sábado, 25 de abril de 2020

Citas: La dependienta - Sayaka Murata


"Al otro lado del cristal, escrupulosamente limpio y sin una sola huella, veía el ajetreo de la gente. Empezaba un nuevo día. Era la hora en que el mundo se despertaba y los engranajes de la sociedad empezaban a girar. Yo era uno de aquellos engranajes que giraban sin parar, una pieza del mundo  encajada en esa franja del día que llamamos «mañana»".

"Crecí en un distrito residencial de las afueras, en el seno de una familia normal que me quería de forma normal. Sin embargo, de pequeña era un poco rara. Cuando iba a la guardería, por ejemplo, un día encontré un pajarito muerto en el parque. Era un bonito pájaro azul que parecía haber escapado de alguna casa. Los demás niños lloraban alrededor del pajarito, que tenía el cuello retorcido y los ojos cerrados.
—¿Qué hacemos con él? —preguntó una niña. Entonces yo lo cogí rápidamente, me lo puse en la palma de la mano y se lo llevé a mi madre, que estaba en un banco charlando con otra madre.
—¿Qué ocurre, Keiko? Oh, un pajarito… ¿De dónde habrá salido? ¡Pobrecillo! ¿Qué te parece si lo enterramos? —dijo mi madre con voz dulce mientras me acariciaba el pelo, y yo le respondí:
—Nos lo comeremos.
—¿Cómo?
—A papá le encanta el pollo frito. Podríamos freír el pájaro para comerlo — repetí en voz alta y clara, pensando que mamá no me había oído. 
Ella se quedó muda de asombro y creo que la madre que estaba a su lado también se sorprendió, pues abrió simultáneamente los ojos, la boca y las aletas de la nariz. Su expresión era tan cómica que estuve a punto de echarme a reír, pero entonces vi que me miraba fijamente la palma de la mano y pensé:
«¡Claro! Con uno no basta».
—¿Quieres que vaya a buscar más?
Cuando me volví hacia un grupo de gorriones que merodeaba cerca de allí, mi madre por fin reaccionó.
—¡Keiko! —gritó escandalizada, en tono de reproche—. Cavaremos una tumba para el pajarito y lo enterraremos. Mira, los demás niños están llorando. Están tristes porque se ha muerto un amigo suyo. ¿No te da lástima?
—¿Por qué? Si ya está muerto, al menos podríamos aprovecharlo…".

"A medida que fui creciendo, mi silencio empezó a preocuparles. Pero para mí era la mejor opción, la forma más racional de sobrevivir".

"—Muy bien, Furukura, ¡perfecto! Has estado muy tranquila para ser la primera vez que atendías en caja. ¡Así me gusta! Venga, haz pasar al siguiente cliente.
Miré al frente y vi a un hombre que llevaba la cesta llena de onigiri de oferta. Lo saludé levantando la voz en el mismo tono de antes y cogí la cesta.
Entonces sentí por primera vez que formaba parte del mundo, como si acabara de nacer. Aquel día había surgido una nueva pieza que encajaba con total normalidad entre las demás: yo".

"Como trabajaba todos los días, a veces pulsaba en sueños la caja registradora de la tienda o abría los ojos sobresaltada, pensando que había que colocar las etiquetas del precio a las bolsas nuevas de patatas fritas o que el día anterior se había vendido mucho té caliente y habría que reponer. Algunas noches incluso me despertaba mi propia voz gritando:
«¡Bienvenido!».
Si no podía dormir, pensaba en aquella caja de cristal transparente que de noche también hervía de actividad. En el interior de aquel nítido acuario, la tienda seguía funcionando como un mecanismo automático. Al visualizar aquel escenario, los sonidos de la tienda resurgían dentro de mis tímpanos, me tranquilizaban y me ayudaban a conciliar el sueño.
Por la mañana volvía a convertirme en una dependienta, un engranaje de la sociedad. Aquel trabajo era lo único que me permitía ser una persona normal".

"Tu configuración actual cambia en cada momento según la gente que te rodea".

"Lo que más se me pega de quienes me rodean es el acento. Por entonces mi forma de hablar era una mezcla entre la de Izumi y la de Sugawara.
Creo que es un fenómeno bastante habitual. Un día, los compañeros del grupo de música de Sugawara vinieron a la tienda y me fijé en que las chicas vestían y hablaban casi igual que ella, y desde que había entrado Izumi, Sasaki se despedía con un «Hasta mañana» que sonaba exactamente igual al de ella. Un día vino a echarnos una mano una mujer que había trabajado con Izumi en otra tienda, un ama de casa muy amiga suya, y vestían de forma tan parecida que estuve a punto de confundirlas. Supongo que mi forma de hablar también se le pegará a alguien. Creo que es así como sobrevive la humanidad: por contagio".

"—¡Cuéntanos algún cotilleo! ¿No has tenido ningún lío? —preguntó Satsuki en tono de broma.
—¿Lío?
—Si has salido con alguien. Nunca nos hablas de ningún novio.
—Ah, no. Es que nunca he tenido -respondí, diciendo la verdad sin querer.
Las demás callaron e intercambiaron miradas de incredulidad. Entonces recordé que mi hermana me había advertido que, ante aquel tipo de preguntas, lo mejor era dar una respuesta imprecisa como: «Bueno, tuve algo que pintaba bien, pero no tengo buen ojo para los hombres». Así insinuaría que, aunque nunca había salido oficialmente con nadie, sí había tenido algún tipo de relación amorosa complicada, como un adulterio o una aventura de carácter sexual. «Si respondes a las preguntas personales de forma poco clara, los demás interpretarán tus respuestas como quieran», me había dicho mi hermana. Y yo acababa de meter la pata.
—Bueno, yo tengo algunas amigas homosexuales —intercedió Miho, como si acudiera al rescate-. Hay que ser tolerante. Y también tengo algunas que se han declarado asexuales.
—Es verdad, dicen que cada vez hay más. Que la gente joven no tiene interés por estas cosas".

"Aquella sensación de que el mundo se moría poco a poco me resultaba reconfortante".

"A pesar de que solo había oficinas, en la tienda recibíamos a muchos clientes que parecían simples vecinos del barrio, y siempre me preguntaba dónde vivirían. Pensaba vagamente que mis clientes estarían durmiendo en algún lugar de aquel mundo que parecía encerrado en el interior de la muda abandonada de una cigarra".

"—Bien, hasta aquí el briefing de hoy. Ahora repetiremos al unísono el juramento y las fórmulas de cortesía para atender a los clientes. ¡Repetid conmigo!
Todos alzamos la voz para unirnos a la potente voz del jefe.
—Juramos que nuestro objetivo es prestar el mejor servicio para que el cliente se sienta a gusto y nuestra tienda sea su tienda de referencia.
—Juramos que nuestro objetivo es prestar el mejor servicio para que el cliente se sienta a gusto y nuestra tienda sea su tienda de referencia.
—¡Bienvenido!
—¡Bienvenido!
—¡Con mucho gusto!
—¡Con mucho gusto!
—¡Muchas gracias!
—¡Muchas gracias!
Las tres voces resonaron al unísono. El briefing matutino era más formal cuando estaba el jefe.
—Parece una ceremonia religiosa -comentó Shiraha en un susurro.
Le di la razón en silencio".

"A mí todos los bebés me parecen iguales, tanto mi sobrino como los hijos de Miho, y no entiendo por qué tengo que ir expresamente a ver a mi sobrino.
Supongo que hay que tener cierta consideración con los bebés de tu propia familia, pero para mí los bebés son como los gatos callejeros: aunque sean un poco diferentes entre sí, todos son animales de la misma especie".

"—Por cierto —dije, sacando un tema más alegre—, hacía tiempo que no veía a Yukari y me dijo que me notaba cambiada.
—Sí, la verdad es que estás diferente.
—¿Tú crees? Pero tú también estás diferente, Asami. Tienes un aire más adulto que antes.
—¡Qué cosas dices! Hace tiempo que soy adulta".

"En ese preciso instante, la puerta se abrió y Shiraha entró sin decir nada.
—Ah…, buenos días -saludó en un tono apagado.
Estaba tan delgado que no se le aguantaba ni el pantalón, y llevaba unos tirantes que se insinuaban a través de la camisa blanca. La piel de sus brazos también parecía pegada a los huesos, y costaba creer que un cuerpo tan delgado pudiera albergar un corazón".

"—¿Y hasta cuándo piensas seguir así? Es verdad que ahora te costaría encontrar trabajo, pero a lo mejor te convendría casarte. Actualmente hay muchas páginas web destinadas a encontrar pareja.
Mientras el marido de Yukari hablaba con vehemencia, me fijé en que su saliva salpicaba la carne que se asaba en la parrilla. Justo cuando pensaba en lo poco oportuno que resulta hablar encima de la comida, el marido de Miho asintió enérgicamente.
—Tiene razón, ¿por qué no buscas pareja? Las mujeres lo tenéis fácil. Si fueras un hombre, no lo vería tan claro.
—¿Y si te presentamos a alguien? -propuso Satsuki-. Hiroshi conoce a mucha gente. Shiho y las demás reaccionaron con entusiasmo.
—¡Claro, buena idea!
—¿Se os ocurre alguien adecuado para ella?
El marido de Miho le susurró algo al oído. Luego, sonrió amargamente y dijo en voz alta:
—Es que mis amigos están todos casados. No puedo presentarte a ninguno.
—¿Y si te inscribes en una página de citas online? Espera, que te sacamos una buena foto para tu perfil. No te hagas un selfi, cuelga una foto de un día como hoy, en una barbacoa con amigos. Así darás más buena impresión y te llegarán más solicitudes.
—¡Sí, qué buena idea! ¡Te sacaremos una foto! —dijo Miho.
—Claro, ¡es ahora o nunca! —añadió el marido de Yukari, conteniendo la risa.
—¿Ahora o nunca? ¿Por qué es ahora o nunca? —pregunté, y el marido de Miho puso cara de perplejidad.
—Bueno, cuanto antes mejor, ¿no? No puedes seguir como hasta ahora, y la verdad es que tienes prisa. Si sigues cumpliendo años, se te pasará el arroz".

"Empezamos a servirnos visiblemente aliviados y comimos aquella carne rociada de saliva del marido de Yukari. De repente, me di cuenta de que todos se alejaban un poco de mí y me daban la espalda, como aquel día en el colegio. Aun así, seguían lanzándome miradas de curiosidad como si fuera un bicho raro.
«Me he convertido en un cuerpo extraño», pensé vagamente.
Entonces me vino a la mente Shiraha, al que habían despedido. Quizá yo sería la siguiente.
El mundo normal es un lugar muy exigente donde los cuerpos extraños son eliminados en silencio. Las personas inmaduras son expulsadas".

"Fue por casualidad por lo que vi a Shiraha fuera de la tienda.
Una sombra apareció abruptamente en una esquina del distrito de negocios, que por la noche estaba desierto. Me hizo pensar en el juego al que jugaba de pequeña, y agucé la vista para que la sombra se me grabara en la retina y proyectarla después en otra superficie. Al acercarme vi a Shiraha asomándose tras un edificio como si intentara esconderse. Parecía nervioso.
Daba la sensación de que estaba esperando a que saliera la clienta cuya dirección había intentado averiguar. La mujer pasaba todos los días por la tienda al salir del trabajo para comprar frutos secos, y coincidió que yo estaba merodeando por la trastienda a aquella hora. Recordé lo que nos había contado el jefe la última vez.
Me acerqué por detrás procurando que no me viera y le grité:
—Voy a llamar a la policía, Shiraha.
Él se volvió con tal brusquedad que me asustó a mí también, y arrugó la frente al reconocerme.
—¡Eres tú, Furukura!".

"—Oye, Shiraha —propuse de repente—. Si tu único objetivo es casarte, ¿por qué no arreglamos los papeles y nos casamos?
—¡¿Qué?! exclamó él.
—No te gusta que se metan en tu vida, y si no quieres que te echen de la comunidad debes actuar cuanto antes. Lo de la caza…, es decir, lo del trabajo es otro tema, pero si te casas ya no corres el riesgo de que te juzguen por no haber tenido experiencias amorosas ni sexuales.
—¿Se puede saber a qué viene eso? ¡Qué disparate! Lo siento, Furukura, pero es que no me excitas.
—¿Y qué más da? Eso no tiene nada que ver con el matrimonio. El matrimonio es una cuestión de papeles, mientras que la erección es un fenómeno fisiológico".

"—Que sea difícil no significa que sea imposible —proseguí—".

"—¿Diga?
Todavía no era medianoche, y me pareció que aún no se había acostado.
—Perdona que te llame tan tarde. Espero no haber despertado a Yutaro.
—No, tranquila, Yutaro está dormido y yo estaba relajándome un poco.
¿Qué ocurre?
(...)
—En realidad no es nada como para llamarte a medianoche. Verás, resulta que tengo a un hombre en casa.
—¿Qué? —preguntó con voz entrecortada, como si tuviera hipo.
Cuando iba a preguntarle si estaba bien, soltó una exclamación de perplejidad que sonó casi como un chillido:
—¡¿En serio?! Es broma, ¿no? ¡Qué me dices! ¿Desde cuándo? ¿Cuánto hace? ¿Qué clase de persona es?
—Muy poco tiempo, es del trabajo —respondí, sintiéndome acorralada.
—¡Vaya! ¡Enhorabuena, Keiko!
Me desconcertó un poco que me felicitara de buenas a primeras, sin interesarse por los detalles.
—¿Por qué me felicitas?".

"—¿Y qué ventajas tiene esto para ti, Shiraha?
Él hizo una breve pausa.
—Quiero que me escondas —dijo entonces en voz baja.
—¿Cómo?
—Quiero que me escondas del mundo. No me importa que me utilices y hables de mí con quien te dé la gana. Pero yo quiero estar aquí escondido.
Estoy harto de que los demás, tanto los conocidos como los completos desconocidos, se metan en mi vida-. Shiraha agachó la cabeza y dio un sorbo de la lata—. Si salgo a la calle, volverán a violarme. ¡Eres un hombre! Trabaja, cásate y, una vez casado, gana más dinero, ten hijos. Sé el esclavo de la comunidad. El mundo te ordena que trabajes toda la vida. Incluso mis testículos pertenecen a la comunidad. Por el simple hecho de no haber tenido experiencias sexuales, te tratan como si estuvieras desperdiciando tu esperma".

"—Es un trato sin retribución. Solo necesito que me dejes vivir aquí y me traigas comida.
—Ya… Bueno, no tiene mucho sentido exigirte dinero mientras no tengas ingresos. Yo tampoco tengo mucho dinero, así que no podré darte efectivo, pero sí puedo darte el pienso que necesitas para vivir.
—¿Pienso…?
—Huy, perdona. Nunca he tenido animales en casa, y esto es como tener una mascota".

"—Estamos juntos y tenemos la intención de casarnos. Yo me ocupo de las tareas domésticas y ella trabaja. Cuando ella encuentre un empleo estable, os devolveré el dinero.
«¡Anda! No sabía que Shiraha tuviera novia», pensé. Pero entonces recordé la conversación del día anterior con mi hermana y caí en la cuenta de que estaba hablando de mí".






Sayaka Murata

No hay comentarios.:

Publicar un comentario