jueves, 29 de septiembre de 2022

Citas: La muerte feliz - Albert Camus

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"Zagreus estaba ahora mirando la ventana. Se oyó pasar un auto por delante de la puerta con un leve ruido de masticación. Zagreus, sin moverse, parecía contemplar toda la inhumana belleza de aquella mañana de abril".

"Trastabillando un poco, se detuvo sin embargo y respiró hondo. Del cielo azul bajaban millones de sonrisas menudas y blancas. Jugueteaban en las hojas aún cubiertas de lluvia y en la toba húmeda de los paseos; volaban hacia las casas con tejas de sangre fresca y se remontaban con alas raudas hacia los lagos de aire y de sol de los que se habían desbordado poco antes. Un ronroneo suave bajaba desde un avión diminuto que navegaba en las alturas. Entre aquella dilatación del aire y aquella fertilidad del cielo parecía que la única tarea de los hombres fuera vivir y ser felices".

"—Sí —dijo por fin—, la enfermedad llega corriendo, pero irse le lleva su tiempo".

"Callaba acerca de las mismas cosas que en otras circunstancias lo habrían entusiasmado, puesto que las estaba viviendo, hasta que se veía solo en su cuarto y recurría a todas sus fuerzas y su precaución para apagar la llama de vida que ardía en él".

"Hasta que murió su madre, siguió leyendo y pensando. Y la enferma se pasó diez años soportando aquella vida".

"El discutible entorno, las sillas de paja un poco desfondadas, el armario con la luna amarillenta y el tocador al que le faltaba una esquina, no existía para él, porque la costumbre lo había limado todo. Se paseaba por una sombra de vivienda que no le exigía esfuerzo alguno. En otra habitación habría tenido que acostumbrarse a las novedades y, también en este caso, luchar. Él quería reducir la superficie que le brindaba al mundo y dormir hasta que todo se hubiera consumado. Y el cuarto apoyaba esa intención suya".

"Su cuarto y él se pasaban toda la noche de verano entre ese perfume al tiempo tan sutil y tan denso y era como si, tras llevar muerto muchos días, abriera por primera vez su ventana a la vida".

"Mersault se acordó de la cena.
Le dolía un poco el cuello porque había estado mucho rato apoyado en el respaldo de la silla. Bajó a comprar pan y pasta, la preparó y comió. Volvió a la ventana. Salía gente a la calle, había refrescado. Le dio un escalofrío, cerró las hojas de la ventana y volvió hacia el espejo que estaba encima de la chimenea. Salvo algunas noches en que venía Marthe o salía con ella y salvo su correspondencia con las amigas de Túnez, toda su vida cabía en la perspectiva amarillenta que le brindaba el espejo de un cuarto en que junto a la lámpara de alcohol mugrienta había unos trozos de pan".

"Al mirarle los labios gruesos y que el sueño abultaba, lo deseó. Él abrió los ojos a medias en ese momento y dijo sin enfadarse, volviendo a cerrarlos:
—No me gusta que me miren dormir.
Ella se le echó en los brazos y lo besó. Él se quedó quieto.
—Ay, cariño, otra vez con un capricho de esos tuyos.
—No me llames cariño, ¿quieres? Te lo tengo dicho.
Ella se echó a su lado y lo miró de perfil.
—Me pregunto a quién te pareces como estás ahora".

"—¿Me quieres? —dijo Marthe sin transición.
Mersault de pronto se animó y rió con fuerza.
—Ésa sí que es una pregunta seria.
—Contesta.
—Pero a nuestra edad no se quiere, mujer. Nos gustamos y ya está. Hasta más adelante, hasta que se es viejo e impotente, no se puede querer. A nuestra edad, creemos que nos queremos. Y nada más".

"Y de pronto, le arrimó la cara. Le brillaban las llamas sólo en la mejilla izquierda, pero algo en a voz y la mirada iba cargado de calor.
—Parece cansado —dijo.
Por pudor, Mersault se limitó a contestar: «Sí, me aburro» y, tras una pausa, se enderezó, anduvo hasta la ventana y añadió, mirando al exterior:
—Tengo ganas de casarme, de suicidarme o de suscribirme a L’Illustration. De hacer algo desesperado, vamos".

"—Atienda —siguió diciendo Zagreus— y míreme. Me ayudan a hacer mis necesidades. Y, luego, me lavan y me secan. Y lo que es peor: pago a alguien para que lo haga. Bueno, pues no haría nunca ni un gesto para abreviar una vida en la que tanto creo. Aceptaría cosas peores aún, ciego, mudo, todo lo que quiera, sólo con tal de notar en el vientre esta llama oscura y ardiente que soy yo y yo con vida. Sólo pensaría en darle gracias a la vida por haberme permitido seguir ardiendo".

"Zagreus bebió un sorbo de té y dejó la taza, llena. Bebía muy poco porque no quería orinar más que una vez al día. A fuerza de echarle voluntad, conseguía casi siempre limitar la carga de humillaciones que todos los días traían consigo. «No hay ahorro pequeño. Es un récord como otro cualquiera», le había dicho un día a Mersault".

"Zagreus, tras quedarse callado mucho rato, miró a Patrice y se limitó a decir:
—Muchas penas les esperan a quienes lo quieran a usted…
Se detuvo sorprendido ante el respingo repentino de Mersault, quien, con la cabeza en la sombra, dijo airadamente:
—El cariño que se me tenga no me obliga a nada…
—Es cierto —dijo Zagreus—. Sólo hacía constar un hecho. Algún día se quedará solo, y nada más".

"»Mire, Mersault, a un hombre bien nacido nunca le resulta complicado ser feliz.
Le basta con retomar el destino de todos, no con voluntad de renuncia, como tantos grandes hombres de pacotilla, sino con voluntad de felicidad. Pero se necesita tiempo para ser feliz. Mucho tiempo. La felicidad es también una prolongada paciencia".

"Zagreus volvió a hablar sin apresurarse:
—Sí, ya sé que la mayoría de los hombres ricos no tienen sentido alguno de la felicidad. Pero la cuestión no es ésa. Tener dinero es tener tiempo. No me sacarán de ahí. El tiempo se compra. Todo se compra. Ser rico o hacerse rico es tener tiempo para ser feliz cuando eres digno de serlo".

"—Nunca hay que ensuciar la vida con besos de inválido".

"Marthe fue a ver a Mersault y dijo, suspirando: «Hay días en que querría una estar en su lugar. Pero a veces hace falta más valor para vivir que para matarse»".

"Al notarse tan poroso, tan atento a todas las señales del mundo, Mersault sintió la honda grieta que lo abría a la vida".

"Toda esa agua que bajaba con su carga de gritos, de melodías y de aromas de jardines, llena de los resplandores cobrizos del cielo de poniente y de las sombras grotescas y retorcidas del puente Carlos le proporcionaba a Mersault la conciencia dolorosa y ardiente de una soledad sin fervor en donde el amor ya no participaba en absoluto. Y, deteniéndose ante el perfume de agua y de hojas que se alzaba hasta él, con un nudo en la garganta, se imaginaba unas lágrimas que no acudían. Habría bastado con un amigo o con unos brazos abiertos. Pero las lágrimas se detenían en la frontera del mundo sin ternura en que estaba sumido".

"Luego volvió a tumbarse en la cama. La cabeza del hombre estaba girada sobre la herida y en esa herida habrían cabido los dedos. Se miró las manos y los dedos y se le alzaban deseos de niño en el corazón. Un fervor ardiente y secreto se le henchía de lágrimas por dentro y era una nostalgia de las ciudades llenas de sol y de mujeres, con atardeceres verdes que cierran las heridas. Las lágrimas reventaron. Crecía en él un gran lago de soledad y de silencio por encima del que corría el canto triste de su liberación".

"—Créeme, no existen grandes padecimientos, ni grandes arrepentimientos, ni grandes recuerdos. Todo se olvida, incluso los grandes amores. Eso es lo triste y al mismo tiempo lo exaltante de la vida. Sólo existe cierta forma de ver las cosas y aparece de vez en cuando. Por eso es bueno haber tenido pese a todo un gran amor o una pasión desdichada en la vida. Por lo menos sirven de coartada para esas desesperaciones sin motivo que nos agobian".

"También para él los nuevos comienzos, las partidas, las vidas nuevas conservaban el atractivo. Pero sabía que sólo la imaginación de los perezosos y de los impotentes vinculaba la felicidad a eso. La felicidad implicaba una elección y, en el seno de esa elección, una voluntad organizada y lúcida".

"—No se vive feliz más o menos tiempo. Se es feliz. Y punto. Y la muerte no impide nada; como mucho es un accidente de la felicidad".

"—Siéntate —dijo Mersault—. Puedes quedarte.
—No hables, que te cansas —dijo Lucienne.
Llegó Bernard, le puso unas inyecciones y se fue. Grandes nubes rojas pasaban despacio por el cielo.
—Cuando era pequeño —dijo Mersault trabajosamente, hundido en la almohada y con los ojos clavados en el cielo—, mi madre me decía que eran las almas de los muertos, que subían al paraíso. A mí me maravillaba tener un alma roja. Ahora sé que casi siempre son promesa de viento. Pero es igual de maravilloso".






Albert Camus

domingo, 25 de septiembre de 2022

Citas: Diarios - Alejandra Pizarnik

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 "El nuevo día es torneado e insulso día sin soplo ni dicha es un sábado verde molido en la nada es un sábado deshecho en la vertiente del vacío".

"¡Caer! ¡Estoy cayendo! Mientras me río, no sé por qué, me siento impura. Cuando lloro, no sé por qué, me siento yo y me purifico. ¡Cómo sufro! Mi alma es un trozo amorfo, blanquecino y lloroso…
¡Me rebelo! Contemplo mi habitación y me rebelo y tengo miedo. ¡Miedo de mí!
¡Miedo de mí! Me hablo suavemente. Siento que la vida (¡mi vida, óyelo, mi vida!) se va".

"Un calor longitudinal y fatigoso mece mi cuerpo sepulto en los edredones voluminosos. El sueño cae misteriosamente a mi cuerpo y lo toma suavemente. Acá, entre el cansancio y el humo, entre el Miedo y las ansias inmortales, me digo: he de escribir o morir. He de llenar cuadernillos o morir".

"8 y 1/2 h. Mi cuerpo no quiere levantarse, sino seguir durmiendo. Entreabro los ojos, aspirando los objetos de la habitación. Los cierro de nuevo, suspirando. ¡Cuántas cosas pierdo! ¡Cuántas sensaciones, vivencias, aprendizajes! ¡Todo por morir un poco más! ¡Todo por vivir menos, en ésta, mi dolorosa e irreal realidad!".

"Nada. Con sumo ingenio, sus resortes angustiosos se entretenían en escribir sobre la superficie de su alma. Escribían NADA, con grandes caracteres luminosos, NADA imborrable y dolorosa, NADA desde lo más profundo de su alma. ¡NADA! Siguió pensando en la muerte. La tinta de la pluma languidecía, por lo que ella dijo: «¡Maldita lapicera!». Y rompió a llorar".

"Soy un signo de interrogación rodeado de ojos y de fuego. Mi base es un cenizero. Mi cabeza es humo que asciende en ondas grisazuladas".

"Pensar en la novela, o en las cartas a Andrea. Convencerse de la importancia secundaria del argumento. Lo esencial son los trozos de caracteres. Tiemblo por mi subjetividad. Desconfío de mi constancia. ¿Cómo podría lograr llegar hasta el fin?
Pienso que actualmente todo argumento sería autobiográfico. No tengo el menor deseo de crear seres felices, ni países que no he visto ni situaciones en que no intervine. Tal es mi egoísmo o lo que sea. Cierro los párpados y recorro mi vida.
Sonrío. ¿Se la puede llamar intensa? Creo que sí. Inconscientemente intensa. Cada día lo siento más. Cada minuto tomo más conciencia de mí y mi sonrisa se amarga. Me siento agotada".

"Pero pienso que hay que escribir cuando se tiene qué decir. ¿Qué diría yo? ¡Mis angustias! ¡Mis anhelos! ¡Mis invisibilidades!".

"27 de junio

Ningún libro puede ya sostenerme. Dostoievski me aburre. Nietzsche me deja insensible. Siento un caos. No sé por dónde empezar.
El vacío. Apollinaire aconsejaba para vencer el vacío escribir una palabra luego otra y otra hasta que se llene".

"Me siento como un bicho de laboratorio. Como si estarían probando los efectos que produce el vacío, la nada. Una dice que no se aburre nunca estando sola. Sí, es cierto. Pero con libros, música y humo. Ahora no tengo fuerzas ni ganas de leer, fumar o escuchar música. Y eso me desespera. Es como si hubiese perdido la facultad de gozar.
Nada me conmueve. Mis párpados se cierran. ¡Dormir!".

"¡Siento que mi lugar no está acá! (ni en ninguna parte quisiera decir)".

"No sé escribir. Quiero escribir una novela, pero siento que me falta el instrumento necesario: conocimiento del idioma. Creo que editarla sería lo de menos. Me considero predestinada a encontrar siempre un editor. ¡No en vano una vive en pose! Ironías aparte, ¡mi problema esencial es escribir, escribir y escribir!".

"Tocar a la muerte tan de cerca que una no desee entonces más que vivir".

"Ciertos seres son mis camaradas de llanto: Hamlet, Blanche Dubois, Vallejo, Palinuro, Baudelaire. Si no sabría de sus existencias, moriría tecleando en la Underwood de algún cajón comercial. Con ellos, el humo de mi cigarrillo consume las mejores horas.
Ya lo decía Emerson: El mundo no es nada; el hombre es todo. Pero Emerson no me llega. Es frígido. Cobarde".

"Escribir y escribir. Siento un placer casi morboso al escribir estas sensaciones. Por nada del mundo quisiera estar en otra parte ni en otro ser".

"Siento la angustia más pura que nunca. Es algo que no tiene causa. Algo que se remonta a… no sé".

"Planes. Fines. Modelos. Disciplina. Aprendizaje.
¿Qué será del cuerpo de mi querida amiga Emilia muerta hace tres años? Su abuela lloraba y clavaba las viejas uñas en la dulce madera del ataúd (me pregunto en qué estaría pensando el obrero que le dio lustre):
—¿Por qué no me habrá llevado Dios a mí en tu lugar? ¿A mí que soy tan vieja? ¡Emilia! ¡Y hoy cumplías 15 años! ¡Emilia! ¡Mira tu blanco delantal escolar bordado con tus iniciales! ¡Y la bicicleta que se herrumbra sola en ese rincón! ¡Y tu perrita Loli que busca tus manos! ¡Emilia! ¿Por qué no me habrá llamado Dios a mí en tu lugar?…
¿Por qué?, me pregunté mirando con disgusto ese rostro mojado tan feo y viejo.
¿Qué será de ti, querida Emilia? Recuerdo tus ojos verdes. (Pero también tu negro rostro muerto)".

"Cierro mis ojos a todas las negaciones. ¡Yo he venido al mundo para realizarme!
Planes. Disciplina. Aprendizaje. No olvidarse de ir a buscar los zapatos. Comprarse un libro. ¡Yo he venido al mundo para realizarme!".

"Tinieblas. Incertidumbre. Agonía. Angustia de vivir. Humo. Humo. Sobreponerse.
Suponer que la vida es un obsequio, un paseo, un viaje. Cualquier cosa. ¡No puede ser tan malo! Sólo sé que a la vez que me duele la vida no soporto la idea de morir.
Seguridad. No quiero plazos. No soporto no sentirme. No soporto no ser más".

"¡Si una podría ser su propio espejo una vez siquiera! Yo reflejándome en mí a la inversa (mí reflejado en yo). Es decir que en vez de mirarme en mi espejo quiero que mi espejo se mire en mí". 

"3 de julio

Poder despegarse de las pasiones para dedicarse al Arte".

"Senderos. Caminos. Huidas.
Camino. Pasa la vida. Con una voz grave y mil poemas revoloteando sobre los hombros. Con un rostro no vivido y arrugas invisibles. Con la maleta entreabierta llena de desapariciones. Con la raíz putrefacta de incertidumbre. Buscando un carro para descargarse de tanta desilusión. Con voz grave decir: Pasa la vida".

"De pronto algo hizo sombra. Fue como en el cine, cuando un espectador rezagado se acerca y su imagen nos obstruye momentáneamente la visión. Sí. Era Raúl que me saludaba desde la acera. Maquinalmente mi mano le hizo un gesto y mis labios recordaron una sonrisa. Debo decir que reconocí que era Raúl al mismo tiempo que lo saludaba… Repito lo de extraño: ¿cómo es posible haberlo visto si yo no miraba? ¡Si mi mente estaba tan lejos…!".

"5 de julio

Pensando sobre la obra literaria.
Lo mejor que se me ocurre es una especie de diario dirigido a (supongamos, Andrea). Es decir, no serían cartas ni un diario común. Podría estar dividido en dos o tres partes. Una dedicada al amor, la otra a la angustia, la tercera a mon dieu!, acá ya sería cuestión de resolverse, de elegir: o captar al mundo o rechazarlo.
¡No! No podré realizarlo debido a mi heart with two faces (hoy lo acepto, mañana lo rechazo). Sería cuestión de escribirlo todo en una noche. ¡Imposible! (Seguiremos haciendo poemas)".

"Repito que yo no pedí nacer.
Heme acá cansada, triste, deshecha, angustiada, sorbiendo café y fumando en la mesita ¿ de un café que ni sé cómo se llama. El «mozo» es tan amable conmigo que me provoca ¿ deseos de llorar. Todo, en fin, es tan doloroso, suave y ausente como la espera, como ¿ este día tan frío, tan finamente cruel, tan cargado de flores muertas. ¡No! ¿Por qué ¿ hablaba de flores? Humo de «bus», cielo sin cielo, risas trágicas. Humo, negocios,
¿ sucio dinero. Clima de Angst. Humo. Imagino el campo con dificultades mediante un campo de Van Gogh.".

"¡Todo está tan lejos! La ciudad. El viaje. La conversación insípida. El estudio. El lecho. ¡Dios mío! Me suicidaría para no sentir más. Pero no. ¡Imposible muerte más profunda que ésta! Me siento como Roquentin, como Connolly, como…, ¿por qué no decir como Alejandra? ¡No! Alejandra es muy peligrosa. Es capaz de ser feliz dentro de un segundo solo con que venga el mozo y le encienda sonriente el cigarrillo.
¡Alejandra! ¡Alejandra! ¡Piedad por tu espíritu! ¡Alejandra! ¿Qué será de ti, sola en esta muerte espasmódica? ¿En esta lugubridad humeante? ¡En este fuego sin alumbrar! ¡Alejandra! Piensa en tu alma".

"La miopía exalta la individualidad. Verme a mí perfectamente y a los otros como pobres seres borrosos".

"Una amiga mía permanece una hora frente a la imagen de Kafka. (La veo absorta, angustiada por llegar a lo más profundo. Creo percibir la emoción, la sensación terrible, patética y maravillosa que debe sentir frente a esos ojos acorralados, a esa frente cortada por la forma del cabello (peinado de presidiario, es decir, de empleado bancario). Por la mirada de uñas clavadas en las palmas para no gritar más que por la pluma. Por las mandíbulas embalsamadas por tanta opresión. En fin, por todo Kafka.)
Mi amiga se da vuelta y con voz que me suena a mi pájaro herido me dice entusiasta con expresión de esas girls que contratan para aplaudir a Frank Sinatra: ¡Qué buen mozo es este Kafka! ¿Qué hacía?
Te contestaré, querida amiga, con unas palabras que me dijo César el otro día:

El dolor nos agarra, hermanos hombres,
por detrás, de perfil,
y nos aloca en los cinemas,
nos clava en los gramófonos,
nos desclava en los lechos, cae perpendicularmente
a nuestros boletos, a nuestras cartas;
y es muy grave sufrir, puede uno orar…
Pues de resultas del dolor, hay algunos
que nacen, otros crecen, otros mueren,
y otros que nacen y no mueren, y otros
que sin haber nacido, mueren y otros…

Bueno, Kafka murió, creció, nació y no murió. (Son los menos)".

"Buenos Aires es como un costurero de una modista que trabaja en su profesión de hace unos treinta años. Cada vez que desea hallar el hilo dorado, se lastima irremediablemente con infinidad de alfileres de cuya existencia no se percató".

"Extraño fenómeno: estar fatigada para leer y no para escribir".

"6 de julio

Hay estados que nunca hubiésemos soñado siquiera. El de ahora, por ejemplo. Es un estado de espera vacía. De angustia desprendida. De sutil melancolía árida. Un estado que no sirve para producir o gozar Belleza. Ni para bendecir sentido alguno ni para nada. Es algo ineficaz y resignado que no piensa en la muerte pero tampoco en la vida. Que le da lo mismo las apariciones alternadas del sol que los huesos helados. Me imagino que éste es el estado en que los hombres hacen las grandes capitulaciones". 

"La televisión es un estupefaciente inofensivo para burgueses introvertidos".

"Estudiar. Libros. Muchas hojas y dos tapas. ¡Y por ellos he de estrujar mi vida! Sí. Por ellos. Los amo y los deseo más que cualquier otra cosa. Pero… ¿y vivir? ¡Vivir! ¡Qué sabes tú de vivir! ¡Enciérrate un día en tu cuarto y permanece mirando el techo únicamente y después me responderás! ¡Vivir! Encuentros relativamente fortuitos, conocimiento íntegro de todos los miembros del Sindicato de Mozos de Cafés de Florida y Viamonte, mirada como una ráfaga sobre las obras maestras, angustias de toda índole (desde la carencia de cigarrillos hasta la pura angustia existencial), y… ¡qué sé yo! ¡Hay cien, millares de instantes! Todo resbala. Siento a mi ave de goma como si tratara de volar dentro de una esfera húmeda y viscosa. No está muerta. ¡No! ¡Nada de eso! ¡Ocurre que no puede fijarse, no sabe por dónde empezar!
Silencio de fuego helado. Las 20 h. Percibo ruidos: autos, motor del refrigerador (me gustaría llorar para oír el hervor de mis lágrimas cayendo en la estufa), una radio que alguien ordenó torturarme pues está escupiendo un tango. (Música porteña, ¡qué azco !) Intervienen también los estertores de mi respiración que me dicen:
¡Alejandra, existes! Yo les agradezco con amabilidad, pues de otra forma no me hubiese percatado de algo tan importante. (¡Es que soy distraída!) Sí. Luego… ¡ah! Unos vecinos hablan. También contemplo cómo asciende el humo de mi cigarrillo. (No me cansaré jamás de admirarlo.) Después puedo decir que la radio calló, los autos también, los vecinos entraron a sus casas pues tienen frío, mi sonora respiración continúa, el humo sube y… ¿y?… ¿y?… ¿y?
¿Y tú, Alejandra?
Bien, merci".


"M. Proust
«Y lo más doloroso de todo es que el artesano que trabajaba inconsciente, voluntario, implacable y paciente, la pena, esa era yo mismo.»
«… Porque tanto la pena como el deseo, lo que quieren no es analizarse, sino satisfacerse.»
¡Sonreír, Alejandra! ¡¡Sonreír!!".

"19 de julio

Buscamos siempre el absoluto y no encontramos sino cosas.

NOVALIS

¿Qué es lo que importa en una acción, su fondo o su forma?

Alejandra: tienes cuarenta días de angustia inconfesable. Cuarenta días de soledad ahogada, sin probabilidades de confesarla. Sin un rostro amado a quien quejarse de la desgracia que se prende a tu destino. Alejandra: ese rostro amado es uno solo y se ha ido. Es como si te hubiesen arrancado todo. Es como si te hundiesen en la fría suma de los días para que en ellos te aturdas tratando de olvidar su ausencia. Alejandra: has de luchar terriblemente. Has de luchar tú y este cuadernillo. Han de luchar ambos, pues los ojos del amado rostro dicen que quizás no esté todo perdido. ¡Quizás haya aún algo por salvar! ¿Qué?, preguntas. ¡Tu alma, Alejandra, tu alma! ".

"Tremendos anhelos. Sólo se me ocurre decir ¡te amo!, ¡te deseo!
Ni una imagen poética acierta a pasar por mi mente. Sonrío. ¿Hay más poesía en algún lado que en el rostro del ser amado?".

"17:30 h. Sola en mi habitación. Acostada en la camita-biblioteca, fumando y prometiendo ser cada día mejor para que mi amor se enorgullezca de mí. Supongo que esto debe ser lo «positivo» de esta cruel y exquisita ligazón.

¡Deseo vivir!".

"20 de julio

El vidrio de la ventana está empapado por millares de gotas de agua que se abrazan camouflageando el paisaje. Simulan una cruel niebla. En este húmedo y espeso tejido descubro tres rayas despejadas por las que miro el cielo (ausente y blanquecino).
No tengo ni idea del argumento de la novela. Sólo se me ocurre decir que «la vida es una miseria». Alguien podría decir que tal vez sólo «mi vida es una miseria», pero da lo mismo…".

"Acerca de la amistad y de mi posición: la sensación de mi soledad es tan enorme que cuando mi relación con un ser se acerca a la amistad, huyo despavorida pues me parece estar quebrantando algún designio supremo. ¿O será que realmente deseo estar sola? ¿Entonces por qué gimo? ¿Creo en el destino? ¿Creo en el amor? ¿Creo en mi espíritu?".

"Diecinueve años. He pasado ya por muchas etapas. Sí. Porque son etapas a pesar de la desconfianza que me inspira este término tan publicitario. Pero, al final, descubro que la última (la actual) no es en modo alguno suma de las anteriores. No. Son todas distintas. Y a medida que pasan van cayendo en un pozo oscuro, del que brotan a veces algunos recuerdos felices o no. Esto es lo que me angustia. El olvido. El tiempo. Que cada esfuerzo actual sea un recuerdo futuro tratado arbitrariamente según la contextura anímica que he de tener y que ahora desconozco".

"Tomo consciencia de algunos aspectos de mi ser: no me gustan las diversiones. O quizás no me gusta lo que el común de la gente llama diversión. Soy un ser triste vestido por error de euforia. Soy un ser amargado que goza ante cualquier nimiedad que haga olvidar la amargura. A no ser por mi disfraz (que espero quemar pronto), tengo todo lo estrictamente necesario para desagradar a la mayoría de los hombres y mujeres".

"19:10: El celador pasa lista. Digo ¡presente! Es decir, ¡existo, vivo, soy! ¿Qué eres? Un nombre. ¡Hasta tengo número! (¡Alejandra!)".

"21 de julio

Despertar. Murmullo de pájaros. La ventana transmite una luminosidad tensa. Los pájaros continúan. Los siento enjaulados, por lo que me resulta desagradable su canto.

Observo cada cosa retocándola sutilmente".

"Conversaciones con mi madre. Hallo buena voluntad. Le muestro las reproducciones de Gauguin y Van Gogh. Le gustan. Sonríe ante los pechos descubiertos de las tahitianas. Acepta al arte y a los artistas, pero siempre que se den en otro planeta. Es decir, que no admite la posibilidad de mi realización literaria. ¡No! Son caprichos, vuelcos juveniles que ya pasarán cuando la experiencia nos traiga la expresión serena. Observa ingenuamente que yo tendría que pensar más profundamente (¡Madre! ¡Diste justo!). Le explico que aún no es posible. No acepta mis explicaciones. «No hay médico capaz de ayudarte, si no comienzas tú primero.» (¡Madre! ¡Imposible!)".

"Pienso en el ser ausente. Bruma. Niebla. Sensación de sus manos en mi alma. Es como si la sostendrían. Deseos de escribir su nombre en cada espacio luminoso. De besar su recuerdo".

"Los planes se desarrollan lentamente. Inquietud al ver avanzar las agujas del reloj.
Parecen decir: ¡Ya no hay tiempo para nada".

"22 de julio

La vida es una especie de complot…"

"Domingo 24

Abro mis brazos haciendo una reverencia al vacío. Libros… aj. ¡qué azco!
Escribir (eso, para los locos).
Mi madre quiere enviarme por un año a Israel (su intuición siempre al día: a los 12 años fui sionista). Así, volveré seria y renovada. ¡Madre, y el psicoanálisis!
¡Maldito! ¡Todo me llega fuera de hora! Estoy segura que dentro de diez o quince años, mi madre va a querer que me psicoanalice 7 veces por semana. Pero ¡creo que ya voy a estar muerta!".

"¡Esto no puede seguir así!
¡Dejaré a L. y seguiré sublimando! Pero… ¡me duele tanto todo! ¡Y lo peor es esta sensación de vacío! Sí. Supongamos que lo dejo. Bueno, entonces estudio. Quizás escriba. ¿Y…? ¿Y? ¿Y? ¿Y? ¿Y qué, si estudio o escribo? ¿En qué se diferencia de estar con L. o embriagarse? ¡Dios mío, no puedo más!
¡Lo dejaré! Sí. Él está arruinado. Cuando lo conocí pensé transformarlo. Pensé que junto a mí y mi obsesión por adquirir conocimientos iba a cambiar, a seguir estudiando  Filosofía, ¡a pintar! Pero no…, no sólo no se entusiasmó sino que ¡el cambio lo sufrí yo! Pero ¡no puedo culparlo!
¡Quizás él es sólo una excusa para dejar de hacer algo que tal vez jamás amé! No sé, pero yo quisiera otra cosa para mí. Aun en estos momentos en que me siento tan animal, tan frívola, siento firmemente que deseo estudiar, escribir, curarme, viajar y no casarme nunca. (Quiero agregar que deseo alguna experiencia sexual, with women.)
Entonces… ¡ni palabra!
¿Y ÉL? ¡¡Lo adoro!!
¿Y L.? Lo deseo.
¿Y tú? ¡¡Al diablo!!

¡¡Tengo miedo miedo miedo!!".

"Lunes 25

Cruel despertar a las 11 h.
No veo sol. Ni cielo. Ni nada.
Encerrada en la torrecilla voluptuosa.
No hago nada".

"Tinta. Mi único consuelo. Así se sigue, Alejandra. Así se sigue. La estufa hace ruido.
Un perro ladra. «Nunca se sabe de dónde vienen los ruidos» (Proust). Así se sigue. A la deriva. Estrellarse. ¡Bah! ¡No hay qué estrellar! Pongo la pluma en el papel. (Te presento a una joven poetisa: F. A. P.) Ya pertenezco a mi tiempo, vive le père UBU!
………………
Puntos. Para indicar que miro el vacío".

"30 de julio

La humedad se atora junto al vidrio. Se deshace en gajos semitransparentes por los que transita la reminiscencia del rocío nocturno. Oigo el primer ruido del día que ennegrece levemente mi blanca pared auditiva. Lo siguen otros y otros. La efervescencia del colorido es ya innegable. Como otrora junto al pasadizo del puente soñado. Junto al meditabundo cartel esmaltado de pájaros inmensos. ¡Oh, amo los pájaros! ¡Amo las aves! Hasta la más oscura, esa que perfora las crines de los árboles; que vierte sobre las hojas el llover de su canto sin instancias. Las aves vuelan sobre el planeta de mi ventana. Frente el mundillo perfumado de angustias donde las observo.
Junto al observatorio deformado en que intercalo las mágicas visiones fugitivas quebrando unos segundos el fluir de la niebla maldita".


"Domingo, 31/ 2 o 3 de la madrugada

¡¡¡¡¡¡Se fue L.!!!!!!
¡Sí! ¡¡¡¡¡Se fue L.!!!!!

«dije todo, ansia, casi, por no llorar·»

Hace diez minutos (o menos) que L. se fue para siempre. Aún siento en mi rostro el sabor de las lágrimas derramadas en su hombro. Lloré ante la certidumbre de mi incapacidad afectiva. Lloré porque se fue el ser con el que pensaba unirme y constituir una pareja como tantas otras. Lloré porque jamás conoceré el encanto de la comunicación plena. Lloré porque la llave que abrió la puerta indicó un claustro (¡el anhelado encierro junto a los libros! ¡La soledad infinita!). ¡Sí! Lloré porque terminó la farsa. ¡Abajo las máscaras! Éste es tu lugar, Alejandra, y jamás saldrás de aquí. Éste es tu lugar, junto a Rimbaud y Nerval. ¡Junto a Vallejo! Junto a los adorados seres inexistentes que jamás te desilusionarán y a los que nunca cansarás con tus andares de neurótica mundana. Heme acá. Las cuatro paredes rodean mi alma. Hemos llegado al final de un experimento necesario y fracasado. Acá. Sí. Con la pluma y el llanto que nutre conmovedor la savia de mi escritura. ¡Sola! ¡Gritaré aterrada mi soledad! Gimo.
Lloro. ¡Tengo tanto miedo!
Cierro los ojos. Era necesario. ¡Quiero escribir! ¿Qué? Aún no sé… Necesito ordenar mis ideas. Lavar mi frivolidad, pues aún quedan restos. Por más tenaz que sea cada poema en asegurarme que no escribo bien, que no tengo condiciones para ello, persisto. Persisto pues es lo último que me queda. Persisto pues si no escribo, soy un ser reventado. Escribo por exigencia vital. ¡Sola! ¡Sola! Ya no me ilusionaré más en materia amorosa. La desecho de mis espacios. «El temor a la soledad es mas fuerte que el temor a la servidumbre»… ¡¡Por ti, Connolly!! Por ti, ave de amplias alas que friegas los ojos reanimados por la esperanza. ¡Sola! ¡Por siempre sola! Conscientemente sola. Yo elijo la soledad y no por rechazo del Otro. Yo, Alejandra, hoy 31 de julio elijo la soledad. («Lo hago por necesidad vital. Me pesa el cadáver pequeñito.»)
FIN".

"10 h. Despierto. Me siento débil y temerosa. Es como si hubiese llorado por la soledad del ser en general. Como si me hubiese achacado la responsabilidad de la soledad del hombre. Recuerdo que en la oscuridad de mi lecho lacrimoso una voz me decía:
«¡Basta! ¡Ya has llorado demasiado! ¡Llora únicamente por ti! ¡Sólo tú existes! ¡Sólo tú existes para tu llanto!». Luego comencé a sentir terribles náuseas y dolores. Quería soñar, fantasear, imaginarme otro escenario que el de mi cama deprimente. No pude.
Estaba desesperada. Estoy desesperada".

"Sumario 24 h.
9:45: Me despierto triste, relajada.
10: Leo a Proust.
11: Entra mi madre para comunicarme que la madre de Juan Arón ha muerto. (¿Por qué las madres de mis amigos o novios están muertas, mueren o son enfermas? Ej.: mi primer novio, Raúl, cuya madre estaba enferma. Pedro, su madre murió. Luis, enferma de arteriosclerosis. J. A., murió)".

"3 de agosto

Despierto angustiada después de una noche llena de sueños desagradables y fantasías voluptuosas. Todo esto me indica hasta qué punto no acepto enfrentar la realidad del «medio». Sólo me consuela pensar en el material literario que puedo obtener de estas veleidades de mi cerebro. Pero también está la sensación de pérdida de energía de la imaginación.
La tensión se atenúa. Recuerdo ese párrafo de Demian: «tiene usted que tener sueños y deseos amorosos. Y quizá le asustan a usted. ¡No los tema! ¡Son su mejor patrimonio, créame! Yo he perdido mucho por haberme empeñado en yugular tales sueños, cuando tenía su edad. No se debe hacer tal cosa. No debemos temer ni creer ilícito nada de lo que nuestra alma desea en nosotros».
«Et nous allons voir le decervelage»".

"4 de agosto

Auténticas esperanzas humanas renacen en mí. ¡Escribir, amar, conocer gente maravillosa!".

"Me estoy riendo. ¡Qué bueno! ¡Claro! Soy una mujer joven, interesante y atractiva; por lo tanto, no me es difícil relacionarme con los seres que deseo. Pero ¿qué puedo ofrecer (literalmente) a esos seres grandiosos que conozco? Supongamos que me enclaustro y escribo algo ¡en fin! grande. ¡Salgo a la calle! y llevo mi obra, pero no el atractivo exterior. ¿Qué ocurre entonces?
Ocurre que tú no tienes la menor vocación, pues de tenerla enviarías a todos alcuerno sin importarte nada". 

"5 de agosto

Despierto cansada y llorosa. Los interrogantes entran por la ventana como el viento, como el sol; pero mi alma no se pregunta nada. Sólo mira y reprueba los torneos mundanos que realiza mi cuerpo. Ella sólo desea paz, y como no se la doy, se limita a callar y esperar. La tristeza llena mi cuerpo. Me siento cansada de tanta melancolía. Mi estado de ánimo trueca los resplandores luminosos de cada objeto en simples entes desteñidos. Nada me señala alegría. Nada estira mis labios en verdadera sonrisa. Mi pelo oculta la frente, grávida de horrendas imágenes. Tristeza que entra por un ojo floreciendo en el otro ojo. Podría decir que no puedo más, que me iré, que acabaré con mi vida. Pero sigo y sigo portando esta angustia exacerbante, repetida y renovada. Mis manos se abren desesperadas. Estoy encerrada en la más funesta congoja. Estoy atormentada por el pesar más negro. Mi sufrimiento surge a cada instante, para mayor verosimilitud".

"Me siento delirar. Me duele mi existencia sin objeto. Yo misma soy un objeto. ¡Qué mundo enfrentar si sola nada soy! ¡Qué mundo explicar si sola nada sé!
Siento el ronco sonido de mi respiración".

"Me duele el pecho y para respirar debo hacer esfuerzos dolorosos. Lejos de sentirme desdichada por esto, me veo como a una heroína romántica. Ya no soy Alejandra; soy Aurelia, Genoveva o Ariadna.
Ahora que la tensión se disuelve, prefiero ser Gérard de Nerval. (Como dice Connolly, «ser Gérard de Nerval, ¡pero sin sus sufrimientos, sin la miseria, sin la locura!»)

El sábado languidece. Estuve leyendo unos poemas de Alfonsina Storni. Me gustan.
Pienso en su muerte y me acongojo. (Dos días antes de morir, preguntó a su amiga Margarita: «M., ¿tú crees en Dios? Sí. ¡¡Pues reza por mí!!».)
Y después salió. ¡Y no vino más! ¡No volvió!
Me desespera no saber pintar. Ni dibujar. Siento que las cosas me gritan rogándome que las reviva en un lienzo blanco. Pero ¡no sé!, ¡no sé!

Entonces mataré a todo el mundo y me iré.

JARRY".

"16:30 h. Estoy sola en el humo del domingo. Si hablo, nadie me responde. Si lloro, no hay mano que aparte mis lágrimas. Pienso en L., en B. y en A. En las hermosas veladas en el cuartito de estos últimos. Sonrío, dueña de mí, pues sé que en mis manos está la voluntad de escapar o no de la soledad: un llamado telefónico o una visita, pero sé que no lo haré. Sé que esto está muy bien.
Cada cual se forja su mundo. Mi mundo es esta habitación. Fuera de ella está lo desconocido, lo indiferente, que no tengo deseos de explorar. Acá es donde siento la limitación. Acá es donde veo lo vano de los esfuerzos humanos. De pronto, me asalta la idea de vivir. Me pregunto si vivo. No sé qué es vivir. Además, al estar acá, respondo a mis necesidades. Necesito de esta soledad llena de libros, de música, de humo y café.
¡Vivir! Supongo que «vivir la vida» significa gozarla. Pues mi goce es este".

"Un compañero de clase me muestra un poema suyo. Lo leo. Es superficial y vulgar. Le pregunto por qué no es más profundo. Me mira y dice que tengo razón. Es un lindo muchacho. Mis compañeras gustan mucho de él. Yo no. Me respeto por ello. Ya pasó el tiempo del entusiasmo ligero. ¿Y L.? ¿Qué te gustaba en L.? ¡Su rostro! ¡Pero estaba lo demás! ¡Y era mucho! ¡Oh, jamás podré gustar de nadie después de no haber podido amar a L.! ¡Cómo lo deseo! ¡Cómo lo extraño! Era lo máximo que podía exigir de un hombre en cuanto a cualidades.
Y su rostro de estudiante francés torturado. ¡Y su pelo! Dios mío ¿por qué? Pienso que L. me amaba y me siento enloquecer de dolor. Ya perdí todo. Ya no tengo nada". 

"En la librería Letras, un hombre (corredor de libros) mostraba un bellísimo misal romano. El canto estaba pintado con oro rojizo. Era maravilloso. Le dije que «sólo por ese libro me haría católica». Todos rieron, la dueña, generalmente fría, no sabía qué decirme para manifestar su simpatía. Compruebo que en cualquier ambiente, una nota ingeniosa o chispeante sirve más que la erudición seca o las serenas virtudes morales.
Sí. Todo reside en la simpatía (en cuanto a las relaciones sociales). Sin embargo, amo mis ojos lacrimosos y mis labios cerrados. ¡No quiero que desprecien mi angustia! ¡Alejandra!, ¿exiges darle validez universal?".

"¡Al diablo! Siento un libro dentro de mí. Un libro que me atraganta. Un libro que me obstruye la respiración. Y yo no permito que salga. ¡No! Pero ¿por qué?".

"El humo carcomido por la noche. El aire mudo de inexplicable sonrojo. La ceniza árida en su despojo vital".

"Tengo reparos en seguir escribiendo este cuadernillo. El método que utilizo para escribirlo es éste: escribo sin pensar, todo lo que venga de «allá». Lo guardo. Al día siguiente, releo lo escrito y pienso".

"Supero los reparos. Si no fuera por estas líneas, muero asfixiada".

"A pesar del sueño y el malestar, llevo a abrevar la pluma hasta el tintero. En algún lado grita un gallo. El sonido se eleva entre matices rojizos. Me asusto. La aurora imaginaria trae un aroma pesimista".

"Me contemplo severamente. No me hago reproches ni quejas. Sólo contemplo mi ser como si yo sería otra. Mi yo que observa parece un juez serio y honrado mientras que mi yo que actúa (escribe) se siente culpable como un chiquillo travieso que simula confusión y arrepentimiento, pero que sabe que será perdonado".

"Parece que me acabo de quemar las pestañas. Fría, la noche continúa empujando las malignas agujas del reloj. Hurgo en mi mente. Nada. Mis labios siguen invisibles, Tengo que llegar al encontronazo fatal. No me animo a dormirme pues sé que he de hallar algo. Algo vendrá. ¡Un pájaro! La prof. de francés preguntando «qué hay en la mesa de luz». En mi mesa de luz hay: «un vidrio. Bajo ese vidrio hay fotografías de barcos de todos tamaños y colores (barcos que jamás concretarán su realidad); hay estampillas valiosas; hay fotografías de seres que admiro». Mis párpados elevan un ruego. Sigo llorosa en mi búsqueda. Estoy muy cansada. He de dejar, pues".

"Miércoles, 10 de agosto

11 h. Me despierta la voz de mi tío diciendo que el Sr. V. ha muerto. Me levanto y encuentro a mis padres desayunando sanamente y comentando el suceso. Lo peor es que el tema carece de continuidad y las opiniones sobre la maldad de la muerte se mezclan a cierto asunto comercial de mi padre. Llego y me comunican la noticia. No contesto.
Siento deseos de decirles que dejen de comer, que lloren, que «eso» nos espera a todos.
Mi padre se levanta y quedo con mi madre. Me dice que no hay que pensar en la muerte, pues una se vuelve pesimista, que la vida es bella (parece [palabra ilegible]). Le contesto diciendo que salga a la calle y que si encuentra alegría y belleza que me avise, así no voy a pensar en la muerte. Se escandaliza. ¡A mi edad pensar en «eso»!
Contemplo el humo del cigarrillo. Se consume. Toso terriblemente. Me duele el pecho y respiro mal. ¡Maldito señor V.!".

"Contemplo el reloj. 11:15 h. Aún sigo acostada. Antes me angustiaba perder tanto tiempo durmiendo. He dormido 9 h. Ya no me angustio. He perdido el fin. He perdido el para qué. Es cierto. No sé el motivo de vivir dos o tres horas más por día. Si el sueño es lo único que arranca de la angustia. Pienso en la muerte. ¡No! ¡No puedo pensar legítimamente en ella! ¡Quiero que ÉL vuelva para Alejandra! ¿Acaso cuando ÉL está no te angustias tanto o más que ahora? Sí. Pero es distinto. Aparece su rostro. Tengo frío. Es el único que puede ayudarme. Lo adoro. Miro los libros. Ansío que caigan en mi pozo cerebral. ¿Para qué tanta lectura? ¡Si después nada queda!".

"16 h. Enmudecida. Las sombras presentan similitud con una radiografía borrosa. Las sombras que despiertan al contacto de mi pluma. Mi espíritu permanece aletargado.
Cierro los ojos y lo imagino blanco, viscoso. Como un repelente órgano humano dentro de un frasco de formol, expuesto en una vitrina.

Renuncio a la coherencia. Soy un ser esencialmente inconsciente".

"Estoy tan tranquila que me alarmo. Escribo sin verdadera necesidad. Ahorro las palabras. Estoy sentada mirando fijamente el papel".

"Todas las noches viene al café un muchacho llamado Morel, muy culto y extraño. Es muy psicólogo. Cuando R. y yo lo saludamos despidiéndonos, nos sonrió y en tono afeminado y confidencial dijo: «¡¿Así que se van juntas?!» R. no se dio cuenta que esa frase era para nosotras. Pensó que lo decía al vernos salir acompañadas.
Quizás él quiso decir que nos «vamos juntas» a pecar por ahí. Pero no creo que sea un equívoco de mi mente enferma. No importa. ¡Sea! (Pero ¡cómo duele!)".

"11 de agosto

Despierto a las 10:30. Estoy en un pantano. Mundo de ensueños. Enferma. Cansada.
Ya nada me interesa. Quiero seguir durmiendo. Contemplo mis ojos irritados. Mi rostro tan pálido. No puedo escribir. Es el fin".

"Bar Florida, 22 de agosto, 14 h

Lunes pasado y presente vertido en la taza de un café bebido en el bar Florida. La mirada del OTRO que está frente a mí impide el saludable esparcimiento de mi   incoherencia. La taza de café brilla por el sol que se introduce mezclado a la luz artificial de los tubos fluorescentes. Mi almita gime contra el sol, enemigo de la angustia auténtica. El sol, como buen canalla que es, haciendo dorar los objetos, impidiéndome darles el color que a mí se me ocurra. Sí. El sol nos engaña a todos. El sol es una vil ilusión de felicidad. Lo odio más que nunca".

"Es muy tarde. Estoy excitada. Deseo un cuerpo junto al mío. ¡Cualquiera! Cualquier sexo, cualquier edad. ¡Eso es lo de menos! Basta un cuerpo a quien tocar y que me toque. ¡Mi sangre galopa! ¡Ah! Deseo fervientemente. Me disuelvo en deseos eróticos.
Nada de amor. No. Nada de eso. ¡Sí! Lo que yo quisiera es vivir mi vida diurna entre libros y papeles y pasar las noches junto a un cuerpo. Ése es mi ideal. ¿Es lascivo? ¿Es lujurioso? ¿Es estúpido? ¿Es imposible? ¡¡¡Es mío!!! Y con eso basta. Pero ¿dónde conseguir ese ser? Tendría que ser alguien como yo, que desee lo mismo que yo. ¡No existe! ¡Sé que no existe! Mi locura es única. ¡Mi originalidad! ¡Mi extremismo! ¿Qué será de mí? ¡No lo sé! ¡Sólo sé que no puedo más! ¡Que me muero de impotencia!".

"Mi sexo gime. Lo mando al diablo. Insiste. Insiste. ¡Qué molesto es! ¡Cómo lo odio! Sexo. Todo cae ante él. Fumo para ver si se calma. Produce un alegre cosquilleo que recorre mi cuerpo. Dan deseos de tocarlo, de mirarlo, de ver de dónde sale ese latir tan independiente de mi querer. ¡Es tan dueño de sí! Cruzo las piernas. Se calma un tanto. Sexo. El eterno sexo. Digo que lo odio, pero algo lo quiero ya que lo mimo tanto. ¡Al diablo! Hablo de él como si sería algo verdaderamente independiente de mí.
Vuelve a aletear. Es muy tarde y la angustia asciende de nuevo. Pienso en ÉL y lo deseo.
Pero no como antes. Creo que jamás desearé apasionadamente a hombre alguno.
Quisiera ser hombre para tener muchos bolsillos. Hasta podría tener siempre un libro en un bolsillo. La ropa femenina es muy molesta. ¡Tan ceñida e incómoda! No hay libertad para moverse, para correr, para nada. El hombre más humilde camina y parece el rey del universo. La mujer más ataviada camina y semeja un objeto que se utiliza los domingos. Además hay leyes para la velocidad del paso. Si yo camino lentamente, mirando las esculturas de las viejas casas (cosa que aprendí a mirar) o el cielo o los rostros de los que pasan junto a mí, siento que atento contra algo. Me siguen, me hablan o me miran con asombro y reproche. Sí. La mujer tiene que caminar apurada indicando que su caminar tiene un fin. De lo contrario es una prostituta (hay también un «fin») o una loca o una extravagante. Si ocurre algo, alguna aglomeración o un choque, y me acerco, compruebo que no hay una sola mujer. Hombres. Nada más que hombres.
Me sube la angustia. Siento un espeso vacío y una gran oleada de euforia sexual. Esto me humilla. No quiero sentir deseos. Cada vez son más fuertes. Superan al cansancio".

"Tiene todo lo que Dios puede conceder a un ser humano… y sin embargo, está siempre triste».
Uno de ellos dijo que mi tristeza se manifiesta más en los labios que en los ojos.
El mozo del café me preguntó: «¿Y? ¿Hoy también opina que la vida es mala?». Y se rió bondadosamente. Yo lo miré y sólo se me ocurrió que usa dientes postizos. Me dio un acceso de risa.
Le dije a Arturo: «Usted me hace fama de melancólica». Contestó: «Es porque te quiero mucho». (?)".

"Mi madre me admira. Dice que no quiere que trabaje, que no hay necesidad. Me alegro infinitamente. Me prometen comprar la máquina de escribir. ¿Dónde se ha visto una escritora que no la tenga?".

"Odio lo general, lo lejano, lo mediato. Odio las leyes de la vida, los procesos irremediables, las situaciones resignadas. Recuerdo que un día le dije a Piterbarg que no creo que somos lo que el medio nos ha hecho. Se ofendió terriblemente ante mi «blasfemia». Pensé en mi hermana y yo. Pensé en Rimbaud y Gauguin. Marjorie Grene dice que no basta con explicar que un criminal provenga de la clase baja y miserable, pues de allí han surgido también poetas y pintores".

"Extraño. Siento que algo se me desliza. No estoy muy triste. Pienso pero me pierdo. No siento mucho".

"Converso con una compañera. Tiene 30 años y habla de que «nosotros, los jóvenes, tenemos una vida, etc., etc.». La miro aturdida. ¡30 años! ¡Juventud! Me hace sentir gastada, arruinada".

"Sábado, 27 de agosto

Despierto temprano: 8:30 h. Un sol demasiado amarillo se introduce en mis ojos.
Las desesperanzas siguen caminando por mi sangre. ¡Deseo verlo a ÉL! Me siento relajada y confusa. ¡Son demasiados días de ausencia!".

"Los objetos se sonríen irónicamente. Ellos quedarán. Pensar que esta humilde flor de cerámica no morirá jamás y yo sí. Morir. Yacer inerte sin sentirme. La flor seguirá posando en su atril de aroma extinguido. Morir. No sentirme nunca más. Qué desesperación".

"Viene mi tía. Bromeo preguntándole si comenzó el ayuno que le recomendé. Está eufórica de adhesión a cierto pintor judío. Le explico un cuadro de Picasso. Dice que es muy vieja para cambiar sus gustos. Tiene razón. Mi madre habla de enviarme a Francia.
Mi tía me habla en francés. Recito un poema de Verlaine y canto la Balada de Guitry.
Mi madre está orgullosa de mí, pues amenizo esta reunión familiar. Dice que vale la pena tenerme en casa, pues conmigo nadie se aburre. Entreveo su lucha respecto al famoso asunto del casamiento. Quiere convencerse. Quiere ver si puede convencerse.
Quiere arrancarse las ideas burguesas. Sé que el éxito de su lucha depende de mí. Si estoy agradable, todo va bien. Si no… ¡Oh, soy una masa de contradicciones! Eres un ser humano, Alejandra. Iones negativos y positivos explotan en tu esfera".

"Viernes, 28 de octubre

Una dulce melodía camina por mi conciencia: las frases de algún soplo ardiente entrevisto a la luz de los ojos de otro. Algo se desliza en una forma tan agradable que me siento rodeada por un círculo de luz irisada de tonos muy suaves.
Un destello de esperanza cruza velozmente mi ser. Pero… ¡se va! Lloro gustando sus huellas.
¡Dios! ¡Dios de los cielos negros! ¡Trae a mi amado! [ilegible] los jirones de cansancio que caen de mi ser acostado y escribo para él ¡para él! Pues ¿qué otro podría ser el motivo de mis afanes y lamentos?
Hoy, sábado dormido y pronto a expirar, estoy sola y pienso".

"Lunes, 31 de octubre

El humo vuela afiebrado por los cuatro ángulos de mi cuarto. Se escabulle, arremete contra ellos en una delirante danza que fascina a mis ojos.
Heme acá, sentada y sin gloria, mirando sin ser mirada por ojo movible alguno.
¡Ah! Puedo decir de la mirada de esa mujer gris ahincada en el marco vacío de un gran espacio. La mirada de esa mujer, cuyos ojos, encuadrados por un funesto rectángulo, se reúnen frente a mí para testimoniar una leve sensación de compañía. ¡Ah! ¡Qué triste estoy! Nada alcanza a matizar esta ruda sensación depresiva que tengo.
Me llevo a los libros, a la música, me hablo y me escucho. Pero ¡nada! Me fastidio y me dan ganas de tirarme lejos, muy lejos. ¡Dios! ¡Pensar que hay días en que ni yo puedo soportarme!
Días en que me toco la frente para ver si puedo hallar el maleficio que me tiene poseída. ¡Mi frente! Digo mi frente, pero también puedo decir mis ojos, mi alma, cualquier cosa.
Dan deseos de suicidarse con la mitad del cuerpo para ver el goce de la otra mitad, que desde un balcón estará aplaudiendo eufórica por ese drama gratuito y necesario.
¡Oh! Dan deseos de sacrificar todo, de dejar todo, de abandonar todos los efectos del mundo e irse ¡irse!".

"11 de noviembre

Desesperada… Gira cierta musiquilla que revuelve mi dolor. Pregunto: ¿Para qué escribir? ¿Para ver sonriente cómo mañana seré indiferente al terrible dolor que ahora me embarga?".

"Dos horas después

He terminado de leer el diario de K. M.
Me pregunto una sola cosa: ¿tengo vocación literaria?
Respuesta:
Temo que mis deseos de escribir no sean más que medios para conseguir el fin anhelado éxito, gloria, fe en mí.
También pueden ser excusas, ya que no estudio «en serio», ya que no actúo «en serio», ya que no vivo «en serio»".

"Fui al espejo del patio y me miré. Me peiné en una forma nueva. No me reconocí y me dije: Estás enferma".

"Se me ocurre señalar un plazo para mi suicidio: el 29 de abril de 1958, día en que cumpliré 22 años. Hasta ese día he de escribir; me apuraré a terminar mi… ¿será una novela? ¿Es que puedo yo escribir una novela? ¿Cómo? ¿Con qué? ¡No! ¡No! ¡No! No puedo. Sin embargo, ese día me mataré. ¡Y debo dejar un gran libro! Se lo dedicaré a
ÉL, la sombra de mi vida. (Mientras escribo, se me humedecen los ojos. No sé si lo amo. Pero sólo pienso en él. Los demás son figurillas, fotografías; nadie, fuera de él, se introduce en mi alma)".

"Cuaderno de febrero a marzo de 1956

VERANO

tanto miedo Alejandra
tanto miedo
la nada te espera
la nada
¿por qué temer?
¿por qué?

por más imaginación que tenga
no puedo esbozar la muerte
no puedo pensarme muerta
¿he de tener esperanzas?
¿he de ser eterna?
¿qué es entonces este vacío que me recorre?
¿qué es entonces la nada que camina por mi ser?
Sólo sé que no puedo más

siento envidia del lector aún no nacido
que leerá mis poemas
yo ya no estaré

No comprendo el anhelo de «lo fantástico», ni a la literatura de «misterio». Es que ¿es posible hallar más misterio que en la propia existencia?
¿Qué tienen los viajes que producen tanta alegría? Aun el más breve sugiere algo a modo de renovación, o de muerte".

"¿Qué nos queda para esperar? ¿Para qué luchar? ¿Cuál es el fin? Preguntas, palabras, frases, estamos llenos de definiciones, de conceptos, de ejemplos. Pero la situación de la juventud se detiene en el signo de interrogación. Mis diecinueve años me conceden el derecho de decir algo, de agregar algunas confusas explicaciones a este caos que estamos viviendo".

"Oye, Alejandra, niña triste de la ciudad: acá van tus poemas, esos trozos condensados de tu angustia, que tú has decidido historiar.
Hoy cumples veinte años, y por eso te obsequias tus poemas vestidos de fiesta. Te has maquillado, puesto hermosa, y tus labios apagan veinte llamitas.
Pero la situación real es muy otra. ¡Alejandra! Has vestido de fiesta a tu sangre, a tu angustia. Tú no lo quieres, ¿verdad? Tú deseas escribir silenciosamente, esconderte, no mostrar los poemas a ser humano alguno. 
Hoy es carnaval
y yo tengo diez y nueve años dos amores mil libros y una foto de Picasso
pero hoy se me cae el llanto al vacío
porque pienso en la vida
Yo no sé nada
pero los gritos y risas me hacen daño
no por la sensación de abandono (si quiero llamo a uno de los dos)
Alejandra, preguntáronte «cómo te trata la vida». Tú dijiste: No la conozco.
Alejandra, esta noche rogaremos por nuestros compañeros de angustia: Pascal,
Unamuno, Huidobro y Vallejo".

"Futuro

me dicen
tienes la vida por delante
pero yo miro
y no veo nada".

"Rezo

pequeño poema
no me huyas
no armes abismos
entre mi alma y tú".

"19 de febrero

Ante la amenaza de la impotencia, ella se sentó, tomó la pluma, para escribir…
Nada se compara a la angustia que sobrevive cuando uno se explica su angustia.
Hoy, mientras almorzaba, pensé en suicidarme".

"Tengo todo lo necesario para sufrir, pero me consuelo escribiendo poemas".

"Junio

Me resisto a escribir. Estoy cansada de los Diarios Íntimos, vacuos y frustrados, no consuelan, no ayudan, pero sí evaden, pero sí resuelven falsamente las cotidianas angustias".

"Jueves, 24 de octubre

Los estados de angustia impiden sentir la poesía. Me refiero a la angustia que produce el fracasar en los intentos de comunicación con los otros. Una queda reducida a una espera. No. Espera, no. O tal vez sí. Una espera la llamada de afuera. Sólo es posible vivir si en la casa del corazón hay un buen fuego. Dentro de mi pecho tiene que estar la morada del consuelo, quiero decir, de la certeza. Sólo entonces se vive la poesía, que parece estar reñida con la enajenación.
Tengo miedo de fracasar por culpa de mi angustia.
Es necesario olvidarse de todos".

"Sábado, 26 de octubre

Escribí un poema. No tiene ninguna importancia.
Soy una enorme herida. Es la soledad absoluta. No quiero preguntar por qué".

"Domingo, 27 de octubre

Quiero llegar a ser lo que ya soy".

"Pues esto hacemos: darnos sombra los unos a los otros. No importa que yo no vea el sol. Lo esencial es que tampoco tú lo veas".

"Sábado, 2 de noviembre

Estado vegetal.
Cada mañana despertar, tener que llorar y tomar café. No puedo gozar de la vida.
No encuentro en ella ningún interés. Sólo algunos consuelos. Yo no quiero consuelos.
Ojalá enloquezca o muera pronto. Estoy segura de que pronto va a suceder algo. No es posible continuar así, tan sola, viviendo y llorando. Y en resumen ¿qué quiero? Ah, no sé, no sé. Tal vez no quiera nada. Pero un gran vacío, un bicho que es vacío me muerde. Siento que me duele el corazón. Y no hay solución para mí.
Ahora sé, ahora conozco la soledad de mi infancia. Como si hubiera nacido del aire, como si hubiera quedado huérfana el día de mi nacimiento. Por eso mis padres me son extraños. Y todavía exigen de mí. Ellos, que nada han sido para mí.
Horrenda sensación de fracaso. ¿Qué importa ser vencida?".


"Domingo, 3 de noviembre

Una revolución para calmar mi herida, un terremoto para sustituir su ausencia, el suicidio del sol para mi fervor físico, la locura de la noche para mi sed sagrada, el fin del mundo para contentar a mi angustia preferida.

El Mesías no vendrá sino cuando ya no sea necesario, no vendrá 
sino un día después de su llegada, no vendrá al último día, sino al
final de todo.
KAFKA".

"Estoy perdiendo mis últimos objetos. Se acercan la locura o la muerte o ambas o es lo mismo.
Soy un vacío convulsionado por el dolor. Sufro. Sólo sé que sufro. Sólo sufro. Y nada más. Y nunca más.
Digamos que siempre fue así".

"Jueves, 14 de noviembre

No se puede echar dos veces la misma carta en un buzón.
El ocio no existe. Sólo hay esta cuestión: tener o no tener deseos de vivir… y de morir. Una vez comprendido esto o se quiere más vida o se desea la muerte. Lo curioso resulta cuando el mundo se opone a mi sed de más vida, entonces me voy al otro extremo, a la muerte. Pero tampoco ella me hospeda. ¿La solución? Sí, hay una, hay un arrancarse de raíz todo ímpetu, todo frenesí, hay un disfrazarse de monja a pesar suyo, hay, en suma, un hacer la plancha en las aguas de la vida".

"Jueves, 14 de noviembre

No se puede echar dos veces la misma carta en un buzón.
El ocio no existe. Sólo hay esta cuestión: tener o no tener deseos de vivir… y de morir. Una vez comprendido esto o se quiere más vida o se desea la muerte. Lo curioso resulta cuando el mundo se opone a mi sed de más vida, entonces me voy al otro extremo, a la muerte. Pero tampoco ella me hospeda. ¿La solución? Sí, hay una, hay un arrancarse de raíz todo ímpetu, todo frenesí, hay un disfrazarse de monja a pesar suyo, hay, en suma, un hacer la plancha en las aguas de la vida".

"Comprender, no el «para qué», sino la necesidad del «para qué»".

"Tristeza de ser. Tristeza por haber nacido. Tristeza frente a la dulzura del vivir. Tristeza del viento que raptó muchos niños y que ahora lloran o cantan en el espacio".

"Todas las desdichas de la infancia están levantando levemente los párpados y se desperezan tristemente como monstruosos animalitos que hubieran dormido durante muchos años".

"No es queja, no es protesta, no es preguntar por qué.
Es como golpear las paredes irrisoriamente herméticas de una cueva laberíntica.
Es como un feto batiendo las entrañas de su madre y rogando que lo dejen salir, que se asfixia, que ya no puede más".

"Dentro de mí se ha formado un tribunal que juzga —sin apoyo en ley alguna— mi existencia desde la antigüedad hasta nuestros días".

"Miércoles, 20 de noviembre

Tristeza y candor. Deseos de llorar como un niño recién nacido. Inmensa ternura por mí. Ganas de hacerme pequeña, sentarme en mi mano y cubrirme de besos".

"Lunes, 25 de noviembre

Es necesario deshacerse de todo prejuicio artístico. Hay que interrogar a la propia sensibilidad, sólo a ella. Ahora sé de mis numerosos errores.
He roto muchas poesías. No escribiré hasta que mi sangre no estalle".
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"Lunes, 2 de diciembre

No hay libertad, sólo hay un decirse: quiero ser libre para hacer esto o aquello. Lo extraño es mi caso: me falta el esto y el aquello. ¿Para qué desear entonces la libertad?
Pero… ¿quién la desea?
Pero veamos un poco, ¿vale la pena vivir?
¡No! ¡No! ¡No! Sin embargo, no deja de asombrarme mi persistencia en la vida, si bien sólo yo sé hasta qué extremo lejanísimo ya no estoy en la vida. Y ¿qué es estar en la vida? Es abrir los ojos y encontrar algo que halague mis deseos. Pero yo no tengo deseos, o si los tengo no existe nada posible de satisfacerlos".

"Piensa, Alejandra, teje tus ideas a la luz de la tristeza. Piensa en la carencia, en la mía, en la tuya, en la suya. Piensa, piensa en la carencia.
Curioso es vivir. Raro es vivir. Asombroso es vivir. ¿Y por qué vivir?".

"Domingo

Lo real no tiene por qué satisfacerme. Deseos. Muerte definitiva de cualquier promesa de felicidad.
¿Es posible vivir así? No, no es posible".

"Lunes

La noche insiste en ser un silencio. Yo golpeo a las puertas de la noche.
Nada de autocompasión. Es menester volver al silencio, no al silencio redondo, compacto, sino al silencio relativo".

"Dolor. Dolor de ser. Dolor de amar y de no ser amada. Dolor de la noche acariciándome los cabellos. Dolor del mar. Dolor de que la vida pase sin detenerse en mi puerta. Dolor de hablar y que mis palabras queden adheridas al viento quien las dispersará por parajes inmemoriales. Dolor de ser y de no tener vocación para ser.
Dolor de sobrellevar tanto amor y no poder dejarlo en parte alguna porque nadie quiere recibirlo. Dolor en el cielo y en la tierra. Duele ser, duele vivir, duele llorar o reír, duele castigar y castigarse, [frase tachada] de morir".

"Ya no hay lágrimas. Sólo una profunda vergüenza. Vergüenza de amar. Yo, un ser vencido y nauseabundo. Si por lo menos fuera menos horrible, tal vez algo alentara en mí, algo a modo de esperanza. Nada salvo gesticular y llorar a gritos. Nada salvo desgarrar mi carne enferma de miedo. Nada salvo enterrar mis sentimientos y [frase inconclusa]
Llorar o no. Llorar y pensar que pudo ser, que estaba allí, muy cercano.
Nada es salvo el llanto. El llanto y un gran deseo de hundirme, de desaparecer para siempre".

"¿Posibilidad de vivir? Sí, hay una. Es una hoja en blanco, es despeñarme sobre el papel, es salir fuera de mí misma y viajar en una hoja en blanco".

"Martes, 28 de enero

Respiración como asfixia. Esperanzas como cuchillos. Carencia. Mi vida se llama carencia. Necesaria o no, yo soy. Pero soy una carencia. Tú quisieras reírte del mundo, de un mundo como un equilibrista ebrio que te saluda desde muy arriba. Lo quisieras, tal vez. Pero no puedes negar lo esencial, es decir, que ya has renunciado, que no sólo has perdido, sino que jamás pudiste intentar la victoria porque de antemano te expulsaron del juego. Y ahora que lo sabes ya, puedes enloquecer o morir. Pero también puedes escribir poemas, no porque creas que con ellos te salvarás, sino por salvarlos a ellos, los prisioneros del aire, de tu aire. O aunque sólo fuera para que no digan que viajaste gratis por la vida. ¿Su tributo, mademoiselle Alejandra? Un poema, monsieur, un poema bello como la sonrisa del sol, de ese sol que no brilla para mí. Y esto es todo. También me queda el derecho a la blasfemia y al vicio. Protestar y amenazar. Pero ¡qué diablos! ¿Qué importancia pueden tener mis derechos? ¿Los he pedido? No, yo no
quiero derechos. Quiero un poco de paz".

"Noche

Es como si me hubiera tragado un muerto. Como si me hubiera forrado de cenizas la sangre. Como si la peste se hubiera enamorado de mi destino. Como si la palabra jamás huyera del mundo para venir a buscar amparo en mí. Tal es [frase tachada]".

"Miércoles

No dudo que las estrellas malas devoren a las estrellas buenas, que las flores gordas devoren a las flores flacas, que el desierto de cenizas devore al desierto en llamas. No dudo de nada. Sólo una tregua, sólo una tregua. Y entonces creeré en todo, aun en mí misma.
«Quiero ser lo que ya soy», dijo.
Mi sombra,
mi nombre,
mi carencia.
Todo se reduce
a un sol muerto.
Todo es el mundo
y la soledad
como dos animales muertos
tendidos en el desierto".

"Sábado, 8 de marzo

El amor imposible es tan imposible como yo pensaba. Más aún: es absolutamente imposible. Cuando el cielo baje a la tierra, cuando los tigres reciten a William Blake, cuando 2+2 sean 5, cuando los hombres sean felices, aun entonces el amor imposible persistirá en la imposibilidad. ¿Debo confiar en un encuentro posterior a la vida, en una cita eterna de nuestras almas? Aun cuando creyera en ello, su alma no querrá encontrarse con la mía sino con otra, con otra elegida.
Ahora bien: yo lo olvidaré. Quiero ser libre, aunque me vuelva loca, aunque sufra como nadie, seré libre. Prefiero una libertad árida, empobrecida antes que esta adoración carente de sentido, irreconciliable con la realidad. Cuando uno no quiere amar no ama. Y yo no quiero amar así".

"9 de julio

Dificultad en las relaciones humanas".

"He dicho que estoy vencida: sí, he salido, visto muchachas hermosas. No hay excusa posible. Una mujer tiene que ser hermosa. Y yo soy fea. Esto me duele más de lo que yo creo. Tal vez por eso piense que jamás me amarán. ¿Estoy errada? No".

"El error es creer que los otros piensan y sienten y yo no".

"—Dentro de mí hay un silencio —dije.
—Y también rumores —dijo él sonriéndome con ternura.
Entonces llegas tú, con ojos, con miradas, contemplándome hasta quemar mi edad y mi historia. Me regresas, me trasladas al tiempo sin números, me zambulles en el mar de sangre y cielo. Yo duermo y oficio de contemplada. Mis ojos arrojan fuego verde por los párpados cerrados. Sonrío como un pájaro que muere en medio de su canto. Me deshago en tu mirada: en tus ojos hay la seguridad y el orden, hay la creación, hay la poesía seria como una invocación a la lluvia. Habito tus ojos para guarecerme del frío y del peligro conocido. En tus ojos hay las aventuras que siempre finalizan con manos entrelazadas. Llega a mí.
Entonces la Gran Sombra encarnó y me abrazó.
—Mi niña —dijo—, ¿hace cuánto que me esperas?
Yo lloré y me dejé abrazar.
—¿No sabes hablar? —dijo.
Yo la miré confundida. ¿Cómo se habla a una sombra?
—Tengo miedo —dije—. Tengo tanto miedo.
La Sombra me abrazó más fuerte como si yo fuese una viajera asfixiada. Yo lloré más: sentía piedad por mí, como si yo no fuera yo".

"—¿Querés vivir? —dijo.
—No —dije.
—¿Qué querés? —dijo.
—Nada —dije.
—¿Y para qué vivís? —dijo.
—Yo no vivo —dije".

"Encuentro con R. J. y M. M.
—¿Siempre preocupada por la poesía? —me preguntó R.
—¡Siempre! —dije.
Pero dentro de mí lloraba".

"Conocí a un chico encantador. Esta noche, seguramente, pensará en mí.
Sí. Encontrarse con M. y E. es prueba de mi autodestrucción. Deseo que me torturen. ¿Y por qué me torturan? Porque me tratan con naturalidad, como a un simple ser humano, un poco fastidioso, con cierta bondad, pero al que es preferible ver lo menos posible.
La dulce Alejandra, la hija de puta. Tiene miedo.
Tengo miedo".

"21 de noviembre

Sensación a seguridad de fracaso.
Si un ser humano no quiere vivir, qué hace. No vive, simplemente.
Hay algo que me obliga a suponer que existe un malentendido, que tal vez podría aclararse. Ésta no puedo ser yo, me digo".

"Domingo, 10 de julio

El color de mi pasado es lúgubre: cualquiera sea la edad en que me reveo el fondo es siempre una habitación fea y mal iluminada".

"—Lo que llamas todo es tu espera vacía, tu nada. Ellos tienen poco, pero tienen algo. Tú también debes entrar en la vida de ellos y tratar de conseguir también tú un poco de algo, algo de algo.
—Lo haré. Pero sólo con la voluntad. Nunca con mis deseos".

"Domingo, 1

Dentro de muy poco me suicidaré. Siento claramente que estoy llegando al final.
Veo cerrado. Ni afuera ni adentro. Simplemente no tengo fuerzas y la locura me domina (una histeria atroz: imposibilidad absoluta de quedarme tranquila, quieta)".

"Martes, 3

Si trato de escribir de mí es para conjurarme.
Siento que me acerco al final. No sé si vendrá la locura o la muerte. Hace tiempo que estas palabras se vaciaron para mí.
El pasado me invade. Cae en su maldad más pura; lo que sufrí está aquí.
(Imposibilidad de describir concretamente lo que me atormenta.)
Y debo escribir de mí, debo tratar de hallar palabras para explicar. Tengo miedo.
Sentimiento de lo provisorio. Escribo rápidamente y miro el reloj. Temo no tener tiempo. ¿Cuánto viviré aún? Leo con urgencia, miro y es vertiginoso. Corro. Adónde corro. Hay un cuchillo, algo presto a decapitarme. Nunca sentí más miedo.
El deseo antiguo, vehemente, procaz y precoz de tocar el sexo de mi padre.
El deseo. No. La obsesión por las llaves de la cocina eléctrica: una vez que la cerraba, que yo sabía que la había cerrado, me obligaba a retornar para verificarlo una y otra vez hasta irme llorando de histeria".

"Domingo, 8

No hice más que llorar y pensar en M. Anoche tomé diez pastillas para el insomnio.
Pero no eran pastillas contra M. Nada puede sacarla de mí, como si yo fuese su prisión a pesar mío. Quién me eligió para llevarla dentro, por qué culpa lo merezco. Pienso en ella y lloro. Es la primera vez que lloro después de tantos años. La última vez fue, creo, cuando mi amor por Ostrov, hace dos o tres años".

"¿Quién escribirá sobre el amor? No yo. Oh no. Yo amo".

"22 de febrero

Mi soledad es total, es atroz.
Primera iluminación: no tienes por qué preguntar. Otros más sabios que tú lo hicieron y lo hacen.
Es como si te hubieran invitado. Te mandaron llamar. Naciste.
Qué poco es preciso para devenir un desecho, un manojo de frustraciones".

"[10 (?)] de abril

Problemática del odio. No puedo mirar rostros sin sentir un odio súbito e irreprimible. Lo terrible es que me sucede con todos, sin excepción.
Ahora sé que siempre haré poemas. Y sé —qué extraño— que seré la más grande poeta en lengua castellana. Esto que me digo es locura. Pero también promesa. A otros de ser feliz. Yo quiero la gloria, mejor dicho, la venganza contra los ojos ajenos".

"Viernes, 11 de mayo

Deseos de escriturarme, de hacer letra impresa de mi vida. Instantes en que tengo tantas ganas de escribir que me vuelvo impotente. Digo escribir por no decir bailar o cantar, si se pudieran hacer estas dos cosas por escrito. El lenguaje me desespera en lo que tiene de abstracto".

"20 de mayo, domingo

Enamorada de nada, de nadie. Tristeza estúpida, distracción, miedo, ausencias. Me llevan y me traen. Dificultades respiratorias. Sueño y fatiga e imposibilidad de dormir.
Nada de ganas de morir sino por el contrario una gran excitación. Desperté con la mano en el sexo después de haber soñado que andaba con muletas y manejaba un auto sin saber conducir y mi sexo estaba mojado en todo momento, ante todo y ante todos".

"14 de junio

Ahora vivir. Plumas. Miedo sin desenlace. Vivir así. Sin nadie. No, gracias".

"15 de junio

Miedo de mí. Cada vez que pienso en mí dejo de reír, de cantar, de contar. Como si hubiera pasado un cortejo fúnebre".

"19 de julio

No se puede soñar impunemente.
Ni como luz ni como sombra. Una inocencia total.
A veces, problematizar un hecho real es más ingenuo que torturarse por un sueño. Y ello porque en el sueño no hay tiempo, o, hay tiempo detenido".

"25 de julio

En un principio está el miedo a la muerte. Como si yo le dijera a alguien que espere. No estoy lista aún para vivir, no estoy preparada. Ni para amar. Ni para nada".

"Lunes, 17 de septiembre

Se olvidaron. Te dijeron que vendrían por ti.
Nada urge en una casa deshabitada. Puede ser que seas poeta. ¿Pero importa tener los ojos verdes? Asco de las palabras.
En el círculo triste que hace la luz enferma a las cinco de la mañana de un día que nace lluvioso. Arrojada de un mal sueño gritaste su nombre".

"23 de diciembre

Una criatura vegetal crece
con las lágrimas que llora".

"27 de diciembre, jueves

Sólo pregunto esto: ¿quién me apura?".

"Miércoles, 9

El invierno da miedo. Miedo de que se vaya.
A fuerza de sentir y de pensar me convertí en una estatua. Esto es poético pero también es mentira porque en un principio fui estatua; el deseo de sentir y de pensar vino después.
Me pregunto si la poesía es algo tan terrible y complejo como suelo decirlo. Después de todo, las imágenes más o menos logradas que escribí se escribieron solas. Lo demás es mezquindad inservible".

"25, viernes

Todo un mundo de promesas prometido. Alguien se prepara para vivir para alguien que no existe. ¿Qué locura mayor? Pero tu rostro, yo te espero y esto es todo por hoy".

"24, domingo

En mi caso, las palabras son cosas y las cosas palabras. Como no tengo cosas, como no puedo nunca otorgarles realidad las nombro y creo en su nombre (el nombre se vuelve real y la cosa nombrada se esfuma, es la fantasma del nombre). Ahora sé por qué sueño con escribir poemas-objetos. Es mi sed de realidad, mi sueño de materialismo dentro del sueño".

"2 de marzo, sábado

Es el subsuelo. No veo a nadie. No puedo ver a nadie. Estoy cansada. Me termino.
Me hundo. No puedo hablar. ¿Qué espero?".

"—¿Vos tenés ganas de morirte ya? —dice.
—Sí —le digo.
—¿Ahora mismo?
—Oui, ma chère amie…
—Es lo que pensaba: vos y yo somos demasiado geniales para vivir. ¿Te imaginás si Rimbaud estuviera con nosotras? Estoy segura que seríamos amigos los tres. ¿Te parece que le habríamos gustado?
—Estoy segura".

"—No estoy de acuerdo. Hay que luchar contra todas las injusticias.
—¿Querés más injusticia que vos y yo hablando día y noche del suicidio?
—Pero nosotras somos intelectuales.
Me río".

"¿Sabés lo que se siente al querer retener a quien quiere irse?
—¿Te sirvo té?
—Ya me voy.
Tenía libros en la mano izquierda y la derecha buscó mi cara para un beso de adiós.
Si te vas, Martín, ¿cómo podés irte y dejarme a solas conmigo, a solas con mis manos poderosamente nostálgicas esta noche? Dame la mano. Retiene mi mano. Sufro de un viejo sentimiento de ser dos en la noche en vez de una que solamente llorará. Temblé y permití que mi voz saliera rota.
—Tenía ganas de hablar.
—Es tarde.
El verbo hablar salió envuelto en un sollozo. Dejó los libros y acarició suavemente mi cabeza.
—Habla —dijo.
Me puse a inventar alguna historia fascinante. Estaba tan dolorida que apenas sabía buscar velozmente una historia dolorosa pero bella, algo que le hiciera decir.
—Me hacés quedar pero vale la pena".

"Miércoles, 24

Si Dios está en todas partes ¿por qué buscarlo?".

"Todo el día voces de niños. Ahora comprendo que se pueda odiarlos. Yo no lo sabía.
Mis vecinos habitan un solo cuarto miserable, allí el amor conyugal, los hijos.
Comprendo que de esta manera se pueda odiar a los niños.
Su silencio es un templo. Su silencio es la presencia de las cosas en vez de su representación imaginaria".

"Domingo, 5 de enero

Ejercicio de la mano izquierda:

de pasos en la oscuridad
a una nube de silencio
a un nuevo compacto silencio
que arderá cuando yo me silencie
diferentemente
será como un tatuaje
como sus ojos azules
engarzados de súbito en las palmas
de mis manos
indicando la hora del silencio
más hermoso
que nadie se atrevió a silenciar jamás
entonces
no tendré más miedo
de ser yo ni de hablar de mí
pues yo estaré diluida en el silencio
esto que digo es promesa".

"Domingo, 18 de abril

No escribo más este diario de una manera continuada. Tengo miedo. Todo en mí se desmorona. No quiero luchar, no tengo contra quién luchar. Todo esto es tan viejo, tan cansado. Ojalá pudiera no mentir nunca".

"4 de octubre

El poema, como la muerte, es transformación".

"—¡Qué hermosa es la adultez! —dijo.
—Tan pronto dejar de ser una niña —dije.
—La adultez, la sensatez, la contemplación verdadera, desinteresada…
—Un horizonte de tumbas —dije
—¿Qué dice? —dijo.
—Dije un horizonte de tumbas —dije".

"en el corazón del sinsentido
la marcha pequeña
con una muchacha con un candelabro de 7 brazos
corre / baila detrás de los tristes músicos
que tañen violines rotos
en honor de una mujer
azul abrazada a un perro
en lo bajo
siempre en lo bajo
y en lo triste
hay unas casitas que
nadie ve
de madera, húmedas
y deshaciéndose como barcos hundidos o hundiéndose
¿era esto, pues, el concepto del espacio?
una logia con fantasmas
en dulce erección
como el gallo que
abraza la mujer
azul vuelta a
dormirse abrazada un capón
con el ojo de la alegría
enfocando directamente
la taumaturga estación
de los amores muertos".

"8 de diciembre

No hay tiempo para nada y, a la vez, no hay modo de llenar el tiempo. ¿Cómo hacía Kafka para escribir? Creo saberlo, y también, sé por qué no publicó, sé algo de cierto desorden relacionado con centenares de páginas escritas".

"FEBRERO

Ha llegado el mes más temido. Quiero trabajar mucho, aunque para nada. Pero quiero estar bien para estar en condiciones de ayudar a mi madre.
Todo lo presentido malo se volvió real".

"13 de febrero

Aparentemente es el final. Quiero morir. Lo quiero con seriedad, con vocación íntegra".

"Van cuatro meses que estoy internada en el Pirovano.
Hace cuatro meses intenté morir ingiriendo pastillas.
Hace un mes, quise envenenarme con gas.

Las palabras son más terribles de lo que me sospechaba. Mi necesidad de ternura es una larga caravana.
En cuanto al escribir, sé que escribo bien y esto es todo. Pero no me sirve para que me quieran".

"Noviembre de 1971

Escribir es darle sentido al sufrimiento.
He sufrido tanto que ya me expulsaron del otro mundo.
Escribir es querer darle algún sentido a nuestro sufrimiento".

"Es el amor. Espera inimaginable. Alguien busca y se encuentra con alguien buscando. El miedo crece en las noches sin luna. No debatirse más, hacerse una con la que renunció desde siempre. Desfile de cosas muertas. Urgente y anónimo deseo de morir. Lo que tú quieres no tiene nombre. Lo que no tiene nombre no existe".

"17 de julio. El amor a las sombras se expía con estos instantes mentales llenos de gemidos y de músicas exasperadas".

"27 de agosto

Andaré llorando
por tierras extrañas;
mi cuerpo rasgando
fasta las entrañas;
a todos mostrando
mis cuitas tamañas
e cómo me dañas…".

"Olga en un hotel de Andalucía.
—¿Tiene una habitación para una persona sola?
Respuesta del hotelero, fulgurante, rapidísima:
—¿Y pa qué la quiere? ¿Pa llorar?".

"3 de enero. Escríbame, dijo, escríbame de usted. Escríbele hasta que te enredes en los hilos del lenguaje y caigas herida de muerte".

"18 de noviembre. Su silencio. Ahora sé por qué estoy enamorada. Su silencio es la presencia de las cosas en vez de su representación imaginaria".





 Alejandra Pizarnik