—Bueno, hay una chica —responde él, suspirando—. Llevo enamorado de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy bastante seguro de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha.
La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no correspondido.
—¿Tiene a otro?
—No lo sé, aunque les gusta a muchos chicos.
—Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no podrá rechazarte, ¿eh? —lo anima Caesar.
—Creo que no funcionaría. Ganar... no ayudará, en mi caso.
—¿Por qué no? —pregunta Caesar, perplejo.
—Porque... —empieza a balbucear Peeta, ruborizándose—. Porque... ella está aquí conmigo".
"Lo que te consigue ayuda no es la lástima, sino la admiración cuando te niegas a rendirte".
"—Primero, acércate un momento, que tengo que decirte una cosa. —Me inclino sobre él y acerco el oído bueno a sus labios, que me hacen cosquillas cuando me susurra:— Recuerda que estamos locamente enamorados, así que puedes besarme cuando quieras.
—Gracias —respondo, apartando la cabeza de golpe, pero sin poder evitar reírme—. Lo tendré en cuenta".
"Los amantes trágicos desesperados por volver juntos a casa..., dos corazones latiendo al ritmo de uno...".
"Es el primer beso del que ambos somos plenamente conscientes. Ninguno está debilitado por la enfermedad o el dolor, ni tampoco desmayado; no nos arden los labios de fiebre ni de frío. Es el primer beso que de verdad hace que se me agite algo en el pecho, algo cálido y curioso. Es el primer beso que me hace desear un segundo".
"—Tienes una... memoria asombrosa —comento, vacilante.
—Lo recuerdo todo sobre ti —responde él, poniéndome un mechón suelto detrás de la oreja—. Eras la única que no se daba cuenta".
"—Me fijaba en casi todas, pero tú eras la única que me dejaba huella".
Suzanne Collins
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