"—¿Por qué iba a estar de coña?
—Bueno, ¿y a ti qué te parece?
—Pues me parece que os habéis separado, pero quería estar seguro.
—Nos hemos separado.
—¿Así que… se ha marchado?
—Sí, Marcus, se ha marchado.
Pensó que nunca llegaría a acostumbrarse a esto. Roger había llegado a caerle muy bien; los tres habían salido juntos unas cuantas veces; ahora, al parecer, ya no volvería a verlo nunca más. No es que le importase mucho, pero a poco que uno se parase a pensarlo era un tanto extraño. Una vez incluso compartió el retrete con Roger, cuando los dos estaban que se meaban encima después de un viaje en coche. Se podría pensar que si uno mea con alguien al menos debería mantener el contacto de alguna manera".
"A los veinte años, Will se habría mostrado sorprendido, y tal vez decepcionado, caso de haber sabido que llegaría a los treinta y seis sin haber encontrado una vida propia, aunque el Will que tenía treinta y seis años no sentía la menor tristeza por ello. Así había mucho menos desorden".
"Christine entró en el salón con la recién nacida en brazos, mientras John se preparaba una taza de té en la cocina.
—Ésta es Imogen —anunció.
—Ah —dijo Will—. Ya.
¿Qué se suponía que debía decir a continuación? Sabía que algo debía de haber, pero no lo habría averiguado ni aunque hubiese empleado en ello el resto de su vida.
Quiso decir: «Es muy…» Pero no, se había esfumado. Concentró todos sus esfuerzos de buen conversador en Christine.
—Vaya, ¿y tú qué tal te encuentras, Chris?
—Bueno, ya sabes. Bastante hecha polvo.
—¿Es que no has parado de darte caña, o qué?
—No. Es que acabo de tener una hija.
—Ah, claro. —Al final, todo volvía a resumirse en el puñetero bebé—. Supongo que eso debe de dejarlo a uno para el arrastre".
"—Estábamos preguntándonos —dijo John— si no te gustaría ser el padrino de Imogen.
Los dos permanecieron sentados, con una sonrisa expectante pintada en los labios, como si él estuviera a punto de ponerse en pie de un salto y echarse a llorar y abrazarlos con tanta euforia que diese con los dos a la vez por el suelo del salón. Will rió con nerviosismo.
—¿El padrino? ¿En la iglesia y todo eso? ¿Y luego los regalos de cumpleaños y hacerme cargo de la niña si os matáis en un accidente de aviación?
—Sí.
—Estáis de broma".
"Durante la noche que siguió al primer día, Marcus se despertó más o menos cada media hora. Lo supo por las manecillas luminosas de su reloj en forma de dinosaurio: las 10.41, las 11.19, las 11.55, las 12.35, las 12.55, la 1.31… No podía creer que tendría que volver allí a la mañana siguiente, y a la mañana siguiente, y a la mañana siguiente, y… sí, entonces por fin llegaría el fin de semana, pero con todo y con eso tendría que volver allí casi todas las mañanas del resto de su vida".
"Durante las semanas siguientes fue Will el Bueno, Will el Redentor, y le gustó serlo.
De hecho, no tuvo que hacer el menor esfuerzo. Nunca llegó a desarrollar una estrecha relación con Maisy, la sombría y misteriosa hija de Angie, que tenía cinco años y parecía considerarlo un frívolo hasta la médula de los huesos. En cambio, Joe, de tres años, se encariñó con él casi de inmediato, sobre todo porque durante su primer encuentro Will lo sostuvo boca abajo, sujetándolo por los tobillos. Así de fácil. No le hizo falta nada más. Se preguntó por qué las relaciones con los auténticos seres humanos no podían ser igual de sencillas".
"—No tienes que lamentar nada, de veras. —De veras, de veras, de veras.
—Pero lo lamento.
—Pues no lo lamentes".
"—¿De qué estás enferma? —Hizo la pregunta a bocajarro, tal como un profesor preguntaría a un alumno como Paul Cox si había hecho los deberes.
Tampoco hubo respuesta.
—Mamá, ¿enferma de qué?
—Oh, Marcus, no es que esté enferma…
—No me trates como si fuera un imbécil, mamá.
Ella se puso a llorar de nuevo, con largos, lentos sollozos que a él lo aterrorizaron.
—Tienes que parar de una vez.
—Es que no puedo.
—Tienes que parar. Si no eres capaz de cuidar de mí como es debido, tendrás que encontrar a alguien que pueda hacerlo.
Ella se volvió sobre un costado y lo miró.
—¿Cómo te atreves a decir que no cuido de ti como es debido?
—Porque no lo haces. Sólo me preparas el desayuno y la comida, y eso podría hacerlo yo mismo. El resto del tiempo te dedicas a llorar. Eso… Eso está mal. A mí no me hace ningún bien".
"—Y… ¿nunca has tenido ganas de trabajar?
—Oh, sí. A veces. Lo que pasa… No sé. Es como si nunca acabara de decidirme.
Y eso era todo, así de simple. Nunca acababa de decidirse. Durante los últimos dieciocho años, se había levantado cada día por la mañana con la determinación de resolver su problema laboral de una vez por todas. A medida que pasaba el día, sin embargo, el ardiente deseo de encontrar un lugar propio en el mundo exterior terminaba por extinguirse de un modo u otro".
"—Bueno, Marcus. ¿Y quién es tu futbolista preferido?
—Odio el fútbol.
—Ya. Pues qué pena.
—¿Por qué?
Will no le hizo caso.
—¿Y tus cantantes preferidos?
Marcus soltó un bufido.
—Esas preguntas… ¿las has sacado de un libro, o qué?
Suzie se echó a reír. Will se puso colorado".
"—¿Qué le pasa a su madre? —le preguntó Will a Suzie en voz baja.
—Pues que está un poco… No sé. No está nada bien.
—Se está volviendo loca —dijo Marcus como si tal cosa—. Llora a todas horas. Ni siquiera va a trabajar.
—Venga, Marcus, no fastidies. Sólo se ha tomado un par de tardes libres. Eso mismo hacemos todos cuando estamos un poco indispuestos.
—¿Indispuestos? ¿Así lo llamas tú? —replicó Marcus—. Pues a mí me da que se está volviendo loca".
"—Lo echas de menos, ¿verdad?
—¿A quién? —preguntó él, y lo dijo en serio: no tenía ni idea de qué le estaba hablando. Sin embargo, Suzie sonrió con un gesto de complicidad, y Will, de nuevo sobre aviso, le devolvió la sonrisa.
—Lo veré más tarde. No pasa nada. Aunque aquí se habría divertido mucho.
—¿Cómo es?
—Oh… Simpático. Es un chiquillo muy simpático.
—Me lo imagino. ¿A quién se parece?
—Mmm… A mí, digo yo. Le tocó la china en el sorteo".
"—Bueno… —dijo Will. Empezaba a sentirse incómodo y algo asqueado. Si la conversación iba a tomar ese giro melancólico, más valía hacer algo por evitarlo—.
Tarde o temprano encontrarás a alguien.
—¿Tú crees?
—Seguro. Habrá muchísimos hombres… Lo que quiero decir es que eres muy, muy… Ya sabes. Es decir, me has conocido a mí, y yo ya sé que no cuento, pero… Ya sabes, hay muchísimos, seguro. —Terminó por callar sin saber qué decir. Si ella no mordía el anzuelo, más valía olvidarse.
—¿Y por qué dices que tú no cuentas?
Bingo.
—Porque… Pues no lo sé.
De pronto, Marcus apareció delante de ellos dos. Saltaba de un pie a otro como si estuviera a punto de mearse en los pantalones.
—Me parece que he matado a un pato".
"—¿Qué es eso que hay flotando junto al pato? —preguntó Will—. ¿Es el trozo de pan que le lanzaste?
Marcus sonrió con aire de desdicha.
—Eso no es un pedazo de emparedado, eso es una barra de pan francés, joder. No me extraña que lo tumbaras. Con eso podrías haberme matado incluso a mí".
"—Nos vemos —dijo Will—. Te llamaré.
—Espero que todo se arregle con Ned y con Paula.
Por un instante, Will quedó nuevamente en blanco: Ned y Paula, Ned y Paula… Ah, sí, su ex esposa y su hijo.
—Oh, seguro que sí. Gracias.
"—Busco una sillita de niño para el coche.
—Ah.
Estaban en la sección de accesorios para el automóvil.
—¿Y qué marca desea?
—No lo sé. Cualquiera. La más barata. —Will rió—. ¿Cuál es la que más se lleva?
—Ésta. Desde luego, no es la más barata. A la gente le preocupa la seguridad de sus hijos.
—Ah, sí. —Will dejó de reír. La seguridad era un asunto muy serio—. No tiene ningún sentido ahorrarse unas cuantas libras si el crío termina estampándose contra el parabrisas, ¿verdad?".
"—No os quedéis así, como dos pasmarotes —dijo de repente.
Will y su madre lo miraron sorprendidos.
—Ya me habéis oído. No os quedéis así sentados. Hablad, hablad.
—Seguro que nos pondremos a hablar dentro de un momento —dijo su madre.
—A este paso habremos terminado el almuerzo antes de que se os ocurra algo que deciros —gruñó Marcus.
—¿Y de qué quieres que hablemos? —preguntó Will.
—Me da igual; de política, de cine, de asesinatos. De lo que sea.
—No estoy muy segura de que sea así como surgen las conversaciones —señaló su madre.
—Pues deberías saberlo, ya tienes edad suficiente.
—¡Marcus!
Will soltó una carcajada".
"Cuando Will concibió esa fantasía y comenzó a visitar el SPAT, se había imaginado dulces niños pequeños, no niños capaces de seguirlo por la calle y descubrirle todo el pastel. Había imaginado que entraría en un nuevo mundo, pero no había previsto que los integrantes de ese mundo serían capaces de penetrar en el suyo. Él era un visitante de la vida, pero no tenía ganas de que nadie visitase la suya".
"—¿Quiénes son esos que tienes en las paredes?
—Saxofonistas y trompetistas.
—Ya, pero ¿quiénes son? Y ¿por qué los tienes colgados en las paredes?
—Ése es Charlie Parker. Ese otro, Chet Baker. Y los tengo en las paredes porque me gusta su música y me parecen geniales.
—¿Por qué te parecen geniales?
Will soltó un suspiro.
—No lo sé. Seguramente porque tomaban drogas y murieron".
"—¡Ah! —exclamó Marcus— ¡Caca de la vaca!
Los dos se volvieron hacia él, que los miró sin agregar palabra.
No tenía forma de explicar su estallido de ira; sólo había pronunciado la primera frase que había acudido a su mente, porque se dio cuenta de que Will iba a sacar a colación el asunto del hospital, y eso sí que no le apetecía nada. No era justo. Que su madre se estuviera portando con una evidente estrechez de miras no le daba a Will el derecho de arrojarle eso a la cara. A su entender, lo del hospital era mucho más grave que el que le hubiesen bombardeado con caramelos y que lo de las deportivas, y nadie debería mezclar una cosa con la otra.
—¿Qué demonios te pasa? —preguntó Will.
Marcus se encogió de hombros.
—Nada. Sólo que… No sé. Tenía ganas de gritar.
Will sacudió la cabeza.
—Joder —dijo—. Qué familia".
"—Necesito ver a alguien aparte de ti.
—¿Y por qué no vas a ver a Suzie?
—Porque es igual que tú. Will no es igual que tú.
—No. Es un mentiroso y no hace nada en todo el día y…
—Me compró aquellas deportivas.
—Sí, es un mentiroso rico que no hace nada en todo el día".
"—Él entiende todo lo que pasa en el colegio. Él sabe de esas cosas.
—¡Qué va a saber de esas cosas, si ni siquiera sabe dónde tiene la mano derecha y dónde la izquierda!
—¿Entiendes lo que quiero decir? —Marcus empezaba a sentirse realmente frustrado—. Estoy pensando por mí mismo, y tú… No, no funciona. Siempre te sales con la tuya.
—Es porque tú no tienes argumentos. No basta con decir que estás pensando por ti mismo. También tienes que demostrarlo.
—¿Y cómo te lo demuestro?
—Dame una razón de peso para ir a ver a Will.
Podía darle una razón, una razón muy buena. No sería la más adecuada, seguro que no se sentiría bien al dársela, estaba casi seguro de que ella se echaría a llorar. Pero era una razón excelente, una razón que la haría callar, y si ésa era la manera de ganar las discusiones, no le quedaba más remedio que aprovecharla.
—Porque necesito un padre.
Eso la hizo callar y la hizo llorar. Funcionó".
"—Kurt Cobain, so bobo.
—¿Y quién es Kurt Cobain?
—El cantante y guitarrista de Nirvana.
—Ya me parecía que debía de ser un cantante. ¿Lleva el pelo teñido de rubio? ¿Se parece un poco a Jesucristo?
—Supongo.
—Pues ya lo tienes —dijo Marcus con aire triunfal—. Tú también lo conoces.
—Todo el mundo lo conoce.
—Yo no.
—No, tú no; pero es que tú eres diferente, Marcus".
"—¿Quieres pasar las navidades con nosotros? —le espetó Marcus antes siquiera de entrar en su piso.
—Mmm —repuso Will—. Es muy amable por tu parte.
—Estupendo.
—Sólo he dicho que es muy amable por tu parte.
—Pero entonces vas a venir.
—No lo sé.
—¿Por qué no?
—Porque no".
"—Sí, pero…
—¿Pero qué?
—Oye, deja de preguntarme «pero qué» cada vez que digo pero, ¿quieres?
—¿Por qué?
—Porque no es de buena educación.
—¿Por qué no?
—Porque… Está claro que tengo ciertas reservas, Marcus. Por eso digo a todas horas «pero». Obviamente, no estoy seguro de tener ganas de pasar la Navidad en tu casa.
—¿Por qué no?
—Eh, ¿me estás tomando el pelo?
—No".
"—Yo no… consumo drogas —dijo Clive.
—¿Ah, no? Entonces, ¿cómo llamas a eso que haces? —preguntó la mujer.
—Eso no es consumir drogas. Es… algo normal y corriente. Tomar drogas es algo muy distinto".
"—¿Y cuál es tu método de trabajo? —preguntó la madre de Lindsey con toda cortesía, como si ésa fuera una conversación normal entre personas normales.
—No se dedica a nada —intervino Marcus—. Su padre compuso «Santa's Super Sleigh», y gana un millón de libras por minuto.
—Finge que tiene un hijo para unirse a los grupos de apoyo a padres y madres separados y de ese modo ligar —señaló Suzie.
—Sí, pero por eso no le pagan —apuntó Marcus".
"—¿Acaso hay alguno de vosotros que nunca haya hecho nada malo? —prosiguió Marcus—. O sea… —Tenía que andar con cuidado en ese punto. Sabía que lo mejor sería no mencionar el incidente del hospital—. A ver… ¿Cómo conocí yo a Will, eh?
—Pues porque le tiraste un chusco enorme a un pato, le diste en la cabeza y lo mataste. Más que nada por eso. Marcus se preguntó cómo era posible que Will sacara aquello a colación. Se suponía que había que hablar de que todo el mundo hacía cosas que estaban mal, no de que él había matado un pato. Y entonces Suzie y Fiona se echaron a reír, y Marcus comprendió que Will sabía muy bien lo que estaba haciendo.
—¿Es eso cierto, Marcus? —preguntó su padre.
—Algo le pasaba al pato, seguro —repuso Marcus—. Yo creo que se iba a morir de todos modos.
Suzie y Fiona rieron más fuerte. El público que ocupaba el sofá parecía horrorizado. Will volvió a sentarse".
"Will nunca había querido enamorarse. Cada vez que le ocurría a uno de sus conocidos, resultaba, en su opinión, una experiencia especialmente desagradable, con toda esa pérdida de peso y horas de sueño, y el desencanto que se sufría cuando el amor no era correspondido, y la sospechosa, falsa felicidad que se experimentaba si las cosas salían a pedir de boca. Toda esa gente, estaba claro, era incapaz de controlarse, de autoprotegerse; se trataba de personas que, aunque sólo fuera de modo temporal, ya no se contentaban con ocupar su propio espacio, con tener una chaqueta nueva, un montón de marihuana o con ver un pase vespertino de The Rockford Files para sentirse realizadas".
"Echó de menos a Ned. Ned le había proporcionado algo extra, un poco de il ne sait quoi que sin duda habría sido de gran utilidad en un momento como ése. Sin embargo, no pensaba devolver a la vida al pobre cabroncete. Mejor que descansara en paz".
"A medianoche se buscaron y se besaron; fue un beso a mitad de camino entre la mejilla y los labios, y la ambigüedad y el poso de vergüenza resultaron esperanzadores y significativos".
"—Pero es que me tiene a mí.
—A ti yo todavía no te conocía.
—No, pero… O sea, ¿a ti te gustaría que tu madre se suicidara?
Ellie sonrió.
—¿Que si me gustaría? No, no me gustaría, porque me gusta mi madre. Pero es su vida, claro.
Marcus se lo pensó. No supo decidir si era la vida de su madre o no".
"—Pues dile que no lo soy.
—No.
—¿Por qué no?
—Mira, Marcus, no le des más vueltas. ¿Por qué no te limitas a aceptar las cosas como son?
—Si quieres, se lo diré yo. A mí no me importa.
—Muy amable por tu parte, Marcus, pero no serviría de nada.
—¿Por qué no?
—¡Pero hombre, por Dios! Porque tiene una enfermedad muy poco conocida, y si ella cree en algo pero está equivocada y resulta que le dices la verdad, el cerebro se le pone a hervir y se muere.
—Eh, ¿cuántos años te crees que tengo? Mierda. Me has hecho perder una vida".
"—¿Cómo lo sabes?
—¿Que cómo lo sé?
—Eso. ¿Cómo sabes que quieres que sea tu novia?
—No lo sé. Es algo que noto en las tripas".
"—¿Qué le has dicho a tu madre? —le preguntó Will en el coche, camino de casa de Rachel.
—Le dije que tú querías presentarme a tu novia.
—¿Y no le pareció mal?
—No exactamente. Cree que estás chiflado.
—No me extraña. ¿Por qué iba a presentarte yo a mi novia?
—¿Por qué le dijiste a tu novia que soy tu hijo? La próxima vez, piensa bien en tus propias explicaciones si las mías no te satisfacen".
"—Creía que éramos amigos.
—Oh. Mierda. Joder. Lo siento. —Al tratar de retirar un panecillo, Will se había quemado los dedos—. ¿Tú crees que eso es lo que somos tú y yo, amigos?
Fue como si le hubiera hecho gracia. A decir verdad, estaba sonriendo.
—Sí. De lo contrario, ¿tú qué dirías que somos?
—Bien. Amigos, de acuerdo".
"—¿Estás ahí dentro, Marcus? Mira, lo siento. Perdóname. Se me había olvidado lo de tu madre, pero quiero que sepas que no es como Kurt.
Tras un instante de silencio, él abrió el cerrojo y echó un vistazo.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque tienes razón. Él no es una persona de verdad.
—Eso sólo lo dices para que me sienta mejor.
—De acuerdo, es una persona de verdad, pero de otra clase.
—¿En qué sentido?
—No lo sé, pero así es. Es como James Dean, Marilyn Monroe, Jimi Hendrix y todos ésos. Una sabe que tarde o temprano morirán, y que no pasa nada.
—¿Que no pasa nada? ¿Y qué me dices de la pequeña…? ¿Cómo se llama?
—Frances Bean.
—Eso es. Puede que no pase nada contigo, pero con ella…
Entró en los lavabos un chico del curso de Ellie.
—Vete. Fuera de aquí —masculló Ellie como si se lo hubiese dicho ya cien veces y el chico no tuviera ningún derecho a mear—. Estamos hablando —añadió.
El chico abrió la boca como si quisiera discutir con ella, pero pareció darse cuenta del riesgo que corría y se largó.
—¿Me dejas entrar? —le pidió Ellie a Marcus cuando el otro se hubo marchado.
—No sé si hay sitio.
Se apretaron bien juntos contra las tuberías calientes de la pared, y Ellie cerró la puerta y echó el pestillo.
—Tú crees que yo sé muchas cosas, pero no es así —le dijo—. La verdad es que no sé nada de nada. No entiendo ni por qué se siente él como se siente ni por qué a tu madre le pasa lo que le pasa. Tampoco sé cómo te sientes tú. Supongo que debe de darte mucho miedo.
—Sí. —Marcus se echó a llorar. No lo hizo ruidosamente, sino que los ojos se le llenaron de lágrimas que enseguida comenzaron a rodar por sus mejillas. A pesar de todo, se sintió avergonzado. Nunca creyó que fuese a llorar delante de Ellie.
Ella lo rodeó con un brazo.
—Lo que quiero decir es… No me hagas caso. Tú sabes mucho más que yo. Eres tú quien debería decirme de qué va todo esto.
—Pues no sé qué decir.
—Entonces, hablemos de otra cosa.
Sin embargo, pasaron un rato sin hablar de nada. Permanecieron juntos y quietos, moviendo el culo cuando sentían demasiado calor a causa de las tuberías, y esperaron hasta que tuvieron ganas de volver al mundo".
"—Está un poco desconcertado, pero te adora.
—¿Eso te parece?
—Pues claro que sí.
—Pero sigue sin ser ése el sentido. Si yo estuviera a punto de meter la cabeza en el horno, con el gas abierto, y si tú me dijeras que Marcus me adora, no por fuerza la sacaría de ahí dentro".
"—¿Qué le ha pasado? —preguntó Will al taxista.
—¿A quién?
—A Kurt Cobain.
—¿El chalado ese de Nirvana? Se ha volado la cabeza de un tiro.
—¿Ha muerto?
—No. Sólo tiene una jaqueca. Pues claro que ha muerto, hombre".
"—¿Y cómo te sentías?
—Enojada.
—¿Por qué?
—Por nada y por todo. Por la vida en general.
—¿Por qué? ¿Qué pasa con la vida?
—Que es una mierda".
"—Y… Tú necesitas un padre, ¿verdad? Ahora lo entiendo. Hasta ahora, no lo había visto tan claro.
—No sé qué es lo que necesito.
—Pero sabes que necesitas un padre.
—¿Por qué?
—Porque todo el mundo lo necesita".
Nick Hornby
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