viernes, 1 de diciembre de 2023

Citas: El patio - Rafael Nofal

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 "LA MAGA: Sos tan lindo, Miguel...A veces me dan ganas de levantarme y bailar con vos, como antes...Apretarme calladita, olerte la piel del cogote con los ojos cerrados mientras tus dedos en la espalda me van ordenando el rumbo...pero ya ves, aquí estoy en este sillón de mierda, prisionera de los años y de la grasa. Que cosa el cuerpo, ¿no? Crece, se deforma, te ata, no te deja ir aunque tengas ganas... Aunque ya no aguantes más, te sigue agarrando
Aunque ya no seas vos...Aunque sienta que ya no soy yo la que sigue sentada aquí".

"UNA MUJER: ¡Viva el Peludo Gutiérrez!
ALGUNOS: ¡Viva!
UN BORRACHO: ¡Viva don Leandro, carajo!
OTRO: ¡Viva Perón, mierda!
Todos se miran desconcertados, La Maga, sonríe. Vuelve la música tocada por el ciego. Todos bailan y juegan. Suena una sirena que marca el comienzo de un nuevo año.
UN HOMBRE: (Brindis) ¡Por la patria! Que el nuevo año nos libere de la chusma.
OTRO: ¿A qué chusma se refiere el señor? Si se puede saber.
UN BORRACHO: A la chusma de la Unión Cívica...a que otra...
OTRO: (Sacando el cuchillo) Entonces brindá con tu abuela, ¡carajo!
UNA MUJER: ¡Un momento, che! En esta casa, por lo menos hoy, no se habla de política. Vos guardá el fierro. No empecemos el año con estupideces. 

(Brinda)".

"PLÁCIDO: (Desde la entrada) Señora...permítame distraer un minuto de su amable atención...(Maga lo mira. Es un hombrecito pequeño. Pelo largo, bigotes, saco a cuadros. Porta una gran valija.) Discúlpeme...me presento: Soy Plácido Paz, poeta...¡bah! Hombre de letras en general, escribo poemas, declaraciones de amor, renuncias indeclinables, discursos políticos, cartas de despedida para amantes, gritos de Ipiranga...etc. etc. Este es mi oficio, de esto vivo y me permito molestarla para ofrecerle mis servicios a un precio totalmente accesible...claro, todo depende del tenor de la pieza literaria que usted requiera.
LA MAGA: Hijo...
PLACIDO: ¿Si...?
LA MAGA: ¿Usted sabe quien soy yo?
PLACIDO: No.
LA MAGA: ¿Usted sabe que es este lugar?
PLACIDO: No.
LA MAGA: Es un burdel...un quilombo...un puterío...Como prefieras. No sé para qué pueden ser útiles tus escritos aquí.
PLACIDO: ¡Ah! Disculpe... Es que acabo de llegar. Recién bajo del tren. Caminé un poco y como vi que había luz...".

"LA MAGA: (Mientras se levanta con gran esfuerzo, apoyada en un bastón.)
Aquella madrugada...31 de diciembre del 32 o del 34 creo que fue, todos los jazmines comenzaron a soltar su perfume al mismo tiempo...y el patio quedó para siempre así, con ese olor. Al principio las mariposas y los picaflores se confundían y venían al amanecer, aun en invierno, a posarse en las ramitas secas de las macetas. Los hombres siempre matan, con cuchillo o sin él, a las mujeres que aman y después arrastran su pena eternamente... el cuerpo se les muere pero la pena no. Bailan y bailan como encadenados a los ladrillos del patio buscando una respuesta o una señal...algo que les diga que ellos no fueron los autores de esa puñalada final, pero es inútil".

"LA MAGA: (La mira irse y con enorme dificultad saca una bolsita con tabaco y papel, para dedicarse a armar meticulosamente un cigarrillo. 
Una sombra se mueve, La Maga mira. Es la figura melancólica de Manuel Belgrano, vestido con uniforme militar, que la mira apoyado en una columna) Ah, es usted...¿Y sigue penando por aquí? ¿No le parece que ya es hora de descansar, hijo? Me extraña...Usted es un hombre instruido, ya tendría que haber entendido como es este asunto. La inmortalidad no es para todos...nos tocó a nosotros...y bueno, resignarse. A mí, debe ser por una cuestión de oficio, y a usted...bueno, debe ser porque este país, como todos, necesita héroes. Y no se aflija, que no depende de batallas ganadas o perdidas o de la cantidad de escuelas que mande a construir, es cosa del destino nomás...En fin, usted ya tiene sus toneladas de bronce, sus días de festejo, sus anécdotas inventadas, calles, plazas...y hasta 
virtudes que nunca pensó tener, supongo. Lo mío es distinto, es seguir engordando, condenada a este patio hasta el final...El destino es inexorable general, uno no puede cambiarlo, pero puede darle su toquecito personal. ¿Usted quiere ganar su batalla? Y bueno, ¡la gana y listo! ¿Qué necesita? ¿Confusión? Le mandamos un buen vendaval que espante la caballería enemiga. ¿Le parece poco? Bueno, le mandamos una manga de langostas, también. Pida, general, que mientras se pueda...¿Coraje? Bueno, no...de eso ya no creo que me pueda encargar. 
Pero no se aflija, hijo, que a veces no hace falta coraje para ganar. 
Hay batallas que se ganan solas, quédese tranquilo.
 (Termina con el cigarrillo que minuciosamente estuvo armando)".

"LA PUTA NIÑA: ¿Quiere bailar conmigo, general? Venga, sea bueno...(Lo aprieta contra su cuerpo) Esta noche toda la ciudad depende de usted, y la ciudad no quiere un general triste...(Lenta, comienza la danza al principio tímida pero lentamente se va convirtiendo en sensual, casi lasciva.) Quien diría...yo bailando con usted como las Helguera y esas otras señoronas.
Contra una columna la pareja se besa y ríe.
LA MAGA: Eso es...ríase, general. De qué sirve un general triste. Además a la batalla que ha de comenzar al alba la vamos a pelear todos, no es solo suya, general".

"LA MAGA: Cuando oscurece, la luna del patio acompaña los miedos y alumbra las preguntas. Entonces vienen todos: Los poetas, los ladrones, los arzobispos, los tontos, los héroes que no saben de alegrías...todos a sobarnos y a buscar respuestas en los huecos de la carne. Todos quieren una señal, una señal que les diga: Por aquí...por aquí es...y la señal casi nunca llega. Entonces lloran sobre las potrancas encendidas que mientras galopan escuchan las promesas de siempre...y algunas les creen...como yo, puta tonta y enamoradiza que nunca aprendió a separar el trabajo del placer. Tus promesas eran lindas, Miguel...
GARDELITO: (Sin interrumpir el baile, a su pareja.) Un reino de casas alegres, de techos bajos y una avenida de yuchanes florecidos de copos blancos.
PERCY: (A su compañera de baile.) Un país nuevo, Maga, maquinas, humo, chimeneas y la miel corriendo por las acequias.
GARDELITO: Hombres y mujeres morenas riendo bajo el sol, en calles pintadas de rojo y blanco.
PERCY: Y acero, llamas y trapiches torturando, triturando, moliendo, fabricando.
GARDELITO: Y los cuerpos sudorosos del amor, justo aquí, sobre esta tierra que ganara una batalla.
PERCY: Y gritos como vidrios, y la raza mejorada.
GARDELITO: Manos curtidas por el sol, pezones morados...
PERCY: Caminos, asfalto, taladro.
GARDELITO: Días y noches, construyendo la memoria.
PERCY: Grito y llanto, si es preciso.
GARDELITO: Con nuestros alegres muertos necesarios.
PERCY: Y corregir la batalla ganada que es batalla perdida.
GARDELITO: Ahora barro con el que levantaremos nuestra casa".

"EL CIEGO: (Gritando) ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡El que no tiene luz, ve la luz! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
LA VIRGEN: Bueno...bueno. ¿A qué se debe tanto alboroto?
UNA MUJER: Nos quieren desterrar, señora.
OTRA: Quieren demoler la casa.
EL CIEGO: Y nosotros existimos porque este lugar existe, señora.
LA VIRGEN: ¿Ustedes quieren resistir el mandato divino?
EL GENERAL: Con todo respeto, no creo que el señor mande matar la memoria, entronizar el olvido".

"LA VIRGEN: No es cosa de olvidos. Son designios del señor. A lo mejor es una cuestión de oficio, como vos decís, a lo mejor para eso estas, para guardar, para conservar...para ser la memoria.
LA MAGA: (Se revuelve indignada en su sillón) ¡Pero que memoria, ni memoria! ¡La mierda guardo yo! ¡La basura, la tristeza, la cobardía!
LA VIRGEN: Eso será lo que hay que guardar entonces.
LA MAGA: ¡No hay derecho! ¿Qué soy yo? ¿La cloaca? ¿El reservorio de la bosta? ¿El pozo ciego? ¿Qué soy yo?".

"LA MUJER: ¡Hijo de puta...son mis cartas! No tenés derecho. Te da bronca porque sos incapaz de escribir algo lindo. Jamás hubiera podido guardar una carta tuya. (Llora juntando los pedazos.) Hijo de puta.
PERCY: Celoso, el hombre.
GARDELITO: Gardelito no tiene celos. Y menos de estupideces.
PERCY: La dama no cree que sean estupideces.
GARDELITO: No es ninguna dama, es la mina de Gardelito, y la mina de Gardelito no tiene por qué andar con cartitas de otro.
PERCY: Me llamo Percy Hill, no “otro”.
GARDELITO: (Sacando el cuchillo.) ¡Me importa un carajo como se llame!
PERCY: Guarde el arma que hay cosas que no se resuelven a puñaladas.
GARDELITO: Te acobardaste, maricón.
PERCY: (Saca un revolver.) No crea, don.
GARDELITO: Arma de fuego, arma de cagones.
PERCY: El cuchillo es para carnear vacas.
GARDELITO: ¡Vaca será tu madre!".

"GARDELITO: No grite. Usted bien sabe que si alguien le falta, aquí estoy para defenderla. El fierro esta para eso.
LA MUJER: Todo se derrumba, Miguel.
PERCY: Quizás no haya más remedio que aceptar la realidad...y nosotros estamos fuera de ella. No somos más que humo. Quizás está llegando el viento que viene a dispersarnos.
LA MUJER: No. A mí no me van a arrear con el poncho. (Junta las cosas y las va guardando en el baúl.) Mis cosas son mis cosas y mi lugar es mi lugar. Yo voy a defenderme".

"PERCY: Somos humo, y el humo se esparce en el aire...Hay que aceptarlo".

"PLACIDO: (Un tanto sorprendido por el efecto logrado.) 
¡Amigos...queridos amigos! Hace años que vagamos entre estas paredes, tantos que algunos de nosotros somos solo tenues, borrosas sombras. Pero aquí estamos, resistiendo. Quizás impúdicamente mezclados los transparentes, los borrosos, con los que aún tienen alguna consistencia, pero estamos. Propongo dejar testimonio de nuestra existencia. Propongo escribir cartas que serán como botellas al mar, cartas que alguien, alguna vez...
GARDELITO: (Lo baja de la solapa, cuchillo en mano.) ¡Así que vos también sos de las cartitas! Escribir...Te voy a escribir mis iniciales en la cara para que se te vaya la costumbre de mandarle cartitas a la mujer del prójimo".

"UN MUCHACHO: Yo no quiero una batalla más, pero si hay que pelear, se pelea. Yo quería ser el recuerdo de otros, quería existir en otros sitios, pero me fui borrando. Estuve durante un tiempo en los sueños de mi madre. También vagué por una plaza donde solía encontrarme con mi novia...pero me fui borrando, esfumando. Ahora solo soy aquí, donde un gesto de la vieja Maga me hizo quedar...en este patio. (Pausa) Que sea hasta que ella quiera. Que no venga cualquiera a derrumbar estas paredes y empujarnos al olvido. ¡Si hay que poner el pecho se pone!
LA MUJER: (Lo besa) ¡ Mi muchacho...!
PERCY: Lo que tenga que ser, será. Hay cosas contra las que no se puede luchar. Para que lo nuevo venga, lo viejo tiene que morir. ¿Qué cobijan estos muros? Mírense. ¿Qué son...? ¿Qué somos? Sombras. Hilachas de sueños que no se cumplieron. Miserias que la historia esconde. ¿Por qué creen que estamos todos juntos aquí? ¿Por qué existimos aquí, absurdamente mezclados, solo retenidos por algún insignificante gesto que nadie recuerda...? O lo que es peor, por la resistencia al olvido que tienen nuestros fracasos.
PLACIDO: Quizás solo eso justificó nuestra existencia, don. El pequeño gesto que ya nadie recuerda o el fracaso que ocultamos a todos, pero que aquí sobrevive.
UNA MUJER: Y por eso hay que bailar...porqué en esta tierra de olvidos, seguimos resistiendo...¡Vamos...a bailar, que no nos gane la tristeza!".







Rafael Nofal

domingo, 26 de noviembre de 2023

Citas: El hombre joven - Annie Ernaux

 

"A menudo he hecho el amor para obligarme a escribir. Quería encontrar en el cansancio, en el desamparo que le siguen, razones para no aguardar ya nada de la vida".


"Volvimos a vernos los fines de semana, entre los cuales nos echábamos en falta cada vez más. Me llamaba todos los días desde una cabina telefónica para no despertar las sospechas de la chica con la que vivía. Ella y él, atrapados en las costumbres de una cohabitación precoz y las  preocupaciones por los exámenes, nunca habían imaginado que hacer el amor pudiera ser otra cosa que la satisfacción más o menos ralentizada del deseo. Que pudiera ser una especie de creación continua. El fervor que manifestaba ante esa novedad me ligaba a él cada vez más. Progresivamente, la aventura fue convirtiéndose en una historia que queríamos vivir hasta el final, sin saber muy bien lo que significaba".

"Yo miraba los tejados negros, la cúpula de una iglesia que emergía al fondo. Aparte de los vigilantes, ya no había nadie. Fue a ese lugar, a ese hospital, adonde me llevaron de estudiante
una noche de enero a causa de una hemorragia debida a un aborto clandestino.
No recordaba ya en qué ala estaba situada la habitación que ocupé durante seis días. Esa coincidencia sorprendente, casi insólita, era para mí la señal de un encuentro misterioso y de una historia que tenía que vivir".

"Los domingos por la tarde, cuando lloviznaba, nos quedábamos debajo del edredón y acabábamos por dormirnos o quedarnos medio amodorrados. De la calle silenciosa se elevaban las voces de los esporádicos transeúntes, a menudo extranjeros de un hogar de acogida cercano".

"En la calle, las personas a las que saludaba eran siempre jóvenes, a menudo estudiantes. Cuando se  paraba a hablar con ellos, yo me mantenía a distancia y ellos me miraban furtivamente.
Después, él me comentaba qué carrera universitaria hacía el chico con el que nos habíamos encontrado, detallando sus éxitos y sus fracasos. A veces, de lejos, discretamente, pidiéndome que no me diera la vuelta, me señalaba alguno de sus profesores de la facultad. Me arrancaba de mi generación, pero no por ello me hacía de la suya".

"Era un joven de hoy, convencido de que tenía que «buscarse la vida» por su cuenta, como los demás. Para él el trabajo no tenía más significado que el de una coacción a la que no quería someterse si eran posibles otras formas de vida".

"Él era el portador de la memoria de mi primer mundo. Remover el azúcar en su taza de café para que se fundiera más rápido, cortar los espaguetis, partir en trocitos una manzana para luego pincharlos con la punta del cuchillo: unos gestos, todos ellos olvidados, que reconocía en él y que me perturbaban.
Volví a tener diez, quince años, y me veía en la mesa con mi familia, con mis primos, con quienes compartía la misma piel blanca y las mismas mejillas sonrosadas de los normandos. Era el pasado incorporado.
Con él recorría todas las edades de la vida, de mi vida".

"A su lado, mi memoria me parecía infinita. Esa densidad temporal que nos separaba tenía una gran dulzura, confería más intensidad al presente.
Que esa vasta memoria del tiempo anterior a su nacimiento fuera, en suma, el complemento, la imagen invertida de la que sería la suya después de mi muerte, con los acontecimientos, los personajes políticos que yo nunca conoceré, ese pensamiento ni se me pasaba por la cabeza. De todos modos, por el mero hecho de existir, él era mi muerte".

"Él quería un hijo mío. Ese deseo me inquietaba y me hacía sentir como una enorme injusticia estar en plena forma física y no poder concebir. Me maravillaba que, gracias a la ciencia, aquello pudiera llevarse a cabo después de la menopausia, con el ovocito de otra mujer. Pero no tenía ganas de dar el paso que mi ginecólogo me había propuesto. Yo simplemente jugaba con la idea de una nueva maternidad que, a los veintiocho años, tras el nacimiento de mi segundo hijo, había rechazado para siempre. Quizá él confundía sus deseos. Un verano, en Chioggia, cuando esperábamos el vaporetto para volver a Venecia, dijo: «Quisiera estar dentro de ti y salir de ti para parecerme a ti»".

"Me había mostrado fotos de él de niño, frágil y rizado, de adolescente ceñudo bajo el pelo largo. No tenía ningún inconveniente en enseñarle las mías de niña y adolescente. Tanto para uno como para otro, aquello estaba muy lejos. Me costó más sacar fotos de mis veinte, veinticinco años, eligiendo la más bonita por vanidad, aun sabiendo que precisamente esa sería la que haría más cruel la comparación con mi rostro de hoy, más demacrado y más duro. Él veía a otra chica cuya realidad, buscada en la mujer actual, siempre se le escaparía. El deseo que le inspiraba aquella chica de rostro sin  arrugas, de pelo largo, liso y moreno, esa chica que nunca vería, era un deseo sin salida. Como tradujo implícitamente su reacción espontánea, «esta foto me pone triste»".






Annie Ernaux

jueves, 26 de octubre de 2023

Citas: Nacimiento del día - Arturo Alvarez Sosa

 

"El mundo vale lo que somos dentro
del vientre de la luz, al puro estrago
de las horas soñando solo sueños:
la odiosa eternidad entre los días".

"Soy tu sueño y mi vida te tortura".

"Y no me insultes nunca de palabra
ni digas soy la luna, el mar, el viento,
porque eres nadie y ni siquiera polvo,
si alguien no recuerda la penumbra
de tus ojos, la piel, el rostro tuyo
cargado de sentido, de blasfemias
como vientres, países y tormentas".

"Oh mundo, hecho cual imagen ciega
de otra imagen sin imagen cierta".

"Silencio: sangre mía derrumbada
y alejada volviendo luminosa
al pecho del amante que la encierra
como un planeta lleno de mañanas
como noches y crímenes y lluvias".

"Alianza suelta de presencias vagas
bajo el amor alucinante y tuyo,
crecido en la memoria, y engañado
apenas abandona, con el rostro
alto, marcado a fuego por la noche,
su frágil posesión entre las sombras".

"Nunca digas
mi nombre cuando el vértigo madura".

"Llorando fuego en nuestro abrazo y rompe
en infinitas brasas la funesta
paz del olvido, el cielo y el infierno".

"Olvido: migración fija del hombre,
dónde la saciedad, el tajo vivo".

"Quitame el sueño lejos de la sombra
y la nostalgia seca del olvido,
para que con el solo cuerpo herido
huya de mí la tierra que te nombra".
(Lejos de la sombra)

"Ahora que el otoño alza y corona
entres desnudas flores la pradera
de su fuerza, la luz sola y entera
cava la sombra y luego la abandona.

Pero hacia dónde el día desazona,
y deriva su imagen duradera
con un cielo de nubes, en la espera
de lo pequeño y simple que ilusiona".
(Imagen del asombro)

"Qué poca cosa somos en la oscura
deriva de la nube muerta y sola,
dejándonos estar en la corola
del tiempo desasido de hermosura".
(Apenas polvo)

"Yo que ya digo poco, casi nada
así la claridad pise la cosa
con la piedad del hambre y de la rosa,
entre amigos no soy y soy con nada".
(Hablar claro)

"El peso del amor su desconsuelo,
y endurece el vigor en la furtiva
eternidad del aire, donde embalsa
la crecida pasión que inunda el cielo".
(Cautela viva)

"De par en par el corazón cerrado
y en el espejo el espejismo grave
de la palabra, casi yo, la tierra".
(De par en par)

"Hasta dónde conmigo se desliza
la fina lucidez del ansia vana,
en un claro reposo de ceniza".
(Abierto desvelo)


Arturo Alvarez Sosa

lunes, 23 de octubre de 2023

Citas: Mis ganas ganan - Elena Huelva

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 "¿Cuál es el peor regalo que habéis recibido?
Es una pregunta fácil. Todo el mundo ha recibido un regalo terrible al menos una vez en la vida. Hay distintos grados de regalos terribles, desde «gracias por pensar en mí, pero esto no me va» a «esto da mucho asco de verdad».
¿El peor regalo que he recibido yo? Un tumor de diez centímetros en la pelvis, el mes de enero de mis dieciséis años".


"—A veces, sin ningún motivo aparente, algunas de las células de nuestro cuerpo se descontrolan y se transforman en células malas —me explica Nacho, serio pero con un aura clara de tranquilidad; da la sensación de que ha dicho frases parecidas muchas veces antes a lo largo de su vida, y supongo que es así realmente—. El problema es que estas células malas no dejan de reproducirse, y eso es lo que crea masas.
Trago saliva. Ni Nacho ni mis padres han pronunciado la palabra «cáncer» aún, y eso me está volviendo loca. Biopsia, tumor, masa, células malas... todas estas palabras, como señales en un mapa, parecen apuntar hacia ese diagnóstico tan temido, el cáncer, pero aun así nadie se atreve a decirlo en voz alta.
Tengo que saberlo. Solo eso. Me da la sensación de que solo se hará real si alguien rompe este silencio tan pesado, y no voy a ser capaz de luchar contra algo si no puedo ponerle un nombre.
Me recuerda un poco a esos momentos de las series como Anatomía de Grey en que los doctores le dicen al paciente que tiene una masa y tú sabes inmediatamente que es cáncer, pero el paciente no se da cuenta hasta que el médico no lo pronuncia, desde la primera C a la última R.
—Entonces, ¿qué es lo que tengo? —pregunto, esforzándome para que no se me rompa la voz.
Nacho se humedece los labios. Mi padre, con lágrimas en los ojos, dice:
—Ella lo que quiere escuchar es el nombre.
Nacho sacude la cabeza.
—Sí, Elena, tienes cáncer".

"Siento el calor de mis padres un segundo antes de que me abracen, como si mi cuerpo se estuviese preparando para el contacto físico.
Trago saliva.
Esto no me puede estar pasando a mí.
Pero me está pasando a mí.
Hasta ahora había tenido una vida de lo más normal.
A partir de ahora voy a tener que ser más fuerte que nunca".

"—¿Qué pasa? —La voz de Emi, incluso al otro lado de la línea, es tan cálida como un abrazo reconfortante—. Te quiero muchísimo — suspira—. Ya te lo han dicho, ¿no?
Asiento y luego me doy cuenta de que, claro, Emi no puede verme. Me aclaro la garganta.
—S-sí. Sí, ya me lo han dicho.
—Bueno, pues habrá que ir para adelante.
Sonrío aún a través de las lágrimas.
—Sí. Ahora me toca pelear como nunca en la vida".

"Me pregunto si la gente que dona sangre y médula se da cuenta de hasta qué punto está regalando vida".

"—¿Sabéis qué? Mis ganas ganan. —Sus ojos se ponen más brillantes; hasta yo me siento emocionada por el peso de mis palabras y la gran verdad que esconden—. Mis ganas van a ganar. No tengo ninguna duda".

"Me muerdo el labio inferior.
—Oye, ¿Emi?
—¿Sí?
—¿Crees... crees que debería quitarme la peluca?
Emi alza las cejas hasta que se le dibujan unas arruguitas en la frente.
—¡Pues claro! Así estarás más fresquita. Ojalá pudiera quitarme yo esta melena un par de minutos al día, sobre todo con esta calor...
Suspiro.
—Buf, pero es que me da muchísima vergüenza.
Emi me propina un empujón cariñoso.
—¡Pero si no hay casi nadie!
Señalo a la otra familia que está en la playa con un gesto de la cabeza disimulado.
—¿Y si se me quedan mirando?
—Pues si se te quedan mirando será porque eres la chica más guapa de la playa. Venga, ¿qué más da?
Le dirijo una mirada furtiva a la otra familia. Los niños están un poco más cerca de nosotras, donde la arena ya está húmeda, jugando a hacer castillos. Los padres están algo más alejados, él tomando un helado y ella, como papá, intentando aprovechar estos últimos minutos de sol... cada uno a lo suyo, en sus propios mundos privados.
Trago aire.
«En esta vida hay que ser valiente», me recuerdo.
—Tienes razón —le digo a mi hermana mientras, con mucha lentitud, vacilante, me quito la peluca—. ¿Qué más da? Si yo también me gusto así".

"—A ponerse guapa, que te llevo a cenar por Sevilla y no vas a aparecer en chándal, que me dejarías quedar mal.
La quimio no me está jodiendo mucho y estoy de buen humor, así que le guiño un ojo y le digo:
—¿Y si me arreglo y te dejo quedar mal con mi belleza?
—No te emociones —me contesta, pero su comisura ya tiembla hasta formar una sonrisa".

"Papá tenía razón. He tenido el decimoséptimo cumpleaños perfecto, y lo mejor de todo es que me ha llenado el cuerpo de energía para seguir peleando contra la enfermedad. Nada conseguirá pararme los pies".

"Tuerzo los labios en una sonrisita. Esto es un palo de los grandes, pero lo mejor será tomárselo a la ligera, sobre todo por mis padres.
Además, ¿cuántas chicas de diecisiete años pueden decir que tienen dos ovarios izquierdos?
«A la vida hay que echarle dos ovarios —pienso—. Y en mi caso, los dos van a tirar por el mismo lado».
—Vale, vale, es que es un poco raro pensar que vais a andar cambiándome de sitio las partes del cuerpo, ya sabes.
El traumatólogo se ríe.
—Piensa que vas a ser un poco como la señora Potato.
—Mientras no le cambiéis la nariz y la boca de sitio... —bromea Emi—. Que no sé yo si se llevará mucho el look Picasso esta temporada".

"Cuando todo termina y puedo levantarme, mi primera reacción es la de echarme a llorar. Se trata de una emoción primitiva y muy profunda. Simplemente, las lágrimas empiezan a fluir y ya no hay manera de detenerlas. Me pongo tan mal que mamá tiene que entrar y abrazarme.
—Venga, Elena, ya está, ya ha pasado —dice, y me da un beso en la frente—. Sé que ha sido duro, pero te has enfrentado a ello como una campeona y hoy ya no tienes que hacer más pruebas. Ya está. Podemos irnos a casa.
Asiento, pero sigo llorando un par de minutos más. Creo que se le asocia un significado muy negativo a la acción de llorar. A veces, estoy segura, es lo más necesario. A veces tenemos que sacar todo lo que llevamos dentro, y una buena llantina puede dejarte tan limpio en calma como acurrucarte entre unas sábanas limpias tras un baño de agua caliente.
A veces llorar señala que lo malo ya ha pasado, y a partir de ahí, solo pueden venir cosas buenas".

"—Emi, ¿tú tienes miedo?
No tengo que especificar a qué. Como he dicho antes, Emi y yo somos como almas gemelas, y cuando tienes un alma gemela, no siempre necesitas palabras para comunicarte. Una mirada o un gesto o hasta los cambios en tu respiración pueden decirlo todo.
—Sí, claro que tengo miedo. ¿Y tú?
Trago saliva.
—Sí. Sí, a veces tengo muchísimo. De no curarme, o de curarme y luego sufrir una recaída. O de morirme.
Bajo la voz instintivamente al decir eso, y Emi se queda callada durante mucho tiempo. Quizá sean solo un par de segundos más de lo normal, pero a mí me parece mucho tiempo.
—Sí, yo también tengo miedo a esas cosas. —Suelta aire por la boca—. Pero luego recuerdo quién es mi hermana y toda la fuerza que tiene y me tranquilizo. Porque sé que si alguien puede con todo
y más esa persona eres tú, gordi.
Me muerdo el labio inferior.
—¿Y si no puedo? ¿Y si llega un momento en el que no puedo?
Emi me aprieta más la mano. Yo acaricio sus nudillos como si no quisiese olvidarme nunca de su tacto.
—Entonces aquí estaré yo para darte toda la fuerza extra que te haga falta. Y si con eso no te llega, también están mamá y papá, y todo el mundo que te quiere. Todos te daremos toda la fuerza que necesites. ¿Cómo es eso que dices? Mis ganas...
—Ganan —termino por ella, y sonrío—. Sí, tienes razón. Mis ganas ganan. Mis ganas van a ganar. Está clarísimo".

"—Elena, era tu madre —dice. Hasta sus palabras parecen pesar como el hierro—. Ya tiene los resultados de la biopsia.
Emi me aprieta la mano con más fuerza.
—¿Y?
Papá frunce los labios.
—Es una metástasis de sarcoma de Ewing.
Emi relaja la fuerza que ejerce sobre mi mano. Se ha quedado paralizada, como si papá acabase de arrojar un jarro de agua helada sobre ella.
—Vas a tener que volver a recibir quimioterapia, Elena —continúa papá—. Los médicos todavía no saben el tratamiento exacto que van a seguir, pero nos lo contarán cuando nos reunamos con ellos.
Cojo aire. Debo ser fuerte. Debo ser fuerte por todos ellos.
—Muy bien —digo, sorbiéndome los mocos—. Vale. Pues voy a por todas otra vez.
Como siempre. Jamás voy a rendirme. El cáncer se ha equivocado al escoger su objetivo, porque voy a pelear con uñas y dientes. Y voy a ganar. Eso lo tengo clarísimo".

"—¡Menudo logro! —exclamo cuando entro en el coche.
A mamá le entra la risa.
—¿El qué? ¿Mis habilidades para la conducción?
Pongo los ojos en blanco.
—Ja, ja, ja. No he vomitado nada hoy. ¿No te has dado cuenta?
Mamá sacude la cabeza mientras extiende el brazo para poner la radio.
—Sí, claro que me he dado cuenta. ¡Reto superado! A partir de ahora, todo será más fácil, ya lo verás.
Le sonrío, subiéndole el volumen a la música. Hay que celebrar todos los pequeños triunfos, ¿no?".

"«Vas a poder con esto, Elena —me digo—. Vas a dominar esta tempestad».
Lloro. Es una llantina rebosante de enfado y de frustración.
Recibir las noticias del nuevo nódulo es tirar a la basura toda esta lucha que tanto me ha costado.
—Basta —me susurro a mí misma, dándome un pellizco, casi como si quisiese despertarme de un mal sueño".

"Mi cabeza rapada solo es una señal más de lo duro que estoy luchando y de mis victorias pasadas. Es el signo de la lucha.
Ponerme de nuevo los pañuelos será como colocarse los guantes de boxeo antes de un combate.
De momento estamos Elena 1-cáncer 1, pero ya veremos quién dará el próximo golpe".

"—¿Qué es? —pregunta mi madre, jugueteando con los anillos de su mano.
Me muerdo la cara interna de las mejillas, preparándome, hasta que me hago daño físico.
Nacho solo frunce los labios.
—Me temo que el nódulo ha vuelto a crecer —dice, simplemente, las terribles nueve palabras que tanto temíamos y que ahora están frente a nosotras como una realidad ineludible—. No mucho, por fortuna, pero han salido tres nódulos más.
Respiro, con fuerza. No sé dónde meterme. No me puedo creer que el tratamiento no esté funcionando. Otra vez. Es una pesadilla continua, un laberinto al que no consigo encontrarle la salida.
—Todavía tengo que discutir los próximos pasos con el comité — continúa Nacho, su voz llegándome muy lejana, como retransmitida por una radio—. Pero lo más seguro es que tengas que empezar un nuevo tratamiento.
Mamá me coge la mano; me la acaricia. Me da la sensación de que está muy fría. Suspiro. No puedo rendirme.
—Pues a seguir luchando —digo, suavemente, forzando una sonrisa.
Estoy muy muy muy cansada, pero mis ganas de vivir persisten".

"Mis ganas van a ganar. Me lo repito hasta que todo mi cuerpo parece brillar con su significado. Mis ganas van a ganar, y no puedo esperar a descubrir lo que voy a hacer con mi vida después. Y es que hay que aprovechar el presente. Hay que arriesgar si se quiere algo y caminar con la convicción de que nunca nunca nos daremos por vencidos. De eso se trata la vida".




Elena Huelva


sábado, 21 de octubre de 2023

Citas: El ruido que hacen los loros - Felipe Quiroga

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 Jauría

"—¿Te puedo ayudar en algo? —le preguntó Olivia al notar su presencia.
—Usted es nueva por acá, ¿no?
—Sí.
—¿Esta camioneta no es de José?
—Sí, me la ha prestado.
—He visto que se anda juntado mucho con José y con la esposa. Todos en el pueblo lo hemos visto.
—Sí, son vecinos mío.
—No le conviene.
—¿Cómo?
—A usted no le conviene juntarse con ellos.
—¿Y por qué no?
—Acá nadie los quiere a ellos. Por la jauría.
—¿La jauría?".

"—Lo entiendo, José —dice—. No voy a decirle que no se sienta mal. No voy a decirle que con el se va a sentir mejor. Porque es mentira. He escuchado a mucha gente decir esas estupideces una y otras vez. Porque no saben. La verdad es que a veces no nos queda otra que tratar de seguir viviendo con lo que hemos hecho. O con lo que deberíamos haber hecho y no hicimos".

Alambrados

"En ese entonces el lugar le pareció muy deprimente y pensó que no duraría mucho ahí, que se iba a terminar entregando en la comisaría a las pocas semanas. Pero no lo hizo y tuvo que resignarse a vivir con la idea de los actos terribles no siempre tienen consecuencias".

El ruido que hacen los loros

"Los loros no se callan.
Walter se queda acostado boca arriba, la mano sobre la herida. Ahora es celeste todo lo que ve. Le cuesta respirar. El baúl del auto ha quedado abierto: los loros escapan volando. Forman una sola columna verde, de pluma agitadas, que cruza el cielo.
El ruido que hacen los loros es lo último que Walter escucha antes de cerrar los ojos".







Felipe Quiroga

sábado, 16 de septiembre de 2023

Citas: Relatos para leer en el colectivo - Angel Ramón

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 A la hora prevista


"Toda su entereza se esfumó, sus facciones se reblandecieron de golpe  para volver a endurecerse casi al instante, sus piernas flaquearon. El hombre lo notó y antes que pudiera caer lo sostuvo de un brazo. Se dio cuenta que era un cobarde y no le importaba en lo más mínimo, lo miró  suplicante pero el guardia, el muy miserable, desvió rápidamente la mirada".

Nébel está loca

"A veces se duerme en mi brazo y termina entumecido; no me animo a moverla porque se despierta idiota... otra veces, cuando estoy  descuidado, se acerca por detrás y me recita mi parte favorita de "La meningitis y su sombra": [...] Y cuando sane y no tenga más delirio ¿me querrás todavía?"

"La veo silbando y llenándose de saliva el mentón mientras delicadamente pasa el plumero para no lastimar el lomo de los libros. Veo el amor que le pone y me digo ¡qué suerte que esté loca! La miro y me doy cuenta que el amor y la felicidad cambian el rostro más nunca se van".

2°A

"Cuando subió el auto se le cayó la llave de arranque. Al levantarla, notó que le faltaba una media, le dio gracia, no se había percatado del sudor en la planta del pie. Como tenía todo el día por delante, volvió al departamento, abrió silenciosamente la puerta y... no vio nada. No había nada, ni muebles, ni mujer dormida, ni platos sucios, ni nada. Un departamento vacío esperando ser habitado. Se rascó el pecho pensativamente, concluyó que era el piso equivocado aunque estaba seguro que era el 2°".

"Fue hacía el baño envuelto en una sensación de irrealidad cada vez más fuerte. Esta vez no hubo espejo que le devolviese la mirada así que se dirigió al balcón donde no vio las macetas colgantes ni las sillas plegables donde nacieron los primeros besos".

Tarde de domingo

"45 años compartidos, 20 años él, 22 ella cuando se casaron y un escándalo que no alcanzaron a comprender del todo. Tantas vidas en una vida".

Ausencia

"Llenar mi ausencia con historias, de esas que tienen otro final, donde el deseo siempre triunfa y la melancolía es solo parte del nudo".

Ojos de gato

"Lo demás es historia: unas preguntas bobas, un roce secreto, un contacto disimulado y todos los mensajes estúpidos del mundo. Un flash. 

Y de repente... de repente esos ojazos dejaron de mirarme, como cuando empiezan los créditos de las películas, te levantas y te vas aun ningún agradecimiento a esos tipos que hicieron tu vida una fantasía durante hora y media. La guardas en el fondo del cerebro y a otra cosa. Así me archivaron esos ojos".

"Y esos ojos que mirarán para otros lados, que se convertirán en ojos de doncella en las barbas indicadas, esos ojos no necesitan reyezuelos, necesitan ternura y libertad, varios metros de espacio y toda la paciencia del mundo".

"La esperanza de que salgan a relucir alguna vez queda pero no me engaño, esos ojos no son para mí o no como yo lo quiero por lo que con un "hola y adiós" dejo mi media sonrisa y salgo a buscar ese faro que convierta mis ojos de huérfano en ojos de enamorados".

Me senté cómodamente

"Qué se yo, capaz son excusas. Tal vez busqué el primer conflicto en puerta para decidir que no tenia el tiempo de escribir y así fue que la colección de cucarachas quedó sin un cajón donde dormir".

Mariana

"Me quitaste tu presencia, tus abrazos y tu pasado. Me quitaste el saludos cuando decidiste que no podías manejar la situación. Me quitaste varias historias sin escribir".

"Me ofreciste la historia más tierna que pude (puedo) merecer. Me ofreciste dos abrazos, un par de caricias y las ganas de fundirnos en un beso. Me ofreciste amor propio, ganas de recuperarme y la visión de un mañana mejor. Me ofreciste esperanzas".

Valentina (d)el viento

"No te esperaba, no sabía cómo serías por una simple razón: nunca te vi en mi vida como algo posible.
Como el viento sorpresivo que sopla en verano y, din previo aviso, se asocia con la lluvia y empiezan un baile que arrasa con todo".

"Recuerdo el primer contacto que tuve, que tuvimos, perdón, con vos. 
María Laura me miró con unos ojos grandotes y húmedos mostrándome tu fotografía:

—Mirá, es Valentina.

Velentina, que nombre tan adecuado, Valentina (d)el viento. Que viento tan hermosamente... cruel".

"El amor eras vos, el amor era tu puñito cerrado, tus ojitos ceñidos y tu garganta dando un grito de libertad que recorría el mundo en 60 centímetros de carne rosada.
El viento llegó y lo revolvió todo. Se metió en todos y casa uno de nuestros espacios sin dejar nada para después. Viento huracanado, furioso, apurado".

"Valentina (d)el viento. Fuiste el viento que vino a revolver cada una de mis moléculas con su sola presencia risueña, con sus grititos de amor, fuiste viento y raíz".

Charlas de un sábado por la mañana en el desayuno

"—¿Qué te va a pasar si un día me voy detrás del sol? —me preguntaste a quemarropa. Así, desprevenido. Yo estaba en otra, ocupándome de las cosas que se ocupan los grandes: las cuentas, llegar a fin del mes, planchar la corbata. En tonteras.

Te mire a punto de mandarte a la mierda y vi en tus ojos la sabiduría infinita del que está lejos de una cuenta vencida , me desarmaste".

El dolor

"El dolor es sabio, sabe dónde, cómo y cuándo hacerme escribir. Sabe que sé. Se aprovecha de mí, me posibilita darle color, textura y forma".

Amancay

"Era Anyelén, me soltó en una oración atropellada "holavengodepasadaestaesAmancay" y eso fue mi perdición. La vi y la amé con todo mi ser de entrada, de manera fulminante: amor a primera vista, le dicen. Ya no quise tener más el corazón desierto".

"Cuando la saludé, supe que ya no se iría más de mis pensamientos.
Acerté, no puedo pasar más de 5 días aunque más no sea sin saludarla de lejos".





Angel Ramón

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Citas: Mi primera entrevista y otros cuentos - Ana Frank

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"Imaginaos que la persona objeto de mi primera entrevista supiera lo que me propongo. Lo más seguro es que se pusiera colorada y preguntara: « ¿Qué hay que decir de mí?» Pues bien, esa persona es Peter, y voy a deciros por qué le he escogido. Se me ocurrió la idea de hacer a alguien una entrevista, y como todos los de la casa han sido ya minuciosamente descritos varias veces, pensé que Peter sería un tema interesante, pues él, igual que Margot, siempre se mueve en segundo término y casi nunca se mete en nada.
Si, al caer la tarde, llamáis a la puerta de su cuarto, oiréis que os contesta, muy bajito: «Adelante.» Al entrar, le encontraréis mirándoos por entre los peldaños de la escalerilla que conduce altejado. 

Os recibirá siempre con una palabra de bienvenida como «¡Vaya!»".

"No hace falta añadir que es guapo, eso lo ve cualquiera. Tiene un cabello precioso, castaño y ondulado, ojos de un color azul grisáceo..., pero siempre fue mi punto flaco describir rostros. De modo que lo mejor será que, después de la guerra, pegue su fotografía junto a las de los demás habitantes de la casa, por lo que no es preciso seguir con la descripción".

22 de Febrero de 1944

El pozo de la aniquidad

"No creo que seamos tan distintos de la Naturaleza. Y si como personas somos parte de la Naturaleza, ¿por qué habría de avergonzarnos la forma en que ella nos ha vestido?".

El ángel de la guarda

"Una noche, mientras la muchacha dormía, se le apareció su abuela.
Iba vestida de blanco. Sus blancos cabellos le caían sobre los hombros y llevaba una lucecita en la mano. La joven se la quedó mirando y esperó a que la aparición empezase a hablar.
—Querida mía le dijo su abuela-, hace ya cuatro semanas que te observo y no haces más que llorar y dormir.
»Esto no puede ser. He venido para decirte que debes trabajar, hilar, cuidar de la casa y arreglarte. No pienses que porque me haya muerto no me ocupo de ti. Desde el cielo, no dejo de observarte. Soy tu ángel de la guarda y estoy a tu lado, igual que antes.
»Vuelve a tu trabajo sin acobardarte y no olvides que tu abuela no te abandona.
Con estas palabras, desapareció, y la muchacha siguió durmiendo.
Pero al despertarse, a la mañana siguiente, recordó las palabras de su abuela y sintió una gran alegría al comprender que no estaba sola".

22 de Febrero de 1944

Pensamiento

"Carecemos de muchas cosas, y desde hace tiempo. Lo siento tan bien como tú. No estoy hablando de cosas externas. De eso tenemos bastante. No, hablo de las cosas que nos hacen vibrar interiormente.
Ansío, tanto como tú, tener libertad y poder respirar a pleno pulmón, pero ahora creo que, por estas privaciones, estamos ampliamente recompensados. Lo comprendí de pronto, esta mañana, al mirar por la ventana. Al mirar hacia fuera y percibir la existencia de Dios en lo más profundo de la Naturaleza, me sentí feliz, completamente feliz".

23 de Febrero de 1944

La felicidad

"Jacques me parecía un muchacho muy simpático, aunque callado y algo taciturno, pero creo que eso era precisamente lo que más me atraía. Nuestros paseos se hicieron más y más frecuentes".

"Un día, entró en mi habitación con un pretexto cualquiera. Yo estaba sentada en un almohadón, mirando al cielo.
—¿Te molesto?  —me preguntó al entrar.
—No, de ninguna manera —contesté volviéndome hacia él. Pasa y siéntate. ¿A ti no te gusta soñar despierto?
Él apoyó la frente en el cristal de la ventana.
—Sí; yo también sueño a menudo. ¿Sabes cómo le llamo a eso?
Contemplar la historia del mundo.
—Una frase feliz, muy apropiada. No se me olvidará  —dije yo, entusiasmada.
—Sí.
Él me miró con una de sus raras sonrisas que siempre me desconcertaban".

"A los pocos días, volvió a entrar. Yo estaba sentada en el mismo sitio, y él se colocó otra vez junto a la ventana. Hacía un día espléndido. El cielo tenía un azul intenso. La ventana estaba muy alta. No veíamos las casas; por lo menos, yo no miraba hacia abajo.
De las ramas del pelado castaño que había delante de la casa colgaban gotas de rocío que el sol hacía brillar. Los pájaros revoloteaban junto a la ventana y de todas partes se oían trinos.
No podría explicar lo que nos pasó, pero ninguno de los dos se atrevía a decir ni una palabra. Estábamos juntos, en la misma habitación y bastante cerca uno de otro, pero casi ni nos mirábamos.
Sólo mirábamos al cielo y hablábamos con nosotros mismos. Hablo por los dos porque estoy segura de que él sentía lo mismo que yo, y tenía tan pocas ganas como yo de romper el silencio".

"—¿Y cómo la encontraste tú?
—Ven conmigo —le dije, poniéndome de pie. Le llevé a la buhardilla. Desde la ventana se divisaba un buen pedazo de cieloMira, si quieres encontrar la felicidad en ti mismo, tienes que salir de casa un día como hoy, con mucho sol y cielo azul, o asomarte a una ventana como ésta, desde la que se divise toda la ciudad bajo un cielo sin nubes.
»Voy a decirte lo que a mí me ocurrió. Estaba en el internado.
Aquello era un asco. Cuanto mayor me hacía, peor lo pasaba. Un mediodía, después de la clase, salí al campo sola. Allí me senté y me puse a soñar un poquito. Al mirar al cielo me di cuenta de que hacía un día maravilloso. Hasta aquel momento no lo había advertido porque estaba demasiado absorta en mis propias penas.
»Pero cuando, al mirar en torno mío, vi que todo era tan hermoso, dejé de oír aquella vocecita que no hablaba más que de cosas tristes.
Entonces no sentí sino que lo que me rodeaba era bello y lo único verdadero.
»Allí me quedé más de media hora. Cuando, por fin, me levanté para volver a la aborrecida escuela, ya no me sentía deprimida; al contrario, todo me parecía hermoso y bueno, como era en realidad.
»Más tarde comprendí que aquel día, por primera vez, había encontrado la felicidad en mí misma y que en todas partes se podía ser feliz.
—¿Y entonces cambiaste? —preguntó él en voz baja.
Ana FrankMe sentía distinta cuando era feliz. Pero desde entonces no siempre he sido feliz, no creas. He seguido refunfuñando bastante, pero no he vuelto a sentirme tan desdichada como antes. Comprendo que mi tristeza venía de la compasión que sentía por mí misma, y que la felicidad nace del contento.
Cuando acabé de hablar, él siguió mirando por la ventana, pensativo, sin decir nada. Luego se volvió bruscamente hacia mí y me dijo:
—Todavía no he hallado la felicidad, pero he hallado algo más: una persona que me comprende".

12 de Marzo de 1944

Miedo

"Miré al cielo. De pronto, me di cuenta de que ya no tenía miedo; al contrario, estaba muy tranquila.
Lo increíble era que no pensaba en mi familia, ni la echaba de menos. Lo único que quería era descansar. Al poco rato, me quedé dormida entre la hierba y bajo las estrellas".

"Me restregué los ojos. Por allí no se veía a nadie. Sólo los tréboles y los dientes de león me hacían compañía. Volví a echarme sobre las mantas y me puse a pensar en lo que iba a hacer, pero mi pensamiento volvía, una y otra vez, a aquella maravillosa sensación que me embargara por la noche cuando, al verme en el prado, todos mis temores se desvanecieron".

"Desde aquel momento, a pesar de que cerca de mí han caído muchas bombas, nunca más he tenido miedo".

25 de Marzo de 1944

Dar

"Todos los hombres nacen iguales. Todos vienen al mundo indefenso e inocentes. Todos los hombres respiran el mismo aire.
Muchos creen en el mismo Dios. Y, a pesar de todo, para muchos, las diferencias son enormes. Y son enormes porque nunca se han detenido a pensar de dónde provienen tales diferencias. Si lo hubieran  hecho, no habrían tardado en darse cuenta de que, en realidad, no existen".

"Todos los hombres nacen iguales y todos han de morir. Nadie puede llevarse de este mundo sus riquezas. La fortuna, el poder y los honores duran pocos años. ¿Por qué aferrarse, pues, con tanto afán a lo que es efímero? ¿Por qué, los que tanto tienen no pueden dar a sus semejantes lo que a ellos les sobra?
Y, lo que es más importante, no arrojar la limosna, sino darla con amor. Todo el mundo tiene derecho a ser tratado con consideración".

26 de Marzo de 1944





Ana Frank