"—¿Sí?
—Iris, ¿sabías que cada año mueren dos mil quinientos zurdos utilizando cosas hechas para diestros? —Es Alex.
—No lo sabía, no.
—Pues es verdad. Lo tengo aquí delante. Estoy trabajando en un sitio web de seguridad doméstica. Así es mi vida. Se me ha ocurrido llamarte para avisarte. No sabía que tu existencia fuera tan precaria".
"—Esta mañana me han llamado de... —De pronto una furgoneta sale justo delante de ella. Iris toca la bocina de un puñetazo y exclama—: ¡Hijo de puta!
—¿Estás conduciendo?
—No.
—¿Entonces es que tienes el síndrome de Tourette? Estás conduciendo, que te oigo".
"No se burlen de los menos afortunados que ustedes".
"¿Cómo se ha podido olvidar? Es lo que pasa al dormir, que el sueño borra de la mente las cosas más importantes".
"A veces Iris se pregunta cómo explicaría lo de Alex, si tuviera que hacerlo. ¿Cómo empezaría? ¿Contaría que se criaron juntos? ¿Alegaría que no son parientes consanguíneos? ¿Diría que lleva en el bolso una piedra que él le dio hace más de veinte años? ¿Y que él no lo sabe?".
—Iris, ¿sabías que cada año mueren dos mil quinientos zurdos utilizando cosas hechas para diestros? —Es Alex.
—No lo sabía, no.
—Pues es verdad. Lo tengo aquí delante. Estoy trabajando en un sitio web de seguridad doméstica. Así es mi vida. Se me ha ocurrido llamarte para avisarte. No sabía que tu existencia fuera tan precaria".
"—Esta mañana me han llamado de... —De pronto una furgoneta sale justo delante de ella. Iris toca la bocina de un puñetazo y exclama—: ¡Hijo de puta!
—¿Estás conduciendo?
—No.
—¿Entonces es que tienes el síndrome de Tourette? Estás conduciendo, que te oigo".
"No se burlen de los menos afortunados que ustedes".
"¿Cómo se ha podido olvidar? Es lo que pasa al dormir, que el sueño borra de la mente las cosas más importantes".
"A veces Iris se pregunta cómo explicaría lo de Alex, si tuviera que hacerlo. ¿Cómo empezaría? ¿Contaría que se criaron juntos? ¿Alegaría que no son parientes consanguíneos? ¿Diría que lleva en el bolso una piedra que él le dio hace más de veinte años? ¿Y que él no lo sabe?".
"Podrías decir que lo vio por primera vez cuando él tenia seis años y ella cinco. Que apenas ha conocido la vida sin él.
Que entró en su punto de mira un día y desde entonces sigue ahí. Que incluso se acuerda la primera vez que oyó su nombre".
"—Es mi corazón —comenta Alex sin apartar los ojos del televisor. Sigue con la mano sobre la de Iris, presionándola contra su pecho. Su voz es serena, normal—. Pero en realidad te pertenece a ti".
"Sólo somos recipientes através de los que pasan las identidades, decide la anciana. Somos rasgos prestados, gestos, hábitos, que luego transmitimos a otra persona. Nada es nuestro. Venimos a este mundo como anagramas de nuestros antecesores".
Que entró en su punto de mira un día y desde entonces sigue ahí. Que incluso se acuerda la primera vez que oyó su nombre".
"—Es mi corazón —comenta Alex sin apartar los ojos del televisor. Sigue con la mano sobre la de Iris, presionándola contra su pecho. Su voz es serena, normal—. Pero en realidad te pertenece a ti".
"Sólo somos recipientes através de los que pasan las identidades, decide la anciana. Somos rasgos prestados, gestos, hábitos, que luego transmitimos a otra persona. Nada es nuestro. Venimos a este mundo como anagramas de nuestros antecesores".
"Es terrible desear algo que no puedes tener. Te domina, no te deja pensar con claridad".
"Al llegar al último rellano, Iris se detiene. Debajo de la puerta se ve una línea de luz. Hay alguien en su piso.
Pasa adelante de Esme y, vacilando sólo un instante, gira el pomo.
—¿Hola? —se anuncia en el pasillo—. ¿Hay alguien ahí?
El perro se frota contra ella. Iris le agarra el collar y lo nota tensarse. Luego el animal alza la cabeza y lanza un grave ladrido.
—¿Hola? —repite Iris, y su voz se rompe a mitad de la palabra. Una persona aparece en el umbral de la puerta. Un hombre.
—¿Es que no tienes comida en casa? —pregunta Alex".
"—Bueno —empieza. Iris se irrita porque sabe lo que va a decir—, ¿qué es de tu vida últimamente? ¿Todavía sales con el tío ese?
—¿Qué tío? —pregunta ella mirando al techo.
—Ya sabes quién —replica Alex en tono afable—. El abogado.
Iris mete media cáscara de huevo dentro de la otra media. Le está tan agradecida por no decir "el casado" que siente un arranque de honestidad.
—Sí. —Y se limpia las manos con un trapo.
—Estúpida —murmura él.
Iris decide atacar.
—Bueno, ¿y tú qué?
—¿Yo qué?
—¿No sigues con una mujer con quien según decías no tenías que haberte casado siquiera?
Él se escoge de hombros.
—Supongo.
—Pues más estúpido, entonces".
"Alex se queda mirándola con los brazos cruzados.
—Ay, Dios.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir con eso?
—Que ya te ha dado uno de tus ataques.
—¿Qué ataques?
—Uno de tus ataques de arrogancia".
"—¿Dónde vives? —pregunta Esme.
—En Stockbridge —contesta Alex—. Pero antes vivía en Nueva York.
—¿En los Estados Unidos de América? —Esme se inclina por encima de su plato.
Él sonríe.
—Exactamente".
"—¿Nunca te preguntas qué estamos haciendo? —musita.
—¿Cómo dices?
—Digo —comienza Alex de nuevo, en voz tan baja que Iris tiene que inclinarse para oírlo— que si nunca te preguntaste qué estamos haciendo. Tú y yo...
—Tú has sido siempre la única, y lo sabes".
"—Tú has sido la única, y sabes que yo he sido el único para ti".
Maggie O´farrell
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