domingo, 8 de octubre de 2017

Citas: El perfume: la historia de un asesino - Patrick Süskind


"En el siglo XVIII vivió en Francia uno de los hombres más geniales y abominables de una época en que no escasearon los hombres abominables y geniales".

"—¡Imposible! Es absolutamente imposible que un niño de pecho esté poseído por el demonio. Un niño de pecho no es un ser humano, sólo un proyecto y aún no tiene el alma formada del todo".

"Grenouille sufría un tormento. Por primera vez no era su carácter ávido el que se veía contrariado, sino su corazón el que sufría".

"Por un momento se sintió tan confuso que creyó realmente no haber visto nunca en su vida nada tan hermoso como esta muchacha. Sólo veía su silueta desde atrás, a contraluz de la vela. Pensó, naturalmente, que nunca había olido nada tan hermoso".

"Ya no podía recordar la imagen de la muchacha de la Rue des Marais, ni su rostro ni su cuerpo. Pero conservaba y poseía lo mejor de ella: el principio de su fragancia".

"La segunda regla dice: El perfume vive en el tiempo; tiene su juventud, su madurez y su vejez. Y sólo puede calificarse de acertado cuando ha emanado su grata fragancia con la misma intensidad durante las tres diferentes épocas".

"Dios nos da buenas y malas épocas, pero no quiere que en estas últimas nos quejemos y lamentemos, sino que reaccionemos virilmente".

"Descorrió el cerrojo, abrió la pesada puerta... y no vio nada. La oscuridad se tragó por completo el resplandor de la vela".

"Y mientras caminaba detrás de Baldini, a la sombra de Baldini, porque éste no se tomaba la molestia de alumbrarle el camino, se le ocurrió la idea de que pertenecía a este lugar y a ningún otro, de que se quedaría aquí y desde aquí conquistaría el mundo".

"El talento sirve de bien poco si no va acompañado por la experiencia, que se logra a fuerza de modestia y aplicación".

"Grenouille se había erguido del todo y ahora estaba todo lo alto que era en el umbral, con las piernas un poco separadas y los brazos un poco abiertos, de ahí que pareciera una araña negra aferrada al marco de la puerta".

"Con la edad uno se vuelve extravagante y tiene las ideas más estrambóticas".

"Es totalmente imposible; todo lo que me dicta la razón dice que es imposible, pero tampoco cabe duda de que existen los milagros".

"Hay en el perfume una fuerza de persuasión más fuerte que las palabras, el destello de las miradas, los sentimientos y la voluntad. La fuerza de persuasión del perfume no se puede contrarrestar, nos invade como el aire invade nuestros pulmones, nos llena, nos satura, no existe ningún remedio contra ella".

"Porque Grenouille poseía realmente la mejor nariz del mundo, tanto analítica como imaginativamente, pero aún no poseía la facultad de materializar los olores".

"¡Tenía que contraer la viruela sifilítica y el sarampión purulento en su estado último! ¡Precisamente ahora! ¨Por qué no dentro de dos años? ¿Por qué no dentro de uno? Para entonces podría haberlo explotado como una mina de plata o como un asno de oro.
Dentro de un año podía morirse tranquilo. ¡Pero, no! Tenía que morirse ahora, ¡por Dios Todopoderoso, en un plazo de dos días!".

"Con este dulce pensamiento en su tonta y vieja cabeza, que apoyó con alivio en las almohadas, bajo las que se notaba el bulto del cuaderno de fórmulas, el "mastre" Baldini concilió el sueño y ya no volvió a despertarse en su vida". 

"Este mundo como de plomo fundido en el que sólo se movía el viento, que a veces se cernía sobre los bosques grises como una sombra, y en el que sólo vivían las fragancias de la tierra desnuda, era el único mundo aceptable para él porque se parecía al mundo de su alma".

"Grenouille necesitó mucho tiempo para creer que no olía nada. No estaba preparado para esta felicidad".

"Aguantó durante todo el día el calor abrasador de la cima del Plomb du Cantal, esperando en vano el menor indicio. Su suspicacia no cedió hasta la puesta de sol, cuando lentamente dio paso a un sentimiento de euforia cada vez más fuerte: ¡Se había salvad del odio! ¡Estaba completamente solo! ¡Era el único ser humano del mundo!".

"En toda su vida no se había sentido tan seguro, ni siquiera en el vientre de su madre. Aunque el mundo exterior ardiera, desde aquí no se percataría de ello. Empezó a llorar en silencio. No sabía a quién agradecer tanta felicidad".

"Así habló el Gran Grenouille quien, mientras el pueblo llano de las fragancias bailaba y le vitoreaba alegremente, bajó de la nube dorada con alas extendidas y voló sobre el paisaje nocturno de su alma hacia el hogar de su corazón".

"Su corazón era un castillo de púrpura situado en un pedregoso desierto,oculto tras las dunas y rodeado de un oasis pantanoso y de siete murallas de piedra. Sólo volando se podía acceder a él".

"Se puso en cuclillas ante la entrada de la cueva. Los rayos del sol le calentaban. Aspiró el aire fresco. Todavía se estremecía al pensar en la niebla de la que había huido y un gran bienestar al notar el calor en la espalda. No cabía duda de que era bueno que este mundo exterior existiese, aunque sólo le sirviera de lugar de refugio. ¡No resistía la idea de no haber encontrado ningún mundo a la salida del túnel! Ninguna luz, ningún olor, nada en absoluto... sólo aquella pavorosa niebla, dentro, fuera y por doquier...".

"Estaba acostumbrado desde la adolescencia a que las personas que pasaban por su lado no se fijaran en él, no por desprecio —como había creído entonces—, sino porque no se percataban de su existencia. No le rodeaba ningún espacio, no dispersaba ninguna oleada en la atmósfera como todos los demás, no proyectaba, por así decirlo,ninguna sombra en los rostros de los otros seres humanos".

"Dios apestaba. Dios era un pequeño y pobre apestoso. Este Dios era engañado o engañaba, igual que Grenouille... ¡sólo que mucho peor!".

"Tenía un olor, tenía dinero, tenía confianza en sí mismo y tenía prisa".

"Había el olor de las cubas, vinagre y vino, y luego los múltiples y densos olores del almacén, los olores de la riqueza, transpirados por las paredes como un sudor fino y dorado, y finalmente, los olores de un jardín que debía encontrarse al otro lado de la casa. No era fácil captar los aromas más delicados del jardín porque se elevaban en jirones delgados por encima de los frontones del edificio antes de bajar a la calle. Grenouille distinguió la magnolia, el jacinto, el torvisco y el rododendro... 
pero en este jardín parecía haber otra cosa, algo divinamente bueno, una fragancia más exquisita que ninguna de las que había olfateado en su vida...
Tenía que aproximarse a ella".

"El ataque del aroma había sido demasiado súbito. Por un momento, durante unos segundos, durante toda una eternidad, según se le antojó a él, el tiempo se dobló o desapareció por completo, porque ya no sabía si ahora era ahora y aquí era aquí, o ahora era entonces y aquí era allí".

"En una palabra: la muchacha era todavía una niña. ¡Pero, qué niña!".

"Y la gente sería dominada, desarmada y quedaría indefensa ante el hechizo de esta muchacha, sin que nadie supiera la razón".

"No, ahora pretendía apropiarse de la fragancia de la muchacha que jugaba detrás de la muralla, arrancársela como si fuera una piel y convertirla en suya".

"Se levantó y casi devotamente, como si abandonara un lugar sagrado o a una mujer dormida, se alejó despacio, encorvado, sin ruido, para que nadie le oyera ni se fijara en él, para que nadie se apercibiera de su valioso descubrimiento".

"La flor que crecía en él maduraría sin su intervención y, por otra parte, ya conocía las fases de su desarrollo".

"Eran virtuosismos del arte de la perfumería, pequeños y maravillosos divertimentos que nadie más que él podía apreciar o tan siquiera percibir., sin embargo, estaba encantado con estas frívolas percepciones y no hubo en toda su vida, ni antes ni después, momentos de dicha tan inocente como en aquel período en que creó conmino juguetón naturalezas muertas, paisajes perfumados e imágenes diversos objetos. Porque no tardó en pasar a los objetos vivos".

"Los cadáveres, como las flores arrancadas, se descomponían con rapidez".

"La fragancia humana en sí y de por sí le era indiferente. Se trataba de una fragancia que podía imitar bastante bien con sucedáneos. Lo que codiciaba era la fragancia de "ciertas" personas: aquellas, extremadamente raras, que inspiran amor. Tales eran sus víctimas".

"No se sentía embriagado o aturdido como la primera vez que había olfateado, sino lleno de la dicha del amante que escucha u observa desde lejos a su amada y sabe que la llevará consigo al hogar dentro de un año".

"Verdaderamente, Grenouille, la garrapata solitaria, el monstruo, el inhumano Grenouille, que nunca había sentido amor y nunca podría inspirarlo, aquel día de marzo,ante la muralla de Grasse, amó y fue invadido por la bienaventuranza de su amor".

"Quería llevar consigo al sueño este sentimiento de amor hacia sí mismo, pero precisamente en el instante en que cerró los ojos y sólo habría necesitado un segundo para conciliar el sueño, la fragancia lo abandonó de repente y en su lugar flotó en la habitación el frío y penetrante olor del redil de cabras".

"Y aunque sabía que debería pagar un precio terriblemente caro por la posesión de aquella  fragancia y su pérdida inevitable, tanto la posesión como la pérdida se le antojaron más apetecibles que la lapidaria renuncia a ambas. Porque durante toda su vida no había hecho más que renunciar, pero nunca había poseído y perdido".

"Para un perfume como aquél, para un perfume humano, se requerían otros ingredientes".

"Lo más valioso, sin embargo, de todo cuanto poseía Richis era su hija única, que acababa de cumplir dieciséis años y tenía cabellos de un color rojizo oscuro y ojos verdes. Su rostro era tan encantador que las visitas de cualquier edad y sexo se quedaban inmóviles y no podían apartar de ella la mirada, acariciando su cara con los ojos como si lamieran un helado con la lengua y  adoptando mientras lo hacían la típica expresión de admiración embobada".

"Incluso Richis, cuando contemplaba a su hija, se daba cuenta de pronto de que durante un tiempo indeterminado, un cuarto de hora o tal vez media hora, se había olvidado del mundo y de sus negocios —lo cual no le pasaba ni mientras dormía—, absorto por completo en la contemplación de la espléndida muchacha, y después no sabía decir qué había hecho".

"Pero un día de marzo, Richis vio desde el salón que Laura salía al jardín con un vestido azul sobre el que se derramaba la cabellera rojiza, encendida por el sol; nunca la había visto tan hermosa. Desapareció dentro de un seto y quizá tardó en reaparecer dos latidos más de los que él esperaba... y tuvo un susto de muerte porque durante aquellos dos latidos pensó que la había perdido para  siempre".

"Suponiendo —siguió pensando Richis— que el asesino fuera un  coleccionista de belleza y trabajara en el retrato de la perfección, aunque sólo fuera en la fantasía de su cerebro enfermo; y suponiendo además que fuese un hombre del gusto más refinado y el método más perfecto, como parecía ser el caso, era inevitable deducir que no renunciaría a la pieza más valiosa que podía encontrarse en la tierra: la belleza de Laura. Todos los asesinatos anteriores no tenían ningún valor sin el de ella; Laura  era la última piedra de su edificio".

"Sólo intuían de manera muy vaga que habían visto por última vez a la hermosa muchacha de los cabellos rojizos. Presentían que Laura Richis estaba perdida".

"Amaba esta espera.
También la había amado en el caso de las otras veinticuatro muchachas, porque no se trataba de una espera monótona ni ansiosa, sino de una espera palpitante, llena de sentido y, hasta cierto punto, activa. Ocurría algo mientras esperaba; ocurría lo esencial".

"Grenouille escuchó la sentencia sin inmutarse. El alguacil le preguntó por su último deseo. "Nada",
contestó Grenouille; tenía todo lo que necesitaba".

"¡Después? ¿Qué haría después? No lo sabía. Quizá reanudaría su vida anterior, quizá se casaría, quizá engendraría un hijo, quizá no haría nada, quizá moriría. Sentía una indiferencia total".

"Lo que siempre había anhelado, que los demás le amaran, le resultó insoportable en el momento de su triunfo, porque él no los amaba, los aborrecía. Y supo de repente que jamás encontraría satisfacción en el amor, sino en el odio, en odiar y ser odiado".

"Cuanto más los aborrecía en este instante, tanto más le idolatraban ellos, porque lo único que  percibían de él era su aura usurpada, su máscara fragante, su perfume robado, que de hecho servía para inspirar adoración".

"Quería,por una vez, por una sola vez, ser reconocido en su verdadera existencia y recibir de otro hombre una respuesta a su único sentimiento verdadero, el odio".

"Entonces surgió de su interior algo blanco que le tapó los ojos y el mundo exterior se volvió negro como el carbón. Las nieblas prisioneras se licuaron, formando un líquido embravecido como leche herviente y espumosa. Lo inundaron y, al no encontrar salida, ejercieron una presión insoportable contra las paredes interiores de su cuerpo. Quiso huir, huir como fuera, pero... ¿adónde...? Quería estallar, explotar, para no asfixiarse a sí mismo".

"Los demás sólo están a merced de sus efectos, pero ni siquiera saben que es un perfume lo que influye sobre ellos y los hechizó. El único que conocerá siempre su verdadera belleza soy yo, porque lo he hecho yo mismo. Y también soy el único a quien no puede hechizar. Soy el único para quien el perfume carece de sentido".

"Pero entonces desechó este pensamiento: No, era otra cosa, porque yo sabía que deseaba la fragancia, no a la muchacha. En cambio, la multitud creía que me deseaba a "mí" lo que realmente deseaban siguió siendo un misterio para ellos".

"Media hora más tarde, hasta la última fibra de Jean-Baptiste Grenouille había desaparecido de la  faz de la tierra".

"En sus almas tenebrosas se insinuó de repente una alegría muy agradable. Y en sus rostros brillaba un resplandor de felicidad suave y virginal. Tal vez por esto no se decidían a levantar la vista y mirarse mutuamente a los ojos.
Cuando por fin se atrevieron, con disimulo al principio y después con total franqueza, tuvieron que sonreír.Estaban extraordinariamente orgullosos. Por primera vez habían hecho algo por amor".






Patrick Süskind

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