viernes, 25 de febrero de 2022

Citas: María de los Buenos Ayres - María Sol Obes

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 "Cualquiera fuera la idea sobre Will, todos veían como su apariencia se transformaba al surgir esa cualidad en él: miraba fijo a la nada; sus cabellos se erizaban; sus pupilas se dilataban; sus manos se movían como si cosiera un manto invisible; o de repente, caminaba en círculos sin causa aparente. No siempre se daban todas juntas, pero aparecían una o dos durante esos momentos. También estos últimos, producían en sus compañeros un gran miedo o admiración hacia Will, mediante el cual nadie era capaz de interrumpirlo cuando el espíritu se manifestaba".


"Pensaban que estaba cerca del fin y comenzaron los preparativos para la extrema unción; pero inesperadamente se presentó un médico. Nadie lo conocía porque había desembarcado esa misma noche, ni tampoco hubo tiempo para ello (cuando se enteró de la enferma, fue inmediatamente para allá). Al presentarse, lo alimentaron con mucha abundancia y todos vieron en él una última esperanza divina para la mujer moribunda. Luego se dirigió hasta la habitación donde estaba la paciente, llegó al marco de la puerta y le indicó tranquilamente a los sirvientes que sacaran todos los elementos religiosos de allí. El hijo de la mujer le preguntó la razón. Entonces el médico le contestó: —Así en la derrota conseguiré mis espinas y en la victoria recogeré mis laureles".

"En el regimiento de Arce, rápidamente fueron rodeados por los enemigos en todos los frentes. A medida que se acercaban y confeccionaban un círculo más pequeño a su alrededor; muchos soldados españoles intentaron escapar: pasando por debajo de los caballos; hiriendo a los jinetes británicos para robarles los animales, sacándolos de las monturas; prendiendo fuego sus fusiles con el fin de espantar a los invasores; entre otras ocurrencias. La mayoría pudo salir, menos Arce. Mientras los demás escapaban, él intentaba luchar y convencer a los fugitivos para que regresaran; se dio cuenta que no iban a volver cuando una bala se incrusto en su corazón. Luego cayó al suelo y solamente su cuerpo constituyó uno de los pocos obstáculos coloniales para los británicos".

"Desde ese instante sus vidas se conformaron en un gran espiral".








María Sol Obes

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