viernes, 10 de febrero de 2023

Citas Ana, la de Alamos Ventosos - L. M. Montgomery

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 "«¿Dónde está?». Es la Calle del Fantasma… aunque no podría decirte por qué motivo. Ya se lo he preguntado a Rebecca Dew, pero lo único que sabe decirme es que siempre se ha llamado Calle del Fantasma y que se contaba una historia, hace años, acerca de que estaba embrujada. Pero ella nunca ha visto nada raro allí, salvo a sí misma".

"Es la hora del crepúsculo, querido mío. (A propósito, ¿no es preciosa la palabra «crepúsculo»? Me gusta más que atardecer. Suena tan aterciopelada, llena de sombras y… y… crepuscular). De día pertenezco al mundo… por la noche, al sueño y a la eternidad. Pero a la hora del crepúsculo, estoy libre de ambos y me pertenezco sólo a mí misma… y a ti".

"Amor mío, espero que cuando encontremos nuestra «casa de los sueños», haya vientos alrededor de ella. Me pregunto dónde estará esa casa desconocida. ¿Me gustará más a la luz de la luna o a la madrugada? Ese hogar del futuro donde tendremos amor, amistad y trabajo… y algunas aventuras graciosas para hacernos reír en la vejez.
¡La vejez! ¿Seremos viejos alguna vez, Gilbert? Me parece imposible".

"El viernes que viene voy a Avonlea, a pasar dos días maravillosos. Él único inconveniente es que todos los que vea me preguntarán si me gusta enseñar en Summerside.
Pero piensa en Tejas Verdes ahora, Gilbert… el Lago de las Aguas Refulgentes cubierto por una manta de bruma azul… los arces del otro lado del arroyo comenzando a ponerse rojos… los helechos dorados en el Bosque Encantado… y las sombras del atardecer en la Senda de los Enamorados, ese lugar adorable. Descubro en mi corazón que desearía estar allí ahora con… con… ¿adivinas con quién? ¿Sabes, Gilbert, que hay momentos en que sospecho que te amo?".

"Suena extraño decir que disfruté de mi paseo en el cementerio, pero es así. Las anécdotas de la señorita Courtaloe eran tan graciosas… La comedia y la tragedia se entremezclan en la vida, Gilbert. Lo único que me persigue todavía es la historia de los dos que vivieron juntos cincuenta años, odiándose. No puedo creer que haya sido así. Alguien ha dicho que «el odio es solamente el amor que no encontró el camino». Estoy segura de que debajo del odio, en realidad se amaban (como te amaba yo todos esos años en los que creí odiarte) y que la muerte se lo habrá demostrado".

"—Nadie es demasiado grande para soñar. Y los sueños nunca envejecen".

"—Camina como si fuera dueña de la Tierra —comentó la señora Gibson con sarcasmo.
—Y es así —respondió Ana, alegremente.
—Ah, es usted muy joven —pontificó la anciana.
—«No cierro mi corazón a ninguna alegría» —recitó Ana—. Lo dice la Biblia, señora Gibson.
—«El hombre nace para los problemas del mismo modo en que las chispas se elevan en el aire». Eso también está en la Biblia".

"Creo que la causa de la mayoría de los problemas del mundo son los malentendidos. Tú y yo, ahora, con tanto tiempo para nosotros…
Buenas noches, queridísimo. Tus sueños serán dulces, si ejercen alguna influencia los deseos de «tu amada».
Posdata: La última frase es cita textual de una carta de la abuela de la tía Chatty".

"Estoy sola en la torre. Afuera la noche está silenciosa y aterciopelada. Ni siquiera los álamos se mueven. Acabo de asomarme por la ventana y arrojar un beso en dirección a alguien que está a menos de ciento cincuenta kilómetros de Kingsport".

"Hoy fue un día salido de junio y caído en abril. La nieve ha desaparecido y los prados y las colinas doradas cantan la primavera. El Rey de las Tormentas estaba embanderado con una ligerísima bruma violeta. Hemos tenido mucha lluvia últimamente y disfruté mucho sentada en la torre durante las silenciosas horas mojadas de los atardeceres. Pero esta noche es una noche apresurada… hasta las nubes que corren por el cielo tienen prisa, y la luz de la luna que asoma entre ellas está apurada por inundar al mundo.
Supongamos, Gilbert, que esta noche estuviéramos caminando, tomados de la mano, por uno de los largos caminos de Avonlea…
Gilbert, me temo que estoy escandalosamente enamorada cíe ti. ¿No te parece irreverente, verdad? Pero, bueno, no eres un ministro de la Iglesia".






L. M. Montgomery

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