sábado, 2 de mayo de 2020

Citas: Perfume de hielo - Yōko Ogawa


"58, 37.400, 1.692, 903… Sus respuestas sólo eran cifras. No tenían más que ese significado. Pero el momento en el que él murmuraba aquello me gustaba más que ningún otro. El sonido inquebrantable de los números me tranquilizaba. Era capaz de sentir que él estaba a mi lado".

"—¿De acuerdo? —me insistió la enfermera.
Me puse delante de la tabla. Volví a planchar las camisas de Hiroyuki que había dejado a medio hacer.
Sabía que debía irme inmediatamente. Debería haber cogido un taxi, metiendo nada más que la cartera en el bolsillo, y haberme apresurado en ir al hospital dejándolo todo.
Sin embargo, mis manos seguían moviendo la plancha inconscientemente, como si quisieran decir que lo más importante en aquel momento era cumplir con su obligación hasta final. Planché cuidadosamente las arrugas del cuello de la camisa. Aunque su dueño estuviera muerto...".

"Pensé en cómo podría conservar el cuerpo de Hiroyuki tal y como estaba en aquel momento. Sabía que era imposible resucitarlo. Aunque no era eso.
Es que no quería verlo convertido en huesos y cenizas. El hecho de que desapareciera su cuerpo me parecía lo más horroroso. Me producía más terror que la propia muerte. No me importaba que estuviera frío. Me daba la sensación de que podía mantenerlo, de una u otra manera, si conservaba el tacto de sus mejillas en la palma de mi mano".

"Luego mojó el dedo índice con una gota del perfume, levantó mi pelo con la otra mano, y tocó el sitio más caliente de mi cuerpo. Cerré los ojos y permanecí inmóvil. Así podía oler más profundamente el perfume, y podía sentirle aún más cerca de mí. Se escuchaban los latidos de su corazón y podía sentir su aliento en mi frente. Su dedo índice permanecería mojado durante mucho tiempo".

"Sólo cuando abrió el último documento del tercer disquete, aparecieron unas frases fragmentadas en aquella pantalla tan monótona. Los tres exclamamos nuestra sorpresa a la vez.
—«Gotas de agua que caen por entre las rocas. Aire frío y húmedo de la cueva» —Akira leyó la primera línea.
—«Biblioteca herméticamente cerrada. Luz polvorienta» —leí yo a continuación.
—«Lago recién helado al amanecer».
—«Cabello de un muerto formando un ligero rizo».
—«Terciopelo viejo y decolorado, pero suficientemente suave».
—Pero ¿de qué trata todo esto? ¿Acaso intentaba componer un poema? 
Volví a leer palabra por palabra desde el principio.
—No creo. Son imágenes de un perfume expresadas en palabras.
—Entonces, ¿son apuntes de trabajo?
—Es que como las imágenes de un olor son muy íntimas, y además afectan profundamente a la memoria de cada persona, puede que sirvan como clave para conocer el corazón de Hiroyuki".

"¿Vino aquí también Hiroyuki? ¿Se agarró a esta barandilla con unos patines del 43 y con la entrada en el bolsillo?
—¿No es aburrido quedarse ahí de pie? ¡Venga, vamos, vamos…!
Al decirme esto, Akira se paró delante de mí. Respiraba fuertemente.
—No pienso en divertirme —dije—. Ya no me van a ocurrir nunca más cosas divertidas, ¿entiendes?
Desvié la cara y di una patada en el protector de material acrílico con la punta del patín. Produjo un sonido más fuerte de lo esperado. Cuando me disponía a salir de la pista, Akira me detuvo sujetando mi hombro.
—¿No te parece demasiado triste, cuñada?".

"—Pues muchas gracias por venir —me dijo al despedirnos.
—Si no te importa, ¿podría volver aquí algún día?
Tenía un miedo enorme de que todo se acabara si le decía adiós. Él asintió con la cabeza sin decir nada.
Se cerró la puerta del taller.
Tan pronto como desapareció la figura de Hiroyuki, todo cambió; el color, la temperatura y la textura del aire que me rodeaban. Me detuve en el pasillo del edificio, y parpadeé una y otra vez. Ciertamente, ya no estaba Hiroyuki. Como si desde un principio no existiera; había desaparecido. Allí simplemente había un hueco abrumador. Para probar, acaricié la puerta, pero fue inútil.
Desde que lo conocí, entendí la diferencia de niveles entre el mundo en el que él estaba y aquel otro donde él no estaba".

"—Tú hueles a persona que escribe.
—¿Es un olor desagradable?
—No, todo lo contrario. La base sería el papel. Un cuaderno muy usado repleto de palabras. Unos documentos voluminosos guardados en un rincón de la biblioteca. Una librería en la que hay poca gente, a primera hora de la tarde. Y algo de mina de lápiz y goma de borrar. Así sería tu perfume".

"—Usted conoce a Rooky, ¿verdad? —le pregunté.
—Sí, es mi amigo —dijo sencillamente.
—¿Venía a menudo aquí?
—Bueno, unas dos o tres veces al mes. Sobre todo los fines de semana.
Los viernes por la noche o los domingos por la tarde.
—¿Solo?
—Siempre solo.
—¿Qué hacía aquí?
—Patinar, evidentemente, chica. Esto es una pista de patinaje".

"—Riry…
Jeniack señaló todo recto, hacia adelante. Puede que me quisiera enseñar dónde estaba el hotel en el que yo me alojaba.
—Mi nombre no es Riry, sino Ryoko. La última letra es una O. Venga, practícalo.
—Riry…
Se le pusieron coloradas las orejas, como si le hubieran obligado a confesar el nombre de la chica que le gustaba. Nos echamos a reír".

"Algunos símbolos poco familiares, Σ, ∞, ∫, log… estaban alineados en el dorso del papel de propaganda.
—Las fórmulas matemáticas son hermosas. Parecen dibujos misteriosos hechos de encaje —dije.
—No son más que signos, sabes…
Y a continuación rasgó el papel y lo arrugó en la mano.
Aquellos romeros crecieron bien, pero como no los cuidé tras la muerte de Hiroyuki, enseguida se secaron".

"En ese instante el semáforo se puso verde. Tiré de su mano y cruzamos corriendo. Agarré muy fuerte su mano para no separarnos, sin atender a los transeúntes, a los que empujábamos. Me dio la sensación de que el viento se levantó sólo alrededor de nosotros dos. Su mano estaba tibia y era suficientemente grande como para envolverme por completo".

"—De todos modos, ¿cómo es posible entendernos cada uno en nuestro idioma…? —murmuré como si me lo preguntara a mí misma.
—El idioma es un problema insignificante. Ya que usted y yo podemos hablar, ¿no es eso suficiente…?".

"—El silencio es lo más importante de todo —dije—. Cuando se quiere reconocer un olor, cualquier persona sale a vagar por el vasto mundo del pasado que cada uno posee en sí mismo. En el mundo del pasado no existe el sonido. Es igual que en los sueños, que son mudos. La única guía es la memoria".

"—Al pisar cualquier biblioteca, siempre tengo la misma sensación: cuántas cosas existen que han sido dejadas escritas…
—Parece que el mundo es mucho más complejo de lo que nos imaginamos".




Yōko Ogawa

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