"Pues si no quieres que le ponga el alma, para qué me has pedido que toque, dije un día, exasperada. Me miró a los ojos y me respondió, porque es más fácil sacar un poco de alma que ponérsela. Son muy pocos los que pueden poner el alma en la música".
"Sentía que tenía la música al lado pero no podía alcanzarla, la puerta de aquel tesoro inconmensurable permanecía cerrada para mí".
"Aprendí a fingir que nada me importaba, aprendí a poner una mirada entre lánguida e insolente mientras me moría por dentro. Aprendí a guardar las apariencias. Y poco a poco madure".
"Desprenderse de la presencia constante de una persona en tu vida es una prueba de una dureza aterradora".
"A veces en la vida es necesario pintarse una sonrisa y salir".
"Todos necesitamos contacto humano, todos necesitamos caricias en mayor o menor medida, aunque finjamos que no".
"Pero acabo de descubrir que hay un momento en la vida en que no nos queda nada salvo lo que se nos planta delante de las narices y, entonces, tenemos que elegir".
"Lo que quería decirle es que, María, me ha robado usted el alma. Quizá por eso toca tan bien:
porque tiene dos almas, la suya y la mía".
"En los últimos tiempos, he tenido que reprimir cada día las ganas de besarle las manos y el rostro y todo, las ganas de decirle lo que sentía. Las ganas de decirle que la quiero. Perdone que sea tan sincero, es lo que siento y ahora no puedo evitar decírselo, aunque no me atreva a hacerlo de palabra".
"Sentía que tenía la música al lado pero no podía alcanzarla, la puerta de aquel tesoro inconmensurable permanecía cerrada para mí".
"Aprendí a fingir que nada me importaba, aprendí a poner una mirada entre lánguida e insolente mientras me moría por dentro. Aprendí a guardar las apariencias. Y poco a poco madure".
"Desprenderse de la presencia constante de una persona en tu vida es una prueba de una dureza aterradora".
"A veces en la vida es necesario pintarse una sonrisa y salir".
"Todos necesitamos contacto humano, todos necesitamos caricias en mayor o menor medida, aunque finjamos que no".
"Pero acabo de descubrir que hay un momento en la vida en que no nos queda nada salvo lo que se nos planta delante de las narices y, entonces, tenemos que elegir".
"Lo que quería decirle es que, María, me ha robado usted el alma. Quizá por eso toca tan bien:
porque tiene dos almas, la suya y la mía".
"En los últimos tiempos, he tenido que reprimir cada día las ganas de besarle las manos y el rostro y todo, las ganas de decirle lo que sentía. Las ganas de decirle que la quiero. Perdone que sea tan sincero, es lo que siento y ahora no puedo evitar decírselo, aunque no me atreva a hacerlo de palabra".
Blanca Busquets
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