miércoles, 9 de febrero de 2022

Citas: Cartas de amor - Rosa Luxemburgo

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A Leo Jogiches:


"Desde la mañana, por primera vez, el día se presentó grisáceo. No hay indicios de lluvia. El cielo está cubierto con nubes de diferente tamaño y semeja un profundo mar tormentoso. El lago centellea y su superficie parece de color acerado. Las montañas envueltas en neblina están tristes, el Dent du Midi se ve a través de la neblina. El aire es suave, fresco y lleno del aroma del pasto y de los manzanos. Alrededor reina el silencio, los pájaros trinan continuamente como en un sueño".

"¡Aún debe pasar la tarde de hoy, el día de mañana y otro mediodía! Aquí me siento muy solitaria. Hemos estado juntos sólo tres escasas semanas".

"Anoche me despertó una voz. Escuché, pero era yo misma quien hablaba (…). Me despertó mi propia voz y ahí me di cuenta que era un sueño. La realidad me indicó que mi Dziodzio estaba lejos, lejos, y yo me encontraba sola con mi alma".

"No, no puedo seguir trabajando. Permanentemente los pensamientos me llevan a ti".

"Debo escribirte algunas palabras: Queridísimo Leo, tú ahora no estás conmigo y toda mi alma está impregnada de ti. Ella te abraza".

"Por lo menos lee esta carta con seriedad y con sentimiento, con el mismo sentimiento con que has leído mis cartas en aquel tiempo de Ginebra, cuando aún no era tu esposa. Escribo esta carta con el mismo sentimiento de entonces y de la misma manera mi alma me lleva a ti".

"Mi querido, mi amado: tus ojos buscan, con seguridad, impacientemente «¿hacia dónde quiere llegar por fin?». ¿Yo que sé? Quiero amarte, quiero que entre nosotros haya aquella atmósfera suave, de confianza, ideal, como en aquellos tiempos".

"Mi querido, mi amado, no quiero nada. Sólo quiero que tú no interpretes cada una de mis lágrimas como escenas femeninas. ¿Yo qué sé? Con seguridad soy la culpable de que no exista entre nosotros una relación cálida y equilibrada. Pero ¿qué puedo hacer? No puedo dominar mi conducta.
No sé por qué no soy capaz de comprender la situación. No soy capaz de sacar conclusiones. No soy capaz de tomar una determinación sobre ti. Actúo intuitivamente en cada momento. Si mi alma está plena de amor y dolor, me lanzo en tus brazos y si me ofendes con tu frialdad, mi corazón se parte y te odio al punto de poder matarte".

"Quisiera mortificarte, morderte y mostrarte que no necesito de tu amor, que puedo vivir sin ti. Pero de nuevo me mortifico por estar sola. Y así giro en un círculo vicioso".

"Cuántos dramas, ¿no es cierto? ¡Aburrido! Siempre lo mismo. Y yo siento que ni siquiera he dicho la décima parte o nada de lo que hubiera querido expresar.
«Si se ajustara el idioma a la voz, la voz a los pensamientos, dónde el rayo del pensamiento atraparía a la palabra»".

"Ya no sé cuál fuerza rige el hilo de mis pensamientos y mis palabras, mi pensamiento no trae mis sentimientos y las palabras al pensamiento".

"Hoy te vas, hastiado por las disputas.
Quiero llamarte: ¡quédate amado!
«Buenas noches», susurran tus fríos labios,
y yo me vuelvo bañada en lágrimas".

"¿Recuerdas Weggis? ¿Melide? ¿Bougy? ¿Blonay?
¿Recuerdas que entonces no precisamos del mundo, siempre y cuando estuviéramos juntos? ¡Al contrario! Temo el menor contacto con otra persona extraña. ¿Recuerdas la última vez en Weggis cuando yo escribí «De escalón en escalón»? (con orgullo recuerdo qué obra maestra ha resultado). Estaba enferma, en cama, y escribí muy nerviosa. Tú fuiste tan bueno y amoroso, me tranquilizabas, me besabas y me decías con tu agradable voz que aún escucho:
«Ciucka, tranquilízate, todo se arreglará». No lo he de olvidar jamás".

"Querido Dziodzio, niño mío, paso mis manos sobre tu nuca, te beso mil veces y quisiera que tú me llevaras en brazos, como a mí me gusta. Pero tú siempre te niegas, alegando que soy demasiado pesada. Hoy no quiero escribir más nada sobre nuestros asuntos. Será mañana, después de la visita a K.K. Iré sin llevar el artículo porque espero tu carta. Te abrazo y te beso en la nariz que más amo y quisiera que por fin, me tomes en tus brazos".

"¡Mi querido, mi amado! Hoy recibí tu tarjeta postal. ¡Oh, sí supieras cómo me gustaría estar ahora junto a ti y disfrutar tu cercanía! Debo dominarme para no tomar el próximo tren y volar hacia ti".

"¡Muy querido Dziudziu! ¡Cuánto te necesito! ¡Cuánto nos necesitamos!
¡Verdaderamente ninguna otra pareja tiene como nosotros la posibilidad de ser el uno para el otro! Esto lo siento a cada paso y hace más dolorosa para mí nuestra separación".

"Nosotros «vivimos» íntimamente ligados, esto quiere decir que nos transformamos, que crecemos, y como consecuencia surge una permanente separación interna, un desequilibrio y falta de armonía en nuestras almas".

"Antes que nada ¡mis sinceras felicitaciones! Todo el tiempo tuve la esperanza que festejaríamos el día de mañana Juntos y aquí, con un alegre y pequeño brindis o un agradable reencuentro. Mientras tanto debo conformarme con una carta. Tú tendrás que trabajar todo el día en una conferencia y antes de darte cuenta el día se habrá ido. En el ínterin llegué a la conclusión que, al igual que todo el mundo, uno debe celebrar fiestas y feriados, porque ellos son momentos agradables en medio del trabajo rutinario. El ser humano recién entonces siente que realmente vive. Nosotros, ni una sola vez, hemos tenido «tiempo» porque tuvimos que pensar en otras cosas, en vez de un festejo conjunto".



A Kostia Zetkin:


"Friedenau, 17 de setiembre de 1907.

¡Mi dulce amor!
Ayer, a las 7 de la tarde, acompañé al último visitante a la estación y corrí a casa para preguntar en el correo si había llegado una carta. ¡Qué bien me hubieran venido ayer unas líneas tuyas! Estaba terriblemente cansada y mi alma sedienta y embotada".

"¡Me es muy difícil escribirte acerca de mis sentimientos! He mirado reiteradas veces tus fotos para tranquilizarme".

"Mi pequeño y dulce amor, aún debes escribirme acerca de Lasalle y los otros. Te abrazo y apoyo tu querida cabecita sobre mi pecho y te beso hasta que tú te tranquilices".

"Me siento horrible, la depresión me aprieta tanto la garganta, que me ahogo. ¡Oh!, ver ahora a algún ser humano —no hay nadie— ¡Oh! tener ahora alas y volar hacia Niuniu— ¡oh!, nada de alas, solo disponer de un par de días Iibres y me irla hoy mismo en el tren nocturno para estar contigo mañana temprano. Pero nada de eso es posible".

"No viajaré el domingo, quizás el martes, así que escríbeme, no me dejes sin carta. Tu dulce carta de hoy fue un gran consuelo.
Querido Diudiu, no estés triste, permanece alegre mi queridito. Tal vez debiera ocultarte todo esto, pero no puedo fingir.
Ya asomó la luna. Y Venus. A través de ellos te saludo, amado mío (…)".

"Niuniu, me es imposible escribir todo lo que me sucede y que me gustaría compartir contigo. Mis nervios están muy tensos. De noche, por la tensión apenas logro dormir unas horas, y en el día los estados de ánimo, esperanzas y desalientos, se suceden unos a otros y me persiguen como nubes en el cielo".

"Ayer apareció la luna nueva, nuestra luna. Ah, de qué me sirve, es a ti a quien quiero very no a la luna. Mi
Niuniu, tú eres mi alegría".

"Debo trabajar. Me lo digo a mí misma. Pero me voy al correo a retirar una dulce carta. Ah, Niuniu, tampoco las cartas ayudan mucho. Lo que quiero es besarte".

"Friedenau, 28 de enero de 1909.

Dudu, amado, hoy cuando iba a la escuela tuve que avanzar en medio de la oscuridad. La luz del día no quiso aparecer y el ocaso muy pronto se convirtió en noche. Tampoco hoy hubo ningún Niunlu con cara enojada y pálida esperándome en la esquina. Luego de la cansadora lección, también faltó el café caliente y aromático. De tarde dormí nuevamente dos horas y me desperté con el corazón oprimido. Ahora voy al correo a esperar algo muy lindo".

"Alégrate, ¡te lo ruego! ¡Me duele mucho cuando estás triste!".

"Weisenbach, (Murgtal), 15 de agosto de 1912

Me duele muchísimo escribírtelo, pero ¿qué puedo hacer?
Debo decirte que tu manera de ser me ha causado últimamente un gran dolor. Ayer por ejemplo luego de haberte escuchado sufrí terriblemente. No te hago el más mínimo reproche. No quiero Inmiscuirme en tu vida privada que te pertenece sólo a ti.
Yo no veo en ella ningún lugar para mí. Simplemente no puedo soportar la falta de sinceridad y claridad en tus relaciones conmigo. Por lo tanto, ¡adiós! Solo quisiera agregar que he amado mucho a Niuniu. Era mi pequeño muchacho, ardiente, extraordinariamente sensible y suave. Si tú lo encuentras alguna vez en el país donde lo secuestraron puedes decírselo.
R".


A Paul Levi:


"Berlín, Südende, abril de 1914

Tu carta del domingo, suave y dulce como trino de mirlo, me acompaña día y noche".

"¡Amor! Solo habrá paz cuando estemos juntos de nuevo".

"Pienso en ti y a veces estoy tan conmovida, que los ojos se me llenan de lágrimas.
¡Querido!".


A Hans Diefenbach:


"Wronke, 23 de junio de 1917, (desde la cárcel).

Hänschen, buenos días, aquí estoy de nuevo. Hoy me siento tan aislada que quiero reanimarme un poco conversando con Vd. Hoy después del mediodía estaba leyendo diarios recostada en el sofá. El médico quiere que duerma la siesta a las dos y media, decidí que era hora de levantarme. Un segundo después me quedé dormida sin darme cuenta y tuve un sueño maravilloso, de contenido indefinido pero muy vivaz. Sólo recuerdo que alguien muy querido estaba junto a mí, le pasé el dedo por los labios y
pregunté ~«¿de quién es esta boca?».
El aludido contestó —«es mía». «¡Ah, no!» grité riéndome, «¡esta boca me pertenece!»".

"Me arrepentí enseguida de todo daño que hubiera podido ocasionar a cualquier ser humano, de todos los pensamientos y sentimientos ásperos y decidí una vez más ser buena, simplemente buena, a cualquier precio. Es mejor que «tener razón» y contabilizar cada pequeño agravio".

"Dentro de dos semanas se cumple un año de mi prisión —y si se hace abstracción de un breve intervalo— serían dos años completos.
¡Ah, qué bien me haría ahora, una horita de conversación intrascendente!
Durante las visitas, se habla naturalmente de apuro y de asuntos relacionados con el proceso, y estoy sentada como sobre brasas. Aparte de eso no veo ni escucho un alma".

"Wronke, 29 dejunio de 1917

¡Buenos días, Hänschen!
Bien, para hacerle un favor borro la primera de las siete reglas de mi vida.
Las seis restantes son muy razonables y seguramente han de recibir su aplauso".

"Por Dios, Hänschen, no siga Vd. mi mal ejemplo, no se vuelva tan charlatán. No lo haré más, ¡lo juro!".

"¿Ha podido observar cuán hermoso y rico es el color gris? Tiene algo distinguido y reservado y muchas posibilidades. ¡Qué maravillosos son los tonos grises sobre el fondo azul del cielo! Es como un traje gris en relación a profundos ojos azules".

"Me tortura algo. Sola yo puedo disfrutar de tanta belleza. Quisiera gritar a través del muro. ¡Por favor, observe Vd. este día tan hermoso! No olvide, por más ocupado que esté a atravesar el patio, levante la cabeza y mire a las Inmensas y plateadas nubes, y al silencioso océano azul en el cual éstas
nadan. Observe, por favor, el aire Impregnado del aliento apasionado de los últimos tilos en flor. ¡Observe el esplendor y la hermosura de este día, porque no volverá jamás! Le ha sido regalado, como una rosa florecida, puesta a sus pies, que espera que Vd. la levante y la apriete contra sus labios".

"¿Sabe Vd. que en tales excursiones otoñales muy a menudo aves de rapiña —gavilanes, halcones y milanos— vuelan junto a pequeñas aves canoras, que en general engullen y conciertan una especie de tregua? Cuando leo estas cosas, me conmuevo y me causa alegría de vivir, de manera tal que incluso considero a Breslau, una localidad en la cual la gente puede vivir. No sé por qué esto me influye tanto. Quizás porque me recuerda nuevamente que la vida es un cuento hermoso. Al principio, aquí casi lo habla olvidado. Ahora nace de nuevo en mí. No me dejo aplastar…
Escriba pronto.
Cordialmente, su R".




Rosa Luxemburgo

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