"Despedíme de ella, pidiéndole permiso para volver a verla el mismo día. Me lo concedió, fui, desde entonces bien pueden el sol, la luna y las estrellas recorrer sosegadamente sus órbitas, sin que yo sepa si es de día o de noche, porque todo el universo ha desaparecido ante mis ojos".
"Mi corazón le dijo adiós mil veces; pero ella no me veía. Pasó el coche, y una lágrima humedeció mis párpados".
"«Guillermo, sin el amor, ¿qué sería el mundo para nuestro corazón? Lo que una linterna mágica sin luz. Apenas se introduce la lamparilla, cuando las imágenes más variadas aparecen en el lienzo diáfano. Y aunque el amor no sea otra cosa que fantasmas pasajeros, esto basta para labrar nuestra dicha cuando, deteniéndonos a contemplarlos como niños alegres, nos extasiamos con tan maravillosas ilusiones".
"Nuestra felicidad depende de nosotros mismos".
"El peligro no se deja ver por completo".
"Recibimos con docilidad toda primera impresión, porque el hombre está hecho de tal modo, que llega a persuadirse de que son verdad las cosas más absurdas, pero desde luego se graban en él tan profundamente, que infeliz del que pretenda destruirlas o borrarlas".
"Cuando el hombre no se encuentra a sí mismo, no encuentra nada".
"Hay ocasiones en que no comprendo cómo puede amar a otro hombre, cómo se atreve a amar a otro hombre, cuando yo la amo con un amor tan perfecto, tan profundo, tan inmenso; cuando no conozco más que a ella, ni veo más que a ella, ni pienso más que en ella".
"¡Ay de mí! Este vacío, este horrible vacío que siente mi alma... Muchas veces me digo: “Si pudiera un momento, uno solo estrecharla contra mi corazón, todo este vacío se llenaría".
"¡Me ama! Mis brazos la han estrechado, mi boca ha temblado, ha balbuceado palabras de amor sobre su boca. ¡Es mía! ¡Eres mía!".
Johann Wolfgang von Goethe