martes, 31 de octubre de 2017

Citas: Coraline - Neil Gaiman


"Coraline descubrió la puerta al poco tiempo de mudarse de casa".

"—Ya ves, Caroline —dijo la señorita Spink, confundiendo el nombre de Coraline—. En nuestra época, la señorita Forcible y yo fuimos actrices famosas. Nos pateamos todos los escenarios, cielo. Oh, no dejes que Hamish coma pastel de frutas o se pasará toda la noche despierto por culpa del estómago.
 —Me llamo Coraline, no Caroline. Coraline —la corrigió la niña".

"—Hola, Coraline —la saludó su padre cuando entró, sin darse la vuelta. 
—Hum —repuso la niña—. Está lloviendo.
 —¿Lloviendo? —replicó su padre—. Está diluviando. 
—No —lo corrigió Coraline—. Sólo está lloviendo. ¿Puedo salir? 
—¿Qué ha dicho tu madre? 
—Ha dicho: «No vas a salir con este tiempo, Coraline Jones.» 
—Pues ya lo sabes".

"Entonces le preguntó a su madre: —¿Adónde conduce esa puerta?
—A ningún sitio, cariño. 
—Tiene que llevar a alguna parte".

"Somos pequeñas pero somos muchas, somos muchas y somos pequeñas, estábamos aquí antes de que llegaras, seguiremos aquí cuando te caigas".

"—Solían mandarme flores al camerino. Montones de flores —afirmó. 
¿Quiénes? —le preguntó Coraline. 
La señorita Spink miró a su alrededor con cautela: primero sobre un hombro y luego sobre el otro, escudriñando la niebla como si pensase que alguien podía estar escuchando. —Los hombres —susurró. A continuación, tiró de los perros, que la siguieron obedientes, y se dirigió hacia la casa  caminando como un pato".

"—Los ratones me han dado un mensaje para ti —murmuró. 
La niña se quedó sin habla.
—El mensaje es el siguiente: «No cruces la puerta.» —Hizo una pausa—. ¿Le encuentras algún significado?
—No —respondió Coraline. 
El viejo se encogió de hombros. —La verdad es que los ratones resultan divertidos. Se equivocan y confunden las cosas. Por ejemplo, no pronuncian bien tu nombre. Se empeñan en llamarte Coraline, no Caroline. No quieren saber nada de Caroline".

"En la niebla había un mundo poblado de fantasmas. ¿Estaría allí el peligro?, se preguntó Coraline para sus adentros. Parecía emocionante, no algo malo, sino todo lo contrario".

"—¿Coraline? —preguntó la mujer—. ¿Eres tú? Entonces se dio la vuelta. Sus ojos eran dos grandes botones negros. —Es hora de comer, Coraline —dijo la mujer.
—¿Quién eres? —quiso saber Coraline.
 —Tu otra madre —contestó la mujer".

"—Te he estado esperando durante mucho tiempo —dijo el otro padre de Coraline. 
—¿A mí? 
—Sí —respondió la otra madre—. Nada era lo mismo sin ti. Pero sabíamos que vendrías algún día, y que entonces seríamos una verdadera familia".

"—No sabía que tenía otra madre —comentó la niña con cautela. 
—Pues claro que sí. Todo el mundo la tiene —explicó la otra madre, cuyos ojos de botones negros centelleaban—".

"—Buenas tardes —la saludó el gato. Parecía que la voz estaba dentro de la cabeza de Coraline y ponía en palabras su pensamiento; pero no era la voz de una niña, sino la de un hombre. 
—Hola —respondió Coraline—. Vi un gato igual que tú en el jardín de mi casa. Debes de ser el otro gato. El gato negó con la cabeza. 
—No —replicó—. No soy el otro. Soy yo. —Ladeó la cabeza y sus ojos verdes centellearon—".

"—Simplemente hablo. —Los gatos de mi casa no hablan. 
—¿No? —se extrañó el animal. 
—No —contestó Coraline. 
El gato saltó con elegancia desde el muro hasta los pies de la niña, y la miró fijamente. 
—Bueno, tú eres la experta en estas cosas —comentó el gato con sequedad—. Al fin y al cabo, ¿qué puedo saber yo? Sólo soy un gato".

"Comenzó a alejarse con la cabeza y la cola muy erguidas, en un gesto de orgullo. 
—Vuelve, por favor —le pidió Coraline—. Lo siento, lo siento de veras. 
El animal se detuvo, se sentó y se dedicó a limpiarse concienzudamente, ignorando la existencia de la niña.
Nosotros..., en fin, podríamos ser amigos, ¿no crees? —añadió. 
También podríamos ser raros ejemplares de una exótica raza de elefantes africanos bailarines —respondió el gato—. Pero no lo somos. Por lo menos —continuó con tono rencoroso, tras clavar una breve mirada en Coraline—, yo no".

"La niña suspiró. —Perdóname, por favor. ¿Cómo te llamas? Mira, yo soy Coraline, ¿vale? 
El gato bostezó cautelosa y prolongadamente, revelando al hacerlo una boca y una lengua de un asombroso color rosa. 
—Los gatos no tenemos nombre. 
—¿No? —dudó Coraline. 
—No —corroboró el gato—. Ustedes, las personas, tienen nombres porque no saben quiénes son. Nosotros sabemos quiénes somos, por eso no necesitamos nombres".

"—Hola —lo saludó Coraline. 
El perro dejó la linterna en el suelo y miró a la niña. —A ver, enséñame la entrada —refunfuñó.
—¿La entrada? 
—Sí, eso es lo que he dicho, la entrada. No tengo todo el día. No puedes ver el espectáculo sin entrada. 
Coraline suspiró.
Pues no tengo —reconoció.
—Ya estamos —se quejó el perro—. Entran aquí por la cara. «¿Dónde está la entrada?» «No tengo.» Esto no puede ser... —Sacudió la cabeza y se encogió de hombros—. Anda, pasa".

"—Bueno, Coraline —dijo la señorita Spink—, ¿cómo te llamas?
 —Coraline —respondió Coraline".

"—Bueno —dijo el otro padre—, ¿te gusta esto?
 —Supongo que sí —repuso Coraline—. Es mucho más interesante que mi casa. 
Entraron en el edificio. 
—Me alegro de que así sea —comentó la otra madre de Coraline—, porque nos encantaría que lo considerases tu hogar. Si quieres, puedes quedarte para siempre".

"—Si decides quedarte —le indicó el otro padre—, sólo hemos de ocuparnos de un pequeño detalle. Entraron en la cocina. Sobre la mesa, en una bandeja de porcelana, había una larga aguja de plata, un carrete de hilo de algodón negro y, para rematar, dos grandes botones del mismo color. 
—Esto no me gusta —dijo Coraline. 
—Oh, pero nosotros te queremos mucho —repuso la otra madre—, y deseamos que te quedes. Sólo es un pequeño detalle. 
—No te dolerá nada —le aseguró el otro padre".

"—Si es eso lo que quieres... —repuso. 
—Sí —afirmó Coraline. 
—Pero pronto volveremos a verte —dijo el otro padre—, cuando regreses. 
Hum —dudó la niña.
—Y entonces estaremos todos juntos como una gran familia feliz —señaló la otra madre—. Por siempre jamás. 
Coraline retrocedió. Dio la vuelta, corrió hacia el salón y abrió la puerta del rincón. La pared de ladrillos no estaba. Sólo había oscuridad, una oscuridad misteriosa y negra como la noche, en la que algo parecía moverse".

"El corazón le latía con tanta fuerza y tan alto que temió que el pecho le estallase. Cerró los ojos para no ver la oscuridad".

"—¿Cómo están tus queridos padres? —le preguntó la señorita Spink. 
—Han desaparecido —respondió Coraline—. No he visto a ninguno de los dos desde ayer. Estoy sola. Supongo que me he convertido en una familia de un solo miembro".

"—En fin —continuó la niña—, el caso es que mi padre regresó al descampado para recuperar sus gafas. Dijo que no se había asustado cuando las avispas lo picaron porque estaba concentrado en ayudarme a escapar: sabía que debía darme tiempo para huir; de lo contrario, las avispas nos habrían atacado a los dos.
(...)
—Y dijo que no había sido valiente quedarse allí para que le picaran las avispas —añadió Coraline—. No fue valiente porque no tenía miedo y además era lo único que podía hacer. Pero regresar después para buscar las gafas, cuando sabía que las avispas estaban allí y se encontraba aterrado... Para eso sí que es necesario tener valor".

"—¿Y por qué es necesario tener valor? —le preguntó el gato con tono de indiferencia. 
—Porque, cuando haces algo a pesar del miedo que sientes —respondió ella—, necesitas tener mucho valor".

"«Debo ser valiente —pensó Coraline—; no, soy valiente»".

"—No me das miedo —dijo Coraline, aunque lo cierto era que estaba muy asustada—. Quiero que vuelvan mis padres. 
Daba la impresión de que los contornos de la realidad se habían difuminado. 
—¿Qué interés tendría yo en hacerles algo a tus padres? Si te han dejado, Coraline, debe de ser porque están cansados o hartos de ti. Pero yo nunca me cansaré de ti, ni te abandonaré. Conmigo estarás segura".

"En lo más íntimo albergaba una pequeña duda, como un gusano que corroe el corazón de una manzana. Alzó la vista y distinguió la expresión de la otra madre: un relámpago de furia crispó su rostro como si se tratase de una tormenta de verano".

"—¿Por qué en este lado no tienen su propia llave? —preguntó Coraline. 
—Sólo hay una llave; igual que sólo hay una puerta —respondió el otro padre".

"—¿Para qué me quiere esa mujer? ¿Por qué desea que me quede con ella? 
—Supongo que quiere amar algo, algo que no sea ella misma. Es como si le apeteciese comer. Es difícil saber lo que sienten las criaturas así".

"Es asombroso el hecho de que una gran parte de nosotros siga inmersa en sueños cuando nos despertamos cada mañana y lo frágil que es ese momento".

"—¿Qué hago ahora? —le preguntó Coraline. 
El otro padre señaló los labios en un gesto que significaba «silencio».
—Bueno, si no quieres hablar conmigo —dijo Coraline—, me voy a explorar.
—Es inútil —repuso el otro padre—. Sólo existe esto, lo que ella hizo: la casa, los alrededores y los que viven aquí. Lo hizo y se dedicó a esperar".

"—Pero ¿cómo es posible alejarse de algo y regresar al mismo tiempo? 
—Resulta fácil. Piensa en alguien que da la vuelta al mundo: parte alejándose de un lugar y al final regresa a él. 
—Entonces, éste es un mundo pequeño —apuntó Coraline. 
—Para ella es suficiente —afirmó el gato—. Las telarañas simplemente deben tener el tamaño adecuado para atrapar moscas".

"La otra madre negó con la cabeza muy lentamente. 
—La ingratitud de una hija es más punzante que el diente de un reptil —afirmó—. Pero el amor puede doblegar al espíritu más altivo. —Y sus largos dedos blancos se agitaron y acariciaron el aire".

"—Estás enferma —afirmó Coraline—. Estás enferma y eres mala y rara. 
—¿Crees que ésa es manera de hablarle a tu madre? —le preguntó la otra madre con la boca llena de escarabajos. 
—Tú no eres mi madre —repuso la niña".

"Coraline sintió que las lágrimas brotaban en su interior, pero las contuvo antes de que se convirtiesen en llanto: respiró profundamente y la sensación de congoja desapareció".

"—¿Está... está viva de verdad? 
—Sí —susurró Coraline. 
—¡Pobrecilla! —exclamó la primera voz. 
—¿Quiénes son? —murmuró Coraline.
 —¡Nombres, nombres, nombres! —dijo otra voz muy remota y perdida—. Los nombres son lo primero que desaparece cuando se extingue el aliento y el corazón deja de latir. Los recuerdos permanecen en nosotros más que los nombres".

"—¿Qué les pasó? —les preguntó Coraline—. ¿Cómo llegaron hasta aquí? 
—Ella nos dejó en este lugar —respondió una voz—. Nos robó el corazón, nos arrebató el alma, se llevó nuestras vidas, nos abandonó en las tinieblas y se olvidó de nosotros".

"—¡Huya! —la apremió la primera voz, que Coraline supuso que pertenecía a una niña—. Huya mientras tenga aire en los pulmones, sangre en las venas y calor en el corazón. Huya antes de que pierda la mente y el alma. 
—No voy a escapar —repuso Coraline—. Ella tiene a mis padres y he venido a recuperarlos. 
—Sí, pero la retendrá aquí mientras los días se convierten en polvo, caen las hojas y los años pasan uno tras otro como el tictac de un reloj".

"—Se apropiará de su vida, de lo que es y de todo lo que le interesa, y le dejará sólo niebla y bruma. Se llevará su alegría. Un día, cuando despierte, no tendrá ni alma ni corazón. Será usted una cáscara, una voluta de humo, y se convertirá en un sueño al despertar o en el recuerdo de algo olvidado. 
—Hueco —susurró la tercera voz—. Hueco, hueco, hueco, hueco, hueco. 
—Debe huir —gimió débilmente la primera voz".

"—Cuando venga a soltarme, ¿por qué no venís conmigo los tres? —susurró.
 —Ojalá pudiéramos —suspiraron sus voces ausentes—, pero tiene nuestros corazones en su poder. Pertenecemos a la oscuridad y a los lugares vacíos. La luz nos marchita y nos abrasa".

"—No pasa nada, Coraline, cariño mío —dijo la otra madre—. Te he sacado del armario. Necesitabas una lección, pero sabemos templar la justicia con la misericordia. Odiamos el pecado, pero amamos al pecador".

"—¿Cómo voy a saber que mantendrás tu palabra? —le preguntó la niña. 
—Lo juro. Lo juro sobre la tumba de mi madre.
—¿Tiene tumba?
—Claro que sí. Yo misma la puse allí, y cuando intentó escabullirse, la volví a enterrar".

"—Yo no quiero tu amor —repuso la niña—. Yo no quiero nada tuyo".

"—Estoy buscando a mis padres —afirmó Coraline—, o al alma robada de uno de los niños. ¿Están aquí? 
—Aquí abajo no hay nada —respondió la lívida criatura confusamente—, nada más que polvo, humedad y olvido".

"Se había hecho a la idea de que la otra madre estaría allí esperando a que saliera, pero el mundo estaba silencioso y vacío".

"Tenemos nervios y ojos,
 tenemos colas y dientes,
 cuando subamos de los infiernos
 obtendrás lo que mereces".

"—Chiquilla —la llamó una voz susurrante desde una habitación lejana. 
—¿Sí? —respondió Coraline. 
«No tengo miedo», se dijo a sí misma. Sabía que si lo pensaba bien no podía tener miedo. Allí no había nada que pudiese asustarla. Todas aquellas cosas (y también las del sótano) eran ilusiones, creaciones de la otra madre, una especie de parodia espantosa de las personas y los objetos reales".

"Coraline suspiró.
—Realmente no lo entiendes, ¿verdad? —repuso—. No quiero tener todo lo que deseo. Nadie lo quiere, no de verdad. ¿Dónde estaría la gracia si tuviese todo lo que quiero? Es eso y nada más, ¿y después qué? 
—No lo entiendo —susurró la voz. 
—Claro que no —dijo Coraline, mirando a través de la piedra agujereada—. Sólo eres una mala copia del anciano excéntrico. 
—Ni siquiera eso —musitó la voz muerta".

"—Creo que una vez te comenté —dijo el felino— que en circunstancias normales no me gustan las ratas. Pero me pareció que necesitabas ayuda. Espero que no te moleste mi intromisión. 
—Me parece... —respondió Coraline, intentando recuperar el aliento—, me parece que... dijiste algo por el estilo".

"La otra madre no podía crear: sólo podía transformar, retorcer y cambiar".

"El gato bajó la cola y la agitó enfadado. Del fondo de su garganta salió un profundo gruñido. Caminó en círculos hasta que se alejó de Coraline, y luego retrocedió de espaldas, muy tieso, pasito a pasito para restregarse contra una de las piernas de la niña. Al acariciarlo, ésta notó los fuertes latidos de su corazón. Estaba temblando como una hoja muerta en medio de una tormenta".

"—Has vuelto —dijo la otra madre con tono de descontento—, y has traído bichos. 
—No —repuso la niña—. He traído a un amigo".

"—Sabes que te quiero —afirmó la otra madre con voz monótona. 
—Pues tienes una forma muy especial de demostrarlo —respondió Coraline".

"—¡No ceda nunca, señorita! ¡Aguante firme! ¡Aguante firme! —susurró una voz dentro de su cabeza".

"Sabía que, si se caía, no podría levantarse. Fuese lo que fuese lo que había en aquel pasillo, era mucho más viejo que la otra madre, y era profundo, y lento, y sabía que ella estaba allí...".

"Se sentó en uno de los incómodos sillones de su abuela, y el gato se arrellanó en su regazo. La luz que entraba por la ventana era la luz del día, la luz real y dorada del atardecer, no un resplandor de  niebla blanca. El cielo era azul como el huevo de un petirrojo, y Coraline vio árboles y, más allá, colinas verdes que se fundían en un horizonte de tonos morados y grises. El cielo nunca le había  parecido tan cielo, y el mundo jamás había sido tan mundo".

"—Me alegro de que todo haya terminado —repuso Coraline. 
¿Fue producto de su imaginación, o una sombra nubló los rostros de los niños? La niña con alas, cuya diadema resplandecía como una estrella, posó los dedos un instante sobre el dorso de la mano de Coraline. 
—Todo ha terminado para nosotros —afirmó—. Ésta es una escala. Desde aquí partiremos hacia tierras desconocidas, y ningún ser vivo sabe qué ocurrirá después... —Se calló. 
—Hay un pero, ¿verdad? —preguntó Coraline—. Puedo sentirlo, como un nubarrón".

"El niño de la cara sucia se levantó y abrazó a Coraline.
 —Que esto le sirva de consuelo —susurró—. Está usted viva. Está viva de verdad".

"Le habían dicho una vez que si se mira el cielo desde el pozo de una mina, se ve un firmamento nocturno plagado de estrellas, aunque sea de día y reine la luz. La niña se preguntó si la mano vería estrellas desde allí abajo".

"—Los ratones dicen que todo está bien —comentó—. Dicen que eres nuestra salvadora, Caroline. 
—Me llamo Coraline, señor Bobo —lo corrigió ella—. Caroline no. Coraline.
—Coraline. —El señor Bobo repitió el nombre con asombro y respeto—. Muy bien, Coraline. Los ratones me han encargado que te diga que cuando estén preparados para tocar en público, tienes que subir y ser su primera espectadora. Van a tocar «tumpi, tumpi» y «turururu», y a bailar y a hacer un montón de trucos. Eso es lo que dicen.
 —Me encantaría verlos cuando estén listos —respondió Coraline".




Neil Gaiman

sábado, 28 de octubre de 2017

Citas: Pesadillas antes de Navidad - Daphne Skinner

"La multitud aplaudió otra vez, y Jack aprovechó la ocasión para escabullirse sin que nadie lo notara. Era raro, pero los aplausos le hacían sentirse muy mal".

"Un brazo no era un precio muy alto, pensó Sally, sobre todo teniendo en cuenta que ella era una experta costurera y siempre podía cosérselo otra vez".

"—Estoy harto de asustar a todo el mundo. Quiero hacer algo… diferente".

"El corazón de trapo de Sally se enterneció. Jack estaba sufriendo, igual que ella. Se levantó deseando acercarse a él".

"—Sé cómo te sientes —susurró en voz baja, casi esperando que él la hubiera oído. Pero era demasiado tarde.
Sumergido en su dolor, Jack se había marchado".

"Subieron a su bañera con patas en forma de garra y partieron zumbando en busca de su presa".

"La preocupación, la cólera y el miedo no ayudaron mucho a que Santa recuperara el habla. Antes de que pudiera ingeniárselas para replicar, los tres terribles niñitos que lo habían secuestrado se lo estaban llevando a rastras. ¿Nadie iba a ayudarlo? ¡Era un pesadilla!
—¡No… por favor… esperad! —suplicó.
Pero los tramposos con sus risillas tontas ahogaron sus súplicas".

"Jack estaba feliz de oírlos. Pero, naturalmente, no lo entendía bien.
Cuando la gente gritaba: «¡Estos regalos son horribles»!, él pensaba que estaba oyendo exclamaciones de alegría".

"—Mira, Zero —gritó—. ¡Lo están celebrando! ¡Nos están dando las gracias por hacer un buen trabajo!
Entonces un tiro alcanzó de cerca a uno de los renos".

"Lock, Shock y Barrel estaban divirtiéndose. Como era habitual, se divertían porque alguien no se divertía".

"—Hola, Oogie —dijo Jack, saltando ágilmente de un brinco desde la mesa de los dados hasta la rueda de la ruleta.
—¿Jack? —gritó Oogie, retrocediendo asustado—. ¡Pero dijeron que estabas muerto! ¡Debes estar doblemente muerto!".

"—Perdóname, Zampa Claus —dijo —. Lo siento, he convertido tus vacaciones en un terrible desastre.
—¿Has tenido un accidentado viaje en trineo, Jack? —dijo Santa—. ¡La Navidad es mucho más que un saco lleno de muñecas y un gorro rojo!".

"—¿Cómo has llegado aquí abajo? —preguntó.
—Estaba intentando… bueno, yo quería… —la muñequita se sonrojó y se quedó callada.
—¿Ayudarme? —preguntó Jack—. ¿Por qué, Sally? Yo nunca me di cuenta…".

"La nieve era muy hermosa. El mundo estaba feliz. Sólo el corazón de Sally estaba inundado de añoranza.
Suspiró. ¿Se acabaría algún día su soledad? ¿La amaría Jack alguna vez?
Tomó una flor y arrancó los pétalos uno a uno.
Me ama, no me ama —susurró.
Una alta y elegante figura cruzó el suelo nevado hasta detenerse junto a ella. Sally Muñeca de Trapo levantó la vista, sin apenas atreverse a tener esperanza.

—Te ama —dijo Jack Esqueletón".





Daphne Skinner

martes, 24 de octubre de 2017

Citas: Rabia - Richard Bachman

"Mi mirada estaba fija en ella; en la ardilla, no en la señora Underwood".

"Me detuve en el baño para orinar y comer unas galletas saladas.
Siempre llevo unas pocas en una bolsita. Cuando tienes el estómago
mal, a veces unas galletas obran maravillas. Cien mil mujeres embarazadas no pueden estar equivocadas".

"Sandra era una buena chica, y si hasta aquel momento lo había imaginado, por Dios que entonces lo descubrí, porque todos sabemos que las buenas chicas usan braguitas blancas, no esa mierda neoyorquina que se vende en Placerville, Maine".

"Resulta imposible detener los pensamientos; el maldito asunto siempre sigue presente".

"El retrete debería ser una especie de confesionario. Pero te frustran. Siempre te frustran. No puedes ni sonarte la nariz sin que se enteren. Siempre tiene que enterarse alguien, siempre tiene que asomarse alguien furtivamente".

"Me detuve y miré alrededor. Sólo se oía el zumbido adormecedor que indicaba que volvía a ser miércoles, miércoles por la mañana, las nueve y diez, todo el mundo atrapado un día más en la espléndida telaraña pegajosa de mamá educación".

"—¡Eh, hola! —saludé, dirigiéndole una gran sonrisa bobalicona.
Por el respingo que dio, deduje que lo sabía todo sobre mí.
—¡Ah, hola, Charlie!".

"Y sí, le había oído decir que mataría a su esposa, pero no eran más que palabras. Después de todo, era yo quien tenía las manos manchadas de sangre".

"—Bueno, algo es algo.
—¿De veras?
El señor Denver parpadeó deprisa, con la vista clavada en mí, como hacen los lagartos.
—No le maté. Algo es algo.
—Sí. —El señor Denver siguió mirándome fijamente—. ¿Acaso te gustaría haberlo hecho?
—No".

"—Entenderte forma parte de mi trabajo, Charlie.
—Pero ayudarle a hacer su trabajo no forma parte del mío —repuse—".

"—Mire, viejo, váyase a la mierda.
Dejó en el escritorio el papel que había estado repasando para evitar mirarme a la cara, algún documento de mi expediente, sin duda, el todopoderoso expediente. El gran expediente norteamericano.
—¿Cómo? —exclamó.
—A la mierda. No juzgué y no seras juzgado".

"«No les permitas que te respondan; sé rápido en dar órdenes y tajante en las contrarréplicas»".

"—Gracias —interrumpí.
Los coléricos ojos azules del señor Denver clavaron la mirada en los míos.
—Gracias por tratarme como a un ser humano aunque haya tenido que enfurecerle para conseguirlo. Ahora sí hemos avanzado".

"—Trátame con respeto —masculló. Realmente había perdido la sangre fría y ni siquiera se molestaba ya en utilizar su auténtico gruñido de primera categoría—. Pequeño miserable corrompido, muéstrame algún respeto.
—Le mostraría el culo para que le diera un beso —repliqué—".

"A veces las cosas suceden así. Cuando todo va mal, tu mente arroja todo a la papelera y se marcha un rato a Florida. Y se produce un repentino destello eléctrico (¡qué diablos!) mientras te quedas allí, mirando hacia atrás, hacia el puente que acabas de quemar".

"Guardé las balas en el bolsillo de los pantalones y extraje el encendedor. No fumo, pero aquel objeto en cierto modo había despertado mi fantasía".

"—¿Tiene usted un pase de administración, señor Decker?
—Sí —respondí, y saqué la pistola de la cintura. Ni siquiera sabía con certeza si estaba cargada hasta que sonó el disparo. Le di en la cabeza. La señora Underwood no llegó a enterarse de qué le había sucedido, estoy seguro. Cayó de lado sobre el escritorio y luego rodó hasta el suelo. Y aquella expresión expectante jamás se borró de su rostro".

"Cordura.
Uno puede pasarse la vida diciéndose que la vida es lógica, prosaica y cuerda. Sobre todo, cuerda. Y creo que así es".

"Pienso, luego existo".

"Existe un Mr. Hyde para cada feliz rostro de doctor Jekyll, una cara oscura al otro lado del espejo".

"El cerebro tras esa cara nunca ha oído hablar de hojas de afeitar, plegarias o la lógica del universo. Vuelves de lado ese espejo y ves tu rostro reflejado con una siniestra mueca, medio loca, medio cuerda. Los astrónomos denominan a la línea entre la luz y la oscuridad «el terminador»".

"Es una ruleta, y quien afirme que el juego está manipulado no hace más que lamentarse. No importa cuántos números haya, el principio de esa bolita blanca no sufre cambios. No digáis que es absurdo; es todo muy lógico y cuerdo".

"Esa naturaleza extraña no sólo se halla en el exterior, sino también dentro de uno, en este mismo instante, creciendo en la oscuridad como un puñado de setas mágicas".

"Y aquí me encuentro, ante ustedes (metafóricamente hablando, otra vez), y os aseguro que estoy totalmente cuerdo. Es cierto que me falta algún tornillo ahí arriba, pero todo lo demás funciona perfectamente, muchas gracias".

"No existe medida de tiempo que exprese la esencia de nuestra vida, que mida el tiempo entre la explosión del plomo en el orificio del cañón y el impacto en la carne, entre el impacto y la oscuridad.
Sólo hay una inútil repetición instantánea que no demuestra nada nuevo".

"¿Cómo debe ser la caída desde lo alto de un precipicio para el suicida? Creo que debe de experimentar una sensación de cordura. Probablemente por eso gritan hasta el instante de estrellarse contra el fondo".

"Si en aquel preciso instante alguien hubiera exclamado algo melodramático, algo así como «¡Oh, Dios mío, va a matarnos a todos!», la escena habría terminado inmediatamente".

"Pero era demasiado tarde; todos habían aprovechado aquel inacabable instante para meditar sobre la vida y la muerte".

"Fuera, en el césped, comenzaban a alinearse hileras de alumnos. Los veía por la ventana. En cambio la ardilla había desaparecido.
Las ardillas no sirven para el papel de espectador inocente".

"No trato de justificar nada, ¿entendido? Actualmente no estoy de humor para emprender ninguna clase de cruzada. Sólo pretendo plantear que los jóvenes norteamericanos viven rodeados de violencia, tanto real como imaginaria".

"—¿Les dejarás entrar? —preguntó Jack Goldman.
—El incendio es ahí fuera —respondí—, no aquí".

"Alguien acababa de poner en funcionamiento el sistema de intercomunicadores de la escuela.
—Hola. —Era la voz de Denver—. Hola, aula 16.
—Hola —dije.
—¿Quién habla?
—Charlie Decker.
Se produjo un largo silencio. Por fin llegó una nueva pregunta:
—¿Qué está sucediendo ahí abajo, Decker?
Medité la respuesta antes de hablar:
—Supongo que me he vuelto loco".

"(La sorpresa a veces actúa así; de repente uno se ve lanzado al vacío, como un piloto de un cazabombardero expulsado de la cabina por su asiento eyector, y pasa de una vida aburrida que parece un sueño a participar en un suceso abrumador, sobrecargado de realidad, y el cerebro se niega a adaptarse a la nueva situación; lo único que cabe hacer es continuar en caída libre y confiar en que, tarde o temprano, se abrirá el paracaídas)".

"—¿Te has vuelto loco? —preguntó de pronto Harmon Jackson.
—Creo que sí —respondí—. Según me han enseñado, todo el que mata a otro está loco".

"Las sombras de las ramas semejaban grandes dedos que se movían. Ahora, al evocar aquello, me parecen dedos de cadáveres, pero entonces no podía haber pensado algo así, ya que sólo tenía tres años. Un niño tan pequeño ni siquiera sabe qué es un cadáver".

"Tiempo de metáfora en el viejo corral; para papá la vida era como un valioso coche antiguo. Por ser precioso e irreemplazable, lo mantienes inmaculado y en perfecto estado".

"Reclutaba a Romeos de escuela secundaria que dejaban tras de sí a Julietas embarazadas".

"Reclutaba a hombres que ignoraban dónde se metían y otros que sólo sabían de qué huían".

"En cierto modo resultaba curioso: no tenía la menor sensación de estar haciendo algo malo, sino sólo algo divertido. La percepción selectiva de los niños es algo muy extraño".

"—Hay que castigarle —afirmó mi padre reposadamente—. ¿Alguien te enseñó esa palabra en la universidad, o estaban demasiado ocupados llenándote la cabeza con toda esa basura liberal? La próxima vez romperá algo más valioso que unas contravidrieras.
Y dentro de poco te romperá el corazón. Destrucción desenfrenada...".

"—¡Calla! —exclamó con voz aguda, estridente—. ¡Ya has matado a dos personas!
—Eres un chico muy observador —murmuré".

"El alcohol puede dominar a cualquiera. Y no es culpa de nadie, ¿o sí?".

"—¿Qué preguntó Cristo a Dios desde la cruz?
—«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
—¿Don?
—Sí, Charlie.
—¿Qué acabas de decir?
—He dicho: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué…? —Una pausa—. ¡Oh, no, Charlie! ¡Esto no es justo!»
—Has hecho una pregunta.
—¡Me has tendido una trampa!
—Acabas de matar a alguien, Don. Lo siento.
—¡No!".

"Le había arrancado la máscara de brujo curandero y le había hecho humano. Pero no se lo eché en cara. Errar es humano, pero perdonar es divino. Estoy realmente convencido de ello".

"La locura es sólo cuestión de medida, y hay mucha gente, aparte de mí, que siente el impulso de hacer rodar cabezas".

"Todos lo entendían. No era lo mismo que comprenderlo, pero resultaba suficiente. Cuando uno deja de pensar, el concepto «comprensión» cobra un sabor ligeramente arcaico, como el de una lengua olvidada o un vistazo por una cámara oscura victoriana.
A nosotros, los norteamericanos, se nos da mejor entender".

"Tenía un dólar en el bolsillo, una propina por haber limpiado de hierbajos el jardín de la señora Katzent el día anterior, de modo que podría entrar en algún cine de Brunswick si alguien me subía a su coche; allí, sentado en la oscuridad, podría administrarme una buena dosis de autocompasión".

"La señora Granger depositó un beso baboso en mi mejilla y graznó:
—¡Pero qué guapo estás!
Y por un instante temí que añadiera: «Estás más guapo que una mierda de buho»".

"Cuando llevas un rato bajo la protección de alguien, empiezas a detestar esa situación".

"Todas las emociones de la tarde se acumularon en mi interior, y me sentí furioso, realmente furioso. Habría escupido al mismísimo Hitler. Así de furioso me sentía".

"—Esa mierda de tío —murmuró Sylvia antes de llevarse una mano a la boca.
—¿Quién ha dicho eso? —rugió Philbrick. Sylvia palideció.
—Yo —contesté—. Tengo ciertas tendencias transexuales, señor".

"—Eso quería decir yo —asintió la segunda—. ¿Eres… bueno, has tenido alguna experiencia desagradable?
—Nada, desde que dejé de acostarme con mamá —respondí suavemente. Una expresión de absoluto asombro se apoderó de su rostro, y luego comprendió que estaba burlándome".

"—Bien —dije, dando unos golpecitos con la empuñadura de la pistola sobre el cuaderno del escritorio—. Esto es grave, Carol, muy grave. Creo que una chica debería saber por qué es virgen ¿no te parece?
—¡Yo sé por qué!
—¡Ah! —asentí, cortés".

"La gente te machaca, te agobia si les dejas, como ha dicho antes Pocilga. Todos quieren rebajarte y ensuciarte".

"—Exactamente eso —confirmó agriamente—. Todo se rompió, todo se vino abajo. Como cuando muerdes una manzana que parece sana y encuentras el agujero de un gusano. «¡Eh, coñito!».
Como si no hubiera allí nada más, como si yo no fuera una persona, sino sólo un… un… —En su boca se formó una mueca temblorosa—. Y también eso es como ser una buena estudiante.
Intentan meterte cosas en la cabeza hasta que está llena del todo. Es otro agujero, nada más. Nada más".

"El crimen nunca queda impune. El loco muerde el polvo".

"Disparó y colocó la bala justo donde había esperado y deseado ponerla; en el bolsillo izquierdo de mi camisa, situado directamente encima del mecanismo viviente de mi corazón".

"—Ted me preguntó si quería ir al baile de Wonderland con él, y acepté. Ya tenía un nuevo novio. —Levantó el rostro hacia mí con una expresión de reproche—. Tú nunca me lo preguntaste, Charlie.
¿Era posible que me hubieran disparado en el candado apenas diez minutos antes? Tuve el loco impulso de preguntar si había sucedido realmente. ¡Qué extraños eran aquellos chicos y chicas!".

"—No me dolió mucho. Pensaba que me dolería, pero no. Fue agradable.
Lo explicaba como si estuviera hablando de una película de dibujos de Walt Disney, con animalitos simpáticos y parlanchines, con la diferencia de que en ésta el protagonista era Ted Jones".

"Entonces… Ted lanzó en ese instante un horrible bramido gutural.
Resultaba difícil creer que una persona de mi edad pudiera sentirse tan dolorosamente afectada por algo que no fuera la muerte de sus padres. Volví a sentir admiración hacia él".

"—¿Cómo sabe la gente que es real? —murmuré.
—¿Qué dices, Charlie?
—Nada…".

"En mi fuero interno, y pese a los noticiarios nocturnos de televisión, yo mantenía hasta entonces la creencia de que las cosas cambian, pero las personas no".

"Sentí el impulso de cruzar el salón de puntillas, de soltar una estentórea carcajada y anunciar a los presentes que Charles Everett Decker creía sinceramente que estaba a punto de echar un polvo; que Charles Everett Decker estaba a punto de romper el velo de su virginidad. Pero no hice nada de eso".

"Me llevé la mano a la entrepierna, me agarré el pene y tiré de él, como si pretendiera preguntarle qué sucedía. Pero el señor pene no respondía".

"Luego la arrojó sobre la cama, junto a mí, y vi que estaba muerta. Entonces desperté gritando. Y con una erección".

"De repente, Irma Bates declaró, desafiante:
—¡Necesito ir al baño!
Dejé escapar un suspiro, cuyo sonido me recordó en gran manera al de Dana Collette aquella noche en Schoodic Point, bajo los escalones.
—Ve, pues.
Irma me observó con incredulidad. Ted parpadeó. Don Lordi soltó una risita sofocada.
—Me matarías si lo hiciera.
—¿Necesitas ir al baño o no?
—Puedo aguantarme —afirmó ella, malhumorada".

"—¿Cuándo se te meterá en la cabeza que aquí mando yo? —repliqué—. Alguien bajará las persiana, no seré yo, Philbrick, de modo que si disparáis a quien lo haga, ya puedes colgarte la chapa en el culo y despedirte de ambos".

"—¿Qué me respondes? —insistí, inexorable. Un nuevo silencio.
—Está bien. Pero si haces daño a alguno de esos chicos…
—Ya lo sé, me quitarás el carnet de estudiante. A la mierda, Frank".

"La locura empieza cuando uno no puede ver ya las suturas que mantienen unido el mundo".

"Las manos morenas de Pat Fitzgerald manoseaban el avión de papel, moviendo los dedos, con la tristeza de la muerte.
Entonces empecé a hablar".

"Esos días decía «hola» a mamá, subía a mi habitación y echaba a llorar o reír descontroladamente sobre la almohada hasta que creía que mis tripas iban a reventar. Aquello me asustaba. Cuando uno hace cosas así, está a punto para el manicomio".

"Me sentí como si fuera en doce direcciones distintas a la vez.
Una parte de mi mente gritaba… gritaba de verdad, chillaba como un niño en un cuarto oscuro lleno de hombres del saco horribles, sonrientes".

"—¡Charlie!
—Es un placer… golpear tu carne… en el fango del Misisipí —canturreaba mientras, siguiendo el compás, descargaba golpes sobre la pizarra".

"Quizá había olvidado, o no había sabido nunca, que los niños crecen recordando cada golpe y cada palabra burlona o desdeñosa, que los niños crecen y quieren devorar vivos a sus padres".

"Sí, chicos, las cosas se torcieron muy pronto, y desde entonces van de mal en peor".

"Eché un vistazo al reloj de la pared. Eran las 12.30. Expulsé todo el aire de mis pulmones mentales, preparándome para la recta final de mi carrera.
—Y así termina la saga, corta y brutal, de Charles Everett Decker —anuncié—. ¿Alguna pregunta?".

"Todos ellos tan tensos y fríos. Cuando te haces daño a los cinco años, lo anuncias al mundo con gran alboroto; a los diez, lloriqueas, pero cuando cumples los quince empiezas a tragarte las manzanas envenenadas que crecen en tu árbol del dolor. Es el camino occidental hacia el conocimiento. Empiezas a meterte los puños en la boca para acallar los gritos, sangras por dentro".

"—¿Sabes qué les pasa a los soplones? —dije con voz dura, a lo James Cagney. Levanté la pistola, la apunté a su cabeza y grité—: ¡Bang!

Ted lanzó un chillido".






Richard Bachman

viernes, 20 de octubre de 2017

Citas: Vincent Malloy - Tim Burton

"Ternura y respeto…
Lo que le pidas,
Pero sueña con ser
Todo un Vincet Price".

"Una casa donde pueda
Inventar muchos horrores,
Solitario y atribuido
Por muchos corredores".

"Con su perro zombi
A modo de forense
Buscarán sus víctimas
En la niebla londinense".

"Con historia tan cruel
Enterraron viva
A su bella mujer".

"Su madre lo mandó
A su cuarto castigado,
Vincent conoció
El dolor del condenado".

"Vincent quiso hablar.
Lo intentó, más no pudo.
Tantos años solo
Lo habían dejado mudo".

"Dijo su madre:
“No estás poseído
Ni tampoco consumido
Estos juegos tuyos
Demasiado lejos han ido”
“No eres Vincent Price
Si no Vincent Malloy.
Ni lo fuiste ayer,
Ni lo serás hoy".

"Y Vincent se quedó
Mirándola por el rabillo.
La habitación daba vueltas
Y se tornaba oscura
Según iba aumentando
Esa horrible locura".

"Su voz lo dejó quieto,
Crujían entre mortajas
Las manos de su esqueleto.
Tantos horrores vividos
En sueños y feos ritos
Convirtieron su risa
En espantosos gritos".

"Corrió hacia la salida,
Pero cayó al suelo, inerte,
Como sin vida.
Su voz era tenue,
Lenta se escuchaba
Mientras que ‘El Cuervo’ de Poe
Roncamente recitaba:
“Y mi alma, del fondo de esa sombra
Que flota en el suelo,
No podrá liberarse
¡Nunca mas!".




Tim Burton

lunes, 16 de octubre de 2017

Citas: La dama de negro - Susan Hill


"Esa noche percibí de inmediato y con el corazón alegre que el tiempo había cambiado".

"A decir verdad, envejecía prematuramente y era un hombre sombrío, pálido y de expresión tensa: un bulldog".

"Como es obvio, no tenía ni la más remota idea de que mi tranquilidad de espíritu estaba a punto de derrumbarse y de que aflorarían recuerdos que consideraba definitivamente muertos".

"Al principio me divertí y me mostré complaciente pero, mientras permanecía sentado y escuchaba a la luz del fuego, me sentí al margen de los demás, como una persona ajena a ese círculo. Intenté contener mi creciente desasosiego y frenar el desbordamiento de la memoria".

"Lo cierto es que no pude moverme: quedé paralizado; como siempre, experimenté una sensación largamente olvidada y, a la vez, demasiado conocida".

"La verdad es radicalmente distinta y, al mismo tiempo, incluso más terrible".

"En los últimos tiempos había sido como la onda más externa de un estanque, ni más ni menos que el débil recuerdo de un recuerdo".

"¿No había manera de mantener transitoriamente a raya tanto el recuerdo como los efectos que ejercía sobre mí, de la misma forma que un analgésico o un bálsamo calman el dolor de una herida?".

"De pie entre los troncos de los frutales, que la luz de la luna teñía de un gris argentino, recordé que la forma de desterrar a un viejo fantasma que sigue apareciendo consiste en exorcizarlo. En ese caso, había que exorcizar al mío".

"—La señora Drablow… —repitió, recogió el testamento y, por encima del escritorio, lo agitó ante mis ojos—. La señora Alice Drablow, de Eel Marsh. Por si no lo sabe, ha muerto.
—Ah, bueno".

"—De acuerdo, pero…
En ese momento, Tomes se materializó a mi lado y se sorbió los mocos".

"Cuando se vive solo en un lugar como aquél es cuando comienzan las rarezas".

"—Quiero que me diga una cosa —dije en cuanto llegué a su lado—. La mujer que… Espero que esté en condiciones de regresar a su casa…, me dio la sensación de que está muy enferma. ¿Quién es? —El señor Jerome arrugó el entrecejo—. Me refiero a la joven de rostro consumido —insisti—, la que estaba en el fondo de la iglesia y también en el camposanto, a pocos metros de nosotros.
El señor Jerome se detuvo en seco y me clavó la mirada.
—¿Ha dicho una joven?
—Sí, sí, la de la piel estirada sobre los huesos, daba pena mirarla… Una mujer alta que llevaba una especie de toca…, me figuro que para tapar el rostro lo máximo posible. ¡Pobrecilla!
(...)
El señor Jerome quedó petrificado, palideció y movió la garganta como si fuese incapaz de pronunciar palabra.
—¿Le ocurre algo? —me apresuré a preguntar—. No tiene buena cara.
Finalmente, el inmobiliario meneó la cabeza, aunque yo diría que se meneó de pies a cabeza, como si hiciera un esfuerzo supremo por serenarse después de sufrir una conmoción trascendental; de todos modos, su rostro no recuperó el color y las comisuras de sus labios parecían teñidas de azul.
—Yo no he visto a la joven —contestó finalmente casi en un susurro".

"—Mírela, está allí… ¿No deberíamos…?
Callé cuando el señor Jerome me agarró la muñeca y la sujetó con todas sus fuerzas. Lo miré a la cara y tuve la certeza de que estaba a punto de desmayarse o de sufrir una crisis".

"—Señor Jerome, tomase de mi brazo… Le agradecería que no apretase tanto…, si está en condiciones de dar unos pasos y volver a la iglesia…, en el sendero… Antes he visto un banco una vez pasado el portón, allí podrá descansar y recuperarse mientras voy a buscar ayuda…, un coche…
—¡No! —casi gritó mi acompañante.
—¡Hombre, tranquilícese!".

"La combinación del lugar peculiar y aislado con la súbita aparición de la mujer y lo espantoso de su expresión me atemorizó. Jamás había sentido terror semejante, jamás me habían temblado tanto las rodillas ni se me había helado la sangre; mi corazón nunca había sufrido semejante sacudida, como si estuviera a punto de saltar por mi boca seca para, a continuación, golpear mi pecho como el martillo al yunque; jamás había sido presa de un temor, un horror y un miedo al mal tan intensos".

"Necesitaba compañía y no la tenía; necesitaba luces, calor y una buena copa entre pecho y espalda; necesitaba consuelo y, más que nada, necesitaba una explicación".

"Es extraordinario lo poderosa que puede ser la curiosidad. Hasta entonces no me había dado cuenta.
El deseo de averiguar exactamente a quién había visto y por qué me consumió más allá del intenso miedo y la conmoción que había sufrido; no descansaría hasta que lo hubiese satisfecho de una vez por todas, a pesar de que, mientras estaba en el cementerio de Eel Marsh, no me había atrevido a quedarme e investigar".


"¿Había pasado sólo un día? Me sentía como si hubiese viajado muy lejos; como si en espíritu, aunque no temporalmente, hubiera experimentado muchas cosas y como si mi interior, hasta entonces plácido y asentado, hubiese sufrido tantas sacudidas que tuve la impresión de que habían transcurrido varios años".

"Noté que las manos del señor Jerome, apoyadas a los lados de la silla, se movían, frotaban, se agitaban y se cerraban y abrían.
—Lo lamento, éste es un pueblo pequeño. Los jóvenes se marchan…, no tienen oportunidades.
—Pues yo ofrezco una oportunidad, por muy temporal que sea.
—No encontrará a la persona adecuada. —El señor Jerome prácticamente me gritó".

"—La señora Drablow no veía a nadie más, a ningún otro… —Su voz se convirtió en un murmullo imperceptible.
—Querrá decir a otra alma viviente —puntualicé sin inmutarme".

"—No debería ir.
—Pero iré.
—No debería ir solo.
—No encontré a nadie dispuesto a acompañarme.
—Ni lo encontró ni lo encontrará —puntualizó".

"—Es un lugar bastante peculiar —comenté.
—La señora Drablow era una mujer peculiar".

"Es mío. ¿Por qué no puedo tener lo que es mío? No terminará en manos de desconocidos. Le quitaré y me quitaré la vida antes que permitir que se vaya".

"Si me había asustado con lo que hasta entonces había ocurrido en esa casa, cuando llegué al final del corto pasillo y vi lo que vi, mi miedo alcanzó nuevas cumbres; durante un minuto pensé que moriría, que estaba muriendo, pues me parecía inconcebible que un hombre pudiera soportar tantos sobresaltos y sorpresas y continuar vivo, por no hablar siquiera de mantenerse en sus cabales".


"Las emociones van en aumento hasta que, incitado por hechos y pavores cada vez más espeluznantes, queda tan abrumado que huye o pierde los cabales; en caso contrario, poco a poco se tranquiliza y recobra el dominio de sí mismo".

"En una de las ventanas de la planta alta, la única con barrotes, la de la habitación de los niños, vislumbré a alguien de pie. Se trataba de una mujer, de esa mujer, y me miraba a los ojos".

"—Es muy temprano, pero me desperté varias veces porque, como ya le he dicho, no hacía nada más que pensar en usted.
—¡Qué extraño!
—¿Le parece? Para mí no tiene nada de extraño".

"Lo que no podía soportar ni un segundo más era la atmósfera que rodeaba esos acontecimientos: la sensación de odio opresivo, malevolencia, perversidad y de pena y aflicción atroces. Esos sentimientos, que parecieron invadir mi alma y apoderarse de mí, me resultaban insufribles".

"Los demás nos quedamos y tenemos que vivir con lo que hay".

"En ese momento, comprendí que las fuerzas del bien y las del mal luchan y que un hombre se decanta por un lado u otro".

"Yo había visto el fantasma de Jennet Humfrye y ella había logrado vengarse.
Querían conocer mi historia. La he contado. Ya está bien".






Susan Hill

jueves, 12 de octubre de 2017

Citas: Otra vuelta de tuerca - Henry James


"Parecía dirigirse especialmente a mí, casi parecía pedirme ayuda para no dudar. Había roto una gruesa capa de hielo, fruto de muchos inviernos; sus razones habría tenido para tan largo silencio".

"Yo estaba en el Trunitg y la encontré en casa al regresar de mi segundo verano. Aquel año fue algo más que eso, fue un hermoso verano; y en sus horas libres dimos paseos y tuvimos conversaciones en el jardín, conversaciones en las que me sorprendió su gran inteligencia y simpatía. Sí, sí, no se rían: me gustaba enormemente y hasta el día de hoy me alegra pensar que también yo le gustaba a ella".

"—¿Por qué había pasado tanto miedo?
Continuaba mirándome fijamente.
—Juzgarán mejor —repitió—, luego.
Yo también lo miré fijamente.
—Comprendo. Estaba enamorada".

"—Es perspicaz. Sí, estaba enamora. Es decir, había estado enamorada. Se descubrió... no podía contar su historia sin descubrirlo. Me di cuenta y ella se dio cuenta de que yo me daba cuenta; pero ninguno lo dijimos".

"—En fin, no sé de quién estaría enamorada ella, pero si sé de quién estaba enamorado él.
—Eran diez años mayor que él —dijo su marido.
—Raison de plus ¡a esa edad! Resulta simpático su largo silencio.
—¡Cuarenta años! —preciso Griffin.
—Y con esta explosión final".

"—Solamente lo vio dos veces.
—Sí, y en eso precisamente radica la belleza de su pasión".

"—¿Y ésa fue toda su recompensa? —preguntó una señora.
—Nunca volvió a verlo.
—¡Oh! —exclamo la señora".

"—¿Qué título le ha puesto usted?
—No tengo título.
—¡Yo tengo uno! —dije. Pero, sin prestarme atención, Douglas había comenzado a leer con voz hermosa y clara, que venía a ser una transcripción oral de la bella caligrafía de la autora".

"El cielo seguía dorado, la atmósfera era luminosa y el hombre que me miraba por encima de la ventana estaba tan nítido como enamorado en un cuadro".

"Sólo permaneció unos cuantos segundos, los bastantes para convencerme de que él también me veía y reconocía; pero fue como si pasara años mirándolo y lo conociera desde siempre".

"—¿Y que fue de él?
Se retuvo tanto tiempo que aumentó mi confusión.
—También se fue —soltó al cabo.
—¿Adónde se fue?
Entonces su expresión se tornó muy rara.
—¡Dios sabe adónde! Murió.
—¿Murió? —casi chillé".

"—Para ahorrárselo, pues, a usted.
—No, no... ¡Hay que ahondar más! Cuantas más vueltas le doy más cosas comprendo, y cuanto más cosas comprendo más miedo me da.
¡No sé qué es lo que no veo, qué es lo que no temo!".

"No podía abjurar con simplemente desearlo, pero si pude repetir a la señora Grose —como hice una y otra vez a altas horas de la madrugada—, que, con sus voces en el aire, su presencia en el corazón y sus fragantes rostros contra la mejilla de una, todo se hacía trizas excepto su debilidad y belleza".

"En realidad, teniendo siempre mis alumnos a la vista y sin nuevos incidentes, muy pocos días bastaron para, como si fueran una especie de cepillo, borrar los penosos fantasmas e incluso los odiosos recuerdos".

"De pronto llegó un momento tras el cual, según lo veo ahora, tengo la sensación de que por mi parte todo fueron sufrimientos; pero al menos he llegado al fondo del problema y, sin duda, el mejor camino es seguir".

"No son míos, no son nuestros. El niño es de él y la niña es de ella. ¡Los niños son de él y ella!".

"El verano había terminado, el verano había desaparecido; el otoño había caído sobe Bley y había apagado la mitad de nuestras luces. Con su cielo gris y sus guirnaldas marchitas, sus espacios desnudos y las hojas muertas desparramadas, el lugar era como un teatro después de la representación, con los programas arrugados esparcidos por el suelo".

"Poco importa, pues llegó el alivio. Lo llamo alivio, aunque fue el alivio que procura una bofetada a la histeria o el estallido de la tormenta a un día sofocante".

"—¡Quiero estar con los que son como yo!
Aquello me hizo dar un salto.
—¡No hay muchos como tú, Miles! —Reí—. A no ser, quizás, la pequeña Flora.
—¿Me está comparando en serio con una niña pequeña?".

"Sabe Dios que nunca quise acosarlo, pero tuve la sensación de que entonces el simple hecho de darle la espalda era abandonarlo o, dicho más exactamente, perderlo".

"Pues bien, yo "vengo", ¡pero no me voy! Tiempo habrá de sobra para eso".

"Habíamos terminado de comer, estaba junto al hogar de la sala de estudio y, sin embargo, ne me había dormido lo más mínimo: sólo que había hecho algo mucho peor: me había olvidado".

"Lo tomé, sí, lo sujeté, es fácil imaginar con cuánta pasión; pero al cabo de un minuto empecé a percatarme de lo que realmente tenía entre mis brazos. Estábamos solos, el día era apacible y su pequeño corazón, desposeído, había dejado de latir".



 Henry James