sábado, 24 de agosto de 2019

Citas: Lo bello y lo triste - Yasunari Kawabata


"Algunos años la emoción era violenta y dolorosa. A veces se sentía abrumado por la pesadumbre y los remordimientos. Aunque el sentimentalismo de los locutores lo repelía, el tañido de las campanas despertaba un eco en su corazón".

"La charla en idioma extranjero lo hacía sentirse más solitario. La butaca que giraba en el vagón panorámico volvió a su memoria. Era como si viera su propia soledad, que giraba y giraba dentro de su corazón".

"Por el espejo vio el rostro de Otoko que se aproximaba al suyo.
Deslumbrado por su belleza fresca y punzante, se volvió hacia ella. 
Ella rozó su hombro, sepultó el rostro en su pecho y dijo:
—Te amo".

"¿Qué eran los recuerdos? ¿Qué era ese pasado que él recordaba con tanta nitidez?
Cuando Otoko se trasladó a Kioto con su madre, Oki tuvo la seguridad de que su relación había terminado. ¿Pero había terminado realmente? No podía evitar el dolor de saber que había arruinado la vida de aquella mujer, que posiblemente la había privado de toda oportunidad de ser feliz. ¿Pero qué habría pensado ella de él en todos esos años de soledad?".

"Todo lo que pudo hacer Oki fue agradecerle las molestias que se había tomado.
¡Pero eso de esperarlo con dos geishas, además de la discípula! Ni siquiera podría aludir al pasado compartido o permitir que sus miradas lo delataran. 
La llamada telefónica del día anterior debía de haberla turbado y preocupado tanto que había decidido invitar a las geishas. ¿Sería aquella resistencia a permanecer a solas con él un indicio de sus sentimientos?".

"—Nunca sospeché que escucharía las campanas en esta compañía —comentó Oki.
—Pensé que resultaría más grato con gente joven. Uno se siente solitario cuando suenan las campanas y sabe que ha envejecido un año más".

"—No me pareció bien explayarme sobre tus celos —explicó Oki.
—¡Lo que ocurre es que no puedes escribir sobre alguien a quien no amas, sobre alguien a quien incluso odias! Mientras escribo a máquina no ceso de preguntarme por qué no te dejé marchar.
—Estás diciendo disparates.
—Hablo muy en serio. El retenerte fue un crimen. Es probable que me arrepienta por el resto de mi existencia".

"—En ese caso podría ser que ella y Otoko fueran amantes.
—¿Amantes?
Había sorprendido a Fumiko con la guardia baja.
—¿Crees que pueden ser amantes?
—No sé. Pero no me sorprendería que fuesen lesbianas. Viven juntas en un antiguo templo de Kioto y, por lo visto, ambas son demencialmente apasionadas".

"—Quiero que tú me pintes.
—Me encantaría hacerlo, si pudiera —repitió Otoko.
—Es posible que tu cariño por mí se haya enfriado… ¿o es que me temes? —La voz de Keiko se había hecho cortante.
—Un hombre estaría encantado de pintarme. Aun al desnudo".

"—¿Tanto lo aprecias todavía? —exclamó Keiko en tono áspero también—. ¿Aunque yo diga que te voy a vengar?
—No es aprecio.
—Entonces es… amor.
—Quizá".

"—Ahora siento tu perfume.
—¿Mi perfume?
—El olor a mujer.
—¿Sí? Es por el calor… Lo siento.
—No se trata de eso. Me refiero al aroma grato de la mujer. Se refería al aroma que surge naturalmente de la piel de una mujer que yace en brazos de un amante. Toda mujer lo tiene, hasta las adolescentes. No sólo excita al hombre sino que le da confianza y lo gratifica. La disposición de una mujer a rendirse parece emanar de todo su cuerpo".

"—¡El hombre es la medicina que da vida a la mujer! Todas las mujeres tienen que consumirla".

"El tiempo pasó. Pero el tiempo se divide en muchas corrientes. Como en un río, hay una corriente central rápida en algunos sectores y lenta, hasta inmóvil, en otros.
El tiempo cósmico es igual para todos, pero el tiempo humano difiere con cada persona. El tiempo corre de la misma manera para todos los seres humanos; pero todo ser humano flota de distinta manera en el tiempo".

"—¿Por qué me miras así?
En un gesto de pudor, Keiko extendió la mano para evitar su mirada. El apoyó suavemente su palma contra la de ella.
—Es tan extraño estar aquí contigo… Por momentos me pregunto dónde estoy.
—Yo también —murmuró Keiko y se clavó las uñas en las palmas—. Y me pregunto quién es el que está a mi lado".

"Las manos de ella, que aún no habían dejado en libertad la mano de Taichiro, la guiaron hacia el otro pecho. Entreabrió entonces los ojos y lo miró.
—No toques el derecho. No me gusta.
—¡Oh! —Desconcertado, él apartó la mano del seno izquierdo.
Los ojos de Keiko continuaban entreabiertos.
—El derecho me hace sentir triste —dijo.
—¿Triste?
—Sí.
—¿Y por qué?
—No sé. Quizá sea porque mi corazón no está de ese lado. —Cerró los ojos con expresión tímida y aproximó su pecho izquierdo a Taichiro—. Quizá el cuerpo de una chica tenga algo de defectuoso. Hasta el hecho de perder ese defecto la puede hacer sentir triste".




Yasunari Kawabata

No hay comentarios.:

Publicar un comentario