"Cuando Joe y yo íbamos al colegio, hablábamos cada día por teléfono, después de cenar.
Comenzábamos a reírnos de cualquier cosa y no parábamos hasta que teníamos que colgar, aunque no recuerdo qué nos hacía tanta gracia. Ahora, ya mayores, nos llamamos unas tres veces por semana.
Todavía seguimos riéndonos mucho y sigo sin saber por qué. Supongo que los amigos están para eso".
"Cada semana compraba una hogaza de pan de centeno y un paquete de rodajas de mortadela; y de eso vivía".
"Kaplan me ofreció un sueldo de siete mil dólares al año. ¡Siete mil dólares! ¡Era rico! Se había acabado la dieta a base de pan de centeno y mortadela, ¡ahora incluso podría añadir unas hojas de lechuga!".
"Siempre me acuerdo de cuando monté en La Bestia, en King’s Island, el parque de atracciones de la Paramount, cerca de Cincinnati. La Bestia es una de las montañas rusas más largas y rápidas de Estados Unidos: estábamos amarrados a nuestros asientos, en el primer vagón de la atracción, y Matt disfrutaba como un loco.
—¡Levanta los brazos, papá! —chillaba.
Yo también chillaba, pero por una razón diferente.
«¿Qué hago aquí? —me decía mientras nos acercábamos a la parte más alta de la montaña—. Que alguien pare esto, por favor. ¡Quiero bajarme!»".
"Una de mis cartas preferidas es la de un muchacho que decía así:
Apreciado señor R. L. Stine:
He leído cuarenta libros suyos y opino que son aburridísimos".
"Para mí el mundo de verdad no es ni de lejos tan interesante o emocionante como el de fantasía".
"Nada es tan importante para convertirse en un buen escritor como leer muchísimos libros".
R.L Stine
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