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"POSEIDÓN: No hablemos ya más, que no es necesario. Haré lo que anhelas, removeré el mar y lo llenaré de cadáveres. Necio es cualquier mortal que conquista una ciudad y abandona sus templos y sepulcros, sagrado asilo de los muertos.
Inevitable es su ruina".
"(...) El hombre prudente debe evitar la guerra; pero si se llega a ese extremo, es glorioso morir sin vacilar por el destino de su patria, einfame la cobardía. Así, madre, no deplores la ruina de Troya, ni tampoco mis bodas, que perderán a los que ambas detestamos".
"ANDRÓMACA: Pereció tu hija Polixena, sacrificada en el sepulcro de Aquiles, ofrenda hecha a su cadáver.
HÉCUBA: ¡Ay de mí, desventurada! Éste es el enigma al que aludió hace poco Taltibio, oscuro entonces y ahora claro.
ANDRÓMACA: Yo misma la vi, la cubrí y lloré sobre su cadáver.
HÉCUBA: ¡Ay, hija mía, impío sacrificio! No es lo mismo ¡oh, hija!, vivir que morir; la muerte es la nada, y a la vida queda la esperanza de morir".
"CORO: Las riberas del mar resuenan, y como el ave que reclama por sus hijuelos, así lloran unas a sus esposos, otras a sus hijos, otras a sus madres ancianas. Ya no existe nada. La lanza griega ha devastado nuestra tierra. Eros, Eros que viniste en otro tiempo al palacio por orden de los dioses. ¡Cuán soberbiamente ensalzaste entonces a Troya! ¡Qué estrechos lazos contrajo con los dioses!, pero la luz de Eos alumbra a esta región y contempla impasible la ruina. Los amores de los dioses de nada han servido a Troya".
"HÉCUBA: No te olvides de los aliados, que por Helena murieron: por ellos y por mis hijos te lo pido.
MENELAO: Déjame, anciana; Helena sólo merece mi desprecio. Que mis servidores la arrastren a las naves para ser llevada a Grecia.
HÉCUBA: Que no vaya en la tuya.
MENELAO: ¿Por que, pues? ¿Pesa ahora más que antes?
HÉCUBA: No hay enamorado que no ame siempre, piense como quiera la mujer amada".
Eurípides
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