viernes, 7 de mayo de 2021

Citas: Una de esas chicas - Sara Zarr

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  "A Jason y a mí no nos incomoda el silencio. Es la prueba de fuego para saber si la amistad de dos personas es auténtica, creo; cuando no tienes que hablar todo el tiempo con el fin de demostrar que tienes cosas interesantes que decir".


"—Llámame mañana —me pidió Jason.
—Claro.
Esa era la peor parte del día, cuando el autobús llegaba a mi parada y yo tenía que separarme de Jason, él todavía en ruta, de camino a su destino, mientras yo me disponía a entrar en ese callejón sin salida en el que desembocaba a diario, conocido como mi hogar".

"Un día, en clase, nos propuso que escribiéramos un diario y yo pensé: no, gracias, todo ese rollo de «querido diario» es propio de un niño de primaria. Pero entonces nos explicó que un diario puede ser cualquier cosa, también dibujos, poemas o listas, da igual, lo que sea que quieras expresar acerca de cualquier tema, y que nadie lo vería nunca. 
Jeremy Walker preguntó:
—¿Y entonces para qué sirve? ¿Está diciendo que no nos va a poner nota?
—Sirve —explicó el señor North a la vez que se apartaba un mechón lacio y canoso de la frente— para que expreséis vuestros sentimientos.
Tienes sentimientos, ¿no, Jeremy?".

"—Gracias —dije. Michael desapareció en el almacén y yo regresé con Lee—. Ya tengo trabajo.
—¡Yupi! —La miré con cara de circunstancias y cambió el tono de voz—. O sea, ¿yupi?
—En realidad, no. Pero así es la vida".

"—Sería agradable poder disfrutar de una ducha caliente en mi propia casa de vez en cuando —protestaba mi padre.
—Al menos TÚ tienes TIEMPO para ducharte.
—Que yo sepa, los días para ti tienen veinticuatro horas, igual que para todo el mundo".

"Cuando despidieron a mi padre y Darren se metió en líos, mi madre consideró que tal vez deberíamos ir a misa y hacer las paces con Dios. Por nada del mundo pisaría una iglesia católica, pero ese mismo domingo acudimos a la presbiteriana que hay en la otra punta del pueblo y tomamos asiento en las últimas filas. Al principio fue alucinante: la música de órgano, la luz de la mañana filtrándose por las vidrieras y los viejos bancos de madera con sus mullidos cojines de terciopelo rojo.
Y entonces un tío vestido de traje se plantó ante los fieles para anunciar las novedades de la parroquia y darles la bienvenida, y preguntó si había alguna persona nueva entre los asistentes. Supe por su manera de mirar al suelo que mis padres no pensaban darse a conocer, pero la anciana que teníamos detrás levantó la mano y nos señaló. Mi padre nos pidió que nos pusiéramos de pie y soltó: «Solo estamos de visita. Somos forasteros»".

"—¿Quién es ese tío?
—Es Michael, mi jefe.
—¿Ya te está tirando los tejos?
—Por Dios, Darren.
—¿Qué? O sea, si eso va a ser así, deberías despedirte ahora mismo.
—Es gay.
—Ah. —Darren echó un vistazo al espejo retrovisor para observar cómo Michael montaba en su Toyota—. ¿Y entonces por qué te toca?
—Porque es majo. Se llama «afecto». ¿Te suena de algo?".

"Cuando hubiera terminado de recordar, podría empezar a olvidar".

"—¿Por qué no…? —me mordí la lengua.
—¿Por qué no qué?
—Nada.
—Jo, tío. ¿Qué?
Posé la mano entre dos toallas azul cielo.
—¿Por qué nunca me has pedido salir?
Creo que se encogió de hombros. No estoy segura, porque no lo miraba.
—Eres mi amiga. Nunca he pensado en ti en esos términos.
Lo dijo con tanta sencillez y sinceridad que no debería haberme sentado mal, pero lo hizo.
—¿Nunca?
—No.
—¿Ni una vez —insistí al tiempo que pasaba el dedo por los dibujos de las toallas— en todo el tiempo que hace que nos conocemos has fantaseado con la idea de besarme?
Alcé la vista. Su rostro adquirió un tono rojizo.
Se sentó a medias sobre una mesa de artículos de rebajas.
—Pues claro que me lo he imaginado. Los chicos fantasean con la idea de besar a todas las chicas. Incluidas sus profesoras.
—Puaj.
—Vale, no a todas las profesoras. Quiero decir que una cosa es la curiosidad y otra muy distinta planteárselo en serio".

"—¿Qué está pasando? —me preguntó. No di media vuelta—. Se ha puesto muy rara cuando le he dicho que estabas aquí.
—Tengo que irme.
—Ni hablar. —Noté su mano en mi hombro y me volví a mirarlo. Su rostro seguía mostrando la misma expresión confusa, pero ahora, además, parecía enfadado—. ¿Me lo vas a contar o qué?
Estábamos muy cerca, allí, junto a la puerta, yo envuelta en su camisa; su mano, todavía caliente del teléfono, en mi hombro. Guardaba en el bolsillo el pañuelo del maniquí de Macy’s. Me habría gustado abrazar a mi amigo igual que me abrazaba Lee, con un gesto espontáneo y seguro. Pero yo no sabía hacer nada de manera espontánea y segura.
—Podría ser tu novia —susurré—. Sería una novia genial.
Jason se miró los zapatos.
—Sí —reconoció—. Ya lo sé.
Y aun sabiendo que hacía mal, le besé. Le eché los brazos al cuello, descargué mi peso sobre Jason y le besé. Mi amigo titubeó, apenas un instante, antes de devolverme el beso. Fue tal y como lo había imaginado, mi vientre emanando calor según él me atraía hacia sí con las manos apoyadas en mis caderas".

"Si alguna vez conozco a la chica de las olas, le diré lo siguiente:
Olvidar no basta.
Puedes remar lejos de los recuerdos y pensar que ya no están.
Pero retornarán flotando, una y otra y otra vez.
Te rodearán como tiburones.
Y derramarás tu miedo en el mar,
Hasta que, a menos que
Algo
¿Alguien?
Haga por ti algo más que tapar la herida".

"¿De verdad le había besado? ¿O me había besado él a mí?
—¿Deanna? —Michael estaba plantado a mi lado, encendiendo un cigarrillo—. Llevas cinco minutos rellenando ese dispensador de servilletas.
Me estás poniendo nervioso.
—Perdona. —Dejé el dispensador en su sitio y limpié la mesa.
—Ya has limpiado esa mesa. Dos veces. ¿Te encuentras bien?
Quise decirle que no fuera tan amable conmigo o me echaría a llorar otra vez.
—No".

"Y si la chica de las olas llegara a conocerme, me diría lo siguiente:
En ocasiones el rescate llega sin más.
No hace falta que hagas nada.
Puede que lo merezcas, puede que no, pero llegará, y entonces, asegúrate de saber si vas a tomar la mano tendida y dejar que te arrastre a la orilla".




Sara Zarr

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