domingo, 30 de julio de 2017

Citas: Contemplación - Franz Kafka

Niños en un camino de campo:


"—¿Y ahora por qué suspiras? ¿Qué ha ocurrido? ¿Alguna extraña desgracia, que jamás podrá remediarse? ¿Nunca más podremos ser lo que éramos antes? Realmente, ¿todo está perdido?".

"Nos sumergíamos de cabeza en el atardecer. No existían ni el día ni la noche".

"Una suave brisa comenzaba a soplar en todas partes, también se la sentía en el fondo de las zanjas; en las cercanías, el bosque empezaba a susurrar. Entonces uno no sentía tantos deseos de estar solo".

"Cantábamos mucho más rápido que el tren, nos tomábamos del brazo, porque las voces no bastaban; nuestros cantos se unían en un estrépito que nos hacía bien. Cuando uno mezcla su voz con la de los demás, es como si se lo llevaran con un anzuelo".

"Yo besaba al que estaba a mi lado, daba la mano a los tres que estaban más cerca, y echaba a correr por el camino; nadie me llamaba".

"—Allí sí hay gente extraña. Imagínense que no duermen.
—¿Y por qué no duermen?
—Porque no están nunca cansados.
—¿Y por qué no?
—Porque son tontos.
—¿Y los tontos no se cansan?
—¿Cómo van a cansarse los tontos?".


Desenmascaramiento de un embaucador:

"Pero no quise ver el final de esa sonrisa, porque de pronto se apoderó de mí la vergüenza".

"¡Cómo se adherían a uno, aun cuando uno se alejara de ellos, aun cuando uno les hubiera negado la más mínima esperanza! ¡Cómo no se desalentaban, cómo no cejaban, e insistían en mirarnos con rostros que aun desde lejos seguían siendo suplicantes!".

El paseo repentino:

"Cuando uno se encuentra en la calle, y ve que sus miembros responden con singular agilidad a esa inesperada libertad que les ha concedido".

"Cuando uno comprende con más claridad que de costumbre que posee más poder que necesidad de provocar y soportar con facilidad los más rápidos cambios, y cuando uno recorre así las largas calles".

Resoluciones:

"EMERGER de un estado de melancolía debiera ser fácil, aun a fuerza de pura voluntad".

"Pero a pesar de todo, con un simple desliz que no hubiera podido evitar, destruyo toda mi labor, lo fácil y lo difícil, y me veo preso nuevamente en el mismo círculo anterior".

"Por lo tanto, tal vez sea mejor soportarlo todo, pasivamente, comportarse como una mera masa pesada, y si uno se siente arrastrado, no dejarse inducir al menor paso innecesario, mirar a los demás con la mirada de un animal, no sentir ningún arrepentimiento, en fin, ahogar con una sola mano el fantasma de vida que aún subsista, es decir, aumentar en lo posible la postrera calma sepulcral, y no dejar subsistir nada más".

La excursión a la montaña:

"NO sé —exclamé sin voz—, realmente no sé. Si no viene nadie, nadie viene. No hice mal a nadie, nadie me hizo mal, y sin embargo nadie quiere ayudarme".

"Me gustaría mucho —¿por qué no?— hacer una excursión con un grupo de absolutamente nadie".

Desdicha del soltero:

"Así será, pero también hoy y más tarde, en realidad, será uno mismo quien está allí, con un cuerpo y una cabeza reales, y también una frente, para poder golpeársela con la mano".

El comerciante:

"Entonces descubro de pronto que estoy solo".

Camino de casa:

"Mis méritos se me hacen evidentes, y me dominan, aunque yo no les ofrezco ninguna resistencia".

"Comparo mi pasado con mi futuro, pero ambos me parecen admirables, no puedo otorgar la palma a ninguno de los dos, y sólo protesto ante la injusticia de la Providencia, que me ha favorecido tanto".

"Pero cuando entro en mi habitación, me siento un poco pensativo, aunque al subir las escaleras no me he encontrado con nada que justifique ese sentimiento".

La ventana a la calle:

"A LA VENTANA A LA CALLE QUE EL que vive solo, y que sin embargo desea de vez en cuando vincularse a algo".

"Aquel que, considerando los cambios del día, del tiempo, del estado de sus negocios y demás, anhela de pronto ver un brazo al cual pudiese aferrarse, no está en condiciones de vivir mucho tiempo sin una ventana que dé a la calle".

Desdicha:

"CUANDO ya se volvía insoportable — hacia el atardecer de un día noviembre —, cansado de ir y venir por la estrecha alfombra de mi habitación, como en una pista de carreras, y de eludir la imagen de la calle iluminada, me volví hacia el fondo del cuarto, y en la profundidad del espejo encontré una nueva meta, y grité, solamente para oír mi propio grito, que no halló respuesta ni nada que disminuyera su vigor".

"Dice que su naturaleza la impulsa a hablar conmigo de ese modo. ¿Realmente? ¿Su naturaleza la impulsa? Su naturaleza es muy amable. Su naturaleza es la mía, y cuando yo por naturaleza me siento amable hacia usted, usted no puede entonces sentirse sino amable hacia mí".

"—De todos modos —exclamé— si usted me roba mi fantasma, todo ha terminado entre nosotros para siempre".




Franz Kafka

miércoles, 26 de julio de 2017

Citas: El gran pez - Daniel Wallace


"—Esto me recuerda —dijo— cuando era niño.
Miré a aquel anciano, aquel anciano con los viejos pies sumergidos en la corriente de aguas claras, en esos momentos que se contaban entre los últimos de su vida, y de pronto lo vi, sencillamente, como si fuera un muchacho, un niño, un joven, con toda la vida por delante, tal como la tenía yo.
Nunca lo había visto así. Y todas esas imágenes… el hoy y el ayer de mi padre… convergieron, y en ese instante se convirtió en una criatura extraña, fantástica, joven y vieja a la vez, moribunda y recién nacida.
Mi padre se convirtió en un mito".

"El día en que nació amaneció como cualquier otro día".

"El día en que nació las cosas cambiaron.
El Marido se convirtió en Padre, la Mujer se convirtió en Madre.
El día en que nació Edward Bloom, llovió".

"—Buenos días, Edward —dijo el maestro.
—Buenos días —dijo Edward.
Y entonces se acordó: se le habían olvidado los deberes. Volvió a casa a por ellos.
Es una historia verídica".

"Edward Bloom empleó sabiamente aquel tiempo, leyendo. Leyó casi todos los libros que había en Ashland. Un millar de libros… diez mil a decir de algunos. Historia, Arte, Filosofía. Horacio Alger. Lo que cayera en sus manos. Los leyó todos. Hasta la guía de teléfonos".

"Mi madre me aprieta la mano y fuerza una sonrisa amarga. Ni que decir tiene que no han sido tiempos fáciles para ella. A lo largo de los últimos meses ha menguado de tamaño y de ánimo, se ha distanciado de la vida aunque siga viva.
Mira las cosas sin llegar a verlas".

"Nuestra vida no es la misma desde que padre vino a casa a morir".

"Su paulatina muerte también nos ha matado un poco a nosotros. Es como si, en lugar de salir a trabajar todos los días, hubiera tenido que excavar su tumba ahí detrás, en el terreno que hay más allá de la piscina.Y no la ha excavado de golpe, sino centímetro a centímetro".

"—Mamá —digo.
—Entraré yo primero —se precipita a decir—. Y, después, si me da la impresión de que…
Si le da la impresión de que va a morirse, me hará pasar a mí".

"En la tierra de los moribundos, las frases se quedan a medias, ya se sabe cómo iban a terminar".

"Parecía vivir en un estado de permanente aspiración; llegar allí, donde quiera que fuera, en realidad daba igual; lo importante era la batalla, y la que vendría a continuación, y la guerra no terminaba nunca".

"—Las mujeres de dos cabezas no existen —dije yo.
—¿En serio? —preguntó, acorralándome con la mirada—. Habló el-señor-adolescente-para-quien-el mundo-no-guarda-secretos, muchas gracias. Reconozco mi error".

"En casa, la magia de su ausencia dio paso a la normalidad de su presencia".

"Bebía un poco. Aunque no llegaba a enfadarse, sí estaba frustrado y perdido, como si se hubiera caído en un hoyo".

"—No sé si ya te lo habré contado — dice, tomando aliento—. El caso es que había un mendigo que me abordaba todas las mañanas cuando salía de la cafetería de al lado de la oficina. Y todos los días le daba un cuarto de dólar. Día tras día. Se convirtió en algo tan establecido que ya ni se molestaba en pedírmelo… Sencillamente, le deslizaba la moneda en la mano.Luego me puse enfermo y estuve un par de semanas de baja; y, cuando volví, ¿sabes con qué me saltó?
—¿Con qué, papá?
—«Me debe tres dólares y cincuenta centavos», eso me dijo.
—Tiene gracia —digo.
—No hay mejor medicina que la risa —dice él, aunque ninguno de los dos estamos riéndonos".

"Ni siquiera sonreímos. Él me mira con creciente tristeza; son cosas que le ocurren a veces, este ir saltando de emoción en emoción como quien salta sobre las olas".

"Fíjate en cómo estás, hecho todo un hombre y yo… me lo he perdido —traga saliva, lo que para él es un verdadero esfuerzo—. No has podido contar conmigo, ¿verdad, hijo?".

"—Lo recuerdas —dice.
—Claro.
—Recordar las historias de un hombre lo vuelve inmortal, ¿lo sabías?".

"—Te diría que te he echado de menos —le dijo—, si supiera qué era lo que echaba de menos".

"—Te voy a explicar dónde radicaba el problema —dice, levantando la mano de mi rodilla y haciéndome una seña para que me acerque. Y me acerco.
Quiero oírle bien. Su próxima palabra puede ser la última.
—Quería ser un gran hombre — susurra.
—¿En serio? —pregunto, como si para mí fuera una sorpresa.
—En serio —ratifica. Las palabras le salen despacio, débiles, pero vigorosas y seguras en ideas y
sentimientos—. ¿Te lo puedes creer? Pensaba que era mi destino. Un pez gordo en un gran estanque… eso es lo que quería ser. Lo que quise desde el primer día".

"—Creo —digo al cabo, esperando que acudan a mi boca las palabras adecuadas—, que cuando se puede decir de un hombre que su hijo lo ama, entonces se le puede considerar un gran hombre.
Porque es el único poder que poseo, investir a mi padre con un manto de grandeza, algo que él buscaba en el ancho mundo, cuando, en realidad, por un giro imprevisto de los acontecimientos, ha resultado estar en casa desde el principio".

"Cuando las cortinas de la ventana se abren como por sí solas, creo por un instante que ésta debe ser la señal del tránsito de su espíritu de este mundo al que haya después. Pero no es más que el efecto del aire acondicionado".

"—¿Qué quieres decir con que para eso has venido?
—Para que me comas —dijo mi padre—. Soy el primer sacrificio.
—El primer… ¿sacrificio?
—¡A ti, oh gran Karl! A tu poder nos sometemos. Somos conscientes de que hemos de sacrificar a unos cuantos para salvar a la mayoría. Así que yo seré… ¿tu almuerzo?".

"Había asimismo en la Calle Mayor, al fondo del todo, una casa de putas, pero no era una casa de putas como las de las grandes ciudades. Sencillamente, era una casa donde vivía una puta".

"Y después había otros que simplemente habían nacido tal como eran; para ellos, el nacimiento había sido el primer y peor accidente".

"—Se acostumbra uno —dijo—. De eso es de lo que se trata, Edward. De acostumbrarse a las cosas.
—No es eso lo que yo pretendo — dijo mi padre.
—Da igual. También a eso se acostumbra uno".

"Contábamos con esto, con esta observación final. Mi madre y yo suspiramos. Hay tristeza y alivio en la manera en que nuestros cuerpos se descargan de tensión, y nos miramos el uno al otro, compartiendo una mirada de esas que son únicas en la vida".

"Estoy un tanto sorprendido de que por fin haya llegado el día, pues aunque el doctor Bennett le había dado un año de vida hace aproximadamente un año, mi padre lleva tanto tiempo muriéndose que he llegado a creer que seguiría muriéndose para siempre".

"De hecho, se ha aficionado a decir: «¿Por qué estoy vivo todavía? Me siento como si debiera haber muerto hace mucho»".

"Y henos aquí a los dos pasmados, con la sonrisa en la boca como un par de idiotas. ¿Qué se dice en momentos así, qué paces se pueden hacer en los últimos minutos de ese último día que marcará un antes y un después en tu vida, el día que cambiará todo para los dos, el que siga con vida y el que muera?".

"—Oye —dice mi padre—. Te echaré de menos.
—Y yo a ti.
—¿En serio? —pregunta.
—Claro que sí, papá. Soy yo quien…
—Se quedará aquí —completa la frase—. Echar de menos te tocará a ti, es lógico".

"Eso es lo que significa la expresión «últimas palabras»: son las llaves que abren la puerta de la otra vida. No deberían llamarse últimas palabras, sino santo y seña, porque te permiten marcharte en cuanto se pronuncian".

"Mi padre tuvo la gran alegría y la desgracia de enamorarse de la mujer más guapa del pueblo de Auburn, y posiblemente de todo el estado de Alabama, la señorita Sandra Kay Templeton".

"Edward no compuso canciones. Durante mucho tiempo no hizo nada. La miraba, eso sí. No le importaba mirarla cuando pasaba de largo; y en ese mirar había una emoción especial. Era como si Sandra llevara consigo una luz propia, porque, allá donde fuera, deslumbraba. ¿Quién podría haberlo explicado? A Edward le gustaba dejarse deslumbrar de vez en cuando".

"Para que una historia muy larga no lo sea tanto, diremos que al cabo de poco tiempo, a Edward ya no le bastó con mirarla. Sentía la necesidad de acercarse a ella, de hablarle, de tocarla".

"—Sandra es mi chica —dijo Don Price.
(...)
—No sabía que perteneciera a nadie —replicó mi padre.
—Pues ahora ya lo sabes, aldeano —dijo Don".

"—Papá —dijo ella al llegar a la casa—, te presento a Edward Bloom. Edward, Seth Templeton. Y, ahora, daos la mano.
Así lo hicieron.
El señor Templeton miró a su hija.
—¿Por qué estoy haciendo esto? — preguntó.
—¿Haciendo qué?
—Dándole la mano a este hombre.
—Porque es mi marido —fue la respuesta—. Nos hemos casado, papá".

"—Amo a su hija, señor Templeton —dijo mi padre—. Y voy a amarla y cuidarla durante el resto de mi vida".

"—Me estaba preguntando qué habría inquietado tanto al doctor Bennett — digo—. Parecía muy preocupado al salir de aquí.
Mi padre asiente con la cabeza.
—Francamente —dice en tono confidencial—, creo que han sido mis chistes.
—¿Tus chistes?
—Mis chistes sobre médicos. Creo que me he pasado un poco —y comienza a recitar su letanía de viejos chistes caducos".

"—Papá —le interrumpo un par de veces, y, cuando al fin calla, le tomo la mano, delgada y frágil—. Basta de cuentos, ¿de acuerdo? Basta de chistes estúpidos.
—¿Son estúpidos?
—Lo digo con el mayor cariño posible.
—Gracias".

"—¿Lo ves? No puedes dejar de bromear ni cuando te pones serio. Es frustrante, papá. Me mantienes a raya. Es como si… me tuvieras miedo o algo así.
—¿Tenerte miedo a ti? —dice revolviendo los ojos—. Estoy muriéndome y se supone que te tengo miedo.
—Te da miedo acercarte a mí".

"Pego un portazo al salir, y confío en que sufra un ataque al corazón que lo mate deprisa para que podamos acabar con esto de una vez. A fin de cuentas, ya he empezado a llorarlo.
—¡Oye! —le oigo exclamar a través de la puerta—. ¿Dónde has dejado el sentido del humor? O si no el sentido del humor, la compasión. ¡Vuelve aquí! —me llama—. Dame un respiro, hijo mío, ¡por favor! ¡Que estoy muriéndome!".

"El día en que nací, el mundo se convirtió en un lugar pequeño y alegre".

"Y aplicando esa lógica, llegaría un día en que yo me convertiría en un gigante y Edward en una nadería, invisible a los ojos del mundo".

"Lo imaginé aun antes de que me lo dijeran. A PESAR DE TODO, NO murió. Todavía no. En lugar de morir, se convirtió en un nadador".

"Su enfermedad era un pasaje con destino a un lugar mejor. Ahora lo sé".

"Esperaba que abriera un ojo y me hiciera un guiño, que rompiera a reír, que convirtiera ese hecho real en lo que no era, en algo auténticamente pasmoso y divertido, algo para reírse al recordarlo. Esperé con su mano entre las mías. Esperé mucho tiempo".

"—Hijo, estoy preocupado. Y lo dice con una voz tan trémula que me doy cuenta, que nadie me pregunte cómo pero me doy cuenta de que, con aparatos o sin ellos, ésta será la última vez que lo vea con vida.
Mañana habrá muerto.
—¿Por qué estás preocupado, papá? —le digo—. ¿Por el más allá?
—No, tonto —replica él—. Estoy preocupado por ti. Eres un zopenco. Sin mi ayuda, no conseguirías ni que te arrestaran".

"Y fue entonces cuando descubrí que, después de todo, mi padre no había estado muriéndose. Sencillamente, había estado cambiando, transformándose en algo nuevo y distinto para continuar con su vida de esa forma.
A lo largo de todo aquel tiempo, mi padre se había ido convirtiendo en un pez".




Daniel Wallace

sábado, 22 de julio de 2017

Citas: Divergente - Veronica Roth

"Mi padre dice que aquellos que quieren poder viven con miedo de perderlo. Es por eso que nosotros tenemos que darle el poder a aquellos que no lo desean".

"Alguien que se ve tan fuerte no debe actuar tan débil. ¿Por qué no puede aguantar su llanto como el resto de nosotros?".

"Hay poder en el control de algo que puede hacer daño, en controlar algo, y punto".

"—Un hombre valiente reconoce la fuerza de los demás —replica Cuatro.
—Un hombre valiente nunca se rinde".

"Aprieto mis dientes mientras las lágrimas vienen. Estoy harta. Estoy llena de lágrimas y debilidad. Pero no hay mucho que puedo hacer para pararlo".

"Al gime. — ¿Por qué tenía que estar en el otro equipo?
—Porque la vida no es justa, Albert. Y el mundo está conspirando en tu contra —dice Will—".

"Todos sabemos que tal vez iremos al piso de la fosa y buscar cada rostro y nunca encontrar uno que nos pertenezca".

"—Me siento valiente cuando estoy cerca de ti, sabes —dice—. Como soy yo pudiera encajar aquí, del mismo modo en que tú lo haces".

"Dejando la incomodidad a un lado, es agradable ser querida".

"Esa es la muerte; cambia de "es" a "era".

"—El miedo no te apaga; sino que te despierta".

"—Sabes, la mayoría de los chicos disfrutarían estar encerrados con una chica —ruedo mis ojos.
—¡No a la gente claustrofobia, Tris! —Ahora suena desesperado".

"—Me has estado poniendo mucha atención, ¿eh?
—Me gusta observar a las personas.
—Te sacarían a patada de Sinceridad, Cuatro, porque eres un terrible mentiroso.
(...)
—Bien. —Inclina su rostro más cerca del mío, sus ojos enfocan en mi barbilla, y mis labios, y mi nariz—. Te observo porque me gustas —dijo claramente, con valentía, y sus ojos se encontraron con los míos—".

"—¿Qué pasa contigo hoy? —dice Christina camino al desayuno. Sus ojos todavía están hinchados por el sueño y su cabello enredado formando un aro alrededor del rostro.
—Oh, ya sabes —digo—, el sol brillando, las aves cantando.
Ella alza una ceja, como si me recordara que estábamos bajo tierra en un túnel.
—Deja a la chica estar de buen humor —dice Will— puedes que nunca lo vuelvas a ver".

"— ¿Puedes ser una chica durante unos segundos?
—Siempre soy una chica —frunzo el ceño.
—Sabes lo que quiero decir. Como una ridícula, otra chica.
Enrollo mi pelo alrededor de un dedo.
—Will. —Sonríe tan ampliamente que puedo ver su fila de dientes—. Me dio un beso.
—¿Qué? —exijo—. ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué pasó?".

"—Nadie es perfecto —susurro—. No funciona de esa manera. Una cosa mala se aleja, y otra la reemplaza".




 Veronica Roth

martes, 18 de julio de 2017

Citas: El socio - John Grisham

"En Brasil, recordó, los hombres no lloran. Sobre todo delante de una mujer bonita".

"Patrick sabía que lo encerrarían, pero siempre le decía que no pasaría nada. Que lo resistiría. Que resistiría cualquier cosa si ella prometía esperarlo".

"Los fantasmas, ahuyentados por la luz del día, volvían por sus fueros durante las horas de oscuridad".

"Los periodistas, mientras tanto, lo bombardeaban con toda clase de preguntas estúpidas:
—¿Qué se siente volver a casa?
—¿Dónde has escondido el dinero, Patrick?
—¿Quién es el fiambre del coche?".

"Y echaba de menos a su querida Eva. No podía soportar la idea de vivir separado de su piel suave, de su dulce sonrisa, de su carne esplendorosa y de su alma cálida. No podía vivir sin ella".

"—Tarde o temprano tendrás que contármelo.
Patrick seguía dándole la espalda.
—¿Contarte qué?
—Pues... ¿Qué te parece si empiezas con Pepper, por ejemplo?
—Muy bien. Yo no maté a Pepper.
—¿Quieres decir que lo mato otra persona?
—Que yo sepa, no.
—¿Se mato él?
—Que yo sepa, no.
—¿Estaba vivo cuando tú desapareciste?
—Creo que sí".

"—¿Dónde esta Clovis?
—En el cielo.
—Me refiero a su cuerpo.
—En mi cabaña, en un congelador.
—¡Por todos los santos, Patrick!".

"—Karl, todo el mundo quiere desaparecer. Antes o después, todo el mundo sueña con irse".






John Grisham

viernes, 14 de julio de 2017

Citas: La chica del tren - Paula Hawkins

"Por fin es viernes. La diversión comienza aquí".

"A veces me sorprendo a mí misma recordando la última vez que tuve un contacto físico significativo con otra persona, sólo un abrazo o un cordial apretón de manos, y siento una punzada en el corazón".

"Unos quinientos metros antes de que lleguemos a Euston, en el lado derecho de las vías, hay un sucio edificio bajo de hormigón. En un lateral, alguien ha pintado: «LA VIDA NO ES UN PÁRRAFO»".

"La vida no es un párrafo y la muerte no es un paréntesis".

"No soy la misma chica de antes. Ya no soy deseable. Resulto más bien desagradable. No es sólo que haya engordado un poco, ni que tenga el rostro hinchado por la bebida y la falta de sueño; es como si la gente pudiera ver el dolor escrito en todo mi cuerpo; es visible en mi cara, en mi postura, en mis movimientos".

"Lo echo de menos todos los días. Más que a nadie, creo. Es el gran agujero de mi vida, en el centro mismo de mi alma, o quizá sólo fue su principio".

"Lo único que sé es que, un minuto estoy bien y la vida es dulce y no echo nada en falta y, al siguiente, me disperso, comienzo a desbarrar y otra vez me muero por escaparme".

"El problema de ser estéril es que no se puede huir de ello".

"Pero me volví más triste y, al cabo de un tiempo, la tristeza se vuelve aburrida tanto para la persona triste como para la gente que hay a su alrededor".

"A los padres no les importa otra cosa que sus hijos. Éstos son el centro del universo, lo único que importa. Nadie más es importante, el sufrimiento o la alegría de los demás es irrelevante, no son reales".

"No creo en las almas gemelas, pero entre nosotros hay una conexión que no había sentido antes o, al menos, no desde hace mucho tiempo. Procede de una experiencia compartida, de saber qué se siente al estar deshecho".

"Sé bien lo que es sentirse hueca. Comienzo a pensar que no se puede hacer nada para arreglarlo.
Eso es lo que he sacado de las sesiones de psicoanálisis: los agujeros de la vida son permanentes. Hay que crecer alrededor de ellos y amoldarse a los huecos, como las raíces de los árboles en el hormigón".

"Pero entonces pienso que a veces sucede, ¿no? Alguien con quien tienes un pasado no te deja estar y, por más que lo intentes, no consigues desembarazarte de esa persona y liberarte de ella. Puede que, al cabo de un tiempo, simplemente dejes de intentarlo".





Paula Hawkins

lunes, 10 de julio de 2017

Citas: La sirena varada - Alejandro Casona

"Ricardo.—Le estoy hablando en serio. Encuentro que la vida es aburrida y estúpida por falta de imaginación".

"Ricardo.—Los nuestros han de ser muy otros: extravagantes, magníficos. Y a nuestra puerta habrá un cartel diciendo: «Nadie entre que sepa geometría».
Florín.—¡Bravo; arreglado el mundo! Ya me gustaría ver cómo se puede hacer una vida toda de fantasías".

"Florín.—Basta, Ricardo. ¿Son estas tus diversiones? Pues para ti; yo me marcho a la cama.
Ricardo.—Don Florín, ¡piense usted que está delante del más allá! ¡Qué dirá este señor!
Florín.— (Malhumorado.)¡Que se vaya al cuerno!".

"Fantasma.—¡Pero no es posible…, si yo respiro…, si yo me llamo don Joaquín!…
Ricardo.—Alucinaciones. Muerto hace cien años. Usted es… Napoleón. A ver, ponga la mano así… Así, muy bien: Napoleón.
Fantasma.— (Como un eco triste.) ¡Muerto…!".

"Ricardo.—Pongamos que no lo niego. ¿Qué hay con eso?
Florín.—Que el amor necesita la verdad".


"Pipo.
Antes, permítame que me presente. Yo soy Pipo, empresario del Circo Palace, gran cinturón de la reina de Inglaterra…
Florín.
Ya lo sabía.
Pipo.
¿Y usted?
Florín.
Yo, da lo mismo.
Pipo.
Mucho gusto".




     Alejandro Casona


jueves, 6 de julio de 2017

Citas: La casa de las bellas durmientes - Yasunari Kawabata

"Durante sus sesenta y siete años el viejo Eguchi había pasado noches desagradables con mujeres. De hecho, esas noches eran las más difíciles de olvidar".

"Eguchi contuvo el aliento; era más hermosa de lo que había esperado. Y su belleza no constituía la única sorpresa. También era joven. Estaba acostada sobre el lado izquierdo, con el rostro vuelto hacia él. No podía ver su cuerpo, pero no debía de tener ni veinte años. Era como si otro corazón batiese sus alas en el pecho del anciano Eguchi".

"El rubor de los lóbulos indicaba la frescura de la muchacha como una puñalada que le llegó al alma".

"Sintió una oleada de soledad teñida de tristeza. Más que tristeza o soledad, lo que lo perturbaba era la desolación de la vejez".

"Quizá únicamente con el fin de alejar una fría sensación de culpa, el anciano creyó sentir música en el cuerpo de la muchacha. Era la música del amor. Como si quisiera escapar, miró las cuatro paredes, tan cubiertas de terciopelo carmesí que podría no haber existido una salida".

"—Parece haber pasado mucho tiempo desde que perdí la esperanza en cualquier mujer. Hay una casa donde duermen a las mujeres para que no se despierten".

"Quizá fuera un consuelo para un anciano melancólico sumergirse en recuerdos de mujeres de un pasado remoto que ya no volverían, ni siquiera mientras acariciaba a una belleza a la que no lograría despertar. Eguchi se sintió invadido por un cálido descanso que tenía algo de soledad".

"Los motivos iban más allá de cuestiones tan simples como la inquietud sobre complicaciones ulteriores. Eran una luz extraña en el fondo de una profunda oscuridad".

"Dicen que las camelias traen mala suerte porque las flores se caen enteras del tallo, como cabezas cortadas; pero los capullos dobles de este gran árbol, que tenía cuatrocientos años y florecía en cinco colores diferentes, caían de pétalo en pétalo. Por ello se llamaba la camelia «de pétalos caídos»".

"Pero la exuberancia del cuerpo de una muchacha no era algo que pudiera percibirse al contemplarla ni al yacer en silencio junto a ella. No podía compararse con la exuberancia de las camelias. Lo que fluía del brazo de la muchacha hacia el profundo interior de sus párpados era la corriente de la vida, la melodía de la vida, el hechizo de la vida, y, para un anciano, la recuperación de la vida".

"—¿Te gusto? —le había preguntado ella en el hotel.
—Sí, me gustas. Todas las mujeres preguntan lo mismo.
—Pero… —No terminó la frase.
—¿No vas a preguntarme qué es lo que más me gusta de ti?
—Muy bien. No diré nada más".

"Ninguna mujer, por hermosa que fuera, podía ocultar su edad cuando dormía. Y cuando una mujer no era hermosa, su mejor aspecto lo ofrecía dormida".

"El embarazo y el nacimiento eran una realidad y una bendición".

"El hecho de que fuera tan joven podía ser el motivo que lo impulsara; pero le parecía que, entre los ancianos que venían secretamente a esta casa de las bellas durmientes, debía de haber algunos que no sólo miraban con nostalgia hacia el pasado desaparecido sino que intentaban olvidar el mal que habían hecho en sus vidas".


"Dicen que el sentido del olfato es el más rápido en evocar recuerdos".

"Eguchi sintió una oleada de compasión por ella. Se le ocurrió una idea: los viejos tienen la muerte, y los jóvenes el amor, y la muerte viene una sola vez y el amor muchas".

"—Por eso he venido —dijo el viejo Eguchi—. Morir en una noche como la de hoy, con la piel de una muchacha para darle calor, debe de ser el paraíso para un anciano.
—Dice usted cosas muy desagradables.
—Un viejo vive en vecindad con la muerte".

"—Quizá la juventud sea terrible para un anciano".

"Cada mujer era diferente de todas las demás".




 Yasunari Kawabata

domingo, 2 de julio de 2017

Citas: El gigante egoísta y otros cuentos - Oscar Wilde

El gigante egoísta:

"—Tengo muchas flores hermosas —se decía—, pero los niños son las flores más hermosas de todas".

"—¿Quién se atrevió a herirte? Dímelo para tomar la espada y matarlo.
—¡No! —respondió el niño—. Son las heridas del amor".

El pescador y su alma:

"Y una tarde llamó a la sirena y le dijo:
—Sirenita, sirenita, yo te quiero. Seamos novios, porque estoy enamorado de ti...
Pero la sirena negó moviendo tristemente la cabeza, mientras decía:
—Tienes un alma humana. Sólo podría amarte yo si tú te desprendieses de tu alma.
Entonces el joven pescador se dijo:
—¿De qué me sirve mi alma? No puedo verla, no puedo tocarla, no la conozco. La despediré, y podré ser feliz".

"Yo daré mi alma por su cuerpo y renunciaré al cielo por su amor".

"Su alma todavía le dijo:
—Si realmente quieres echarme, no me despidas sin corazón. El mundo es cruel, dame tu corazón para llevarlo conmigo.
Pero el pescador, moviendo la cabeza, sonrió:
—¿Cómo voy a amar a mi amor si te doy mi corazón?
—Sé generoso —insistió el alma—, dame tu corazón, que el mundo es muy cruel y tengo miedo.
—Mi corazón es de mi amor —dijo él—. No seas porfiada y vete.
—¿Y no podré amar yo también? —preguntó su alma.
—¡Ándate, te digo, yo no te necesito para nada!".

"El joven pescador se puso a reír.
—El amor es mejor que la sabiduría —exclamó— y la sirenita me ama.
—Te equivocas, no hay nada mejor que la sabiduría —dijo el alma.
—El amor es mejor —repitió el joven pescador, y volvió a sumergirse en las honduras del mar, mientras el alma se alejaba llorando a través de las marismas".

"Su alma le contestó entonces:
—Cuando te desprendiste de mí y me lanzaste al mundo, no me diste corazón; así que aprendí a hacer todas estas cosas, y a gustar de ellas.
—¿Qué dices? —murmuró el joven pescador.
—Bien lo sabes —contestó su alma—, lo sabes muy bien. ¿Te olvidaste que no me diste corazón? Por eso, no te inquietes, ni me perturbes a mí. Tranquilízate, porque no hay dolor que no puedas ahuyentar, ni placer que no puedas conseguir".

"—¡Ay! chilló el alma—. No hay sitio para mí en tu corazón, está repleto de amor".

"—El amor es mejor que la sabiduría, y más precioso que las riquezas, y más bello que los pies de las hijas de los hombres. Al amor no lo consume el fuego, ni el agua puede apagarlo. Yo te llamaba al amanecer, y tú no acudiste a mi llamada. La luna oyó tu nombre, pero tú no escuchaste. Porque yo te había abandonado, y para daño mío vagué muy lejos de ti. Sin embargo, tu amor fue siempre conmigo a todas partes, y siempre fue poderoso, y nada prevaleció contra él, a pesar de que contemplé el mal y contemplé el bien. Y ahora que tú estás muerta, yo quiero también morir contigo".


El cumpleaños de la infanta:

"Tan grande había sido el amor del Rey por ella, que no permitió que la tumba se la robara por completo".

"—Mi bella princesa, tu enanito no volverá a bailar. Y es lamentable, porque es tan feo, que con seguridad habría hecho sonreír al propio Rey.
—¿Y por qué no volverá a bailar? —preguntó la infanta con aire decepcionado.
—Porque su corazón se ha roto —contestó el Chambelán.
Y la infanta frunció el ceño, y sus finos labios se contrajeron en un delicioso gesto de fastidio.
—De ahora en adelante —exclamó echando a correr al jardín— los que vengan a jugar conmigo no deben tener corazón".

El ruiseñor y la rosa:

"—Este sí que es un auténtico enamorado verdadero —seguía pensando El ruiseñor—. Yo canto y él sufre; lo que para mí es alegría, para él es dolor. No cabe duda que el amor es una cosa admirable, más preciosa que las esmeraldas y más rara que los ópalos blancos. Ni con perlas ni con ungüentos se lo puede comprar, porque no se vende en los mercados. No se puede adquirir en el comercio ni pesar en las balanzas del oro". 





Oscar Wilde