jueves, 13 de junio de 2019

Citas: Vidas frágiles, noches oscuras - Hiromi Kawakami


"Lili Nakamura caminaba.
Era noche cerrada. Debían de ser las dos y media de la madrugada".

"Aunque era muy tarde, el parque estaba lleno.
Había gente cruzando el puente que salvaba el gran estanque. Una persona sola.
Una pareja. Un grupo de cinco que hablaba en voz baja.
También había gente sentada en los bancos. Un anciano con un bastón en la mano, completamente inmóvil. Un hombre y una mujer sentados uno junto al otro.
Una mujer tumbada con una pequeña bolsa doblada bajo la cabeza.
Otras personas caminaban. Una, en línea recta. Otra, haciendo eses. Alguien avanzaba lentamente, practicando claves de kenpo.
Una bicicleta de montaña adelantó a Lili con una ráfaga de aire. Ella levantó la cabeza y fijó la vista en la espalda ancha del chico de la bicicleta. Sintió un escalofrío.
El aire nocturno olía a tierra. El calor del día había remitido, y una fresca brisa invadía todos los rincones del parque.
—No quiero volver —susurró Lili.
«¿Por qué soy la única persona, entre toda esta gente, que tiene que irse? — añadió entonces para sus adentros—. No quiero irme. Incluso me quedaría a vivir aquí»".

"Antes le parecía que su cuerpo y el de Yukio estaban hechos del mismo material, y que sus corazones latían a la misma temperatura".

"Lili se quedó mirando al muchacho.
—¡Vaya! —exclamó a continuación.
Lili y el chico se miraron fijamente durante unos instantes. La joven que hacía cola entre los dos hizo un pequeño movimiento y Lili apartó la mirada del chico. Él hizo lo mismo, pero más despacio".

"—Nos hemos visto alguna vez, ¿verdad? —le preguntó tímidamente.
—Sí —le respondió él.
A Lili le pareció que tenía una voz muy bonita. Un tono intermedio y suave, ni muy agudo, ni muy grave, con una nota de dulzura.
—Se te da muy bien montar en bicicleta.
—¿Tú crees? —replicó el chico, con una media sonrisa.
—Es que yo no sé.
—¿En serio? —exclamó él".

"El chico daba varias vueltas al parque. Mientras caminaba, Lili percibía la presencia de la bicicleta detrás de ella, luego notaba el aire que levantaba y al final, en un abrir y cerrar de ojos, la espalda del muchacho se confundía con la oscuridad.
Era extraño que él la hubiera reconocido.
—Siempre te acercas por detrás y desapareces rápidamente —le dijo Lili.
Salieron juntos del supermercado. El chico era un poco más alto que ella, le sacaba una cabeza y media. Lili se llevó la mano al pelo, que se había cortado unos días antes, y se lo ahuecó con los dedos. Siempre lo hacía cuando estaba nerviosa.
—Por eso te he reconocido al verte de espaldas —le explicó él, mirándola desde arriba y dándole a entender que la había identificado precisamente al estar detrás de ella en la cola del supermercado.
—Y eso que me corté el pelo hace poco.
—No te he reconocido por tu pelo ni por tu ropa, sino por tu presencia".

"—Me gustaría cogerte de la mano —le dijo el chico, y tomó la mano de Lili".

"—Me gustas —repitió él, hundiendo la cara entre sus pechos—. Me gustas.
Ella no le respondió. «No tengo por qué ser sincera en un momento como éste», se dijo".

"«¿Por qué no me lo pensé mejor antes de casarme con Yukio?», se preguntó entonces. Haruna también debería pensárselo con calma. «Pensar las cosas con calma no te asegura la felicidad», habría replicado Haruna".

"Al cabo de unos instantes, Akira regresó.
—Si te quedas aquí plantada como una idiota, alguien te secuestrará —le espetó.
—A veces hablas como una persona mayor —le respondió ella en voz baja.
Akira la cogió del brazo y bajó las escaleras del metro. Lili se limitaba a dejarse llevar.
¿En qué piensas? —le preguntó Akira, una vez en el vagón.
—En que casi nunca ocurren cosas inesperadas".

"—Eres un buen chico —le dijo Lili.
Akira no le respondió. Se le había caído el alma a los pies al oír aquellas palabras, porque él no quería ser buen chico".

"Aquel día, Lili había descubierto que su marido la engañaba con una tal Haruna, pero su relación con Akira no se había visto alterada.
Lili había pasado la noche en el piso de Akira. Al día siguiente, mientras ella dormía bajo la luz de la mañana, a Akira le había parecido ver una sombra de tristeza en su rostro limpio, sin maquillar".

"La luz de la mañana iluminaba débilmente los recintos de los animales. El parque estaba casi vacío. Delante de la jaula del pavo real blanco, Akira besó a Lili. Ella cerró fuertemente los ojos, como una niña pequeña.
—Lo estoy pasando muy bien —dijo entonces, con la voz más temblorosa que antes.
Yo también —contestó Akira.
Los cuervos sobrevolaban el recinto del zoológico. Una bandada formada por unos diez pájaros volaba en círculos alrededor de las ramas desnudas de un olmo.
—Me gustaría estar siempre así —dijo ella.
Akira no respondió. Estuvo a punto de pedirle que se quedara con él para siempre, pero se contuvo a tiempo. Si se lo hubiera dicho, Lili habría replicado que no podía. Akira estaba completamente seguro de ello".

"—Akira.
—Dime, Lili.
—¿Crees que soy feliz?
—No lo sé —contestó Akira, repitiendo lo que le había dicho antes y lamentando que Lili sólo le hiciera preguntas para las que no tenía respuesta".

"—¿Hasta dónde vamos a llegar? —preguntó Lili de nuevo.
—No lo sé —admitió él por tercera vez.
—Pero tú me gustas, Akira —confesó ella.
—Tú también me gustas —dijo él, suspirando aliviado al ver que, por fin, Lili había dicho algo a lo que sí podía responder".

"—Akira —volvió a llamarlo Lili.
Él la abrazó.
La abrazó sin más, como si fuera una muñeca gigante. Ella se dejó abrazar lánguidamente, apoyando todo su peso sobre el cuerpo de Akira, con la cabeza vuelta hacia la ventana y los ojos abiertos de par en par.
Akira, completamente inmóvil, se limitaba a contemplar desde arriba los ojos de Lili, que parecían observar fijamente la ventana empañada".

"«Haruna —pensó de repente—. Haruna es la única a la que quiero contarle todo esto. Hablarle del buen tiempo. Decirle que he dejado los cristales relucientes. Y que una nueva vida se está formando dentro de mi cuerpo»".

"Yukio rozó ligeramente la mano con la que Lili sujetaba el monedero. Ella no la apartó. Le acarició la piel con suavidad, desde la muñeca hasta la punta de los dedos, y luego la miró a los ojos.
Lili le aguantó la mirada con su firmeza habitual.
—Lili… —empezó a decir Yukio.
—Dime.
—No has cambiado, ¿verdad? —le preguntó entonces, tragándose la pregunta que iba a formularle al principio: «¿Cuándo dejaste de quererme?»".

"—¿Aún te quedan días de vacaciones?
—Algunos —repuso Satoru, inclinando la tetera desde arriba para servir el agua hirviendo. El aroma se hizo más intenso—. ¿Tú trabajas hoy?
—Después de comer.
—Esta noche llegaré tarde.
—¿Te espero para cenar?
—No, empieza sin mí.
«Empieza sin mí». Por un instante, la voz de Lili se sobrepuso a la de Satoru en la mente de Akira".

"Mientras su corazón seguía latiendo desbocado, se puso a repasar la lista de contactos del teléfono. No tardó mucho en alcanzar el último nombre.
—Pues sí que tengo pocos amigos —se dijo esbozando una sonrisa forzada.
Volvió a subir hasta encontrar el nombre de Lili Nakamura y vaciló por un instante.
«Puede que ahora sea un buen momento para llamarla. No. Si no la llamo ahora, a lo mejor ya no podré volver a hacerlo»".

"—Hola —oyó mientras estaba salteando una cebolla.
Sabía que era una llamada de Lili porque su nombre aparecía en la pantalla.
—¿Hola? —repitió Lili.
—Hola —respondió él.
—¿Akira?
—Sí.
Akira tuvo una sensación curiosa, como si se hubieran visto el día anterior y acabaran de retomar una conversación que habían dejado pendiente. El olor de la cebolla mezclado con el de la mantequilla inundaba todo el piso.
—Esta tarde. Me has llamado.
Lili hablaba como la mujer del mediodía, encadenando una palabra tras otra, pero con otra voz. La voz de Lili. La voz de la auténtica Lili.
—Quería oír tu voz —dijo la boca de Akira, a pesar de que él no tenía la intención de pronunciar aquellas palabras. De hecho, era lo único que quería decirle, pero precisamente por eso, no pensaba que fuera capaz de hacerlo.
Era como si Akira y su boca actuaran como seres independientes.
—Yo también —le respondió Lili.
Akira se sorprendió.
—¿Por qué?".

"—Quiero verte —dijo de repente la boca de Akira.
«No he sido yo. Ha sido mi boca».
—¿Quieres verme? —preguntó Lili.
—No, no quiero verte —dijo Akira.
—¿En qué quedamos?
—Sí, sí que quiero —repitió la boca de Akira".

"«Qué fácil es morir, vivir, amar y dejar de amar —reflexionó Satoru—. Pero seguro que me parece fácil porque soy joven»".





Hiromi Kawakami

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