viernes, 29 de julio de 2022

Citas: El hombre semen - Violette Ailhaud

x

 

"Le Saule Mort, 19 de junio 1919


Decidí contar lo que pasó después del invierno de 1852 porque, por segunda vez en menos de 70 años, nuestro pueblo acaba de perder todos sus hombres sin excepción. El último murió el día del Armisticio, el 11 de noviembre pasado.
Para nosotras las mujeres no hay victoria sino vacío y junto mis lágrimas con las de todas las mujeres, alemanas o francesas, que habitan una casa sin hombre".

"La historia que les cuento hoy, en la noche de mi vida, se llevó a cabo en lengua provenzal. En esa época no teníamos otro idioma que ese, heredado de nuestros padres. El dialecto provenzal —la jerga, dicen los escupidores— es mi idioma materno y lo admiro por su resistencia. No obstante, decidí escribir nuestra historia en francés para que mi testimonio se propague más allá de nuestra región y porque amo también este segundo idioma. Lo aprendí, lo adopté como se adopta una patria, lo enseñé".

"El tiempo nos presiona, nos oprime. Pronto tenemos la impresión de que este tiempo nos guié".

"Yo, después de días de gritos y llantos, había transformado mi dolor en odio y en violencia. Engrasaba mis fusiles, disparaba y las otras hacían lo mismo. Cada mujer del pueblo había aprendido al lado de su padre, cuando la edad no hacía todavía diferencias entre niñas y niños, a dosificar el polvo y disparar".

"El primero de mayo, después de varios meses de una espera vana y asfixiante, Rose, la hija del panadero, sacó su vestido de novia. No era de su ajuar pero era su vestido más bonito. Recuerdo que era azul oscuro y que hubiese querido tenerlo. Se lo puso a un espantapájaros que clavó al borde del acantilado. Recuerdo que lloraba de rabia. En el cuello del vestido, anudó el modesto collar de azahares de cera que la familia arrancó a su pobreza.
Nosotras, las demás, no intentamos nada para impedírselo, pero compartimos sus lágrimas hasta agrietarnos los ojos y la cara. Rose debía haberse casado en abril. Entonces la madre del joven que iba a casarse con Rose fue a buscar la tenida de matrimonio de su hijo y con ella hizo un segundo espantapájaros que tomó la manga del primero. Desde entonces, nuestro pueblo de mujeres vive bajo la mirada de esta pareja que nunca fue y cuyas siluetas inmóviles dan la espalda al valle. Es nuestra señal para decir que aquí hay vida".

"Lo concebí como un objeto, aunque es un hombre. Había programado nuestra relación como un simple intercambio funcional, pero mis sentimientos arremetieron como una crecida del río Asse, una ola insuperable que barrió mis resoluciones, mis elecciones, mi voluntad.
Habíamos previsto todo ante la venida de un hombre. Nuestro primer objetivo era su semen, luego su fuerza de trabajo y, por último, su presencia.
Nunca su amor".

"Estoy totalmente conmocionada. No sé ni qué hacer, ni lo que va a pasar. Para el caso, estoy enamorada. Para el caso, fui la primera a quien tocó. Pero nada indica que me va a elegir".

"Era felicidad de una parte y era herida de otra. Una herida que se esforzaba en cicatrizar, pero rascábamos la costra sin pausa para hacerla sangrar, para que vinieran aún más ideas, pensamientos, otros recuerdos del futuro que vendría".

"De pronto siento la respiración del Juan en mi nuca. Sigo pasando páginas, pero las palabras del libro se borran. Estoy totalmente prendida de ese viento ligero dentro del cual unos pelos escapados de mi moño parecen jugar a dejarse rizar. Aunque no nos estemos tocando, siento el calor del cuerpo del Juan y su olor".

"Al final del verano, una noche, el Juan hizo su bolso. Dijo: «Mañana retomo mi camino». No dije nada. Sabía que era su deber, su derecho, su libertad, su camino. Tenía todo el tiempo para llorar después, cuando hubiese partido. Sonreí y disfruté de mi hombre hasta el amanecer, como la primera vez. La vida daba vueltas. Había sido dura y bella para nosotros. Aún sería todo eso".








Violette Ailhaud

No hay comentarios.:

Publicar un comentario