"Parecía dirigirse especialmente a mí, casi parecía pedirme ayuda para no dudar. Había roto una gruesa capa de hielo, fruto de muchos inviernos; sus razones habría tenido para tan largo silencio".
"Yo estaba en el Trunitg y la encontré en casa al regresar de mi segundo verano. Aquel año fue algo más que eso, fue un hermoso verano; y en sus horas libres dimos paseos y tuvimos conversaciones en el jardín, conversaciones en las que me sorprendió su gran inteligencia y simpatía. Sí, sí, no se rían: me gustaba enormemente y hasta el día de hoy me alegra pensar que también yo le gustaba a ella".
"—¿Por qué había pasado tanto miedo?
Continuaba mirándome fijamente.
—Juzgarán mejor —repitió—, luego.
Yo también lo miré fijamente.
—Comprendo. Estaba enamorada".
"—Es perspicaz. Sí, estaba enamora. Es decir, había estado enamorada. Se descubrió... no podía contar su historia sin descubrirlo. Me di cuenta y ella se dio cuenta de que yo me daba cuenta; pero ninguno lo dijimos".
"—En fin, no sé de quién estaría enamorada ella, pero si sé de quién estaba enamorado él.
—Eran diez años mayor que él —dijo su marido.
—Raison de plus ¡a esa edad! Resulta simpático su largo silencio.
—¡Cuarenta años! —preciso Griffin.
—Y con esta explosión final".
"—Solamente lo vio dos veces.
—Sí, y en eso precisamente radica la belleza de su pasión".
"—¿Y ésa fue toda su recompensa? —preguntó una señora.
—Nunca volvió a verlo.
—¡Oh! —exclamo la señora".
"—¿Qué título le ha puesto usted?
—No tengo título.
—¡Yo tengo uno! —dije. Pero, sin prestarme atención, Douglas había comenzado a leer con voz hermosa y clara, que venía a ser una transcripción oral de la bella caligrafía de la autora".
"El cielo seguía dorado, la atmósfera era luminosa y el hombre que me miraba por encima de la ventana estaba tan nítido como enamorado en un cuadro".
"Sólo permaneció unos cuantos segundos, los bastantes para convencerme de que él también me veía y reconocía; pero fue como si pasara años mirándolo y lo conociera desde siempre".
"—¿Y que fue de él?
Se retuvo tanto tiempo que aumentó mi confusión.
—También se fue —soltó al cabo.
—¿Adónde se fue?
Entonces su expresión se tornó muy rara.
—¡Dios sabe adónde! Murió.
—¿Murió? —casi chillé".
"—Para ahorrárselo, pues, a usted.
—No, no... ¡Hay que ahondar más! Cuantas más vueltas le doy más cosas comprendo, y cuanto más cosas comprendo más miedo me da.
¡No sé qué es lo que no veo, qué es lo que no temo!".
"No podía abjurar con simplemente desearlo, pero si pude repetir a la señora Grose —como hice una y otra vez a altas horas de la madrugada—, que, con sus voces en el aire, su presencia en el corazón y sus fragantes rostros contra la mejilla de una, todo se hacía trizas excepto su debilidad y belleza".
"En realidad, teniendo siempre mis alumnos a la vista y sin nuevos incidentes, muy pocos días bastaron para, como si fueran una especie de cepillo, borrar los penosos fantasmas e incluso los odiosos recuerdos".
"De pronto llegó un momento tras el cual, según lo veo ahora, tengo la sensación de que por mi parte todo fueron sufrimientos; pero al menos he llegado al fondo del problema y, sin duda, el mejor camino es seguir".
"No son míos, no son nuestros. El niño es de él y la niña es de ella. ¡Los niños son de él y ella!".
"El verano había terminado, el verano había desaparecido; el otoño había caído sobe Bley y había apagado la mitad de nuestras luces. Con su cielo gris y sus guirnaldas marchitas, sus espacios desnudos y las hojas muertas desparramadas, el lugar era como un teatro después de la representación, con los programas arrugados esparcidos por el suelo".
"Poco importa, pues llegó el alivio. Lo llamo alivio, aunque fue el alivio que procura una bofetada a la histeria o el estallido de la tormenta a un día sofocante".
"—¡Quiero estar con los que son como yo!
Aquello me hizo dar un salto.
—¡No hay muchos como tú, Miles! —Reí—. A no ser, quizás, la pequeña Flora.
—¿Me está comparando en serio con una niña pequeña?".
"Sabe Dios que nunca quise acosarlo, pero tuve la sensación de que entonces el simple hecho de darle la espalda era abandonarlo o, dicho más exactamente, perderlo".
"Pues bien, yo "vengo", ¡pero no me voy! Tiempo habrá de sobra para eso".
"Habíamos terminado de comer, estaba junto al hogar de la sala de estudio y, sin embargo, ne me había dormido lo más mínimo: sólo que había hecho algo mucho peor: me había olvidado".
"Lo tomé, sí, lo sujeté, es fácil imaginar con cuánta pasión; pero al cabo de un minuto empecé a percatarme de lo que realmente tenía entre mis brazos. Estábamos solos, el día era apacible y su pequeño corazón, desposeído, había dejado de latir".
Henry James
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