martes, 19 de mayo de 2020

Citas: Tiempo fuera del tiempo (Antología) - Varios Autores

Ahora respiro:

"Ahora es este abrazo contenido, esta virtualidad fría que nos impone la vida, que se hace eterna y nos agobia.
Ahora, te miro, me calmo. Respiro".

(Soledad Fernández)

Distopía:

"Miraron hacia el mundo con frialdad y pensaron que no existen sonrisas bonitas".

(Ernesto Zarza González)

El bucle eterno:

"Escucho el retumbo del mar. Me digo que es solo el sonido del silencio".

"Todo se repite en un bucle eterno. Respiro profundamente y vuelvo a mirar la hora en el teléfono".

(Silvia Alejandra Fernandez)

Tiempo:

"Se ha detenido el tiempo hasta nuevo aviso".

(Marcela Magnaghi)

"Tu reflejo en una mirada,
soñar despierto".

(Camila Garone)

Mágicas florcitas:

"Corrí a mi casa en busca de una cesta. Junté tantas, que adorné todas las habitaciones. En especial, mi dormitorio.
Hoy, mi espíritu las observa desde afuera, tras la ventana… Yo ya no puedo".

(Norma Stvrtecky)

Un tiempo:

"Mi corazón palpita, la respiración acelerada, transpiro.
Escucho un ruido molesto; el gallo cacareando.
Mi tiempo desencajado. ¿Cuánto dormí? No me acuerdo".

(Maria Susana Lopez)

Tendencia:

"La conciencia se expande y
sus límites van desapareciendo".

(Celia Asquini)

Este tiempo:

"De qué le sirven al ser humano un techo, paredes vacías, sin besos, sin abrazos…".

(Viviana Carmen Tissoni)

Olvido:

"El tiempo en aquellos días se medía en mañana, tarde y noche. Esas agujas que se clavaban en mi corazón herido. No pude olvidarla".

"¡Qué cruel y vil tirano el tiempo que se fue contigo! ¡Qué cruel y vil el metal que atravesó tu pecho!".

"Todavía guardo el cuchillo debajo de la almohada, me recuerda que él sí tocó tu alma".

(María Emilia Liedo)

"Habían descripto con detalle que todo esto podía ocurrir, y ahora que les explotó en la cara, reaccionaron aislando sus cuerpos y uniendo por la red sus almas".

(Oscar Fortuna)

"A veces siento que el tiempo es demasiado fugaz cuando sos feliz y extremadamente lento cuando no la estás pasando del todo bien".

(Ari Giménez)

En este brumoso tiempo de aislamiento y miedo:

"Me di cuenta de que el perdón debe darse ahora, ya que puede ser demasiado tarde".

(Thiago Borges)




Varios autores

lunes, 11 de mayo de 2020

Citas: E. A. Poe - Walter Lennig


"Uno de sus admiradores, Beverly Tucker, que la había visto a menudo en escena, recordaba años después su presencia sobre el escenario: «Tenía una figura infantil, ojos grandes, muy abiertos y misteriosos; bajo su extraño sombrero, como los que se llevaban hace cien años, caía una cascada de pelo ondulado de negro color cuervo que inundaba la frente".

"El 26 de dicho mes ardió el teatro de Richmond, un antiguo edificio de madera. Setenta y dos hombres perdieron la vida, el duelo y la compasión se extendieron por la ciudad y la opinión pública habría visto con malos ojos que Mr. Allan llevara al niño al orfanato. En consecuencia, Edgar pudo quedarse, con gran satisfacción de la señora Allan, que no tenía hijos propios. Ahora era tratado como un miembro de la familia, y este cambio debió de agradar tanto al niño —que hasta entonces sólo había visto pobreza y grasientas posadas— que cubrió para siempre sus impresiones recuerdos tristes y espantosos".

"Uno de sus mejores amigos era Robert Stanard, algo más joven que él y cuya madre, Jane Craig Stanard, extraordinariamente bella, produjo con su bondadosa y comprensiva naturaleza una impresión inextinguible en el joven Poe. Es difícil saber si esta tímida y callada adoración que él le profesaba debe ser llamada amor".

"Te vi el día de tu boda cuando un rubor ardiente mudó tu semblante…".

"Cuando por fin apareció el libro, en diciembre de 1829, Poe llevaba ya algunos meses viviendo en casa de su tía Maria Clemm, que en lo sucesivo y hasta el final de sus días cuidaría de él, adoptando desde entonces el papel de una verdadera madre en la difícil y siempre amenazada existencia del escritor".

"Seguramente Edgar también había expresado abiertamente su punto de vista al airado viejo y había asestado con ello un duro golpe en su amor propio al hombre más rico de Virginia, golpe que éste ya no estaba dispuesto a perdonar. Poe también lo había entendido así porque un año después le escribió: «Cuando me despedí de usted en el muelle, sabía que no le volvería a ver»".

"Los cadetes vivían en barracones, tres en cada habitación, en la que como único lujo había una estufa. Continuamente se producían vejatorios controles de habitaciones y taquillas. Era poco menos que imposible no infringir una de las 304 ordenanzas, de las que la número 173 decía: «Ningún cadete debe tener sin permiso novelas, poesía y otros libros que no correspondan al curso»".

"Otra importante consecuencia del premio fue que el miembro más destacado del jurado, John Pendelton Kennedy, fijó su atención en Poe. Kennedy no sólo era el más conocido y popular de los escritores, sino un miembro del Congreso y fiscal general; en suma, una de las personalidades más relevantes de la ciudad. Kennedy perdió a Poe de vista cierto tiempo después de conocerle, pero se acordó enseguida de él cuando supo que el joven escritor intentaba en vano conseguir un puesto de maestro en una escuela municipal. Inmediatamente le invitó a cenar a su casa y se sintió muy impresionado cuando recibió como respuesta la siguiente carta:

«Su amable invitación a cenar hoy me ha llegado al corazón. Por desgracia no puedo ir precisamente debido al lamentable aspecto de mi vestimenta. Puede imaginarse lo doloroso que es para mí hacerle esta aclaración, pero es necesaria. Si usted puede llevar su amistad hasta el extremo de prestarme veinte dólares, le iré a visitar mañana. De otro modo será imposible y tendré que conformarme con mi destino»".

"Pregunte a Virginia. Déjela decidir. Ella debe escribirme de su propia mano una carta de despedida, despedida para siempre; preferiría morir y mi corazón se rompe…, pero no diré nada. (Posdata para Virginia:) Mi querida, mi entrañable Sissy, mi querida mujercita, reflexiona bien antes de romperle el corazón a tu primo

Eddy…".

"Edgar recibió numerosos consejos bienintencionados como éste a lo largo de su vida, y naturalmente tampoco faltaron los buenos propósitos de su parte; incluso en ocasiones llegó a dejar la bebida durante un tiempo asombrosamente largo, hasta que una nueva desesperación conseguía vencerle. El mismo lo expresó claramante más tarde: «Mis enemigos atribuyen la locura a la bebida y no la bebida a la locura.» No se puede llamar borracho a un hombre que apenas aguantaba un vaso y al que el olor del alcohol le daba asco".

"Cuando se le hizo el reproche de que su preferencia por lo terrorífico e inquietante remitía a modelos alemanes, explicó:

«Esa acusación atestigua mal gusto y las bases sobre las que descansa evidentemente han sido investigadas con mucha imprecisión. Supongamos en primer lugar, por una vez, que esas piezas de fantasía sean alemanas o lo que se quiera. Habría que añadir que es el momento actual el que inclina a tal preferencia por lo alemán. Mañana no seré otra cosa que alemán, de la misma forma que ayer era todo lo contrario. Mis amigos podrían culpar con el mismo derecho a un astrónomo de que se ocupara demasiado de la astronomía, o a un escritor de ética que tratara prolijamente la moral. La verdad es que, con algunas excepciones, los eruditos no han podido encontrar en ninguna de esas historias los signos de ese tipo de seudohorror que calificamos de alemán porque nos hemos acostumbrado a identificar con esa extravagancia a algunos autores de segundo orden de la literatura alemana. Si en muchas de mis creaciones el tema principal es el miedo, yo afirmo que ese terror no viene de Alemania sino del alma, que yo he sacado ese terror de fuente legítima y lo he llevado después hasta su legítimo resultado»".

"El mismo Poe con sus historias del detective aficionado Dupin fundó la criminología como ciencia. También intentó profundizar en el conocimiento del alma de asesinos y delincuentes, porejemplo en El gato negro, en El corazón delator o en El demonio de la perversidad, narración en la que alguien que ha cometido un crimen perfecto no soporta que nadie sepa nada de esta estremecedora obra maestra y cae en la paradójica e imperiosa necesidad de hablar él mismo de aquello que de otra forma nadie habría sabido. Son verdaderos paseos por el infierno del miedo y de la locura, ofrecidos en una lengua de impecables frases sonoras, en una prosa de gran musicalidad, y precisamente por eso la mayoría de las veces difícil de traducir. Poe también se sumergió en estos abismos, y de tales tinieblas del alma y del espíritu extrajo la condición que él mismo ponía al artista: mantener siempre una actitud de crítica que controlase su actividad".

"Sin duda alguna, también aquí Poe era consciente del problema, aunque durante toda su vida esperara en vano una auténtica comprensión. Seis años más tarde escribiría al perplejo George Eveleth:

«Usted me pregunta: ¿Puede explicarme más o menos qué tremendo dolor ha sido el causante de que usted lleve esa vida tan deplorable y extraña? Sí, sí puedo, y puedo darle incluso más que una explicación. Ese dolor fue el más grande que persona alguna pudiera soportar. Hace seis años, a mi mujer, a la que quería más de lo que hombre alguno puede querer, se le reventó un vaso sanguíneo mientras cantaba. Su vida se dio por perdida, yo le dije adiós para siempre y pasé junto a ella todo el tiempo de su lucha con la muerte".

"Me volví loco y en medio de mi locura tuve momentos de una terrible clarividencia. Durante estos ataques de enajenación bebí; Dios sabecuánto y lo a menudo que lo hice. Y, entiéndame bien, mis  enemigos atribuyeron la locura a la bebida y no la bebida a la locura".

"Pero la terrible e inacabable oscilación entre esperanza y desesperación no hubiera podido soportarla por más tiempo sin perder totalmente la razón. Así, acepto desde la muerte del ser que era mi vida un destino nuevo, pero, ¡oh Dios!, un destino atormentado".

"La desesperada carta de respuesta de Poe suena algo patética y quejumbrosa, pero una de sus frases se confirmó después con una diferencia de tiempo relativamente insignificante: «Sin el verdadero, delicado y puro amor de una mujer no llegaré a vivir ni un año»".

"Más tarde le escribí una carta en la que le abría totalmente mi corazón, y le confesaba que no podía seguir soportando esta lucha. ¡Cómo se rebelaba mi alma al escribir las palabras que pugnaban por salir, pero que yo nunca me había decidido a decirle, ni siquiera por amor a usted…!".

"Yo intenté reavivar su ánimo, que decaía rápidamente; por eso le dije que esperaba que en pocos días estaría de nuevo en compañía de sus amigos y que me alegraría mucho de poder contribuir de alguna manera a su bienestar y a su comodidad. Al oír estas palabras profirió un fuerte grito y me dijo con vehemencia que lo mejor que podía hacer por él su mejor amigo era meterle una bala en la cabeza, que preferiría desaparecer bajo tierra para no tener que seguir viendo su propia degradación".






Walter Lennig

domingo, 10 de mayo de 2020

Citas: Poesía Inglesa del siglo XX - Varios autores


"Contemplar a un muerto lo hace objeto de amor".

(Felix Randal - Gerard Manley Hopkins)

"Mi lengua te ha enseñado palabras de consuelo y el toque de mi mano ha calmado tus lagrimas".

(Felix Randal - Gerard Manley Hopkins)

"Y tú, pobreza, la prometida,
ahora que empieza el banquete nupcial,
de vestidos color de lirio
al esposo, de los que ni se tejen ni hilan".

(Habito de perfección - Gerard Manley Hopkins)

"Se ejercitaba en los pájaros cantores y en un alado
y ciego destino... yo creo que solo
los seres alados conocen la soledad de los más altos
nidos".

(El conorel Fantock - Edith Sitwell)

"Y la vida aún se conservaba alguna promesa —no me pregunten
qué promesa—, pues la vida parecía menos extraña
que después, a lo largo de la fría existencia".

(El conorel Fantock - Edith Sitwell)

"Eso hice y lo he olvidado,
y lo recuerdo.
Entre un Junio y otro Septiembre".

(Marina - T. S. Eliot)

"Esta forma, este rostro, esta vida
viven para vivir en un orbe de tiempo más allá
derramado.
Deja que renuncie a mi vida por esta vida, a mi
palabra por la que inefable,
la desvelada en los labios abiertos, la esperanza, los
nuevos navíos".

(Marina - T. S. Eliot)

"Me gusta ver, cuando se van las hojas,
llegar la clara anatomía
del invierno,
el desechado del arte, que asesina
toda forma de vida y sentimiento".

(Otoño - Roy Campbell)

"El hambre y el cansancio con sus besos
todo te sorberán menos los huesos;
si te tienta esta vida regalada
ven y vive conmigo y sé mi amada".

(Ven y vive conmigo y se mi amada - Cecil Day Lewis)

"No dejes que me vuelvan piedra, no dejes que me
derramen.
De lo contrarió mátame".

(Oración para antes de nacer - Louis MacNeice)

"Miradme caminar por las calles tortuosas; las nieblas
y la lluvia
ahogan cada grito; en la esquina de la aurora".

(Sin el claro designio de antaño - Stephen Spender)

"La ciudad reconstruye su horror en mi cerebro;
tan solo esto que escribo me da las alas para huir".

(Sin el claro designio de antaño - Stephen Spender)

"Cuando la noche en cuya profundidad
se funden nuestras mentes y nuestros cuerpos
en vez de unirnos nos divide".

(Separación - Stephen Spender)

"Oh nacimiento tierno de la vida y reflejo
de los labios, donde el amor por fin halla paz
liberado de los errores de la voluntad".

(Separación - Stephen Spender)

"La herida encostrada ni acarician la frente;
una mano gobierna la piedad como una mano
gobierna al cielo;
las manos no tienen lágrimas para verte".

(La mano que no firmo el papel derribo una ciudad - Dylan Thomas)






Varios autores

sábado, 9 de mayo de 2020

Citas: Sobrevivir para contarlo - Immaculée Ilibagiza


"—¡Todos los Hutus póngancen de pie ahora! —gritó nuestro maestro, Buhoro. Esta pasando lista con un lápiz grande, y luego se detuvo y me miró directamente a los ojos.
Immaculée Ilibagiza, no te pusiste de pie cuando dije Hutu, no te pusiste de pie cuando dije Twa y no te pusiste de pie cuando dije Tutsi. ¿Porqué? —Buhoro sonreía pero tu voz tenía un tono de dureza y perversidad.
—No sé, Maestro.
—¿A qué tribu permaneces?
—No sé, Maestro.
—Eres Hutu o Tutsi?
—Nooo... no lo sé.
—¡Sal de aquí ! ¡Sal inmediatamente de esta clase y no regreses hasta que sepa que eres!".

"Le pedí a Dios que me excusara por avisarle en tan poco tiempo, pero que necesitábamos su ayuda para llegar a la iglesia a salvo. Caminé hacia la barricada. Entonces, unos par de hombres notaron mi presencia y golpearon ligeramente sus machetes contra sus piernas.
—¡Oh, no,  Immaculée!... ¿estás segura?
—Sí, sí, solamente actúa con naturalidad, y quizás es mejor que saques tu rosario del bolsillo".

"La gente necesita esperanzas para poder sobrevivir".

"Mi hermano, mi alma gemela, puso sus manos sobre las mías y las sentí tan suaves como plumas. Por mucho que las apretaba, todavía seguía sin sentir su peso de sus palmas contra las mías; era como si estuviera sosteniendo las manos de un alma que se desvanecía. Sentía que mi corazón iba explotar".

"—Tengo una idea —le dije con una voz serena pero insistente. ¿Podría usted correr al armario frente a la puerta del baño? Es lo suficientemente alto y ancho como para cubrirla por completo; así los asesinos no podrían ver la puerta y jamás nos encontrarán. ¡Será como si no nos vieran, como si estuvieran ciegos!
—No, eso no cambiaría nada; de hecho, probablemente empeoraría las cosas. Sí miran detrás del armario y encuentran la puerta, se encarnizarán aún más con ustedes.
—¡Oh no! Pastor, por favor, debe hacerlo... —yo estaba segura de que Dios me había enviado una señal. En el fondo de mi alma, sabía si el armario estaba al frente de la puerta, estaríamos a salvo. Pero el Pastor no cedía por nada del mundo; entonces hice algo que jamás había hecho en mi vida : me arrodillé y me incliné ante él. 
—Por favor, se lo suplico —dije—. Estoy totalmente convencida que si usted no pone ese armario sobre la puerta nos encontrarán la próxima vez que vengan a buscarnos. No tema enojarlos, solamente nos pueden asesinar solo una vez. Por favor, hágalo por nosotras. Si lo hace, Dios lo recompensará. 
No sé si fue porque me vio arrodillada ante él o si fue el temor que alcancé en percibir en él lo que lo convenció. El caso es que finalmente cedió.
—Esta bien, esta bien. Mantén tu voz baja, Immaculée. Lo correré ahora mismo. Espero que eso ayude. Pero lo dudo.
Desapareció, y un momento más tarde, escuchamos el sonido del armario mientras se deslizaba por  el suelo  hasta la puerta del frente del baño. Mis compañeras me miraron y susurraron:
—Esa fue una excelente idea, ¿qué te hizo que se te ocurriera algo así?
No recordaba si había visto antes el armario del pastor, pero de lo que sí estaba segura era que la idea de moverlo se me había ocurrido mientras oraba pidiendo ayuda.
—Dios —respondí sencillamente".

"No, ninguna enfermedad puede acabar conmigo. Estaba segura que Dios tenía un propósito más elevado para mí y le pedía todos los días que me fuera revelado. Al principio, esperaba que Él me muestre todo mi futuro de una sola vez, quizá a través de una manifestación exagerada de rayos y truenos  (para estar segura). Luego aprendí que Dios nunca nos muestra algo que no estemos listos para entender. Más bien, Él nos permite ver lo que debemos ver, y cuando estamos listos nos coloca en el sendero que más nos conviene... No obstante, somos nosotros mismos quienes tenemos que caminar".

"—¿Por qué no me escribiste como me prometiste? ¿No te das cuenta por lo que estoy pasando?
—Bueno, una cosa es segura: no hay otros hombres mirandote, y eso es una cosa menos por la que me tengo que preocuparme, ¿no es cierto?
Con estas palabras, John mató todo el amor que quedaba entre los dos. Dios nos había dado el don del amor para que los compartiéramos y los alimentáramos. Es un don precioso, pero John lo había dilapidado".

"—¿Qué tienes que decirle a ella? ¿Qué les vas a decir a Immaculée?
Felicien estaba llorando. Podía percibir su culpa. Miro hacia arriba durante solo un instante, pero nuestros ojos se cruzaron. Me estire hacia él, toqué sus manos ligeramente y le dije en voz baja lo que había venido a decirle: 
—Lo perdono.
Mi corazón sintió un alivio inmediatamente y vi cómo se liberaba la tensión en los hombros de Felicien antes de que Semana lo sacara a empujones por la puerta y hacia el patio. Dos soldados tomaron con fuerza a Felicien por sus axilas y lo arrastraron de regreso a su celda.
Cuando Semana volvió, estaba furioso.
—¿Qué fue eso, Immaculée? Ese era el hombre que asesinó a tu familia. Lo traje para que lo interrogaras... para que le escupieras si así querías. ¡Y tú lo perdonaste! ¿Cómo pudiste hacer eso? ¿Por qué lo perdonaste?
Le respondí con la verdad:
—El perdón es lo único que tengo para ofrecer".







Immaculée Ilibagiza

viernes, 8 de mayo de 2020

Citas: Huellas de paz - Varios autores


Anabel Martina Inda:

"Venimos a este mundo gritando el dolor,
y nos vamos del mismo modo.
Sostenemos el tiempo en nuestras manos,
y rodamos amor por dónde quiera que vamos".

(La vida es una sola)

Alías Almada:

"Tiende esa mano solidaria
al hermano del camino
quizás no tenga ni patria
ni fe en su destino".

(Amor a la paz)

Luis Fontana:

"Dejar en mis manos
Las palabras, cada verbo,
Los signos, los versos".

(Sueños de paz)

Nora Lizárraga Reguera:

"¿Qué sería de mí, sin ti vida?
Pienso, miro, siento y existo,
porque tú estás allí vida,
como una fresca brisa
que se asoma en primavera".

(Poema vida)

Pablo Ortíz:

"Si tú quieres lograr la paz del mundo
tendrás que hacer como dijo Facundo,
brindar el alma, hablar con respeto,
amar a Dios sin llevar amuleto
que el mal y el odio se vayan de asueto
Y así la paz nos vendrá por decreto,
porque ya es hora de ser más humanos
Y de entregar solidarias las manos".

(Palabras por la paz)

Concepción Maciel:

"Todo ha terminado,
pero el tiempo permanece innato,
inquebrantable, invencible e ingrato".

(Tiempo invisible)

Luzia Lina de Souza Corrêa:

"Siete vidas, un cuerpo.
Siete notas, una clave,
Sonidos infinitos.
Siete años extensibles de servicio de pastor,
siete años de pasión
siete siglos de sueños
y mucho más de siete devociones
encaja seguro y medido
en siete pies de tierra".

(Perdón)

"Siete manos no sostienen
setenta veces siete veces de perdón,
pero todo debería encajar
en medio corazón".

(Perdón)

Roselena de Fátima Nunes Fagundes:

"¡El mundo quiere
hacer la paz,
para eso requiere
el bien ser capaz!".

(Paz)

Dámaris Marroquin:

"La vida es un presente,
envuelta en un arcoíris de papel.
tan frágil y sin pretenderlo se puede romper".

(La vida es un presente)

Juan Fran Núnez Parreño:

"En este nuestro tan querido mundo
lloramos muchos con dolor profundo".

(Paz)

"A causa de las guerras del planeta
muere la gente de forma indiscreta,
olvidando de manera completa
razones de ver la paz como meta".

(Paz)

Robert Allen Goodrich Valderrama:

"Es hora de luchar
de luchar por la paz
todos podemos lograrlo
como hermanos
como forjadores de nuestro destino
escribanos de la paz
de la hermandad".

(Escribanos de la paz)

Geyler Hartley Aranda Rafael:

"Si mi alma pide a gritos las colinas
será para no hallarme entre cortinas".

(Soy un verdadero campeón)

Dulce María Suárez Quiróz:

"Se va escapando la vida cuando nos agredimos, deberíamos aprender a 
vivir y a compartir".

(Se está agotando la vida)

José Joaquín Salazar Velásquez:

"Es la PAZ y no la guerra,
lo que hace falta en la tierra".

(Por la paz)

Ricardo Arasil:

"Busca imágenes de paz,
un niño, un beso, un abuelo,
varias palomas comiendo,
una guitarra y un verso".

jueves, 7 de mayo de 2020

Citas: Agatha Christie, Los secretos de la reina del crimen - Julie Pihard



"Sus inicios literarios son inciertos: escribe mucho y trata diferentes géneros (sobre todo teatro, poesía y cuentos mórbidos)".

"Cuando fallece, Winston Churchill pronuncia la famosa frase: «¿Agatha Christie? ¡La única mujer a la que el crimen le ha dado sus frutos!»".

"«La naturaleza humana es la misma en todas partes»".



Julie Pihard 

miércoles, 6 de mayo de 2020

Citas: Coco Chanel, Una diseñadora a contracorriente - Sandrine Papleux


"Oportunista, determinada e intransigente, nunca retrocedió ante nada ni nadie, y se esforzó mucho para salir de su condición precaria y alcanzar un nivel social más alto. A menudo, decía: «Si naciste sin alas, no hagas nada para evitar que crezcan»".

"En el siglo XX Gabrielle Chanel, llamada Coco, es la primera mujer que crea un imperio en la alta costura. Con la frase que pronunció una noche, «Que mi leyenda siga su camino, le deseo buena y larga vida»".





Sandrine Papleux

martes, 5 de mayo de 2020

Citas: Diana de Gales, Lady Di, la princesa - Audrey Schul


"De origen aristocrático, se casa a los 19 años con el futuro heredero de la Corona británica, el príncipe Carlos. Por desgracia, este matrimonio se aleja enseguida del cuento de hadas del que parecía estar sacado".

"Aún a día de hoy, el recuerdo de la princesa Diana sigue muy presente en el alma de los británicos, que la apodan la «reina de los corazones»".

"Un libro en particular cosecha un enorme éxito: se trata de la obra de Andrew Morton titulada Diana, su verdadera historia, en la que la princesa narra la historia de una mujer engañada que de ninguna forma puede contar con el apoyo de la familia real. También revela sus problemas de bulimia, su soledad y sus intentos de suicidio. Estas declaraciones provocan un inmenso escándalo. Ante la indecencia de sus palabras, Isabell II y su marido se ponen del lado de Carlos, mientras que la opinión pública apoya a la princesa herida".

"El compromiso de la princesa Diana con los pobres va más allá de su función real. En privado, la soledad la consume, pero logra olvidar sus problemas personales ayudando a las víctimas que más sufren".





Audrey Schul

lunes, 4 de mayo de 2020

Citas: John Lennon: la ultima conversacion - Andy Peebles


 "JOHN LENNON: Bueno, sea lo que sea ella viene y dice: puedes clavar uno por cinco chelines. Yo dije: ¿estás…? te daré cinco chelines imaginarios y clavaré un clavo imaginario. ¿De acuerdo? Y entonces fue cuando nos enamoramos. (Canta). Da, da, da, da, da".

"ANDY PEEBLES: Hablaremos más sobre el lado femenino de la sociedad más adelante, me parece. Si pasamos a mayo de 1969…
JOHN LENNON: Quieres decir Benny Hill.
ANDY PEEBLES (risas): Tienes buena memoria".

"ANDY PEEBLES: Bueno, ¿qué tal si volvemos a mayo del 69 y hablamos de Life With The Lions. Yoko, en la cubierta tú estás en la cama, me parece que no me equivoco.
YOKO ONO: Sí. Tuvimos un aborto o algo, ¿no?
JOHN LENNON: Tú tuviste un aborto y yo estaba allí, para decirlo con exactitud".

"ANDY PEEBLES: La sinceridad no es siempre la mejor política".

"JOHN LENNON: Y somos responsables también. Quiero decir, los accidentes suceden y a uno le suceden cosas, pero nosotros tenemos parte de responsabilidad por la situación en que vivimos".




 Andy Peebles

domingo, 3 de mayo de 2020

Citas: Betibú - Claudia Piñeiro


"Porque Nurit Iscar, la dama negra de la literatura argentina, hasta hace cinco años atrás casada y con dos hijos varones terminando el secundario y entrando a la Universidad, se enamoró de otro hombre y, entonces, además de divorciarse, escribió por primera vez una novela de amor. Que para colmo no termino bien. No termino bien ni en cuanto a la trama, ni en cuanto a la crítica, ni en cuanto a su aceptación entre quienes esperan con entusiasmo cada novela de Nurit Iscar. Como tampoco termino bien su propia historia de amor, de la que también prefiere olvidarse".

"A ver, ¿por qué el 65% de las mujeres duermen boca arriba y el 60% de los hombres boca abajo?, le pregunta a Karina Vives, la periodista de la sección de Cultura que se sienta en el escritorio a su izquierda, junto a una de las pocas ventanas de la redacción, la que da al bulevar. Y Karina, que lo conoce desde que entró a trabajar al diario hace ocho años y que sabe lo que significa para Jaime Brena haber tenido que dejar Policiales para ocuparse de notas como ésa, lo mira con cara de tonta y arriesga: ¿Porque aplastarse las tetas duele más que aplastarse el pito?, y le mantiene la mirada esperando la respuesta. La pija, nena, la pija, le dice Brena".

"Luego, esa noche, mientras comía en su casa con él y sus hijos, se sintió rara, en falta, como si hubiera percibido que detrás de los torpes movimientos de aquella tarde se escondía dentro de ella algo que no era apropiado, dadas sus circunstancias. Las circunstancias no son un tanque blindado, le dijo un tiempo después Lorenzo Rinaldi antes de besarla".

"No me quiero sentir responsable de eso, Betibú, no defiendas la moral donde no la hay. No es moral, es ética. ¿No es lo mismo? No, yo soy agnóstica".

"Pero yo quiero que lo haga "la dama negra de la literatura argentina". No. Quiero que lo haga mi Betibú, dijo, se acercó y la besó.
Y ella sintió que ése era el beso de Judas".

"Brena le preguntó, ¿cómo era el corte?, ¿hacia arriba?, ¿paralelo al piso? Paralelo al piso y sobre el final levemente hacia arriba. Lo mataron. ¿Por qué? Brena le da la regla. Degollate, le dice. El pibe le dice sin decir nada.  Degollate, pibe, le dice otra vez. Sin demasiado convencimiento, el pibe mueve la regla de izquierda a derecha. ¿Dónde terminó la mano? Levemente hacia abajo. Si te estuvieras desangrando sería notoriamente hacia abajo, es imposible cortarse uno mismo el cuello hacia arriba, es un movimiento antinatural".

"Síndrome de abstinencia de ciudad: me estresan los árboles, me estresa el verde, me rompe poderosamente las pelotas el canto de los pájaros a las seis de la mañana, el chirrido de los grillos, las ranas que croan toda la noche. ¿sabes lo que necesito, Carmen? Un hombre, amiga. No, cemento, mucho cemento y un café en la esquina de mi casa, responde Nurit".

"Okey, vos también me estás manipulando, pibe, pero me caes simpático. Gracias, es todo un avance en nuestra relación, bromea el pibe de Policiales".

"El pibe de policiales se levanta y vuelve al escritorio de Brena, ¿qué pasa, pibe?, le pregunta Brena. Te debo algo, le contesta. Brena no entiende. ¿Qué me debes? Una respuesta a una pregunta que me hiciste en la primera lección de este curso acelerado de ayuda al periodista capacitado. Eh, para, tampoco es para tanto".

"Ajá, dice Nurit, ¿y cuál es esa situación? Que la señora Campolongo no quiere que esta mujer ingrese. Pero cuál es el motivo, aunque no esté probado. Que aparentemente Anabella López le robó. Le robó. Sí, un queso. ¿Un qué? Un horma de queso. Una horma de queso. El hombre se le queda mirando, ella también a él. Si quiere la llamamos a la señora Campolongo y ella le cuenta mejor. ¿Me cuenta como le robaron el queso? Le cuenta a usted lo que necesita saber. Y dígame, yo al pesar del riesgo de que esta mujer me robe un queso la quiero tomar igual, ¿ustedes me van a dejar con ella o me lo van a impedir a punta de rifle? Son escopetas. Ah, a punta de escopeta, entonces. No, nosotros no le podemos impedir que usted lleve a trabajar a su casa a quien quiera, por eso que le dije de la libre circulación y el derecho al trabajo, es solo un consejo que la señora Campolongo les da a sus vecinos. Cortesía. Sí, cortesía. Qué amable. Sí. ¿Dónde tengo que firmar? ¿Firmar qué? La autorización de trabajo. Entonces le autoriza el ingreso. Sí, total, yo queso no como. Entiendo, dice el hombre de seguridad y ya no dice más".

"Más tarde cuando vuelvo a ver a Brena, se lo confirmo. Gracias, no sabe lo importante que será para mí. Antes de irse, el comisario Venturini dice: permiso, no quiero ser descortés con las señoras, y avanza en donde  hacia donde están las amigas de Nurit a las que saluda con fuerte apretón de manos —usa las dos manos al saludar—, que a Carmen le molesta y a Paula le excita".

"¿Usted no es Paula Sibona?, le pregunta. Ella tarda unos segundos en reaccionar y luego dice: Sí, soy Paula Sibona. Pero que emoción conocerla, usted es unas de mis actrices favoritas. Me acuerdo que la vi en esa película, cómo se llamaba... esa que usted hace de la mujer  de un hombre muy poderoso... El camino de la sal... ahí me salió... El camino de la sal. El camino al salitral, corrige ella. Eso, al salitral, me encantó, repite él que todavía sigue con la mano de Paula apretada en las suyas. Bueno, me voy y vuelvo dentro un rato, ya tendremos tiempo de hablar un poco más, Paula, dice el comisario, ¿la puedo llamar así? Así me llamo, contesta ella. El comisario Venturini se despide de las tres y se va. Te gustó, dice Nurit. Está que arde la hija de puta, confirma Carmen".

"Me emocionan los hombres que te aprietan la mano con esa firmeza, y si son morochos y bigotudos, más. Pero vos no sos de conformarte con que te aprieten solo la mano, amiga, dice Carmen. ¿Qué queres decir? Que te lo vas a cojer, traduce Nurit. Me calienta, es cierto, pero no puedo. ¿Por qué? ¿Cómo por qué?: yo hice el Conservatorio, yo fui Medea y Lady Macbeth en el Teatro San Martín, ¡yo estuve en Teatro Abierto!, ¿entienden? no me puedo cojer a un comisario... es una cuestión ideológica. ¿Y desde cuándo lo ideológico se te mezcla con el sexo?, se ríe Carmen. Desde siempre. ¿Querés que te nombre una seguidilla de ideológicamente incorrectos que te cojiste?, pregunta Nurit".

"Se lo queda observando un instante y luego agrega: Al final, no eras tan pelotudo vos. El pibe de Policiales lo mira exagerando su sorpresa por el comentario, Brena se ríe. Es un chiste, pibe, no sos un pelotudo, te falta calle nomás".

"¿Te acordas el caso de Giubeleo, no? Más o menos, dice el pibe para no reconocer que no tiene idea de qué le habla. Más o menos, dice Brena, mi Dios, una médica que desapareció de la faz de la Tierra sin dejar rastro en el 85. ¿Cuántos años tenías vos en el 85? No había nacido, contesta el pibe. Que lo parió, dice Brena, que lo parió, y se queda un rato mirando por la ventana. No habías nacido, repite con la vista perdida en el campo de golf que aparece a su derecha".

"Qué raro el lavaropas en la cocina, dice Brena. Es un lavaplatos, le corrige Nurit. Apa, eso sí que me vendría bien a mí, sigue Brena. A vos lo que te vendría bien es una mujer, no un lavaplatos, querido, se ríe el comisario Venturini. Yo opino lo mismo, se atreve a decir el pibe. A Nurit, por supuesto, no le hace gracia el chiste: Ah, qué halagador para cualquier mujer suplantar un lavaplatos. Los tres hombres se miran, y saben que es mejor no decir nada más relacionado con el lavaplatos y las mujeres".

"A veces pienso que las mujeres estás más preparadas que nosotros para pasar por algo como esto, dice el pibe, que la violación es un hecho temido por ellas, pero del que tienen conciencia. Alguien, en algún momento de sus vidas, le advirtió  que un hombre puede hacerles daño, que tienen que tener cuidado, que no vayan por lugares peligrosos, oscuros, cercanos a las vías, no sé, todas esas cosas que mi mamá les decía a mi hermana y nunca a mí. A los varones no, nosotros no hablamos de esos temas, no nos pertenecen, nadie nos advierte que también pueden vejarnos, violarnos, entonces, cuando sucede, quedamos absolutamente perdidos, desarmados, muertos como le paso a Casabets, porque lo que sucedió no podía pasar, a nosotros no, y hasta dudamos de la propia percepción: lo que paso no paso, es imposible, no es real".

"La soledad es un estado interior que puede practicarse, incluso, estando con otra gente".






Claudia Piñeiro

sábado, 2 de mayo de 2020

Citas: Perfume de hielo - Yōko Ogawa


"58, 37.400, 1.692, 903… Sus respuestas sólo eran cifras. No tenían más que ese significado. Pero el momento en el que él murmuraba aquello me gustaba más que ningún otro. El sonido inquebrantable de los números me tranquilizaba. Era capaz de sentir que él estaba a mi lado".

"—¿De acuerdo? —me insistió la enfermera.
Me puse delante de la tabla. Volví a planchar las camisas de Hiroyuki que había dejado a medio hacer.
Sabía que debía irme inmediatamente. Debería haber cogido un taxi, metiendo nada más que la cartera en el bolsillo, y haberme apresurado en ir al hospital dejándolo todo.
Sin embargo, mis manos seguían moviendo la plancha inconscientemente, como si quisieran decir que lo más importante en aquel momento era cumplir con su obligación hasta final. Planché cuidadosamente las arrugas del cuello de la camisa. Aunque su dueño estuviera muerto...".

"Pensé en cómo podría conservar el cuerpo de Hiroyuki tal y como estaba en aquel momento. Sabía que era imposible resucitarlo. Aunque no era eso.
Es que no quería verlo convertido en huesos y cenizas. El hecho de que desapareciera su cuerpo me parecía lo más horroroso. Me producía más terror que la propia muerte. No me importaba que estuviera frío. Me daba la sensación de que podía mantenerlo, de una u otra manera, si conservaba el tacto de sus mejillas en la palma de mi mano".

"Luego mojó el dedo índice con una gota del perfume, levantó mi pelo con la otra mano, y tocó el sitio más caliente de mi cuerpo. Cerré los ojos y permanecí inmóvil. Así podía oler más profundamente el perfume, y podía sentirle aún más cerca de mí. Se escuchaban los latidos de su corazón y podía sentir su aliento en mi frente. Su dedo índice permanecería mojado durante mucho tiempo".

"Sólo cuando abrió el último documento del tercer disquete, aparecieron unas frases fragmentadas en aquella pantalla tan monótona. Los tres exclamamos nuestra sorpresa a la vez.
—«Gotas de agua que caen por entre las rocas. Aire frío y húmedo de la cueva» —Akira leyó la primera línea.
—«Biblioteca herméticamente cerrada. Luz polvorienta» —leí yo a continuación.
—«Lago recién helado al amanecer».
—«Cabello de un muerto formando un ligero rizo».
—«Terciopelo viejo y decolorado, pero suficientemente suave».
—Pero ¿de qué trata todo esto? ¿Acaso intentaba componer un poema? 
Volví a leer palabra por palabra desde el principio.
—No creo. Son imágenes de un perfume expresadas en palabras.
—Entonces, ¿son apuntes de trabajo?
—Es que como las imágenes de un olor son muy íntimas, y además afectan profundamente a la memoria de cada persona, puede que sirvan como clave para conocer el corazón de Hiroyuki".

"¿Vino aquí también Hiroyuki? ¿Se agarró a esta barandilla con unos patines del 43 y con la entrada en el bolsillo?
—¿No es aburrido quedarse ahí de pie? ¡Venga, vamos, vamos…!
Al decirme esto, Akira se paró delante de mí. Respiraba fuertemente.
—No pienso en divertirme —dije—. Ya no me van a ocurrir nunca más cosas divertidas, ¿entiendes?
Desvié la cara y di una patada en el protector de material acrílico con la punta del patín. Produjo un sonido más fuerte de lo esperado. Cuando me disponía a salir de la pista, Akira me detuvo sujetando mi hombro.
—¿No te parece demasiado triste, cuñada?".

"—Pues muchas gracias por venir —me dijo al despedirnos.
—Si no te importa, ¿podría volver aquí algún día?
Tenía un miedo enorme de que todo se acabara si le decía adiós. Él asintió con la cabeza sin decir nada.
Se cerró la puerta del taller.
Tan pronto como desapareció la figura de Hiroyuki, todo cambió; el color, la temperatura y la textura del aire que me rodeaban. Me detuve en el pasillo del edificio, y parpadeé una y otra vez. Ciertamente, ya no estaba Hiroyuki. Como si desde un principio no existiera; había desaparecido. Allí simplemente había un hueco abrumador. Para probar, acaricié la puerta, pero fue inútil.
Desde que lo conocí, entendí la diferencia de niveles entre el mundo en el que él estaba y aquel otro donde él no estaba".

"—Tú hueles a persona que escribe.
—¿Es un olor desagradable?
—No, todo lo contrario. La base sería el papel. Un cuaderno muy usado repleto de palabras. Unos documentos voluminosos guardados en un rincón de la biblioteca. Una librería en la que hay poca gente, a primera hora de la tarde. Y algo de mina de lápiz y goma de borrar. Así sería tu perfume".

"—Usted conoce a Rooky, ¿verdad? —le pregunté.
—Sí, es mi amigo —dijo sencillamente.
—¿Venía a menudo aquí?
—Bueno, unas dos o tres veces al mes. Sobre todo los fines de semana.
Los viernes por la noche o los domingos por la tarde.
—¿Solo?
—Siempre solo.
—¿Qué hacía aquí?
—Patinar, evidentemente, chica. Esto es una pista de patinaje".

"—Riry…
Jeniack señaló todo recto, hacia adelante. Puede que me quisiera enseñar dónde estaba el hotel en el que yo me alojaba.
—Mi nombre no es Riry, sino Ryoko. La última letra es una O. Venga, practícalo.
—Riry…
Se le pusieron coloradas las orejas, como si le hubieran obligado a confesar el nombre de la chica que le gustaba. Nos echamos a reír".

"Algunos símbolos poco familiares, Σ, ∞, ∫, log… estaban alineados en el dorso del papel de propaganda.
—Las fórmulas matemáticas son hermosas. Parecen dibujos misteriosos hechos de encaje —dije.
—No son más que signos, sabes…
Y a continuación rasgó el papel y lo arrugó en la mano.
Aquellos romeros crecieron bien, pero como no los cuidé tras la muerte de Hiroyuki, enseguida se secaron".

"En ese instante el semáforo se puso verde. Tiré de su mano y cruzamos corriendo. Agarré muy fuerte su mano para no separarnos, sin atender a los transeúntes, a los que empujábamos. Me dio la sensación de que el viento se levantó sólo alrededor de nosotros dos. Su mano estaba tibia y era suficientemente grande como para envolverme por completo".

"—De todos modos, ¿cómo es posible entendernos cada uno en nuestro idioma…? —murmuré como si me lo preguntara a mí misma.
—El idioma es un problema insignificante. Ya que usted y yo podemos hablar, ¿no es eso suficiente…?".

"—El silencio es lo más importante de todo —dije—. Cuando se quiere reconocer un olor, cualquier persona sale a vagar por el vasto mundo del pasado que cada uno posee en sí mismo. En el mundo del pasado no existe el sonido. Es igual que en los sueños, que son mudos. La única guía es la memoria".

"—Al pisar cualquier biblioteca, siempre tengo la misma sensación: cuántas cosas existen que han sido dejadas escritas…
—Parece que el mundo es mucho más complejo de lo que nos imaginamos".




Yōko Ogawa

viernes, 1 de mayo de 2020

Citas: Hombres sin mujeres - Haruki Murakami


Drime my car:

"—¿Qué edad tiene?
—Creo que veinticinco. Aunque todavía no se lo he preguntado —reconoció Ōba.
Luego frunció un poco el ceño—. Bueno, como acabo de decirle, al volante es irreprochable, pero…
—Pero ¿qué?
—Pues que… ¿cómo decirlo?, tiene algún defectillo.
—¿Por ejemplo?
—Es antipática, callada y fuma como un carretero —explicó Ōba. Cuando la vea, se dará cuenta de que no es precisamente la típica chica maja. Apenas sonríe. Y, para serle franco, creo que es un poco feúcha.
—Eso no importa. Si fuera una belleza, me pondría nervioso y, además, no quiero dar pie a rumores.
—Entonces creo que es perfecta".

"Ojalá se hubiera atrevido a preguntarle, cuando aún estaba viva, la razón por la que, a pesar de todo, se había acostado con otros. A menudo pensaba en ello. En realidad había estado a punto de interrogarla: ¿qué buscabas en ellos? ¿Qué me faltaba a mí? Fue pocos meses antes de que falleciera. Pero al final no tuvo valor para abordar el asunto ante una mujer que, atormentada por fuertes dolores, luchaba contra la muerte. Y ella desapareció del mundo en que él vivía sin haberle dado ninguna explicación".

"—Lo único que deseo es estar con alguien con quien pueda hablar de mi mujer — añadió Kafuku—. La verdad es que a veces es duro quedarse solo en casa. Aunque no quiero que se sienta obligado…
Al oírlo, Takatsuki debió de sentirse un tanto aliviado. Por lo visto, Kafuku no sospechaba nada.
—No, en absoluto. Si se trata de eso, será un placer. Si es que no le importa charlar con alguien tan aburrido como yo… —repuso Takatsuki y esbozó una débil sonrisa. En la comisura de los ojos se le formaron unas tiernas arrugas. Su sonrisa era encantadora.
«Si yo fuese una mujer de mediana edad, seguramente me ruborizaría», pensó Kafuku".

"Se sorprendió de lo fácil que era leer sus sentimientos. Si escudriñaba en sus ojos, tenía la sensación de que podía ver lo que había al otro lado. Ni una pizca de retorcimiento o malicia. No era de esa clase de persona que cava un hoyo profundo en plena noche y espera a que alguien pase".

"—Desde luego —repuso Kafuku—. Tienes razón. Creo que fui feliz. Pero cuanto mayor es la felicidad, mayor es la angustia que se siente.
—¿A qué te refieres?
Kafuku alzó su whisky on the rocks e hizo girar el gran pedazo de hielo.
—A que existía la posibilidad de perderla. Sólo de pensarlo, se me encogía el corazón.
—Comprendo perfectamente ese sentimiento.
—¿Por qué?
—Pues… —dijo Takatsuki, buscando las palabras adecuadas—. Me refiero a lo de perder a una mujer tan fantástica como ella".

"—Y al final la perdí —dijo al cabo—. Fui perdiéndola poco a poco en vida hasta que se desvaneció por completo. Como algo gastado por la erosión, que acaba siendo arrancado de raíz y arrastrado por una ola gigante… ¿Entiendes?
—Creo que sí.
«¡Qué vas a entender tú!», se dijo Kafuku".

"—Lo que más penoso me resulta —continuó— es que yo no la comprendía de verdad; al menos, no comprendía una parte de ella que debía de ser fundamental. Y ahora que está muerta, seguramente todo ha acabado sin que lo haya entendido.
Como una pequeña y pesada caja fuerte hundida en las profundidades del océano.
Cuando lo pienso, siento que la congoja me atenaza el pecho. Takatsuki reflexionó un momento.
—Pero, Kafuku —dijo luego—, jamás comprenderemos del todo a una persona.
Por muy profundamente enamorados que estemos".

"Y de nuevo pensó que la mano que acababa de estrechar había acariciado el cuerpo desnudo de su mujer.
Sin embargo, por una u otra razón, aquel día ese pensamiento no lo angustió.
Simplemente se dijo que esas cosas pasaban. Eso era: seguramente esas cosas pasaban.
«Al fin y al cabo, ¿qué era sino un simple cuerpo?», se dijo Kafuku. «¿Acaso no acabará convertido dentro de poco en huesecillos y cenizas? Tiene que haber cosas más importantes.»".

"Si se trata de un punto ciego, todos vivimos con él. Esas palabras resonaron largo tiempo en sus oídos".

"—Supongo que a él le extrañaría, ¿no?
—Quizá.
—Tal vez le dolió.
—Es posible.
—¿Por qué dejó de verlo así de pronto?
—Porque ya no necesitaba seguir actuando".

"Misaki bajó la ventanilla y encendió el Marlboro con el mechero del coche. A continuación aspiró una gran bocanada de humo y entornó placenteramente los ojos.
Tras retenerlo un rato en los pulmones, lo expulsó despacio por la ventanilla.
—Pero ¿no ves que te acorta la vida? —dijo Kafuku.
—Ya puestos, el propio hecho de vivir también la acorta —replicó Misaki.
Kafuku se rió.
—Bueno, es otra forma de verlo".

"—¿Y no será que en realidad no se sentía atraída por esa persona? —dijo de manera muy concisa Misaki—. Y por eso se acostó con él.
Kafuku sólo observaba el perfil de Misaki como si divisase un paisaje lejano. Ella activó de nuevo el limpiaparabrisas, que apartó las gotas de agua adheridas a la luna delantera con unos cuantos movimientos rápidos. El nuevo par de escobillas chirrió con fuerza, como dos hermanas gemelas que muestran su descontento.
—Las mujeres tenemos esas cosas —añadió ella.
No le salían las palabras. Así que Kafuku guardó silencio.
—Es como una enfermedad, señor Kafuku. No vale la pena pensar en ello. El que mi padre nos abandonase, que mi madre me hiciera daño… Todo es a raíz de la enfermedad. De nada sirve darle vueltas. No queda más remedio que apañárselas, tragar e ir tirando.
—Todos actuamos, entonces —dijo Kafuku.
—Eso creo. En mayor o menor medida".

Yesterday:

"—Pero ¿cómo puedes tirarte tanto tiempo en la bañera? ¿No se te queda el cuerpo como una pasa? —le pregunté.
Yo me bañaba muy rápido. Enseguida me hartaba de estar quieto, sumergido en el agua caliente. En la bañera no se puede leer ni escuchar música. Sin esos dos elementos, no sé cómo pasar el tiempo".

"—Entonces, ¿por qué no estudias?
—Porque me falta motivación —declaró Kitaru.
—¿Motivación? Verte en condiciones con tu novia me parece ya una buena motivación".

"Me había mostrado algunas fotos y era una chica tan guapa que, al verla, uno sentía el impulso irrefrenable de silbar".

"Tomaban un té juntos y se ponían al día. Se tomaban de la mano. Se daban algún besito. Pero procuraban no pasar de eso. Tenían una relación bastante chapada a la antigua".

"—¿Y hasta dónde has llegado con ella? —le pregunté.
—¿Te refieres al sexo? —dijo Kitaru.
—Sí. ¿Habéis llegado hasta el final?
Kitaru negó con la cabeza.
—¡Ni en broma! Como nos conocemos desde pequeños, me resultaría un tanto incómodo desnudarla, o acariciarla o tocarla. Si fuera otra chica, no creo que me sucediera, pero el solo hecho de imaginarme metiéndole la mano bajo las bragas o algo por el estilo me resulta inapropiado. ¿Entiendes?
No, no lo entendía".

"—¿Os besasteis?
—¿Cómo íbamos a besarnos? —repuse.
—Aunque lo hubierais hecho, no me enfadaría —aseguró.
—Da igual: no lo hicimos.
—¿No os tomasteis de la mano?
—No.
—Entonces, ¿qué hicisteis?
—Vimos una película, dimos un paseo, cenamos y hablamos —le conté.
—¿Sólo eso?
—En las primeras citas no suele hacerse nada demasiado atrevido.
—¿Ah, no? Es que yo apenas he tenido citas. No sé mucho de eso".

"Cuando conduzco, por ejemplo, y suena Yesterday, de los Beatles, en la radio, me viene a la mente aquella letra tan rara que Kitaru cantaba en el baño. Y me arrepiento de no haberla apuntado. Era tan extraña que se me quedó grabada durante un tiempo, pero poco a poco comenzó a difuminarse hasta olvidárseme por completo. Tan sólo recuerdo fragmentos, pero a estas alturas ni siquiera estoy seguro de si son como Kitaru los cantaba. Porque la memoria, inevitablemente, se halla en continua transformación".

"… es dos días antes de mañana, y el día después de anteayer…
Ojalá Kitaru lleve una vida feliz en Denver, o en cualquier otra ciudad lejana. Si eso de ser feliz es pedir demasiado, ojalá viva al menos el presente con salud y sin carencias. Porque nadie sabe con qué soñaremos mañana".

Un órgano independiente:

"Nunca le había afligido que dichas mujeres se acostasen con otros y no sólo con él. Al fin y al cabo, un cuerpo no es más que un cuerpo".

"Aunque todos sus amigos intentasen convencerlo al unísono: «Digas lo que digas, los hijos son una bendición», aquel reclamo no le resultaba nada creíble.
Seguramente querían hacerle cargar a él con el peso que ellos llevaban. Creían que todos los seres humanos tenían la obligación de pasar por un calvario idéntico al que vivían ellos".

"—Un caballero es aquel que no habla demasiado de los impuestos que paga ni de la mujer con quien se acuesta —me dijo un buen día.
—¿De quién es esa frase? —le pregunté.
—Mía —repuso Tokai sin cambiar de expresión—. Eso sí, de los impuestos a veces uno tiene que hablar con su asesor fiscal".

"Sea como fuere, esa vida bendecida por la suerte duró alrededor de treinta años.
Un largo periodo. Y un buen día, quién iba a imaginárselo, se enamoró perdidamente.
Como un astuto zorro que por descuido cae en una trampa".

"—¿Y dice que está haciendo un esfuerzo para que alguien no le guste demasiado?
—Exactamente. Justo ahora, en este preciso momento, estoy haciendo ese esfuerzo.
—¿Y por qué?
—Por un motivo muy sencillo: cuando alguien te gusta demasiado, lo pasas mal.
Sufres. Como no creo que mi corazón sea capaz de soportar tal peso, me esfuerzo todo lo posible para que no me guste".

"—Es la primera vez —afirmó el cirujano. Seguidamente, rebuscó en el fondo de su memoria hasta dar con un viejo recuerdo—. Ahora que lo pienso, sí, cuando iba al instituto viví algo semejante, aunque fue breve. Era como si, al pensar en otra persona, sintiese punzadas en el pecho y fuese prácticamente incapaz de pensar en nada más… Pero aquello fue una especie de amor no correspondido sin ningún futuro. Lo de ahora es completamente distinto. Ya soy un adulto hecho y derecho e incluso mantengo relaciones sexuales con ella. Y, a pesar de todo, estoy desconcertado. Tengo la impresión de que si sigo pensando en ella, hasta el funcionamiento de mis órganos acabará por alterarse. Sobre todo los de los aparatos digestivo y respiratorio".

"—Por lo que me dice, parece que, al tiempo que se esfuerza usted para que no le guste demasiado, desea en todo momento no perderla —aventuré".

"—He salido—dijo Tokai—, y en varias ocasiones, con mujeres de facciones más bellas que las de ella, con mujeres con cuerpos más espléndidos, con mejor gusto y con un corte pelo más bonito que el suyo. Pero todas esas comparaciones carecen de sentido, porque para mí es un ser especial. Podría afirmar incluso que es un ser sintético. Todas las cualidades que posee se concentran y compactan en un solo núcleo. No pueden extraerse una a una y medir o analizar si son inferiores o superiores a las de cualquier otra. Y lo que hay en el núcleo es lo que me atrae tan poderosamente. Como un potente imán. Es algo que sobrepasa la razón".

"—En todo este tiempo hemos disfrutado y nos lo hemos pasado muy bien juntos.
Conversaciones animadas, secretos íntimos sólo nuestros, largas sesiones de sexo delicado. Creo que hemos compartido bellos momentos. Ella es muy risueña. Se ve que disfruta cuando se ríe. Pero a medida que la relación ha continuado, poco a poco he ido enamorándome cada vez más profundamente; ha llegado un momento en que no puedo dar marcha atrás, y en los últimos tiempos me ha dado por preguntarme a menudo: ¿qué demonios soy?
Como no capté las últimas palabras (o las oí mal), le pedí que me las repitiese.
—Últimamente pienso a menudo en qué demonios soy —repitió.
—Es una pregunta difícil —comenté.
—Lo es, sí. Una pregunta muy difícil —repuso Tokai. Y asintió varias veces, como para reafirmar su dificultad".

"—Le entiendo. Puede que la vida sea más llevadera de ese modo, ¿no?
No sin cierto reparo, le indiqué que no sabía hasta qué punto podía afirmarse que fuese llevadero para un don nadie empezar la vida «en cueros».
—Desde luego —repuso Tokai—. Tiene razón. Empezar una vida desde cero debe de ser bastante duro. En ese aspecto, creo que he tenido más suerte que muchos.
Pero duele, en otro sentido distinto, abrigar dudas sobre el valor de la propia existencia después de haber adquirido con los años un estilo de vida y determinado estatus social. Empiezo a pensar que la vida que he llevado hasta ahora ha sido un total desperdicio sin sentido. Cuando era joven, todavía existía la posibilidad de una revolución y podía albergar esperanzas. Pero, con los años, el lastre del pasado lo abruma a uno. No hay segundas oportunidades".

"—Por lo general, siempre he tenido varias amantes a la vez. Quizá se sorprenda, pero en ocasiones he llegado a salir con cuatro o cinco. Si no podía quedar con una, quedaba con otra. Y con total despreocupación. Sin embargo, curiosamente, desde que me siento atraído por ella, el resto de las mujeres ha perdido su encanto. Aunque quede con otra, su imagen no deja de acudir a mi mente. No consigo alejarla. Los síntomas son graves. 
«Los síntomas son graves», pensé. E imaginé a Tokai llamando a una ambulancia por teléfono. «Por favor, envíen una ambulancia urgentemente. Los síntomas son graves. Me cuesta respirar y tengo la sensación de que el corazón se me va a partir…»".

"—Un tema preocupante es que cuanto más la conozco —prosiguió el cirujano—, más me gusta. Llevamos un año y medio viéndonos, y ahora estoy mucho más prendado que al principio. Tengo la sensación de que algo tiene presos nuestros corazones. Cuando su corazón se mueve, tira del mío. Como dos barcas atadas por una cuerda. Que no se puede cortar, pues no existe ningún cuchillo capaz de cortarla.
Ése es otro sentimiento nuevo para mí. Me angustia pensar en qué demonios me convertiré si esta sensación va a más".

"—Señor Tanimura, ¿qué puedo hacer?
—Desconozco qué medidas concretas podría adoptar —le respondí—, pero, por lo que he entendido, lo que usted siente en estos momentos es, más bien, algo lógico y normal. Porque en eso consiste al fin y al cabo estar enamorado. Uno es incapaz de controlar sus sentimientos y se siente manipulado por una fuerza irracional. En definitiva, no está usted viviendo nada extraordinario, ajeno al sentido común.
Simplemente se ha enamorado perdidamente de una mujer. Siente que no quiere perder a la persona amada. Que desea estar con ella para siempre. Sin duda el mundo se acabaría si no pudiese verla. Son sentimientos naturales que pueden observarse a menudo en los seres humanos. Es un episodio vital normal y corriente, no tiene nada de extraño o anómalo".

"Creo que me llevó más de tres horas dejar el apartamento casi en su estado original.
Entretanto, como había abierto las ventanas, el mal olor casi había desaparecido. Con todo, el doctor todavía no había abierto la boca. Se limitaba a seguir mis movimientos con los ojos. Dado lo demacrado que estaba, parecían más grandes y brillantes que nunca. Sin embargo, eran unos ojos totalmente inexpresivos. Me miraban a mí, pero en realidad no miraban nada. ¿Cómo explicarlo? Sólo perseguían algún objeto, como la lente de una cámara semiautomática programada para enfocar cosas en movimiento. Al doctor le daba igual que fuera yo o no, qué hacía allí, esas cosas. Era una mirada muy triste. Nunca la olvidaré".

"—En términos médicos —continuó el secretario—, la causa directa del fallecimiento fue una insuficiencia cardiaca. El corazón perdió fuerza y no pudo bombear la sangre. Pero, a mi juicio, fue el amor lo que le provocó la muerte.
Literalmente, un mal de amores".

"En ese sentido, Tokai debía de ser una persona especial. Al decírselo, Gotō se llevó las manos a la cara y sollozó quedamente. Debía de sentir un hondo cariño por el doctor. Quise consolarlo, pero en realidad yo no podía hacer nada. Luego se calmó y, sacando un pañuelo blanco limpio del bolsillo del pantalón, se enjugó las lágrimas.
—Disculpe. ¡Qué vergüenza!
Afirmé que llorar por alguien no era vergonzoso. Sobre todo por una persona fallecida a quien se quiere. El joven secretario me lo agradeció.
—Muchas gracias. Me consuela que me diga eso".

Samsa enamorado:

"Samsa no tenía ni idea de dónde se encontraba ni de qué debía hacer. Lo único que a duras penas comprendía era que se había convertido en un ser humano llamado
Gregor Samsa. ¿Cómo lo sabía? Tal vez alguien se lo había susurrado al oído mientras dormía: «Te llamas Gregor Samsa»".

"Pero no iba a quedarse en aquella habitación eternamente. Si no encontraba algo decente que comer y se lo llevaba a la boca, más pronto que tarde aquella hambre lacerante consumiría su cuerpo y lo destruiría".

"—Señor Samsa, ¿no están sus padres en casa? Creo que lo mejor sería que hablase directamente con ellos.
—Deben de haber salido a hacer algún recado.
—¿Han salido? —replicó atónita la muchacha—. ¿Qué se les ha perdido ahí fuera en medio de este berenjenal?
—No lo sé, pero cuando me he despertado esta mañana, no había nadie en casa.
—Vaya por Dios —exclamó la chica. Y soltó un largo suspiro—. Y eso que les avisé con mucha antelación de que vendría a esta hora de la mañana…
—Lo siento".

"—Dime, ¿no tendrás la llave de esta cerradura? —le preguntó la muchacha.
—No sé dónde está —contestó él con franqueza.
—¡Ah, Gregor Samsa! A veces desearía morirme —exclamó ella, alzando los ojos al techo".

"—¿Te importa que te haga una pregunta? —se atrevió a decirle él.
—¿Una pregunta? —repuso la muchacha, recelosa—. No sé qué será, pero adelante.
—¿Por qué te retuerces a veces de esa manera?
La muchacha abrió ligeramente la boca y lo miró a la cara.
—¿Retorcerme? —Luego reflexionó un instante—. ¿Te refieres a esto? —E hizo una demostración de la contorsión.
—Exacto.
Ella lo miró fijamente un rato con los ojos como un par de guijarros.
—Es el sujetador, que me viene pequeño —respondió hastiada—. Sólo eso.
—¿El sujetador? —repitió Samsa. No pudo asociar la palabra con ninguno de los recuerdos que atesoraba.
—Sí, el sujetador. ¿Te enteras? —le espetó ella—. ¿O acaso te parece raro que una chica jorobada lleve sujetador? ¿Quizá desvergonzado?
—¿Jorobada? —repitió Samsa. El vasto vacío de su mente también se tragó ese vocablo. No conseguía comprender a qué se refería ella. Pero tenía que decir algo—. No, no me lo parece en absoluto —se excusó en voz baja.
—Mira, pues que sepas que yo también tengo mis dos tetas y necesito llevar sujetador. Ni soy una vaca, ni me apetece llevarlas bamboleándose al andar".

"A continuación, se dio cuenta de que la zona del bajo vientre de la bata de Samsa sobresalía en un ángulo empinado.
—¿Qué es eso? —preguntó la chica con una voz sumamente fría—. ¿Qué diablos es ese bulto?
Samsa miró hacia abajo, hacia la zona abultada de la bata. Por el tono de la chica, dedujo que debía de tratarse de un fenómeno inapropiado para mostrar a la gente.
—Ya veo. Lo que te pasa es que tienes curiosidad por saber cómo será follarse a una jorobada, ¿no? —le espetó ella.
—¿Follarse? —dijo él. Esa palabra no le sonaba de nada.
—Crees que, como tengo la espalda encorvada, es la postura ideal para metérmela por detrás, ¿no? —dijo la muchacha—. ¿Sabes? Hay bastantes tíos a los que les van esas perversiones. Y todos piensan que, por ser como soy, dejaré que me lo hagan.
Pues lo siento mucho, pero las cosas no funcionan de esa manera.
—No entiendo lo que pasa —dijo Samsa—, pero si te he ofendido, te pido disculpas. Lo siento. Perdóname. No ha sido con mala intención. Como he estado enfermo algún tiempo, todavía no me entero de muchas cosas".

"—¿No podré volver a verte? —se atrevió a preguntarle.
La chica giró lentamente el cuello y lo miró con suspicacia.
—¿Acaso quieres verme de nuevo?
—Sí, me gustaría.
—¿Con el pito levantado de esa manera?
Samsa volvió a mirarse el bulto.
—No sé cómo explicarlo, pero creo que no tiene nada que ver con mis sentimientos. Debe de ser un problema del corazón".

"—Te he preguntado si te gustaría verme de nuevo.
Samsa asintió.
—¿Para qué?
—Para charlar con calma.
—¿De qué, por ejemplo? —preguntó ella.
—De distintas cosas. Muchas.
—¿Sólo para hablar?
—Hay un montón de cosas que querría preguntarte —dijo Samsa.
—¿Sobre qué?
—Sobre los orígenes del mundo. Sobre ti. Sobre mí.
Ella se quedó pensativa un instante.
—¿Seguro que lo que quieres no es metérmela por ahí?
—No, no es eso —afirmó Samsa categóricamente—".

"—¿Volveré a verte? —preguntó de nuevo Samsa, y por última vez.
—Si constantemente deseas ver a una persona, seguro que un día acabarás viéndola —dijo la muchacha, ahora con un ligero tono de amabilidad".

Hombre sin mujeres:

"Convertirse en un hombre sin mujer es muy sencillo: basta con amar locamente a una mujer y que luego ella se marche a alguna parte".







Haruki Murakami