"Si antes que a mí prefiere al joven que la corteja, y que evidentemente le gusta mucho, ¿cómo podría tomármelo mal? Usted, Ophelinha, puede preferir a quien quiera: no tiene obligación, creo yo, de amarme, ni debe (a no ser que quiera divertirse) fingir que me ama".
"Quien ama de verdad no escribe cartas que parecen requerimientos de abogado. El amor no examina tanto las cosas, ni trata a los demás como reos a quienes es necesario «comprometer»".
"Admito que todo esto resulta cómico, y que la parte más cómica de todo esto soy yo.
Yo mismo lo encontraría gracioso si no la amase tanto, si tuviera tiempo para pensar en otra cosa que no fuese en el dolor que usted tiene el gusto de provocarme, sin que yo, a no ser por el hecho de amarla, lo haya merecido, y creo que amarla no es razón suficiente para merecerlo".
"¿Ves, mi Bebé adorado, cuál es el estado de ánimo en que he vivido estos días, estos dos últimos sobre todo? No imaginas las saudades locas, constantes que he tenido de ti. Tu ausencia, aunque sólo sea de un día para otro, siempre me vence: ¡cuánto más lo he sentido al no verte los últimos tres días!".
"Sobre la información que te han dado sobre mí, no sólo quiero repetirte que es completamente falsa, sino decirte también que la «persona respetable» que le dio esa información a tu hermana, o bien se la inventó por completo y encima de ser mentirosa está loca, o bien esa persona no existe y fue tu hermana quien se la inventó; no digo que se inventó a la persona, sino que se inventó que determinada persona le dijo algo que nadie le dijo".
"Si ya no hay casi nadie (nadie que lo sepa por confidencia mía, y casi nadie que lo pueda «imaginar») que sepa con seguridad si yo te amo, menos hay —no hay nadie entonces— que sea capaz de decir que yo no te amo con intenciones serias. Para eso, sería preciso estar dentro de mi corazón, y aún así, sería necesario ver mal, pues lo que vería sería una estupidez".
"Ah, amor mío, amor mío, ¿acaso quieres huir de mí para siempre, o alguien se opone a nuestro amor?
Tuyo, siempre tuyo,
Fernando".
"Otra vez estoy mal de la garganta; llueve y estoy lejos de ti, y esto es todo lo que tengo para consolarme hoy".
"El otro día, cuando hablé contigo acerca de mi dolencia, me pareció (y creo que con razón) que el asunto te fastidiaba, que apenas te importaba. Comprendo que, estando sana, poco te aflijas por el sufrimiento de los otros, incluso cuando esos «otros» son, por ejemplo, yo, a quien dices amar. Comprendo que una persona enferma es molesta y que cuesta sentir cariño por ella. Pero sólo te pedía que fingieras ese cariño, que simularas algún interés por mí. Eso, al menos, no me hubiera apenado tanto como la mezcla de tu interés por mí y tu indiferencia por mi bienestar".
"Adiós, amor mío, haz lo posible por quererme de verdad, por sentir mis sufrimientos, por desear mi bienestar; intenta, al menos, fingirlo.
Muchos, muchos besos de tu, siempre tuyo, pero muy abandonado y desolado,
Fernando".
"No me conformo con la idea de escribir, quisiera hablarte, tenerte siempre a mi lado, no tener que mandarte cartas. Las cartas son señales de separación, señales, al menos por la necesidad de escribirnos, de que estamos separados".
"24 de marzo de 1920
Mi querido pequeño amor:
Hoy he estado ocupadísimo, tanto fuera como dentro de la oficina.
Van sólo dos líneas para demostrarte que no te olvido, ¡cómo si fuera fácil que yo te olvidara!".
"Adiós, amor mío; piensa a veces en mí cuando no estés distraída…
Estoy convencido (por mi parte) de que te quiero. Sí, creo poder afirmar que siento por ti un verdadero afecto".
"Cuándo podremos encontrarnos a solas en cualquier parte, amor mío?
Siento la boca muy extraña, sabes, por no recibir besitos desde hace tanto tiempo…".
"Ven aquí, Bebé; ven a los brazos de tu Nininho; pon tu boquita contra la boca de tu Nininho… Ven… Estoy tan solo, tan sólo de besitos.…".
"Un solo beso que dure todo el tiempo que dure el mundo, de tu, siempre muy tuyo,
Fernando (Nininho)".
"No querría dejar de verte, pero tampoco querría (pues mañana tengo mucho que hacer) perder el tiempo inútilmente yendo a buscarte o a esperarte a cualquier lugar donde no estuvieras, o por donde no pasaras".
"Mi pequeño Bebé: lo que quería decirte en la otra carta, y no tuve tiempo, pero que te digo ahora, es lo siguiente, y te pido que aprendas bien la lección y, si me amas, que escuches este consejo:
El Destino es como una persona y deja de molestarnos si mostramos que no nos importa lo que nos haga. Por eso, tú debes tener la fuerza de pensar sólo en esto: quiero a Fernando, nada más".
"P.S.: Esta carta fue escrita olvidando que sueles enseñar mis cartas a todo el mundo. De haberlo tenido presente —créelo—, la habría suavizado un poco. Pero ahora ya es tarde; no importa. Además, nada importa. F".
"Ni Ophelinha ni yo tenemos culpa de esto. Sólo el Destino tendrá la culpa, si el Destino fuese una persona a quien se le pueda atribuir la culpa".
"El tiempo, que envejece las caras y el cabello, también envejece, pero aún más deprisa, las pasiones".
"No sé lo que quiere que le devuelva, cartas u otras cosas. Yo preferiría no devolverle nada, y conservar sus cartitas como memoria viva de un pasado muerto, como todos los pasados; como algo conmovedor en una vida, como la mía, en la que el progreso de los años corre parejo al progreso de la desdicha y la desilusión".
"Pido que no haga como la gente vulgar, que es siempre grosera, que no me vuelva la cara cuando pase a su lado, ni me guarde rencor.
Quedemos, el uno ante el otro como dos conocidos de la infancia, que se amaron un poco siendo niños y, aunque en la vida adulta sigan a otros afectos por otros caminos, siempre guardan un rincón del alma la memoria profunda de su amor antiguo e inútil".
"Que esto de «otros afectos» y «otros caminos» va con usted, Ophelinha, y no conmigo. Mi destino pertenece a otra Ley, cuya existencia Ophelinha desconoce, y está cada vez más subordinado a la obediencia a Maestros que no consienten ni perdonan".
"Alcanza que me guarde con cariño en su memoria, como yo, inalterablemente, la guardaré en la mía".
"Aprovecho la ocasión para pedirle disculpas por tres cosas, que son la misma, y de las que no he tenido culpa. Porque tres veces la he encontrado y no la he saludado, porque no la vi bien o, mejor dicho, a tiempo. Una vez fue hace ya mucho, en la rua do Ouro y por la noche, iba Ophelinha con un muchacho que supuse era su pretendiente o su novio, pero en realidad no sé si era lo que era justo que fuese. Las otras dos veces fueron recientes, y sucedieron en el tranvía que ambos tomamos y que acaba en la Estrela.
La vi, una de las veces, apenas de soslayo, y es que los desgraciados que usan anteojos suelen tener un soslayo imperfecto.
Otra cosa… No, no es nada, boca dulce…
Fernando".
"14 de septiembre de 1929
Pequeñita:
Me gustó su carta, pero me gustó todavía más lo que vino antes de la carta, que fue su propia persona".
"No sé escribir cartas largas. Escribo tanto por obligación y por maldición, que llego a tener horror a escribir por cualquier fin útil o agradable. Prefiero hablar, porque para hablar es necesario estar presente, ambos presentes, salvo en ese caso infame del teléfono, donde hay voces sin caras".
"Fernando Pessoa pruebe que: 1. tiene ocho meses de edad; 2. es bonito; 3. existe; 4. le agrada la entidad encargada de la distribución de la [20 líneas] mercancía; y 5. no se suicida antes del asunto, como sería su obligación; requiere, para tranquilidad de la persona encargada de la distribución de la mercancía, que le sea librado un certificado atestiguando que: 1. no tiene ocho meses de edad; 2. es un estafermo; 3. ni siquiera existe; 4. es despreciado [30 líneas] por la entidad distribuidora; 5. se suicidó.
(Fin de las 30 líneas)
Aquí debería escribirse «Espera el vistobueno», pero no espera nada,
Fernando".
Ophelinha pequeña:
Como no quiero que diga que no le he escrito, por no haberle escrito efectivamente, le estoy escribiendo".
"Por lo demás, mi vida gira en torno a mi obra literaria, buena o mala que sea, o pueda ser. Todo el resto en mi vida tiene un interés secundario: naturalmente hay cosas que me gustaría tener y otras que tanto da si llegan o no".
"Es necesario que quienes me tratan se convenzan de que soy así, y de que exigirme los sentimientos, por lo demás dignos, de un hombre vulgar y banal es como exigirme que tenga los ojos azules y el cabello rubio".
"Me gusta mucho —pero mucho— Ophelinha. Aprecio mucho — muchísimo— su índole y su carácter. De casarme, sólo lo haría con usted".
"Estoy loco y no puedo escribir una carta: apenas sé escribir tonterías".
"Si me pudiese dar un beso, ¿me lo daría? ¿Entonces por qué no me lo da? Mala".
"9 de octubre de 1929
Terrible Bebé:
Me gustan sus cartas, que son tan dulces, y también me gusta usted, que es dulce también".
"Y es bombón, y es avispa, y es miel, que es de las abejas y no de las avispas, y todo es verdad, y el Bebé debe escribirme siempre, por más que yo no escriba, que es siempre, y yo estoy triste, y estoy loco, y nadie me quiere, y además por qué alguien debería quererme, y eso mismo, y todo vuelve al principio, y me parece que hoy la llamaré por teléfono, y me gustaría darle un beso en la boca, con exactitud y glotonería y comerle la boca y comer los besitos que tuviera escondidos y apoyarme sobre su hombro y resbalar hacia la ternura de las palomitas, y pedir perdón, un perdón falso, y volver muchas veces, y punto final hasta volver a empezar".
"¿Me quiere porque yo soy yo o porque no? ¿O no me quieres sin mí ni no? ¿O qué?".
"Este poema debe ser leído de noche en un cuarto sin luz. También, debidamente aprovechado, sirve para hacer papelotes para las muñecas de trapo, para tapar las cerraduras contra el frío, las miradas y las llaves, y para tomar medidas para zapatos a pies que no tengan mayor tamaño que el papel.
Creo que ya están hechas todas las recomendaciones para su uso. No es necesario agitar antes de usar.
Hasta luego.
Ibis
Casa Branca - Barreiro A
(Poema de la pila)
Toda persona que tiene las manos frías
debe meterlas dentro de las pilas.
Pila número UNO
para quien mueve las orejas en ayuno".
"Quedé loco, quedé tonto,
mis besos fueron sin cuento,
y la apreté contra mí,
y la enlacé con mis brazos,
y así me embriagué de abrazos,
quedé loco y fue asÍ".
"Ay qué tortura, qué fuego,
si estoy cerca de ella y luego,
hay nieblas en mi mirar,
y una nube cubre mi alma,
perdida ya toda calma
y yo sin poderla hallar".
"Yo tengo un Bebé
que es
en cuanto al tamaño
así: •
En cuanto al amor que le tengo
esta línea da la vuelta al mundo.
¡Ay de mí!".
"Cuando pasa un día entero
y a mi amor no puedo ver
lo cubre un frío de enero
al junio de mi querer".
"Y mi amor ya no me quiere
ya me olvida y me desama
poco tiempo la mujer
tarda en probar que no ama".
"No fue a propósito, no.
Que sus gestos inocentes
tocaban mi corazón
como invisibles serpientes.
No fue a propósito, no".
"Nada explica ni consuela.
Todo está bien, aunque nos
lastima y nos desconsuela
que uno no pueda ser dos.
Nada explica ni consuela".
"Si no la veo, la imagino y soy fuerte como los
árboles altos.
Pero si la veo, tiemblo; no sé qué ha sido de lo
que siento en su ausencia".
"Amar es pensar.
Y yo casi me olvido de sentir sólo de pensar en
ella".
"Quiere poco: tendrás todo.
Quiere nada: serás libre.
El mismo amor que tengan
por nosotros, nos quiere, nos oprime".
Fernando Pessoa
I love you Pessoa
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