jueves, 7 de marzo de 2024

Citas: Escribir para seguir viviendo - Gemma Trilla

x


 "Soy la boba que lo da todo por gente que no daría nada por mí,
soy la sensible que llora leyendo, viendo pelis e incluso escribiendo,
soy la acomplejada, indecisa e insegura,
soy la simpática, creativa y soñadora,soy los nunca que nunca cumplí,
soy los ojalá que sueño con que se cumplan,
soy mi forma de andar, mi forma de hablar, mi forma de vestir, 
soy la forma que tengo de querer,
soy eso que seguiré siendo, es decir
esta chica perfectamente imperfecta, YO".

(Yo)


"La impotencia nos hace parecer egoístas o más bien débiles,
pero en realidad lo que somos es fuertes, ya que lo estamos guardando 
todo dentro de nuestro ser y dejamos crecer ese fuego que al principio 
era diminuto.
Y es que la impotencia no es, más ni menos, quequemarnos por dentro".

(Quemarnos por dentro)

"soy nocturna, lo dije y lo digo,
me pierde el silencio,
me pierden las mentes en ruinas,
me pierde el sonido de las hojas del libro al pasar,
que solo se escuche el sonido de mi boli o teclado al crear".

(Noches)

"No querer mirar el reloj cuando estás a su lado, eso es amor.
Sentir que detendrías el tiempo cada vez que tienes a esa persona cerca, 
eso es amor.
Muchas cosas son amor, pero, para mí, dejar ir, soltarle la mano a la 
persona que quieres para que así ambas seáis felices, para mí, eso sí, 
es amor".

(Es amor)

"El tiempo, por mucho que queramos controlarlo, nunca lo ganamos, 
siempre perdemos tiempo".

(¿Tiempo o amor?)

"Porque el tiempo pasa y se puede olvidar de mí, de ti y de todo el 
mundo, pero hay de algo que no puede olvidarse, del amor".

(¿Tiempo o amor?)

"Que yo te dejo mis gafas, pero tú me tienes que dejar entrar en ellos, 
destruimos la pared o creamos una puerta, pero quiero estar a tu lado, 
aunque funciones al revés que el mundo, aunque te congeles en fuego y te 
calientes en iglús.
Porque el negro y el gris nunca me parecieron tan bonitos si forman 
parte de alguien con tanta luz como tú".

(Tus laberintos)

"Recuerda: las cosas son así porque tienen que serlo, es todo un proceso 
de cambio y crecimiento. Pronto lo descubrirás.
Nada es casualidad, todo es causalidad".

(Causalidad)

"Sabe que ya no es esa niña de 16 años que se enamoró y vivió la 
historia, esa historia del primer amor, esa historia a la que ella 
llamaba el amor de su vida.
Pero que, al final, era más un cuento de hadas que un amor real.
Ya no es aquella que se dejaba llevar, que soñaba a lo grande, ya no es 
una niña, ahora es más bien una mujer sabiendo diferenciar esos cuentos 
de la realidad".

(¿Cuento o realidad?)

"Me miro por dentro y no sé quién soy, no me reconozco, sigo siendo esa 
niña perdida sin rumbo, mitad huracán y mitad caos.
Todo parece ir bien, pero yo me siento mal".

(Heridas sin coser)

"Esas con las que harías mil cosas por primera vez hasta gastar todas 
las primeras veces, porque te transmiten ganas de vivir y te dan años de 
vida.
Esas que te hacen filosofar sobre mil temas, debatir de todo y tener un 
pensamiento más lateral sobre cualquier cosa".

(Personas)

"Ni el pasado fue tan bonito ni nuestro futuro lo será.
Imperfecto es la palabra.
Sé que será como tenga que ser, lleno de presentes que nos seguirán 
haciendo crecer como persona, que nos sacarán sonrisas, lágrimas, dolor 
y felicidad".

(Presente)

"Tú englobabas la palabra todo y ahora no sabes lo que duele que me 
pasen cosas y no ser a ti a quien se las cuente, mirar las fotos y 
pensar en todo lo que hemos vivido estos años y que ahora solo queden 
recuerdos de eso que vivimos; pero no pudo ser".

(Fuiste todo)

"Pero lo nuestro parecía tener los días contados. Y eso que soy de las 
que piensa que el final del libro puede cambiar, que no está todo 
escrito y que, si no cambia, se pueden quemar las páginas y volver a 
escribirlo".

(Pasar página)

"Y mi corazón y cuerpo tan vacíos que la mente ya ni siente, ya ni 
piensa, ya ni sufre.
Sobrevivo, pero no vivo".

(Sobrevivo)

"Hago de mi vida un caos, un desastre adictivo, del cual salir es más 
difícil que entrar.
No quiero salir, me quiero quedar.
Si me quedo, no podré avanzar y, con la rutina de mi vida, acabar".

(Salvación)

"Vivir, para mí, es algo parecido a respirar aire puro, estar en una 
terraza a las tres de la madrugada viendo las estrellas y hablando de 
cualquier cosa.
Vivir, para mí, es crecer y avanzar".

(Vida)

"No estás tan lejos de llegar a lo más alto, si miras atrás te darás 
cuenta de todo lo que has logrado subir y, si pudieras ver lo que te 
queda realmente para llegar a lo más alto, sabrías que no es tanto. Todo 
es cuestión de perspectiva".

(Estancarse)

"Porque se me puede estar cayendo el mundo encima, que, al final, cuando 
la tormenta haya pasado y solo llueva, yo seguiré esperando al sol.
Porque nada dura para siempre y al final de todo se aprende, incluso de 
lo malo, porque esto también pasará".

(Esto también pasará)

"Mi vía de escape siempre serán los libros y la escritura es mi forma de 
evadirme del mundo y sentirme en calma.
Pienso seguir escribiendo, para mí escribir es necesario para vivir.
Escribir para seguir viviendo".

(Escribir para seguir viviendo)





Gemma Trilla

martes, 5 de marzo de 2024

Citas: Soldado de juguete, corazón de chocolate - Mariano Cointte

x

 
 Soldado de juguete, corazón de chocolate


"Combatimos toda la tarde. Él, mis camaradas y yo. Éramos un ejército invencible contra las fuerzas invasoras que atravesaron el portal dimensional. Bestias prehistóricas, llenas de cuernos y dientes, con una inteligencia superlativa que les permitía atravesar todas nuestras defensas.
Nuestros tanques de poco servían contra tal embestida, ni siquiera el helicóptero de última generación que habían enviado desde el cuartel general. Pero yo confiaba en mi compañero, y aunque la situación era cada vez más desesperada, sabía que Conan sacaría una carta magistral de su enorme arsenal de tácticas, y nos salvaría. A veces hasta yo, con mis humildes habilidades, compartía la gloria que en realidad, era toda de él.
Por eso éramos tan amigos".

"Conan me miró de una forma que solo pude interpretar como despedida.
Le grité que no. Que me dejara a mí. Yo haría el último sacrificio.
—¡No, amigo! ¡No! —Pero mis gritos parecían perderse en la lejanía.
Mi amigo, el único que tuve. Me sacó la bomba de las manos. Me sonrió con agradecimiento y avanzó solo contra el Enemigo. Era el fin".

Muérdago y plomo

"—Mami. Ten fe —dijo Briela, aun en su inocencia casi arrebatada por la barbarie, sonreía mostrando algunos huecos naturales en su boca.
—¡Escúchame, Bri! —reclamó desesperada la madre.
—Hoy es Navidad —continuó la niña.
—¡Escúchame! —insistió la mujer, con la mirada desencajada—. Si vienen a buscarte... —Le tembló el labio inferior por el horror que le producía la idea, pero también por lo que estaba por pedirle a su pequeña—, si vienen a buscarte, te muerdes así —Le hizo la mímica de la boca contra la muñeca—. Fuerte, muy fuerte, hasta que sientas que te duermes".

"La niña se escarbó el pelo sucio y encrespado, extrajo algo y se lo mostró a su madre con la mano abierta. Una ramilla de muérdago.
—Recordaba siempre las historias de la abuela. Y para estas épocas siempre guardo un poco, por si aparece mi príncipe y quiere un beso —dijo sonriendo, con esa inocencia de sus pocos años, la esperanza infatigable de los niños".

El mosquetero

"Eran los Tres Mosqueteros, o así se consideraban en su pequeña pero ilustre cofradía infantil. Los demás niños solían decirles los boludos que juegan a cosas que no existen".

"—¿Qué les estará diciendo esa bruja sobre mí? —se preguntó Cacho, un poco preocupado.
—Y..., que sos un burro —dijo divertido Beto, a lo que el otro le contestó con una farsa de golpearlo en la cabeza suavemente. Ambos se reían.
—No creo —dijo Miguel, siempre el más centrado—, parece mala pero creo que no es tanto.
—Uh vos..., siempre mirando las cosas tan bonitas —dijo con fastidio Cacho".

"—No te preocupés. Todo va a estar bien —le dijo. Los otros asintieron solidariamente. Pablo sonrió emocionado.
—Gracias muchachos. Saben..., creo que son los mejores amigos que pude tener —dijo casi al borde las lágrimas. Los tres mosqueteros se sonrojaron un poco, no era habitual ese tipo de emociones entre varones para la época".

Batallón Borysko

"Fue como mil truenos resonando al mismo tiempo. Pero no solo eso aturdió al pequeño Danylko, le faltaba el aire, y cuando quiso respirar, lo único que pasaba por su garganta era un polvo áspero y con gusto a muerte".

"—Tratemos de dormir. Esperemos la mañana, y si hasta ese momento no ha venido nadie a rescatarnos, emprenderemos la búsqueda de papá —sugirió Borysko.
—De acuerdo —musitó Danylko, apretándose contra su hermano para conseguir calor—. ¿Y si papá también ha muerto? —preguntó, aunque con la apatía de aquellos que están bajo un tremendo shock emocional.
—Entonces iremos con los abuelos —respondió pragmático Borysko, aunque el corazón se le desbocaba de solo pensar en perder a su padre también; pero debía mantener la calma por Danylko—. Ahora duérmete —le dijo al más pequeño y le dio un beso en la frente como su madre solía hacer.
—¡Puaj! ¿Por qué hiciste eso? —se quejó Danylko con cara de repugnancia, su hermano mayor nunca había sido así de afectuoso con él.
—Porque sí. Ahora duérmete —contestó Borysko y agradeció la poca luz que ocultaba sus lágrimas. Sin embargo, Danylko podía ver perfectamente con sus ojos jóvenes y ya adaptados a la baja luminosidad.
—Gracias —dijo el más pequeño—, yo también te quiero".

El ladrón de estrellas

"—¿Qué pasa, Aquiles? —preguntó Abuelito.
—Las estrellas..., muchas se van a dormir —contestó el niño. Abuelito lanzó una pequeña risa divertida. Ambos sintieron unos pasos lentos y seguros acercarse a sus espaldas. Aquiles conocía esa cadencia desde que tenía memoria.
—En realidad ya están dormidas —dijo la voz grave de Papá. Ante esas palabras, Aquiles levantó una ceja con curiosidad.
—Si están dormidas, ¿cómo podemos ver su luz? —preguntó el niño con cierto humor, Papá no sabía lo que decía.
—Lo que vemos son los sueños de las estrellas, que nos llenan de ideas hermosas cuando dormimos. ¿Acaso no sueñas? —respondió Papá y a Aquiles le pareció completamente cierto, de qué otra parte podían venir los sueños.
—¿Y cuándo soñamos cosas feas?, ¿pesadillas?
—Es porque el Ladrón de Estrellas se llevó esa luz antes de tiempo y sin ella, los sueños se vuelven feos y oscuros".

"—Papá... ¿por qué todos los años colocas estas cosas enormes en el patio? —preguntó él niño con una mezcla de curiosidad y fastidio.
—¿Acaso no te gustan? —repreguntó Aquiles, muy divertido.
—Los otros papis hacen espectáculos con sus gafas y todos los pueden ver y escuchar —había una nota de tristeza y reclamo en el niño—. Pero nosotros solo miramos las estrellas, es aburrido.
—¿Sabías que tu abuelo decía que la luz de las estrellas era la materia de la que se hacían nuestros sueños más hermosos? —comentó Aquiles con la intención de sorprender al pequeño.
—El abuelo no sabía nada entonces..., las estrellas que vemos en el cielo ya murieron hace millones de años —respondió el niño de seis años con toda autoridad, y mirando a su padre como si fuera un estúpido agregó—. La gente de antes era bastante ignorante por lo que me dices.
—Sí, tienes razón. —Aquiles sonrió con amargura. Su hijo aun siendo tan pequeño ya veía el mundo al desnudo, sin fantasía y tal vez con un pragmatismo poco sano—".

Encuentro

"—Bueno, por qué no dejamos toda esta cosa misteriosa y me explicas quién eres y por qué hablas como si me conocieras —el joven estaba fastidiado.
—Todo a su tiempo, ¿me invitas a un café en tu casa? —inquirió ella mientras pestañeaba seductoramente, como una niña traviesa. A él, se le estrujó la garganta, tragó saliva ante la insinuación y de nuevo sintió un poco de asco. Pensó de nuevo, que en alguna parte había visto esos ojos.
—Ahem, ¿no es un poco apresurado? Ahem, ¿no se supone que yo tengo que invitarte? —tartamudeó él—. Además, eres un poco joven para mi gusto.
Ella rió estentóreamente, divertida en extremo. Y a él le pareció música para los oídos".







Mariano Cointte

sábado, 2 de marzo de 2024

Citas: Soñando despierto - Daniel Casillas


"La lectura de un buen libro
da alas
a la imaginación del lector.
La imaginación, el talento
y la perseverancia 
en buscar siempre la perfección".

(Alas)

"Vivo soñando que todo es
pura felicidad,
pero esa felicidad desata
a los miedos,
unos miedos que se te aferran
de verdad, atándote y dejándote mudo,
bien quieto".

(Vivo soñando)

"En la quietud de la noche
los pensamientos vuelan,
la tristeza hace que duelan, 
hay lágrimas con derroche".

(Mira el cielo)

"Hoy, hoy ya no queda nada.
Pero tú te fuiste y yo ya no pienso esperar.
Si el amor se va contigo ¡Encantado! Otra vendrá y se dará cuenta
de todo aquello que tú no has valorado".

(No queda nada)

"Todo acabó siendo solo nada.
Nada era todo lo que me dabas.
Pensabas que hacías el bien
y de tu mano iba el mal también".

(Recuerdo aquel día)

"Ya no daba para más mi alma.
Tú mataste con tu orgullo mi corazón.
Luces, sonidos, bullicio, diversión.
Todo, escapando, probé en la noche".

(Huyo)

"Flores, flores y más flores
que antaño siempre cubrieron
el sendero de nuestra vida
de vivos y alegres colores".

(Sin caminos)

"No hay bravo oleaje que me derive,
ahora soy capitán de mi destino.
No hay fuego que la madera cautive,
sigo siendo capitán de mi destino".

(Prefiero)

"Me podrías llamar fiel,
si tu mirada sola me envuelve,
ignorando el paso del tiempo".

(In-fiel)

"De errores pasados vamos aprendiendo
que antes de herir lo pensemos mejor,
que es bueno el saber pedir perdón
pero mejor no tener que decir lo siento".

(Decisiones)

"Mi vida no es nada sin ti,
mi cielo es estar a tu lado, 
tu amor en silencio velado, 
mi lucha diaria es por ti".

(Somos felices)

"Yo no soy un hombre sin defectos,
ni me va eso de amores perfectos. 
Sé de cuántos años ya no tengo.
No sé dónde voy ni de dónde vengo".

(Quisiera)

"Hoy miro al cielo,
no paro de recordarte,
los besos en la frente, 
esos antes de acostarme.

¿Por qué no vuelves? 
¿Por qué te rendiste? 
Mi corazón es tuyo
y no miente,
tengo dentro
una angustia latente".

(De la tierra al cielo)

"Nadie sabe cuánto me duele,
cuando el corazón nada siente, 
cuando se para al instante,
pero deja su amor en el aire".

(Duele)

"Un poema, loco e inocente,
de un corazón tan latiente.
Calidez, no puedo negarte,
tus labios son mi presente".

(Poema para una madrugada)

"El pueblo busca una respuesta.
El ciego gobierno no contesta. 
Mil preguntas, ninguna molestia. 
Esta, ni la ciencia la encuentra.

Pero decidme por qué de tanta delincuencia,
gente tirada en calle por toda esa violencia
¿Harán que todo ese pueblo se levante?
Millones de personas pidiendo derechos y libertades".

(Mueve el mundo)

"Hemos salido de entre tanta oscuridad, 
nos han podido golpear, dañar, pero, 
nunca, nunca el pasado para nosotros será solo
un capítulo más que no podamos cerrar".

(Presente, pasado, futuro)

"Te quiero y te voy a confesar
que, sin ti, no podría vivir más,
y las penas me llenan el alma, 
si tú ahí, junto a mí, no estás".

(Sin ti)

"La realidad se me vuelve confusa,
invitándome a que de ella yo huya,
mi mente se convierte en una bruma
de sentimientos encontrados, sin lucha".

(Un sentimiento)

"¿Debo quedarme o debo irme? Si me quedo será a tu lado y si me voy 
sería de tu mano, ¿lo entiendes así? Que, aunque a veces como un capitán 
navego en un mar embravecido, siempre habrá un puerto en el cual 
recalar. Ese puerto eres tú, porque tú, con tu luz propia, brillas y me 
guías hasta donde quiero llegar".

(Soñando despierto)



Daniel Casillas

sábado, 17 de febrero de 2024

Citas: Ella y su gato - Naruki Nagakawa y Makoto Shinkai


x
 

 "A mi alrededor todo era calma, salvo por el ruido lejano del tren, que se parecía a un trueno. El traqueteo que producía al pasar por la vía elevada era intenso y acompasado.
Ese ruido me despertó un fuerte anhelo.
Si los tenues latidos de dentro de mi pecho bastaban para mantenerme en movimiento, qué es lo que no haría aquel sonido.
Con toda seguridad era el palpitar del mundo. Un mundo fuerte, grande,perfecto. Pero yo no lograba formar parte de él.
Las finas gotas caían al mismo ritmo, sin hacer ruido. Con la mejilla pegada al fondo de la caja de cartón, comencé a sufrir una alucinación en la que mi cuerpo levitaba lentamente.
Cada vez subía más alto, hacia el firmamento.
Pronto se oiría el sonido de un corte y en ese instante me separaría de este mundo.
Al principio la que me mantenía unido al mundo era mi madre.
Cálida, buena, me daba todo lo que deseaba.
Ahora ya no estaba.
No me acuerdo de cómo ocurrió, de cómo terminé calado por la lluvia dentro de una caja de cartón".

"Empapados, tanto su pelo como mi cuerpo se habían vuelto más pesados; la agradable fragancia de la lluvia lo inundaba todo.
Tras esforzarme en erguir el cuello, la miré a la cara con los ojos abiertos.
Sus pupilas temblaron. Durante un segundo apartó la mirada pero luego volvió a contemplarme fijamente, con decisión. Y así pasamos un rato, observándonos el uno al otro.
El eje de la Tierra rotaba en silencio mientras nuestra temperatura corporal, la suya y la mía, no paraba de enfriarse de manera callada en medio del mundo.
—¿Te vienes conmigo?
Las yemas de sus dedos, frías como el hielo, tocaron mi cuerpo. Me levantó con cuidado entre sus brazos. Vista desde arriba, sorprendía lo diminuta que era la caja de cartón. Ella me envolvió entre la chaqueta y  el jersey. Costaba creer la calidez de su cuerpo.
Sentí sus latidos. Echó a andar en dirección al ruido del tren. Ella, yo los latidos del mundo nos pusimos en movimiento a la vez".

"Mientras cocinaba, tarareaba canciones. A mí me chiflaba su voz.
—Chobi.
Así era como me llamaba siempre. Ese nombre me unía a ella y ella me conectaba con el mundo".

"Me gustaba observarla de perfil mientras se maquillaba delante del espejo. Desplegaba los pequeños utensilios con habilidad y los usaba siguiendo una pauta. Ella todo lo hacía ordenadamente. Devolvía lo que había usado a su sitio y, cuando por último se echaba perfume, la  fragancia se expandía por toda la habitación.
Su perfume olía a hierba empapada de lluvia.
El parte de la televisión informaba del tiempo para ese día.
Todas las mañanas salía de casa justo acabado el programa.
Me encantaba su aspecto cuando dejaba el piso para irse a trabajar.
Llevaba la melena recogida, vestía una chaqueta del mismo color que su pelo y calzaba unos zapatos de tacón alto.
Yo la miraba desde el recibidor.
—Nos vemos después —decía ella, ponía la espalda recta y abría la pesada puerta metálica.
La luz de la mañana se colaba entonces por el umbral y yo entornaba los ojos.
Que tengas un buen día.
Ella salía a la luz y sus zapatos repiqueteaban con un delicioso sonido.
Todavía con la sensación del tacto de su mano en mi cabeza, escuchaba cómo sus pasos se alejaban por la escalera exterior hacia abajo.
Una vez la perdía de vista, me subía a una silla y contemplaba a través del balcón cómo el tren cruzaba el paso elevado. Tal vez ella estuviera dentro.
Tras deleitarme observando el tren, me bajaba de la silla de un salto.
El olor de su perfume aún permanecía en la habitación. Entonces volvía a quedarme dormido envuelto por su aroma".

"Al cabo de un rato fui a parar a una casa con un jardín exuberante.
Enseguida entendí por qué en aquella zona no vivían más gatos: había un perro grande.
A primera vista se notaba que era viejo, tenía las orejas largas y un pelaje blanco con manchas negras.
Por norma, los perros no suelen recibirnos bien. Sin embargo, cuando me disponía a escabullirme, fue precisamente él el que se dirigió a mí:
—¡Cuánto tiempo, Shiro!
Su voz era tan mansa que parpadeé. No parecía altivo, como es costumbre en los perros de su tamaño.
—Buenos días —lo saludé con miedo.
—Sigues tan guapa como siempre.
¿Guapa? Parecía que los perros no sabían distinguir si los gatos éramos macho o hembra.
—Oiga, que soy macho —respondí un poco molesto. Cosa que, naturalmente, hice tras haberme asegurado de que el perro estaba atado con correa.
—Ah, bueno —dijo antes de continuar como si no me hubiera ofendido—: Entonces eres un hermoso macho —añadió sin estar realmente convencido de ello".

"Kamada, un profesor veterano, cogió el ejercicio de Reina.
—Conservar un talento es más difícil que desarrollarlo. Lo dice Kenji Miyazawa en un poema: «Ningún talento, poder o material perdura en los humanos».
Kamada miró al infinito.
—Ni siquiera las personas perduran en la vida de los demás. Eso es así —añadió.
Sentí sus palabras como un mazazo".

"Ya era plena noche. Se oía la lluvia golpear el cemento.
Después de una larga, muy larga llamada, ella rompió a llorar.
Yo no sabía por qué. Nunca antes la había visto así.
Pero estuvo llorando mucho tiempo con la cara hundida entre las rodillas.
Pensé que la culpa no era suya.
Yo era el único que la veía en todo momento.
Sabía que era más buena y bella que nadie, que vivía con más empeño que nadie.
—Eh, Chobi —dijo sin secarse las lágrimas.
Estaba agachada junto a una silla tirada en el suelo y en el móvil que sujetaba en la mano se oía el ruido monótono que se produce al cortar  una llamada.
—Estás ahí, ¿verdad, Chobi?
En el instante en que su mano me acarició, mi cuerpo notó el intenso dolor de su tristeza.
La luz fría de la farola que se colaba por la cortina nos iluminó.
Se oyó su voz.
—Por favor, por favor.
Entonces supe que su relación con alguien a quien amaba se había terminado.
—Que alguien me ayude.
No paraba de llorar.
El mundo que nos había arrojado a aquellas tinieblas infinitas seguía dando vueltas".

"—¿Te acuerdas de lo que te conté de ella? Pues me gustaría llenar el vacío que hay en su corazón.
—Chobi, ya te lo dije la última vez: eso es prácticamente imposible. —John puso un gesto triste—. ¿No ves que ni tú ni ella os acordáis?
—¿De qué tenemos que acordarnos?
—Yo me acuerdo del instante en que se originó la vida. Por eso no me siento solo".

"La estación cambió y llegó el invierno.
Aunque me resultaba algo nuevo, tenía la sensación de conocer desde hacía mucho tiempo aquel paisaje nevado.
Al respirar, la ventana se empañaba y no veía nada. La luz de la máquina expendedora a la orilla de la calle, difuminada por el vaho del cristal, era preciosa.
La blanca nieve se acumulaba sobre semáforos y buzones de correos, y todo parecía haber renacido".

"La nieve amortiguaba todos los sonidos.
Salvo uno que hizo que mis orejas se pusieran de punta: el del tren al que ella se había subido.
El palpitar del corazón que movía el mundo.
De entre todos los cambios que se estaban produciendo, me quedé con esos gratos e inmutables latidos.
No podía hacer nada para ayudarla.
Tan solo permanecer a su lado y vivir mi propio tiempo".

"Total, que me daba de comer, pero yo no era su gata.
—Lo siento, no puedo cuidarte —me dijo cuando nos conocimos—. Es que los gatos os morís.
Yo opino igual: los gatos enseguida nos morimos".

"Chobi olía a humano.
—¿Tienes dueño?
—Sí. Mi dueña es ella.
—¿Quién es «ella»?
—No sé cómo se llama. Ni me interesa. Pero es mi novia.
—Qué raro.
—Ah, ¿sí?
—Sí, es raro que tengas una novia y no sepas su nombre —le dije un poco celosa.
—Un nombre solo es un nombre. Un gato no dejaría de serlo aunque le llamaras «perro», ¿verdad?".

"Me arrimé en silencio a Reina, que estaba tumbada.
—Me está ganando… ¡Qué digo! En realidad estoy fuera de competición. No he presentado nada.
Reina me acarició.
—¿Qué va a ser de mí ahora? Mi único fuerte es la pintura. Mimi, todo acaba volviéndose contra una. Todas las palabras que le dijiste a  alguien a quien creías peor que tú: el «No tienes talento», el «Retírate», todo…
Reina temblaba.
—Necesito ayuda, no me soporto a mí misma.
Con la lengua recogí suavemente las lágrimas que corrían por sus  mejillas. Estaban calientes y sabían a su vitalidad. Había perdido su fuerza".

"Él, sin darle importancia a mi timidez, empezó a hablarme amistosamente, como si la última vez que nos habíamos visto hubiera sido el día anterior.
—Tranquila, Mimi, tranquila —me repitió una y otra vez.
—¿Cómo sabes que puedo estarlo?
Delante de Chobi siempre acababa usando ese tono mimoso.
—Porque no existen humanos que sean siempre fuertes o siempre débiles".

"Yo creía que, si podía escribir para mí, podía hacerlo para cualquiera.
De modo que, en mi cabeza, su incapacidad significaba que no se estaba esforzando lo suficiente. Me parecía que la excusa de que no se encontraba bien era una mera disculpa. Dejé de pensar en ella y me desasosegué porque veía que aquella oportunidad se nos escapaba de las manos.
Cuando la oí disculparse entre balbuceos, sentí rabia por primera vez en la vida.
—¿Por qué no te mueres?
La frase que le solté fue verdaderamente espantosa.
Mari la encajó en silencio. Nunca olvidaré su cara lívida. Al día siguiente, mis palabras se hicieron realidad".

"Aoi se pasaba la mayor parte del tiempo en la cama con los ojos cerrados y dormía tanto como los gatos. No obstante, a diferencia de nosotros, a veces lloraba. Mamá me enseñó que, cuando una llora todo el rato, se le hincha la parte de debajo de los ojos y se le pone un  aspecto horrible. Yo se lo advertí a Aoi, pero no sé si me entendió.
Desconozco por qué estaba tan triste.
A veces, yo lloraba porque quería ver a mi mamá, pero no estaba siempre triste como ella.
De vez en cuando, sentía angustia al mirar a Aoi.
Ese fue el primer invierno de mi vida que pasé dentro de una habitación en silencio, casi conteniendo la respiración".

"La ansiedad era constante y, aunque amenazase con aplastarme, no podía hacer nada".

"Ya lo sabía, lo sabía todo. Y en realidad quería ir. Quería arreglarlo de una vez por todas. Pedirle perdón frente a su tumba.
—¡Lárgate!
Pero no valía de nada.
De un empujón eché a mi madre del cuarto. Cerré de un portazo. Cookie se encogió.
Mi madre siguió diciéndome algo desde el otro lado de la puerta, pero tapé sus palabras chillando cosas sin sentido.
Al poco rato oí cómo bajaba las escaleras. Eran los pasos de un cuerpo agotado.
Entonces empezaron a caérseme las lágrimas y no paré de llorar".

"Aoi lloró un rato largo en la cama. Yo quise consolarla, pero se había encerrado en sí misma.
Un graznido rasgó el aire y Aoi se encogió.
Un cuervo descendió planeando hasta el balcón. Luego otro y varios más.
Enseguida comprendí el significado de aquellos graznidos.
Estaban esperando que Aoi muriera para comérsela.
Resultaba que existía alguien más débil que yo en el mundo.
Un sentimiento que nunca antes había experimentado brotó en mi interior.
Iba a proteger a Aoi. Estaba decidida".

"Una vez saciado, Kuro se tumbó a la sombra de la caseta.
—¿Sabes por qué comemos los animales? —dijo John al terminar, acostándose también con la cabeza apoyada en las patas delanteras.
—Supongo que porque tenemos hambre.
«¿Qué clase de pregunta es esa?», pensó Kuro.
—Pero ¿por qué tenemos hambre?
—Porque estamos vivos".

"John sacudió el cuerpo y echó a andar con paso firme bajo la luz de la luna.
—Oye, John, la verdad es que no da la impresión de que vayas a morir… —le dijo Chobi siguiéndolo.
—Es que no voy a morir. Voy a volverme eterno.
—¿Qué quieres decir con «eterno»?
Kuro se hacía la misma pregunta que Chobi.
—Si me muriese aquí mismo, Shino y vosotros sabríais que estoy muerto. Pero si ninguno me descubre, nadie sabrá realmente si he muerto no.
—¿Y eso es ser eterno?
—Sí".

"El último día en la empresa, mi jefe me dijo:
—Uno tiene que ser dueño de al menos una parte de su vida.
No fue hasta mucho más tarde que comprendí el sentido de aquellas palabras".

"Al terminar aquel larguísimo invierno, llegó la estación de los cerezos.
Ese día me llevé a Chobi en el transportín y paseamos bajo una hilera de árboles a la orilla del río. Los pétalos rosados inundaban el ambiente.
Aquellos pétalos de cerezo que revoloteaban por doquier nos mostraban en todo momento las corrientes invisibles del aire.
—Los sentimientos de la gente son invisibles y no hay nada que puedas hacer —me dijo una vez la persona que caminaba a mi lado.
Esa frase bastó para hacerme sentir un gran alivio".

"La brisa que soplaba de frente nos trajo pétalos de cerezo.
—¡Qué bonito! ¿Eh, Chobi?
Él me devolvió un maullido desde dentro del transportín.
Tras encontrarnos aquella mañana nevada en el parque, empezamos a quedar y hablar de vez en cuando.
Mi intención era irnos conociendo sin prisas el uno al otro.
Aquel día lluvioso yo, en mi soberbia, creí haber salvado a Chobi.
En realidad, fue él el que me salvó a mí".

"Yo estaba a su lado, observando el azul oscuro del firmamento desde su piso.
Vibró el viento y las delgadas nubes corrieron a toda velocidad.
Sus finos dedos me tocaron el pelaje.
—Eh, Chobi… —me dijo ella.
—¿Qué? —le contesté.
No abrió la boca, pero yo sabía en qué pensaba.
Ambos sentíamos lo mismo.
«Me gusta este mundo», me dije convencido.
Ella se rio en silencio. Yo alcé la vista hacia aquella sonrisa radiante.
Ella también captaba mis pensamientos.
Y es que a ella seguramente también le gustaba este mundo".








Naruki Nagakawa y Makoto Shinkai

miércoles, 24 de enero de 2024

Citas: Los Guardianes de la Hermandad: Cenizas - Javier Balsera

x
 
 
 "—¿Es que ni siquiera recuerdas dónde lo guardaste? —preguntó Iris, ofendida.
—No lo sé, cariño —respondió, sin tan siquiera hacer el esfuerzo de pensarlo—. Estaba muy estropeado. Tal vez lo tirase a la basura.
Iris sintió un escalofrío al recrear la imagen del osito abandonado junto al contenedor, roto y soportando la lluvia y el frío, hasta que un camión maloliente por fin viniera en su busca para llevarlo al vertedero. No. Se negó a aceptarlo. Fluffy no podía haber sido víctima de un destino tan cruel".

"—¡Iris! —se sobresaltó la madre, que debió creerse sola en casa—. No te había oído entrar —jadeó del susto.
—Ya sabes que soy tan sigilosa como una pantera.
—¿Y no se supone que la pantera debería estar en clase?
—Ha faltado el profe de biología. —Iris se llevó la mano al pecho y dijo—: Me has dado un susto de muerte, creí que nos habían entrado a robar.
La madre se hecho a reír, casi a carcajadas.
—Cualquiera que entrase a robar aquí se llevaría un buen disgusto. —Estiró el brazo al interior del cuarto para apagar la luz y cerró la puerta—. Tal vez le diera tanta lástima que nos dejaría una limosna en el cenicero.
—Hay otros que están mucho peor. —Iris cogió a su madre de la mano y le dijo—: Nosotras tenemos para vivir y eso es todo lo que necesitamos".

"—¡Uy! —se sorprendió Delia—. Tú estás muy rara, ¿eh?
—No sé por qué lo dices —repuso Iris, mientras se untaba con brío la mantequilla—. Solo estoy feliz.
—Me alegro de ver que ya te encuentras mejor.
—Estoy genial —confesó—. No sé qué fue lo que me pasó ayer, creí que podía estar incubando algún virus. —La chica se encogió de hombros y dijo—: Pero la verdad es que hoy me siento mejor que nunca.
La mujer pareció respirar aliviada y, luego, le dio un sorbo a su taza de café.
—Debo reconocer que ayer me dejaste muy preocupada cuando te fuiste a dormir. —Iris asintió con la cabeza, un tanto pesarosa—. Con lo que tú eres, me impactó verte tan cansada.
—Puede que sea la tensión del último curso.
—Tal vez —dijo Delia, reflexiva—. De un modo u otro, la vida de toda persona cambia al terminar el instituto. Tendrá que discurrir por caminos inciertos y nunca sabe a dónde le llevará el futuro. Es normal sentirse abrumado.
Iris enarcó las cejas y exclamó:
—¡Y luego soy yo la que está rara!".

"—¿Es que te ha pasado algo con tu madre?
—No —se apresuró a responder Iris, aunque luego matizó—: No, por ahora. —La chica meneó la cabeza y dijo—: Como se entere le va a dar algo.
—Pero ¡¿se puede saber qué ha pasado?! —quiso saber la otra, que empezaba a contagiarse de su ansiedad.
—¡Que le he prendido fuego a la cama! —le espetó".

"Cuando abrió los ojos, descubrió que la secuoya estaba envuelta en llamas, mientras Luna la jalaba de la ropa para alejarla de una lengua de fuego que crecía por segundos.
—¡Dios mío! —exclamó, en un grito ahogado.
—¡Vámonos, Iris! —la instó Luna entre dientes, con la voz entrecortada por el esfuerzo de hacerla girar—. ¡Corre, corre!
Iris no se lo pensó dos veces y huyeron de allí a toda velocidad, para acabar saliendo del parque y ocultándose en un callejón cercano.
—Hay que llamar a los bomberos —anunció Iris con la voz temblorosa, que ya estaba echando mano al móvil.
—¡Si, claro! —exclamó Luna, al tiempo que se lo arrebataba de entre los dedos—. ¡Para que sepan que hemos sido nosotras!
—¡Es que hemos sido nosotras! —farfulló.
—¿Y qué importa eso? —trató Luna de convencerla—. Ya no se puede arreglar, y lo único que vas a conseguir es que te pongan una multa. O peor aún, ¡que te metan en la cárcel!
—¿Y qué hacemos entonces?
—Nada, ya hay medio barrio ahí, seguro que alguien ha dado el aviso. —Luna dejó escapar una risilla y dijo—: Tú solo disfruta del espectáculo.
—Pero ¿qué espectáculo? ¡Me he cargado la secuoya centenaria!".

"—Está bien. Te acompañaré.
Con gesto cansado, se levantó del sillón, mientras oía el resoplar de Luna.
—Me complace mucho oír eso —le confesó, sonriente—. Ahora, será mejor que nos vayamos cuanto antes. No tardarán en encontrarnos si permanecemos demasiado tiempo aquí.
—Voy con vosotros —se apresuró a decir Luna.
—Solo los magos pueden ser miembros de La Hermandad —la contrarió Dreiss—. Una mujer como tú no tiene cabida en la orden.
—Tú lo has dicho antes —intervino Iris, y Dreiss la miró intrigado por lo que iba a decir—, La Hermandad ya no existe.
—Aun así —repuso el hechicero, tras sopesar las palabras de la joven—, me temo que sería poco prudente.
—Pues ahora soy yo la que necesita que entiendas algo —insistió—. He accedido a acompañarte a un sitio que des-conozco, rodeada de gente que desconozco, en un mundo que también desconozco. Creo que todo sería un poco más fácil para mí si pudiera ver a una cara conocida a mi lado. —Dreiss, que parecía no estar dispuesto a dar su brazo a torcer, mantuvo una expresión dura—. Es eso o nada —presionó ella, con voz firme.
—Tienes coraje —declaró el mago, que luego sonrió—, eso me gusta".

"—No tienes buen aspecto, querida. —Astra se giró para contemplar la figura de un hombre. Sus imágenes contrastaban como la luz y la oscuridad. Él, con un aspecto impoluto y un rostro radiante, sonría con descaro—. Cualquiera diría que estabas predestinada a ser la hechicera más poderosa del mundo.
—Ya empezaba a echar de menos tu simpatía.
—No hay que ser un lince para notar el sarcasmo en tus palabras, Astra.
—¡Oh, vaya! — ironizó la hechicera—. ¡No me digas!
—Al menos, aún conservas una pizca de humor. —El hombre se acercó a ella con paso lento y distinguido—. Tampoco me has apartado de tus pensamientos. Puedo ver el brillo en tus ojos cada vez que me miran.
Astra lo observó con una expresión bobalicona. En el fondo, sabía que aquellas palabras eran ciertas. Sin embargo, dejó escapar una risotada y se dio media vuelta para marcharse.
—Todas las direcciones llevan a ninguna parte en este lugar —le recordó el hombre.
—Al menos, llevan lejos de ti.
—Oh, Astra —replicó él, que se echó a andar tranquila-mente tras ella—. 
Sabes muy bien que no puedes escapar de mí. Es un tanto paradójico, ¿verdad? —Astra no se detuvo, pero ladeó la cabeza para escucharlo mejor—. Que, después de todo, yo sea la razón por la que aún mantienes la cordura.
La hechicera dejó de moverse y se colocó frente a él, donde sus miradas se encontraron irradiando un brillo intenso, y sus rostros se acercaron como imanes que se atraían entre sí".

"—Pero el odio que siento hacia aquel que me encerró en este lugar es mucho más fuerte que el amor".

"—Por cierto, ¿te has fijado en cómo olía el otro?
—Era vainilla, ¿verdad? —cuchicheó Iris.
—¡Sí, tía! —rio Luna—. ¿Ves cómo esta gente es rarísima?
—¿En serio te parece raro por eso?
—¿De verdad, Iris? ¡Vainilla! ¿Qué clase de tío se echa perfume de vainilla?
—Pues sí… —suspiró la otra".

"—Sé que tienes miedo de perder el control. —La expresión de la chica fue suficiente para confirmarlo—. Es como una válvula de gas. Si la abres demasiado, todo volará por los aires. Si no la abres lo suficiente, la llama jamás se encenderá. Debes encontrar el punto justo".

"—Lo haré —aseguró Iris, feliz de asumir por fin su primer desafío.
—Sabía que lo harías —confesó Dreiss, satisfecho, que luego la tomó por los hombros—. Pero te voy a dar una orden y quiero que la cumplas, pase lo que pase, ¿de acuerdo? —Iris asintió con la cabeza—. En el momento en el que corras el más mínimo peligro, por insignificante que parezca, quiero que regreses aquí de inmediato.
—Por supuesto.
—Y, para asegurarme de que cumplirás con lo que te digo, quiero que Luna te acompañe.
—¿Qué? ¡No! —Iris dio un paso atrás para alejarse de Dreiss—. Ella no tiene poderes. Podría pasarle algo.
—Precisamente por eso —insistió el mago—. Sé que ja-más la pondrías en peligro, ni ella dejaría que tú corrieses ningún riesgo innecesario.
—Dreiss tiene razón —terció Luna, dando un paso al frente—. Será mejor que te acompañe. Las dos sabemos lo temeraria que puedes llegar a ser a veces".

"—No importa caer, sino volver a levantarse —se dijo a sí misma en voz alta".

"—Supongo que soy demasiado predecible después de todo —se lamentó Iris.
—Nada de eso —la contradijo el joven.
—Venga ya, Álex —replicó la chica, con el ánimo decaído—. He sido una idiota. En lugar de seguir caminos poco transitados, donde a nadie se le hubiera ocurrido buscarme, me fui por aquellos en los que cualquiera miraría primero. Soy una inútil total.
—Vamos, Iris, no seas tan dura contigo misma. —Álex se acercó a ella, haciendo ademán de darle un abrazo, pero se detuvo al recordar lo dolorida que se encontraba—. Fuiste muy valiente al tomar la decisión de marcharte y afrontar las consecuencias sin mirar atrás.
—Sí, valiente y descerebrada. Luna tenía razón al decir que no pensaba bien las cosas.
—Luna te conocía bastante. Y, aun así, era evidente cuánto te admiraba.
—Supongo que el amor es ciego".

"Iris, que se había quedado pasmada por un momento, echó por fin a correr hasta la puerta y estrechó a Luna entre sus brazos. La apretujó con tanta fuerza que casi no la dejaba respirar. Álex tampoco tardó en acercarse, atónito ante lo que veían sus ojos.
—Ya está bien —le dijo con la voz entrecortada—, no he sobrevivido para que asfixies tú ahora".

"Iris, entusiasmada por lo increíble de sus progresos, se levantó de la silla con las piernas temblorosas. Deambuló de un lado para otro, intentando calmar la emoción que sentía, antes de poder volver a  concentrarse. Pero, en ese rato, alguien llamó a la puerta. Iris no tardó en abrir, movida por la ligereza que le confería la agitación.
—Siento interrumpirte, pero es un asunto de vida o muerte —le informó Álex.
—¿Qué pasa? —quiso saber ella, preocupada de repente.
—Sé que estás ocupada, pero no podía seguir viviendo sin ver tu sonrisa.
Iris soltó una carcajada y le dio una bofetada en el hombro.
—¡Serás idiota! —La chica tuvo de pronto una idea—".

"Astra aguardó hasta que la figura de la joven quedó desvanecida en el aire. Entonces, se echó a reír a pleno pulmón. Sus carcajadas parecieron extenderse hasta los confines de la infinita prisión que la retenía.
—Así que llevo todo este tiempo hablando con un muerto.
Uno nunca muere si sigue vivo en el recuerdo del otro, mi querida Astra —respondió Cassius".

"En algún punto del trayecto, descubrió que el vehículo en el que iba no era en realidad un taxi, sino algo más moderno a lo que el conductor había llamado Uber; y este, un chico joven, lleno de tatuajes y con ropas coloridas y llamativas, casi parecía que la hablaba en otro idioma.
—Uf, este trackazo es pura flama —le había dicho en un momento dado, cuando empezó a sonar una determinada canción—. Tiene un flow que lo flipas, y le tira beef a los posers de TikTok. —El joven la miró por el espejo y le preguntó—: ¿A ti te mola esta vaina?
—Claro —contestó Astra, sin tener ni la más mínima idea de lo que le estaba diciendo".

"—El enemigo de mi enemigo es mi amigo —citó Gael, con el tono más profundo que le permitió su parálisis.
Astra dudó por unos segundos. De algún modo inespe-rado, Iris notó que el comentario sobre Delia la había tocado el corazón.
—Está bien —aceptó Astra, liberando a los jóvenes de su hechizo, y estos procedieron a ponerse en pie mientras se liberaban de la parálisis—. Acabemos con esto de una vez por todas. Y más os vale que no me estéis engañando.
—¿El enemigo de mi enemigo es mi amigo? —susurró Iris mientras se ponían en pie, con cierto tono de burla en su voz—. ¿Se puede saber de dónde has sacado eso?
—De Alien versus Predator. —Gael enarcó las cejas—. ¿Qué pasa? ¿Es que no la has visto?".

"En ese momento, se abrió la puerta de la habitación y se asomó un enfermero.
—Disculpe —le dijo—, pero llevamos un rato escuchando demasiado jaleo en la habitación. —Dreiss lo miró con el ceño fruncido—. ¿Sería tan amable de bajar un poco la voz? Hay gente enferma que intenta descansar.
El hechicero estiró el brazo hacia él y le lanzó un pulso de energía. El hombre salió disparado, cruzó volando el pasillo y atravesó la puerta de la habitación de enfrente.
—No soporto que me interrumpan —dijo Dreiss, reacomodándose el traje—".

"—Todos cambiamos, Dreiss —replicó la hechicera—. Incluso las mejores personas pueden acabar convertidas en monstruos".

"—¿Qué va a pasar con ella ahora? —preguntó Iris, mientras caminaban hacia la sala de espera, que estaba tan vacía como de costumbre.
—¿Se te ocurre alguna idea? —dijo Astra, en una pregunta retórica.
—Todo el mundo merece una segunda oportunidad —repuso Iris—. Puede que ella aún no esté perdida".






Javier Balsera