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"Ella ha elegido la Clínica M. por motivos sentimentales. Yo la he aconsejado que fuera a un hospital más grande y que estuviera bien equipado, pero ella ha insistido diciendo:
—Desde pequeña decidí que si algún día daba a luz sería en la Clínica M".
"Así que he olvidado incluso darle la «enhorabuena».
Pero ¿de verdad el nacimiento del hijo de mi hermana y mi cuñado es un asunto que merezca una enhorabuena? He buscado en el diccionario la palabra «Enhorabuena»:
—Así que la palabra en sí no tiene ningún significado… —murmuro, siguiendo con el dedo la línea con palabras cuyas letras denotan algo tan ajeno a cualquier deseo de felicitar".
"¿Cómo le habrá dicho lo de su embarazo a mi cuñado? No sé de qué hablan cuando no estoy. De todas formas, no soy capaz de entender el «matrimonio». Me parece una especie de extraño gas impenetrable. Un gas huidizo que no tiene ni contornos ni color, difícil de distinguir bajo el cristal transparente de un frasco triangular del laboratorio".
"Esta tarde, cuando se han marchado, mi hermana ha suspirado profundamente y ha dicho:
—Estoy cansada. Me voy a dormir.
Y se ha quedado dormida en el sofá. Ha caído tan fácilmente en el sueño como quien pulsara un interruptor. Últimamente duerme mucho. Duerme tranquila, como si vagara por un pantano hondo y frío".
"Cuando mi hermana me ha enseñado la foto por primera vez, me ha parecido como si fuera lluvia cayendo sobre un helado cielo nocturno.
El formato de la foto era igual que el de una foto normal. Tenía el borde blanco y en el dorso llevaba impresa la marca del carrete. Sin embargo, cuando ella ha vuelto de la consulta ginecológica y la ha dejado sobre la mesa sin ceremonia alguna, enseguida he podido darme cuenta de que era diferente a una foto normal.
Era un color negro tan puro y profundo que casi me daba vértigo. La lluvia andaba errante por el cielo como niebla fugaz. En ella flotaba una cavidad en forma de haba.
—Es mi bebé".
"—Oye, ¿cómo han hecho esta «foto»? —le he preguntado.
—No lo sé. Yo simplemente me he tumbado en la camilla. Al terminar la consulta, cuando me marchaba ya, el doctor me la ha dado. «Tome, un recuerdo», me ha dicho.
—Vaya con el recuerdo".
"Calla así de repente, después de haber estado hablando sola, sin pausa, como una ola. Es la prueba de que ella misma está luchando contra sus propios nervios.
He pensado que acabaría yéndose corriendo a ver al doctor Nikaido.
Entre ella y yo quedaba la débil sombra del bebé envuelta en la oscuridad de la noche".
"He sentido muy profundamente lo difícil que resulta comer.
Sin embargo, su estómago está tan vacío que parece tener un dolor agudo, y por eso ha dicho:
—Debo llevarme algo a la boca.
(No ha dicho «comer»)".
"Mi hermana ha pellizcado un trozo del bollo en forma de media luna y se lo ha metido en la boca a la fuerza. Lo ha tragado casi sin masticar. Se ha atragantado, y ha tomado sólo un poco de bebida isotónica, poniendo una cara de disgusto. Esa imagen no es la de alguien que come. Más bien parece un extraño conjuro".
"Últimamente como sola. Como tranquilamente mirando el arriate de flores, la pala del jardín, o las nubes que van moviéndose por el cielo. Bebo cerveza desde primera hora de la tarde, fumo los cigarrillos que tanto odia mi hermana, saboreo estos momentos de libertad. No me siento sola. Pienso que estoy hecha para comer sola".
Yōko Ogawa
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