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Lo de papá
"Hasta hacía poco había funcionado, pero ya no. Incluso parecía desvanecida la ventaja que solía tener en cualquier negociación frente a Silvia por el hecho de que era ella quien había tomado la decisión de dar por finalizado su matrimonio. Desde el día en que le dijo «quiero que te vayas», él había quedado girando en falso sin entender qué había pasado para tener que desarmar lo que habían construido juntos durante quince años".
"Por eso todavía le cuesta entender qué fue lo que hizo tan mal para que ese vínculo nunca haya funcionado. «¿Qué? Todo hiciste mal, papá», le respondió su hijo la última vez que lo vio, tres años atrás. Y lo corrigió: «No me llamo Charlie, solo vos me llamás así, me llamo Carlos». Algún intercambio posterior de reproches vía mail y por fin silencio durante ¿dos años? Hasta que recibió por correo la participación de la boda de su hijo, anunciando que se casaba en menos de un mes. Carlos Mac Laughlin, con una mujer que él nunca había oído nombrar, en una iglesia católica siendo que ellos no lo son. O no lo eran. O al menos él no lo es, aunque no puede hablar por Charlie —o Carlos—, si ya no sabe a quién le reza su hijo, de quién se enamora, de qué se ríe, por qué llora".
"Había cruzado el océano para estar allí, para hacer las cosas bien por más que dolieran, por más que siempre le quedase la sensación de que no sabía cómo ser padre".
"Hasta que hace tres años decidió vender el departamento, ya no tenía sentido conservarlo. Entre todos sus bienes, ese era el único que le producía tristeza cada vez que sabía de él. La huella de lo que quiso ser y no fue. La huella de su fracaso".
Con las manos atadas
"Del otro lado de la puerta se oyó el ruido de un chorro de agua cayendo desde cierta altura.
—¿Y eso? —dije.
—Están meando, Gutiérrez —me contestó la escribana.
—Mientras no sea sobre el protocolo…
—¡Me importa un carajo el protocolo, Gutiérrez!".
"—Yo no puedo creer que tenga que pasar la noche acá…
—Por qué no se tranquiliza y trata de descansar…
—¡Gutiérrez, ¿a usted le parece que yo puedo descansar en estas condiciones?! ¡Tengo el culo frío por las baldosas del piso, las manos apretadas contra su trasero, y usted hablándome todo el tiempo!".
La madre de Mariano Osorno
"«Pero viejo, esto es fútbol, no boxeo. Las manos se las guardan, acá las cosas se arreglan metiendo goles, ¿me explico?», dijo Ayala con contundencia".
Lo mejor de vos
"Pero no se había atrevido a contárselo, temía que su madre le dijera lo que le había dicho tantas veces: «¿Eso es lo mejor que tenés para dar, Rosalía? ¿Es lo mejor de vos?». Esa era su muletilla preferida: «¿Es lo mejor de vos?». Y Rosalía no tenía la menor idea de qué era lo mejor de ella".
"Cuando su madre la trajo al departamento después del lavaje de estómago, le preparó un té calentando la pava en la hornalla de gas y ella se puso a llorar de la emoción ante la llama.
«¿Esto es lo mejor que tenías para dar, Rosalía? ¿Suicidarte por un problema doméstico?». Ella le explicó que no había querido suicidarse, que solo había querido volver a la calma y dormir, dormir y seguir durmiendo. Pero ese día no la irritó que su madre no le creyera, porque al fin tenía gas".
Alquiler temporario
"—Lloran en el departamento de al lado —dice ella.
Él no dice nada, pero también se incorpora en la cama.
—¿Qué hacemos? —pregunta Natalia en el momento en que un grito interrumpe el llanto.
—Nada —dice él—. ¿Qué vamos a hacer?
—¿Estará solo?
—Parece el llanto de una mujer.
—Es el llanto de un chico.
—No sé. Puede ser".
"—Son gente rara, ¿no te parece?
—Qué sé yo —le contesta él—. ¿Quién no es un poco raro?".
Claudia Piñeiro
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