miércoles, 23 de octubre de 2019

Citas: El adulto - Gillian Flynn


"Llegué a mi oficio de manera honesta. Quizá «de manera natural» sería un mejor modo de expresarlo. Mi vida nunca se ha caracterizado por hacer las cosas con honestidad. Fui criada en la ciudad por una madre tuerta (la frase con la que empezaré mis memorias) y no puedo decir que fuera una mujer agradable".

"En cuanto a los que escogíamos, no los llamábamos pardillos, ni  presas ni víctimas. Los llamábamos «Tony», porque así era como se llamaba mi padre, que nunca supo decirle que no a nadie (aunque asumo que se lo dijo a mi madre al menos en una ocasión: cuando le pidió que se quedara)".

"Palmas Espirituales (a mí no me miréis, no fui yo quien le puso nombre al negocio) estaba en un barrio de «Tonys» al oeste del centro. Cartas de tarot y bolas de cristal en el escaparate, sexo suave en la parte de atrás. Me presenté allí en respuesta a un anuncio donde pedían una recepcionista. Resultó que «recepcionista» significaba «prostituta»".

"Cuando la gente me hacía esa pregunta que todo el mundo hace, «¿A qué te dedicas?», yo respondía «Atención al cliente», lo cual era cierto. 
En mi opinión, una jornada laboral satisfactoria es aquella en la que has conseguido que un montón de gente sonría. Sé que quizá suena demasiado serio y formal, pero es la verdad. O sea, preferiría ser bibliotecaria, pero me preocupa la estabilidad laboral. Los libros pueden acabar siendo algo temporal; las pollas son eternas".

"Las mujeres que venían en grupo eran frívolas, caprichosas, bebedoras, dispuestas a pasar un buen rato. Las que venían solas, sin embargo, querían creer. Estaban desesperadas y su seguro no era tan bueno como para cubrirles un psicólogo. O ni siquiera eran conscientes de estar tan desesperadas como para necesitar uno. Resultaba difícil sentir lástima por ellas. Yo lo intentaba, porque lo último que quieres es que tu quiromante ponga los ojos en blanco ante tu situación. Pero, en fin, vamos a ver. Una casa grande en la ciudad, maridos que no les pegaban y que ayudaban con los críos, profesionales con carrera algunas, miembros de clubes de lectura todas ellas. Y aun así se sentían tristes. Eso era lo que siempre acababan diciendo: «Pero es que me siento triste». Sentirse triste significa, por lo general, tener demasiado tiempo libre. En serio. No tengo un graduado en psicología, pero por lo general significa demasiado tiempo libre".

"—Susan, ¿se ha planteado que la casa pueda estar afectando al comportamiento de su hijo?
Susan se inclinó hacia delante, con los ojos como platos.
—¡Sí! Sí, eso es justo lo que creo. ¿Es una locura? Por eso… por eso he vuelto. Porque… había sangre en mi pared.
—¿Sangre?".

"Observé la casa y la casa me observó a su vez, a través de siniestros alargados ventanales, tan altos que un chaval podría haberse puesto de pie sobre sus alféizares. De hecho, uno lo había hecho. Pude verlo cuan largo y delgado era: pantalones grises, jersey negro, corbata granate perfectamente anudada. Una mata de pelo oscuro cubriéndole los ojos. Después, con un movimiento borroso y repentino, se bajó de un salto y desapareció tras las pesadas cortinas de brocado".

"—Para nuestro gato, Wilkie —dijo Susan—. El gato más afortunado del mundo: tiene una habitación propia solo para cagar.
—Ya le encontrarán algún otro uso.
—En realidad es un gato muy cariñoso —dijo ella—. Tiene casi veinte años.
Sonreí como si el dato me resultara interesante y agradable".

"—Hola, mamá —dijo. Su rostro se transformó de repente, atravesado por una sonrisa luminosa y bobalicona—. Te he echado de menos.
El dulce y cariñoso Jack. Estaba realizando una imitación perfecta de su hermano pequeño. Miles se dirigió hacia Susan para abrazarla y, al acercarse, adoptó la postura infantil y de hombros caídos de Jack. La rodeó con los brazos y hundió el rostro en su cuerpo. Susan me miró por encima de la cabeza de su hijastro, con las mejillas encendidas y los labios apretados como si oliera algo desagradable. Miles alzó la mirada hacia ella.
—¿Por qué no me abrazas?
Susan le dio un rápido abrazo. Miles la soltó como si se hubiera quemado.
—He oído todo lo que le has contado —dijo—. Sobre Jack. Sobre la
niñera. Sobre todo. Menuda zorra estás hecha".






Gillian Flynn

No hay comentarios.:

Publicar un comentario