jueves, 28 de junio de 2018

Citas: Pétronille - Amélie Nothomb

"El error es creer que el físico sólo cuenta en el amor. Para la mayoría de las personas, entre las  que me cuento, el físico es importante en la amistad e incluso en las relaciones más elementales. Y no me estoy refiriendo ni a la belleza ni a la fealdad, me refiero a esa cosa tan indefinida e importante que llamamos fisionomía. Hay seres que nos gustan a primera vista e infelices que no podemos ni ver. Negarlo sería una injusticia añadida".

"—¿Tiene algo que celebrar?
—Sí. Nuestro encuentro.
—No era necesario. No es tan importante.
—Para usted, puede que no. Para mí sí lo es.
—Ah, vale.
—Es el principio de una amistad".

"Debíamos de estar a medio camino cuando Pétronille me anunció que iba a ponerse a orinar allí mismo, entre dos coches aparcados.
—¿No podría esperar a llegar al Gymnase? —protesté—. Sólo faltan treinta metros.
—Demasiado tarde. Cúbrame.
Pánico. ¿Cuál debía ser mi papel? Estaba oscuro y nublado. No se veía nada a veinte metros sobre la acera de la rue Huyghens. En aquella atmósfera digna de Macbeth, yo tenía que proteger la intimidad de una joven que por razones que en parte se me escapaban había leído todas mis novelas.
Agucé el oído para escuchar eventuales pasos; sólo percibí el ruido de un pipí que parecía decidido a no terminar nunca. Mi corazón latía muy fuerte. 
Imaginaba un discurso en el supuesto de que apareciera algún transeúnte: 
«Perdóneme, señor, señora, mi amiga ha sucumbido a una urgente necesidad, no le falta mucho, ¿podría, si no es mucho pedir, esperar un momento?»".

"—Venga, es usted joven y famosa, la invitan a todas partes.
—¿Joven? Tengo treinta y cuatro años.
—Vale, es usted vieja y famosa".

"La realidad siempre se apresura a demostrarnos hasta qué punto carecemos de imaginación".

"—¿Qué es esa cosa?
—Soy yo.
Silencio, seguido de:
—De acuerdo. Es más grave de lo que imaginaba.
—Si quiere, voy a cambiarme.
—No, no. Si enciendo la luz, ¿se quemará?
—Por favor".

"—¿Nos tuteamos? —sugirió, tomando un sorbo de cerveza.
—¿Por qué?
—Hemos dormido en la misma cama, la he visto en pijama naranja, estamos compartiendo un fish and chips. Es extraño que sigamos tratándonos de usted".

"—Hasta que llegaste tú, me pareció el purgatorio.
—¿Y desde que llegué?
—El infierno.
Soltó una de sus grandes carcajadas.
—Tienes razón, lo hemos pasado muy bien".

"En el fondo tenía razón. Hay que forzar el destino. Si de mi capacidad de iniciativa dependiera, en la vida nunca ocurriría nada".

"—Con cuatro años, esquiaba muy bien.
—Sí. Ganaste tu copa de honor en el parvulario. Estoy impresionada.
—Es como ir en bicicleta, nunca se olvida.
—Claro que sí.
—Creo en el genio de la infancia".

"En la cima de la alegría, la imité. Dos metros más lejos, me desplomé. Me levanté inmediatamente y me lancé, para, al cabo de un segundo, volver a caer. Aquel juego se reprodujo quince veces seguidas. Pétronille había tenido tiempo de tomar el remonte y regresar a mi lado.
—Parece que el genio de la infancia no funciona demasiado bien. 
¿Quieres que te enseñe?
—¡Déjame tranquila!
Menos de diez minutos más tarde, ella había bajado rápidamente, vuelto a subir, y estaba otra vez a mi lado, y yo me seguía cayendo cada cinco segundos.
—Tenemos un problema —dijo ella—. Vas a necesitar a un monitor muy paciente.
Rompí a sollozar.
—Y a un psiquiatra —añadió".

"—¿Esto es legal? —volvió a preguntar Pétronille.
—Lo que nunca se ha hecho no es ni legal ni ilegal —zanjé en tono categórico".

"—¡Voy a exprimir al máximo esta cláusula de anulación!
Llamó al microscópico número indicado y no necesitó fingir para hablar con voz de asmática.
—Es frecuente morir de un ataque de asma —oí que decía.
Cuando colgó, me anunció que la ambulancia estaba al llegar.
—¿Vas al hospital? —pregunté.
—No. Volvemos a París, tú y yo. Tú eres mi acompañante, es legal.
—¿Volvemos a París en ambulancia?
—Sí —dijo ella con orgullo—. No sólo te ahorraré una importante suma de dinero sino que, además, será mucho más rápido. Hagamos las maletas.
La sirena de la ambulancia no tardó en oírse. La ley exigía que Pétronille entrara en camilla. No se hizo de rogar".

"Tengo una larga experiencia en materia de separaciones, y sé mejor que nadie el peligro que entrañan: separarte de alguien prometiendo que volveréis a veros es el presagio de las cosas más  terribles. El caso más habitual es que no vuelvas a ver nunca más al individuo en cuestión. Y ésa no es la peor de las eventualidades. La peor consiste en volver a ver a la persona y no reconocerla, ya sea porque ha cambiado mucho, ya sea porque entonces descubres un aspecto increíblemente desagradable que ya debía de existir antes pero que habías logrado ignorar en nombre de esa extraña forma de amor tan misteriosa y peligrosa y en la que siempre se nos escapa todo lo que está en juego: la amistad".

"Los grandes sentimientos necesitan combustible".

"Accesoriamente, continuaba siendo escritora y ser humano. Así que continué escribiendo y viviendo".

"Mi madre, que es incapaz de no deformar un título, felicitó a la invitada por Que la fuerza te acompañe.
—¿Lo has leído, mamá? —le pregunté en voz baja.
—Sí. No he entendido de qué trata, pero me ha parecido muy hermoso".

"Por más que sé que escribir es peligroso y que al hacerlo pones en riesgo tu vida, siempre acabo cayendo en la trampa".





Amélie Nothomb

domingo, 24 de junio de 2018

Citas: La nostalgia feliz - Amelie Nothomb


"Todo lo que amamos se convierte en una ficción. De las mías, la primera fue Japón".

"En ningún momento tomé la decisión de inventar. Sucedió sin que yo interviniera.
Nunca se me ocurrió deslizar lo falso dentro de lo verdadero, ni disfrazar lo auténtico con apariencias de falsedad. Lo que has vivido te deja una melodía en el interior del pecho: ésa es la que, a través del relato, nos esforzamos en escuchar".

"—No es posible. —Rinri habló en un francés impecable.
—¡Qué alegría escucharte! —exclamé bobamente".

"—Su bonsái agoniza.
—Lo sé. ¿Qué me recomienda?
—Nada.
—Seguro que algo se podrá hacer.
—¿Contra la muerte?
—Todavía no está muerto. Mientras hay vida, hay esperanza".

"Cuando una historia es tan perfecta, uno teme no estar a la altura en el futuro".

"Cuando una historia es tan perfecta, uno teme no estar a la altura en el futuro".

"Suponiendo que el tiempo sirva para medir algo en el ser humano, son sus heridas".

"—Hemos llegado —dice el taxista.
—¿Dónde? —es la pregunta estúpida que hago.
—A la dirección que me ha dado.
La casa de mi infancia. Bajo del taxi. El Apocalipsis es cuando ya no reconoces nada".

"Cuanto más banal es una pena, más profunda resulta".

"La puerta se abre. Veo aparecer a una mujer muy anciana que mide un metro cincuenta. Primero nos miramos con terror. Los reencuentros son un fenómeno tan complejo que sólo deberían producirse tras un largo aprendizaje o simplemente prohibirse".

"¿Cómo sabemos que una persona anciana no está del todo bien de la cabeza? Hay como una vacilación. No es ella la que está perdida ante nosotros, somos nosotros los que estamos perdidos ante ella. Está en posesión de un poder capital: domina el arte de no asimilar aquello que rechaza. A todos nos gustaría ser capaces de un prodigio semejante".

"Hace una hora pensaba que los reencuentros deberían estar prohibidos. Ahora pienso que las separaciones también deberían estarlo".

"Ha transcurrido un año y veintitrés días desde la tragedia. Hace frío, el cielo es gris, sopla un viento de muerte".

"—¿Puedo invitarla a tomar el té? —me pregunta la mujer embarazada.
—Sería un placer. Por desgracia, es imposible: dentro de media hora tengo una cita con mi novio japonés de hace veinte años".

"—Esto no lo recuerdo —digo.
—En efecto. Es la primera vez que venimos aquí. ¿Hasta qué hora tengo derecho a estar a solas contigo?
—Hasta la hora que quieras".

"—La memoria es una aventura extraña".

"—Hablemos de otra cosa.
—¿Qué opina del libro que Amélie escribió sobre usted? —pregunta la realizadora.
Por Júpiter, me gustaría no estar aquí.
Él inclina levemente la cabeza antes de decir:
—Una encantadora ficción".

"El pobre Yumeto, que es intérprete del japonés al inglés, no capta nada de nuestro intercambio. Temo que se esté aburriendo, y más aún teniendo en cuenta que no deja de mirarse las rodillas. Echo una ojeada bajo la mesa y me doy cuenta de que está en Facebook".

"La incomodidad es un extraño defecto del centro de gravedad: sólo pueden experimentarla aquellas personas cuyo núcleo permanece flotante. Los seres anclados en la solidez no comprenden en qué consiste".

"Unos años antes, tuve que posar para JeanBaptiste Mondino, probablemente el mayor artista que me haya fotografiado jamás. Al ver que insistía en ofrecerle expresiones varias —alegría, sorpresa, muecas—, se detuvo con humor y me increpó:
—¿Se puede saber qué estás haciendo?
—Intento darle algo —balbuceé.
—Yo no te he pedido nada. Eso es lo que quiero: que estés vacía. Que no sientas nada".

"Un recuerdo regresa a mí. Cuando Rinri se encontraba conmigo en el parque Shirogane, a la sincera alegría de volver a verlo se le sumaba una secreta angustia:
«Ahora voy a tener que ser feliz». Sonrío ante esa ansiedad ya superada y susurro para mí misma: «Desde entonces, no ha sido necesario ser feliz»".

"Experimentar el vacío es algo que debe tomarse al pie de la letra, no hay nada que interpretar: con la ayuda de los cinco sentidos, se trata de vivir la experiencia de la vacuidad".

"Como estoy en un callejón sin salida emocional, decido marcharme de viaje.
Esta vez, con destino desconocido".





Amelie Nothomb

miércoles, 20 de junio de 2018

Citas: Ni de Eva ni de Adan - Amelie Nothomb

"No entendí su nombre, él tampoco el mío".

"Hay que reconocer que el francés es un idioma perverso. No me habría gustado estar en la piel de mi alumno. Aprender a hablar mi idioma debía de resultar tan difícil como aprender a escribir el suyo".

"Declaré que tenía razón, que la vida era un juego: quienes creían que jugar se limitaba a la futilidad no habían entendido nada, etc".

"—Sus abuelos son… peculiares —observé.
—Son viejos —respondió el joven con sobriedad.
—¿Les ha ocurrido algo? —insistí.
—Han envejecido".

"Uno siempre debería acudir a las exposiciones así, por azar, con absoluta ignorancia. Alguien desea mostrarnos algo: eso es lo único que importa".

"—Perdóneme, no consigo entender su pintura. ¿Podría explicármela?
—No hay nada que entender, nada que explicar respondió con desagrado—.
Sólo hay que sentirla.
—Es que, precisamente, no siento nada.
—Peor para usted".

"Por mi parte, yo también seguía con mis clases y progresaba en japonés tanto como podía. No tardé en conseguir que me miraran mal. Cada vez que un detalle me intrigaba, levantaba la mano. Los distintos profesores casi sufrían un ataque cardíaco cada vez que me veían levantar las falanges hacia el cielo. Yo creía que se callaban para dejarme hablar y, con atrevimiento, planteaba mi pregunta, a la que respondían de un modo extrañamente insatisfactorio.
La cosa duró hasta el día en el que, al observar mi gesto habitual, uno de los profesores empezó a gritarme con una excepcional violencia:
—¡Basta ya!
Me quedé paralizada, mientras los demás alumnos me miraban fijamente.
Después de la clase, fui a excusarme ante el profesor, sobre todo para saber qué crimen había cometido.
—No se le hacen preguntas al Sensei —me riñó el profesor.
—¿Y si uno no entiende algo?
—¡Lo entiende y punto!".

"—¿Cómo piensa lavarse?
—Con agua y jabón.
—No, es demasiado pegajoso. El cazo es antiadherente, sus manos no.
—Eso ya lo veremos.
En efecto, el chorro de agua del grifo y el producto lavavajillas no mermaron lo más mínimo mis amarillentas manoplas.
—Voy a intentar pelarme las manos con un cuchillo de cocina.
Ante la mirada aterrorizada de Rinri, procedí a ejecutar mi proyecto. Lo que tenía que ocurrir ocurrió: me corté la palma de la mano y la sangre brotó de la plastificada membrana. Me llevé la herida a la boca para no convertir aquel lugar en la escena del crimen".

"Aquel episodio había actuado en él como una catarsis. Me tomó en sus brazos y ya no me dejó".

"Me acerqué a interrumpir su sueño y, con mucha dulzura, le dije que, en mi país, la tradición exige que el hombre se marche al llegar el alba.
(...)
Rinri preguntó si la costumbre belga autorizaba a volver a verse".

"Rinri y yo no teníamos ni idea de lo que hacíamos juntos ni de adónde íbamos. Con el pretexto de estar visitando lugares de un interés relativo, nos explorábamos el uno al otro con indulgente curiosidad".

"Rinri me cogía de la mano, como todos los enamorados del recorrido tomaban de la mano a su acompañante".

"Después del amor, ya no había reglas. Sobre la almohada, descubrí a alguien".

"—Cuéntame cosas de las japonesas.
Se encogió de hombros. Insistí. Acabó diciéndome:
—No puedo contarte nada. Me ponen nervioso. No son ellas mismas.
—Quizás yo tampoco sea yo misma.
—Sí. Tú estás aquí, me estás mirando. Ellas, en cambio, siempre se están preguntando si gustan. Sólo piensan en sí mismas".

"Le quería mucho. Y eso no puedes decírselo a tu novio. Lástima. Por mi parte, quererlo mucho significaba mucho".

"—Hola, Amélie. Me gustaría conocer tu estado de salud.
—Excelente.
—En esas condiciones, ¿te apetecería encontrarte conmigo?".

"—Rinri me ha hablado mucho de ti —dijo ella.
—También a mí me ha hablado mucho de ti —inventé.
—Mentís las dos. Nunca hablo mucho de nada.
—Es verdad, nunca dice nada —retomó Rika—. Me ha hablado terriblemente poco de ti. Ésa es la razón por la que estoy convencida de que te quiere".

"Cuando me quedé a solas con Juliette, le pregunté qué opinaba de Rinri.
—Es delgado —dijo ella.
—¿Y qué más?
No obtuve gran cosa más. Telefoneé al chico:
—Y qué, ¿qué te parece?
—Es delgada —dijo".

"—¿Dónde voy a dormir?
—Conmigo, en la cama de mis padres.
Protesté por semejante equivocación. Rinri procedió a su habitual encogimiento de hombros.
—¡La cama de tus padres, hay que ver!
—Mientras ellos no se enteren… —dijo él.
—Pero yo sí me entero.
—¿No querrás que durmamos en mi camita individual? Sería un infierno.
—¿No hay otra posibilidad?
—Sí. Dormir en la cama de mis abuelos".

"—¿Ocurre algo?
—No me gustan estos platos.
—¿Y por qué los has preparado?
—Para ti. Me gusta verte comer.
—A mí también me gusta verte comer —dije cruzándome de brazos.
—Por favor, sigue comiendo, es tan hermoso".

"El teléfono no deja de sonar. Al otro lado de la línea, un ser humano se dirige a mí:
—¿Quién es usted? —digo.
—Por fin, Amélie, soy yo, Rinri. ¿Ya no reconoces mi voz?
No me atrevo a decirle que había olvidado incluso su existencia".

"—El mar de Japón —dijo Rinri ceremoniosamente.
—Ya lo había visto cuando era pequeña, en Tottori. Estuve a punto de ahogarme.
—Estás viva —concluyó el chico para excusar al mar sagrado".

"—¡Qué maleta más enorme y pesada! —dijo el chico al ponerla en el maletero.
—Regalos —comenté.
Me llevaba todas mis cosas.
En Narita, le pedí que se fuera enseguida.
—Me horrorizan las despedidas en los aeropuertos.
Me dio un beso y se marchó. En el momento en que desapareció, el nudo de mi garganta se desató, mi corazón se dilató y mi pena dejó su lugar a una extraordinaria alegría".

"«Viejo hermano, te quiero. No te traiciono al marcharme. Huir también puede ser un acto de amor. Para amar, necesito ser libre. Me marcho para preservar la belleza de lo que siento por ti. No cambies nunca»".

"Al parecer, huir es poco glorioso. Lástima, porque es muy agradable. La huida proporciona la más formidable sensación de libertad que se pueda experimentar. Te sientes más libre huyendo que si no tienes nada de lo que huir".

"Los que huyen mueren perdidos en un exceso de espacio".

"Me ahorré ese episodio, siniestro entre todos, bárbaro y falaz, llamado ruptura. 
Salvo en caso de crimen innoble, no entiendo que se rompa. Decirle a alguien que se ha terminado es feo y falso. Nunca se termina. Incluso cuando ya no piensas en alguien, ¿cómo dudar de su presencia dentro de ti? Un ser que ha contado para ti, siempre cuenta".

"Tratándose de Rinri, habría resultado particularmente malvado por mi parte:
«Mira, me has hecho un bien considerable, eres el primer hombre que me ha hecho feliz, no tengo nada que reprocharte, sólo conservo excelentes recuerdos de ti, pero ya no tengo ganas de estar contigo». Nunca me habría perdonado decirle una infamia semejante. Eso habría ensuciado nuestra hermosa historia".




Amelie Nothomb

sábado, 16 de junio de 2018

Citas: Aquí no, ahora no - Erri De Luca

"Mientras le quedó luz en los ojos, mi padre hizo fotografías. Había toda una estantería repleta de imágenes nuestras tomadas en las ocasiones especiales y en las corrientes. Duró diez años, más no, la recolección: los años del primer bienestar y de la pérdida de su vista. Queda así documentada hasta el detalle una sola época, quizá la única que he podido olvidar".

"Los álbumes, los archivos, no me sostienen la memoria, sino que la sustituyen".

"Un cuento que me persigue desde la memoria más remota habla de un ángel que toca la boca de los niños en el instante del nacimiento. A mí me debió de dar un golpecito más fuerte, por eso era tartamudo: ésa era la variante de la leyenda que me contaban. En las noches del niño que fui venía muchas veces un ángel a llamar a mi boca, pero yo no conseguía abrirla para darle la bienvenida. Un rato después se marchaba y en la oscuridad quedaban sus plumas y mis lágrimas".

"Ciudad, domingos: desde que tengo edad de memoria no he sabido ser parte".

"No eran años para muchachos los que nos habían tocado. Entonces no lo sabía y la adolescencia era una de las estaciones de la paciencia a la espera de consistir en plenitudes futuras".

"En el aula, cuando se pasaba lista, mi nombre exclamado me estremecía. Sólo era una sigla y ya era un orden, mal pronunciado, mal anunciado. Desde hacía poco era el mío y ya estaba ajado".

"Sólo de adulto remonté las generaciones. De niño no admitía el pasado".

"Los tubos de escape despedían humo negro cada vez que arrancaban y apestaban a la gente que esperaba".

"Indago con la mirada las caras de los transeúntes, ente ellas veo la tuya, madre.
Eres joven, una edad tuya que ya no recuerdo. Se dice que las madres no tienen edad. De niño te las veía todas, la vida duraba un día, moría con el sueño y resurgía al despertar".

"En el curso del día todas las edades te brotaban en la cara, ni una sola se detenía una hora. Tú eras él siempre, nacías por la mañana, morías por la noche, apareciendo y desapareciendo por la misma puerta, dirigiendo la luz de la mañana y llevándotela otra vez contigo por la noche, dejando una rendija de luz bajo la puerta que cerrabas mal.
Todas las edades en un día: tiene que ser difícil que nos mire un hijo con tanto desacierto y no saberlo nunca".

"Tiene que haber sido imposible adivinar el malestar del niño que no quiere dormir: no moría yo en la oscuridad cada noche, sino tú".

"Pronto llegaron las canas que no quisiste teñir, despreocupada por corregir los detalles de tu imagen. Aparentabas más años que las de tu edad, pero de mayor recuperaste ventaja sobre ellas. He visto caer a mujeres en la edad siguiente como se cae de un escalón que se calcula mal, por haber retenido demasiado una edad anterior.
A tu juventud la confundió la guerra".

"Estás mirando a alguien y no piensas en la calle.
Hay ojos en algunos cuadros que siguen al espectador donde éste se desplace.
Para mí ahora es así: tú miras y yo tengo la impresión de ser mirado".

"Es posible, porque lo posible es el límite variable de lo que uno está dispuesto a admitir".

"Soy el hijo, el extraño cuyo perfil se ha simplificado entre el cristal de una sección de maternidad que separa al recién nacido de la madre y el cristal de una ventanilla de autobús.
No me reconoces".

"Los ojos se me cerraron, como cuando una visión inesperada nos penetra en el interior y uno va a retenerla en la oscuridad dentro de sí, para entenderla bien".

"Hablar es recorrer un hilo. Escribir, en cambio, es poseerlo, devanarlo".

"En ese momento debí de comprender por vez primera que el daño es irreparable y que no hay manera de reparar un agravio por más que se haga después.
No hay remedio aparte de no cometerlos, y no cometerlos es labor de lo más ardua y secreta en medio del mundo".

"Te hablo de ella porque no habrá otra vez y no lo hemos hecho antes. Vivimos con personas queridas sin saberlo, maltratadas sin darnos cuenta: un  día cualquiera desaparecen y ya no hablamos más de ellas".

"No lloraba de niño; no recuerdo mis lágrimas. Mucho más tarde las conmociones hallaron el camino de las palabras y el de los ojos".

"Cada zambullida aparta de la respiración, del calor, de lo seco. 
Cada zambullida contiene la sexagésima parte de un adiós".

"Se aprende tarde a defenderse de las palabras".

"Entre madre e hijos no acontece progreso, no se desarrolla civilización: las palabras siempre serán pocas, raras, conservadas. No reemplazan nada, ni los golpes ni las caricias".

"Las cosas tienen un rostro secreto que un niño puede indagar. 
Rompía el juguete: no por la insignificante curiosidad de ver lo que había dentro, cómo estaba hecho, sino para ver el instante en que de golpe se deshacía, antes de perderse en la indistinción de sus trozos".

"Sólo en muerte la vida es enteramente de quien la ha vivido, y la posesión no tiene donantes, ni reprimendas".

"Te hablo, madre, tan joven como eres respecto a mí por una noche, de este tu antiguo regalo, cuya posesión me parece que puedo completar precisamente ahora.
¿Es mía la vida que me diste? Ésta noche sí, es del todo mía".

"Nunca creí que estuviese muerto. De niño la palabra «muerto» significaba mantenerse aparte, no dejarse ver, una insistencia voluntaria en la ausencia. Podía ser lo mismo que decir: el abuelo se ha ofendido y no quiere venir a vernos, al abuelo lo han trasladado".

"Quise a ese abuelo que no podía abrazar a su hijo y se conformaba una vez al mes con acariciarle la nuca con la excusa de un servicio".

"Alrededor bulle el movimiento. Las puertas se han abierto, la gente sube y baja por todas partes, tropezándose. Me quedo cerca del cristal, hay alboroto, pero tú y yo seguimos quietos. Llegan el momento y la ocasión, cuando dos personas se detienen: entonces se encuentran".

"Si uno siempre se mueve, impone inclinación, dirección al tiempo. 
Pero si uno se detiene, si se resiste como un burro en medio del sendero, dejándose llevar por una distracción, entonces también el tiempo se detiene y ya no es esa carga que perfila la espalda. Si no lo transportas, se vuelca, se extiende alrededor como la mancha de tinta que mi plumilla hacía sola, recta, en equilibrio sobre el papel secante, para caer luego, vacía".

"Quienes se detienen se encuentran, incluso una madre joven y un hijo viejo. El tiempo actúa como las nubes y los posos del café: cambia las figuras, mezcla las formas".

"Estamos detenidos en la fotografía, pero tú sabes lo que va a ocurrir enseguida porque has llegado más lejos. Yo, en cambio, sé quién eres tú, pero no la continuación que tú conoces. Yo conozco tu nombre, pero tú mi destino".

"No le gustaba llevar a nadie de la mano, ni siquiera la tuya la vi nunca en la suya".

"Para mí los días amados fueron aquéllos en los que lo imposible quedó guardado en el corazón, y no aquéllos en los que  se cumplió".

"Se crece callando, cerrando los ojos de vez en cuando, sintiendo de pronto mucha distancia de todas las personas".

"La inocencia podía ser una especie de insolencia".

"De las primeras cosas que aprendí por mi cuenta recuerdo ésta: aprendí a no esperar".

"Hoy sé que en cada frase pronunciada yace el alma de una pregunta, pero entonces temía que cada pregunta contuviese una respuesta que no sabía identificar".

"Así que pregunté a través de la puerta entornada del baño:
—¿Por qué existe la espera?
—¿Qué espera?
Hice una pausa. Continuó con tono más amable: ¿La espera de qué?
—Si mamá no viene, tú la esperas.
—Claro.
—Si se va la luz, ¿esperamos que vuelva?
—No te entiendo bien, pero da igual. Sí, esperamos que vuelva.
—Por todo lo que se retrasa y hay que esperar, ¿quedamos siempre a la espera?
En ese momento, mi dicción se hizo más embarullada.
—Papá, si yo no quiero quedarme a la espera y quiero quedarme sin espera, ¿puedo?
Entonces dejó de afeitarse, abrió de par en par la puerta y, como si hubiese entendido algo, no sé qué, no dijo nada más que lo siguiente: «Si llegas a lograr quedarte sin espera, verás cosas que los otros no ven». Y añadió a renglón seguido:
«Aquello que te importa, aquello que te vaya a pasar, no llegará con una espera»".

"Debe ser también cierto, no compartir una tensión con alguien es como abandonarlo a su suerte".

"He seguido siendo católico, pero no he amado la religión. Para mí rezar nunca fue preguntar. En los momentos de mayor fervor he entrado en una iglesia no para preguntar, sólo para estar lejos".

"Más tarde he vuelto a querer la sombra, débil refugio; la luz fuerte de la mañana al despertar es para mí como un vaso que se rompe".

"No lo había perdido yo, el juego se fue de mí igual que había venido, como un duende amigo que acompaña a un niño durante un tramo de su vida y luego se marcha, callado, sin avisar".

"Cuando murió no me di cuenta. Dormía en la silla, las manos enlazadas con las suyas, mis ojos cerrados y los suyos abiertos hacia mí. Cuando solté los dedos de los suyos me quedé solo en el mundo".

"No es que crea que cada error se merece un castigo, no, no es eso, pues para mí el error que se comete contiene en sí mismo una penitencia, una disminución, sino que a cada fallo le corresponde una soledad".




Erri De Luca

martes, 12 de junio de 2018

Citas: La poesía modernista - Varios autores


"Cuando el amor el alma nos abrasa".

(Sensualismo - Carlos Guido y Spano)

"Y, por sus labios entreabiertos, gira,
Cual fugitivo acorde de una lira,
La suspirante languidez de un beso".

(Bacante - Leopoldo Díaz)

"Latir su corazón... Sentía su aliento,
Y forjóse febril mi pensamiento
Que su labio de virgen me ofrecía".

(Vértigo - Leopoldo Díaz)

"El beso triste de la noche helada
Sobre rígidos témpanos la mueve
Y su existencia, más que su sueño breve,
Expira con la luz de una alborada".

(Edelweis Leopoldo Díaz)

"Seduces, vives, amas, palpitas, enamoras...
Fue para ti propicia la fuga de las horas".

(El sol de tres mil años Leopoldo Díaz)

"Cayó la noche y entre el mar y el cielo,
Quedó por mucho tiempo suspendido
El silencioso adiós de tu pañuelo".

(El pañuelo - Leopoldo Lugones)

"Soñé la muerte y era muy sencillo;
Una hebra de seda me envolvía,
Y a cada beso tuyo,
Con una vuelta menos me ceñía".

(Historia de mi muerte - Leopoldo Lugones)

"Una noche. La muerte es muy sencilla.
Y poco a poco fue desenvolviéndose
La hebra fatal. Ya no la retenía
Sino por solo un cabo entre los dedos...
Cuando de pronto te pusiste fría
Y ya no me besaste...
Y solté el cabo, y se me fue la vida".

(Historia de mi muerte - Leopoldo Lugones)

"Yo he buscado el fondo obscuro de la noche del olvido,
Y la noche se poblaba con los ecos de tu voz...".

(Siempre - Ricardo Jaimes Freyre)

"(Yo sé del triste desvarío
que hace reír en el dolor,
y al llanto llaman: —Hijo mío...
también la Dicha y el Amor)".

(Canción del bosque de Laureles - Ricardo Jaimes Freyre)

viernes, 8 de junio de 2018

Citas: El maravilloso mago de Oz - Lyman Frank Baum

"Cuando la tía Em fue a vivir allí, era una mujer joven y bonita; pero el sol y los vientos también la habían cambiado, robando el brillo de sus ojos, que quedaron de un gris plomizo, y borrando el rubor de sus labios y mejillas, los que poco a poco fueron adquiriendo la misma tonalidad imperante en el lugar.
Ahora era demasiado enjuta y jamás sonreía".

"—¿No irá usted conmigo? —suplicó la niña, que había empezado a considerar a la ancianita como su única amiga.
—No puedo hacer tal cosa; pero te daré un beso, y nadie se atreverá a hacer daño a una persona a quien ha besado la Bruja del Norte".

"—¿Dónde está la Ciudad Esmeralda? —inquirió él—. ¿Y quién es Oz?
—¿Cómo? ¿No lo sabes?
—De veras que no. No sé nada. Como ves, estoy relleno de paja, de modo que no tengo sesos —manifestó él en tono apenado".

"—¡Ah!, ya entiendo. Pero, al fin y al cabo, un cerebro no es lo mejor que hay en el mundo.
—¿Tú lo tienes?
—No, mi cabeza está enteramente vacía —contestó el Leñador—. Pero en un tiempo tuve cerebro, y también corazón, y, como he tenido ambos, prefiero el corazón".

"Mientras estaba enamorado fui el hombre más feliz de la tierra; pero el que no tiene corazón no puede amar".

"—Sin embargo —dijo el Espantapájaros—, yo pediré un cerebro en vez de un corazón, pues un tonto sin sesos no sabría qué hacer con su corazón si lo tuviera.
—Yo prefiero el corazón —replicó el Leñador—, porque el cerebro no lo hace a uno feliz, y la felicidad es lo mejor que hay en el mundo".

"—Pero eso no está bien —objetó el Espantapájaros—. El Rey de las Bestias no debería ser un cobarde.
—Ya lo sé. —El León se enjugó una lágrima con su zarpa—. Es mi pena más grande, y lo que me produce mi mayor desdicha. Pero cuando quiera que hay algún peligro, se me aceleran los latidos del corazón.
—Puede ser que lo tengas enfermo
—aventuró el Leñador.
—Podría ser —asintió el León.
—Si es así, deberías alegrarte, pues ello prueba que tienes corazón — manifestó el hombre de hojalata—".

"—Ustedes los que poseen corazón tienen algo que los guía y no necesitan equivocarse —manifestó—; pero yo no lo tengo y por eso debo cuidarme mucho".

"—Bueno —suspiró aliviado el León Cobarde—. Veo que vamos a vivir un poco más, y me alegro de ello, porque debe ser muy incómodo eso de no estar vivo".

"—¡Cómo! —exclamó sorprendido—. ¿Están de regreso?
—¿Acaso no nos ves? —preguntó el Espantapájaros.
—Pero es que creí que habían ido a visitar a la Maligna Bruja de Occidente.
—Y la visitamos —afirmó el Espantapájaros.
—¿Y ella les dejó libres de nuevo? —se maravilló el guardián.
—No pudo evitarlo, pues se derritió —explicó el hombre de paja".

"—¿No puedes darme un cerebro? —preguntó el Espantapájaros.
—No lo necesitas; día a día vas aprendiendo algo nuevo. Los bebés tienen cerebro, pero no saben mucho. La experiencia es lo único que trae consigo el conocimiento, y cuanto más tiempo estés en la tierra tanta más experiencia has de adquirir".

"—¿Y mi valor? —intervino el León en tono ansioso.
—Estoy seguro de que te sobra valor —respondió Oz—. Lo único que necesitas es tener confianza en ti mismo. No hay ser viviente que no sienta miedo cuando se enfrenta al peligro. El verdadero valor reside en enfrentarse al peligro aun cuando uno está asustado asustado, y esa clase de valor la tienes de sobra".

"—¿Y mi corazón? —preguntó el Leñador.
—Bueno, en cuanto a eso, creo que te equivocas al querer tener corazón. Lo hace a uno muy desdichado. Te aseguro que eres afortunado al no tenerlo".




Lyman Frank Baum

lunes, 4 de junio de 2018

Citas: La historia del señor Sommer - Patrick Süskind

"En la época en que aún me subía a los árboles hace mucho, mucho tiempo, muchos años y décadas".

"En los árboles se estaba tranquilo, le dejaban a uno en paz".

"Pero luego me acordé de la cara que le vi al señor Sommer cuando miré por el cristal trasero del coche, chorreando lluvia, con la boca entreabierta, sus ojos redondos de mirada fija y furibunda, y pensé: cuando uno está haciendo lo que le gusta, no mira de ese modo; una persona que hace algo que le divierte no pone esa cara. Pone esa cara el que tiene miedo; o tiene sed mientras llueve, tanta sed que podría beberse un lago".

"Yo hubiera podido estar siempre mirando aquella cara, y la miraba cuando podía, en clase y en el recreo, pero con disimulo, para que nadie, ni la misma Carolina, lo notara, porque yo era muy tímido".

"En mis sueños era menos tímido. Entonces la tomaba de la mano y trepaba a los árboles con ella. Sentado a su lado en una rama, la miraba muy cerquita y le contaba cuentos. Y ella se reía echando atrás la cabeza y cerrando los ojos, y yo le soplaba la pelusa de detrás de la oreja y la nuca. Tenía este sueño y otros parecidos a éste varias veces a la semana. Eran unos sueños muy bonitos, no voy a quejarme; pero no eran más que sueños y, como todos los sueños, no te llenaban".

"Ella vino corriendo. Su pelo oscuro ondeaba y el pasador subía y bajaba. Llevaba un vestido amarillo limón. Yo extendí la mano.
Ella se paró delante de mí, tan cerca como aquel día, durante el recreo. Yo deseaba cogerle la mano, atraerla hacia mí. En aquel momento, me hubiera gustado abrazarla y darle un beso".




Patrick Süskind