viernes, 17 de abril de 2020

Citas: La hora del Diablo - Fernando Pessoa


"Abajo, a una distancia más que imposible, como astros dispersados,  había unas grandes manchas de luz, ciudades, sin duda, de la tierra. El Diablo las señaló.
—Son las grandes ciudades del mundo: aquella es Londres —y señaló una abajo, en la distancia—. Aquella es Berlín —y señaló otra—. Y aquella, allí, es París. Son manchas de luz en la  y nosotros, en este puente, pasamos muy alto por encima de ellas, peregrinos del misterio y del conocimiento".

"—Pero, ¿cómo puede sustentarse algo por negarlo?
—Es la ley de la vida, señora mía. El cuerpo vive porque se desintegra, sin desintegrarse del todo. Si no se desintegrara segundo a segundo, sería un mineral. El alma vive porque es tentada constantemente, aunque se resista. Todo vive porque se opone a algo. Pero, si yo no existiera, nada existiría, porque no habría a qué oponerse, como la paloma de mi discípulo Kant, que, al volar en el aire leve, pensaba que podría volar mejor en el vacío".

"—Pero, si el mundo es acción, ¿cómo puede ser que el sueño forme parte del mundo?
—Es que el sueño, señora mía, es una acción convertida en idea; y por ello conserva la fuerza del mundo y rechaza la materia, que es el estar en el espacio. ¿Acaso no es cierto que en nuestros sueños somos libres?
—Sí, pero despertarse es triste…
—El buen soñador no despierta. Yo nunca he despertado. Dudo incluso que el propio Dios no duerma. Ya me lo dijo una vez…".

"—Pero, al final, ¿quién es usted? ¿Por qué va disfrazado así?
—Contestaré con una sola respuesta a sus dos preguntas: no voy disfrazado.
—¿Cómo?
—Señora mía, yo soy el Diablo. Sí, soy el Diablo".

"El principio de la ciencia es saber que ignoramos. El mundo, que es el lugar donde estamos; la carne, que es lo que somos".

"—Corrompo, pero ilumino. Soy la Estrella Brillante y de la Mañana…, frase, por cierto, que ya ha sido aplicada dos veces, no sin criterio o conocimiento, a otro que no se parece a mí".

"—Contradecir es feo…
—Contradecir actos, sí… Contradecir ideas, no.
—¿Y por qué?
—Porque contradecir actos, por malos que sean, es estorbar lo que mueve el mundo, que es la acción. En cambio, contradecir ideas es dar pie a que nos abandonen, y caer en el desaliento y, de ahí, en el sueño, y, por tanto, pertenecer al mundo".

"—No hablo contigo, sino con tu hijo…
—No tengo ningún hijo… Es decir, voy a tenerlo dentro de seis meses, si Dios quiere…
—Con él es con quien hablo… ¿Dentro de seis meses? ¿Seis meses de qué?
—¡¿De qué?! Seis meses…
—¿Seis meses solares? Ah, sí".

"—No imagina cuánto me ha gustado conversar con usted. Nunca he oído a nadie hablar así.
Habían salido a la calle, bañada con la luz de la luna, cosa en que ella no reparó.
Se calló un momento.
—Pero, ¿sabe? (es curioso) ¿sabe realmente, y después de todo, lo que siento?
—¿Qué? —preguntó el Diablo.
Ella se volvió para mirarle con unos ojos repentinamente brillantes.
—¡Una gran pena por usted…!
Una expresión de angustia, como nadie creería que pudiera existir, pasó por el rostro y la mirada del hombre rojo. Dejó caer, de súbito, el brazo con el que enlazaba el de ella. Ella dio unos pasos, constreñida. Luego se volvió hacia atrás para decir cualquier cosa —no sabía qué, porque no había entendido nada— a fin de disculparse por el disgusto que había causado".

"Y se marchó, sonriendo, pero sin darle un beso, el de costumbre, que al darlo nadie sabe si es costumbre o es beso.
Ninguno de los dos se dio cuenta de que no se habían besado".






Fernando Pessoa

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