser felices".
Rachel Cohn y David Levithan
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