jueves, 10 de septiembre de 2020

Citas: El demonio y la señorita Prym - Paulo Coelho

"Hacía casi quince años que la vieja Berta se sentaba todos los días delante de su
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 puerta. Los habitantes de Viscos sabían que los ancianos suelen comportarse así:
sueñan con el pasado y la juventud, contemplan un mundo del que ya no forman parte, buscan temas de conversación para hablar con los vecinos…
Pero Berta tenía un motivo para estar allí. su espera terminó aquella mañana, cuando vio al forastero subir por la escarpada cuesta y dirigirse lentamente en dirección al único hotel de la aldea. No era tal como se lo había imaginado tantas veces; sus ropas estaban gastadas por el uso, tenía el cabello más largo de lo normal e iba sin afeitar.
Pero llegaba con su acompañante: el Demonio".

"Un trueno es un fenómeno de la naturaleza. Si Dios quisiera hablar con los hombres, no utilizaría unos medios tan indirectos".

"Volvió a desear que el forastero partiera inmediatamente; ya estaba demasiado vieja como para ayudarse a sí misma o a su pueblo o, muchísimo menos, a Dios Todopoderoso, quien, en caso de necesitar ayuda, a buen seguro hubiera elegido una persona más joven. Todo aquello no pasaba de un delirio; a falta de nada mejor que hacer, su marido se inventaba cosas que la ayudaran a matar el tiempo.
Pero había visto al Demonio; sí, no tenía La menor duda de ello.
En carne y hueso, vestido de peregrino".

"—Me prometiste que, si te acompañaba, responderías a todas mis preguntas.
—En primer lugar, nunca creas en promesas. El mundo está lleno de ellas: riqueza, salvación eterna, amor infinito. Algunas personas se consideran capaces de prometer de todo, otras aceptan cualquier cosa que les garantice días mejores y ése, según creo, es tu caso. Los que prometen y no cumplen acaban sintiéndose impotentes y frustrados, tal como les sucede a los que se aferran a las promesas".

"—Ya soy mayorcita para creer en promesas —le respondió, intentando ganar tiempo.
—Pero siempre las has creído, y sigues creyéndolas".

"Su corazón estaba lleno de heridas, había dejado escapar muchas oportunidades pensando que aún no había llegado la persona adecuada, pero ahora sentía que el tiempo transcurría más de prisa de lo que había imaginado y estaba dispuesta a abandonar Viscos con el primer hombre que la quisiera llevar, aunque no sintiera nada por él. Con toda certeza, aprendería a amarlo; el amor también es cuestión de tiempo".

"—Eso es precisamente lo que quiero averiguar: si vivimos en un paraíso o en un infierno. —El hombre interrumpió sus pensamientos.
Estaba cayendo en la trampa que le había preparado.
—En el paraíso. Pero quien vive durante mucho tiempo en un lugar perfecto, termina por aborrecerlo".

"Cada día era un día de espera. Cada noche era una noche en que podía aparecer alguien que la valorase tal como se merecía. Cada hombre que pasaba por su cama era la esperanza de marcharse al día siguiente y no volver a contemplar aquellas tres calles, las casas de piedra, los tejados de pizarra, la iglesia con el cementerio al lado, el hotel con sus productos típicos que requerían meses de elaboración para después venderlos al mismo precio que los productos fabricados en serie".

"Las personas quieren cambiarlo todo y, al mismo tiempo, desean que todo siga igual".

"—¿Acerté? —preguntaba mientras se quitaba la venda de los ojos.
—¡Claro que no! —respondía el cazador recién llegado, contento porque el orgulloso guía había sufrido una humillación—. La bala pasó muy lejos. Dudo que usted pueda enseñarme nada.
—Le acabo de enseñar la lección más importante de su vida —replicaba el marido de Berta—. Cuando quiera algo, mantenga los ojos bien abiertos, concéntrese y tenga muy claro lo que desea. Nadie acierta a su objetivo con los ojos cerrados".

"—¿Qué quieres? —dijo ella—. ¿A qué viene la nota?
—Quiero plantearte un enigma: de todos los días de nuestra vida, ¿cuál es el que jamás llega?
No hubo respuesta.
—El mañana —dijo el extranjero—".

"Ella cogió su bolso, se puso el abrigo, se dirigió hacia la puerta y, entonces, se giró.
—Has sufrido y deseas venganza —dijo ella—. Tu corazón está muerto, tu alma sin luz. El demonio que te acompaña está sonriendo porque llevas a cabo el juego que él determinó.
—En el bosque me dijiste que querías respuestas para ciertas preguntas, pero de la manera que has urdido tu plan, sólo la maldad tiene recompensa; si no hay ningún asesinato, el Bien sólo obtendrá alabanzas. Y sabes de sobras que las alabanzas no alimentan bocas hambrientas ni animan pueblos decadentes. Tú no quieres la respuesta a una pregunta, sino la confirmación de algo en lo que deseas creer desesperadamente: que todo el mundo es malo.
La expresión del extranjero cambió y Chantal se dio cuenta de ello.
—Si todo el mundo es malo, se justifica la tragedia que has sufrido —continuó diciendo ella".

"Es inútil que intentes averiguar por qué existo. Si quieres una explicación, puedes decirte a ti mismo que soy la manera que Dios encontró para castigarse por haber decidido, en un momento de distracción, crear el Universo".

"—Perdonar a Dios —dijo el extranjero—. Perdonar a un Dios implacable que construye y destruye sin cesar.
—Esta conversación es demasiado íntima para mi gusto —dijo Chantal, mirando en otra dirección—. No he aprendido tanto de la vida como para poder darte lecciones de nada".

"El miedo, siempre el miedo —pensó el sacerdote—. Para dominar a un hombre, basta con meterle miedo en el cuerpo".

"—¿En qué estás pensando? —Berta interrumpió sus pensamientos.
—En una hoguera —respondió la mujer del alcalde—. En una linda hoguera que caliente nuestros cuerpos y nuestros corazones.
—¡Menos mal que no estamos en la Edad Media!".





Paulo Coelho

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