domingo, 9 de diciembre de 2018

Citas: Reinas malditas - Cristina Morató


Emperatriz Sissi, una extraña en la corte:

"No me quedó otro remedio que vivir como una ermitaña. En el gran mundo me persiguieron y me juzgaron mal, me hirieron y me calumniaron tanto… Y sin embargo, Dios, que ve en mi alma, sabe que jamás le hice daño a nadie.
Confesiones de Isabel de Baviera a su profesor de griego, Constantin Christomanos, 1891".

"La princesa Isabel —a la que todos llaman Sissi o Lisi— estaba habituada a los lamentos de su pobre madre y nunca olvidaría una frase que ésta no dejaba de repetir: «Cuando se está casada, ¡se encuentra una tan sola!»".

"Encuentra a Elena bonita, elegante y distinguida, aunque algo fría y estirada. Tiene veinte años pero sus facciones duras y el vestido de luto la hacen aparentar mayor edad. En cambio Sissi, más espontánea e infantil, le resulta encantadora y no puede dejar de mirarla.
Fue un amor a primera vista que a nadie pasó desapercibido. «Enamorado como un cadete, feliz como un dios», dijo sentirse al poco de conocerla".

"La joven emperatriz de Austria, ha perdido lo que más aprecia, su libertad".

"«Ahora sé la felicidad que significa un hijo propio. Esta vez tuve el valor de amar a mi pequeña y de quedármela. Cómo lamento que los demás hijos me fueran arrebatados enseguida», le confesaría años más tarde a la condesa de Festetics".

"«No existe ningún hombre en el mundo que merezca que un corazón de mujer se destroce por él. Un hombre, aun cuando se cree enamorado apasionadamente, encontrará siempre alguna otra mujer para consolarse. Una mujer, nunca»".

"Más adelante supo que su hijo, enfermo y deprimido, buscó la compañía de su joven enamorada para no morir solo".

"No debe Titania andar entre humanos, en un mundo donde no la comprenden.
Miles de papanatas la contemplan y murmuran: ¡Mira, la loca, mira!".

"En una de sus últimas cartas, fechada el 16 de julio, Francisco José le decía: «Te echo tanto de menos; mis pensamientos no se apartan de ti, y condolido pienso en el tiempo, para mí infinito, que vamos a estar separados. Con melancolía contemplo tus aposentos vacíos». No volverían a verse".

María Antonieta, la reina desdichada:

"«Como no puedo estar con la única persona a la que amo, y la única que realmente me ama, prefiero no estar con nadie»".

"«Os hago escribir desde mi baño, donde acabo de meterme para cuidar por lo menos mis fuerzas físicas. Nada puedo decir sobre el estado de mi alma; existimos, eso es todo»".

"El conde no volverá a ver a María Antonieta, a la que no podrá rescatar de su fatal destino. Cuando más adelante se entere de su muerte en la guillotina, escribirá en su diario: «Ah, conozco bien cada día cuánto he perdido al perderla a ella y hasta qué punto era perfecta en todo. Jamás ha habido ni habrá mujer como ella»".

"En una ocasión María Antonieta escribió: «En la desgracia descubres tu auténtica naturaleza»".

Cristina de Suecia, un espiritú indomable:

"El 8 de diciembre de 1626, la reina María Leonor de Brandeburgo se puso de parto en el palacio real de Estocolmo. Era medianoche y a la luz de las antorchas alumbró en sus aposentos a una criatura tan «grande, fea y velluda» que las comadronas creyeron que era un varón".

"«[…] tuve la dicha entonces de ser amada por vos, en pocas palabras, de perteneceros de una forma que os hace imposible abandonarme.
Sólo con la muerte dejaré de amaros»".

"El mejor epitafio de esta mujer enigmática, ambigua y rebelde lo escribió ella misma: «He nacido libre, he vivido libre y moriré libre»".

Eugenia de Montijo, un trágico destino:

"«No necesito regalos para quererte más porque sería imposible…
No creas que te escribo por obligación, porque tengo tanto gusto en hacerlo que no es necesario forzarme…»".

"«Fue el primer hombre que hizo latir mi corazón, y con qué violencia…»".

"«No puedo estar más tiempo sin verte. ¿Para qué he nacido si no es para estar con mi padre y mi madre? ¿Cuál es por lo tanto ese lazo que nos separa? Es la guerra. ¡Oh guerra! ¿Cuándo acabarás tu carrera? El tiempo avanza y nos quedamos atrás, y tenemos menos tiempo para abrazarnos»".

"«Cuando tenía doce años quería ser actriz. No he tenido suerte: he sido emperatriz»".

"Luis Napoleón le preguntó: «¿Puede usted amarme? ¿Está libre su corazón?». Ante aquella
inesperada pregunta Eugenia le respondió con toda franqueza: «Señor, no ignoro que se me ha calumniado. Mi corazón ha podido latir alguna vez, pero he comprobado después que se me engañaba. En todo casi sigo siendo íntegramente la señorita Montijo»".

"La emperatriz, de temperamento más frío que su esposo, le confiesa tras su luna de miel a una amiga de infancia: «El amor físico, ¿qué asco! … Pero bueno, ¿por qué sólo piensan en eso los hombres?»".

"«Tengo tal asco de la vida, es tan vacía en el pasado, tan llena de escollos en el presente y quizá tan corta en el futuro (por lo menos eso espero) que me pregunto a veces si vale la pena luchar, y el valor me falta porque esos pequeños disgustos van minando toda mi existencia»".

"«Hoy tengo el valor de decirte que sigoviva porque la desgracia no mata. […]
Cuanto más pienso en la existencia que me depara, más mi corazón se hunde en la tristeza; ésta no es ni violenta, ni ruidosa, es un dolor que se apodera de mí completamente y siento que de aquí en adelante me hará compañía»".

"«Siento que toda mi vida está entre estas dos tumbas, a la espera de que Dios se apiade lo suficiente de mí como para abrirme la tercera»".

Victoria de Inglaterra, la viuda de un imperio:

"«¡Cómo pasa de rápido el tiempo cuando se es feliz!»".

"Llorar me alivia y, aunque desde la noche del miércoles no he vuelto a tener ninguna crisis violenta, éstas van y vienen durante el día y mitigan las heridas abiertas del corazón y del alma.»"

"El príncipe Alberto, a diferencia de Victoria, no le teme a la muerte. En una ocasión le dijo a su esposa: «No me aferro a la vida, tú sí lo haces; yo en cambio no le doy importancia. Estoy seguro de que si padeciera una enfermedad grave me daría por vencido y no lucharía por la vida. No me interesa tanto seguir viviendo»".

"Sin Disraeli en quien apoyarse, Victoria aliviaba su soledad en la compañía de John Brown. El escocés, gracias a los favores de la reina, tiene sus propias estancias en Windsor y una casa que le ha regalado Victoria en Balmoral. Aunque ella sólo ve sus virtudes, su secretario personal bebe cada vez más y tiene un carácter de mil demonios, pero ella finge no darse cuenta. Un día en el que, completamente ebrio, se cayó al suelo justo a su lado,
Victoria exclamó ante sus invitados: 
«He notado como un ligero temblor de tierra»".

Alejandra Romanov, la última Zarina:

"Cuando su hermana se convirtió a la fe ortodoxa rusa, Alix no pudo entender su decisión.
En aquel momento le confesó a Ella:
«Seré luterana hasta la muerte. La religión no es un par de guantes que uno puede sacarse y ponerse»".

"Nicolás escribió exultante en su diario:
«¡Éste ha sido un día maravilloso e inolvidable! ¡Porque hoy es el día de mi compromiso con mi adorable Alix! […] Dios, qué terrible peso me he sacado de los hombros»".

"Alix se muestra profundamente entusiasmada y emotiva: 
«Ay, si tan sólo supieras cuánto te adoro y cuánto se ha fortalecido e intensificado mi afecto por ti en estos años; tan sólo quisiera ser más digna de tu amor y ternura». A lo que Nicky responde: «Soy todo tuyo, por siempre y para siempre, mi alma y mi espíritu, mi cuerpo y mi corazón, todo es tuyo, tuyo; quisiera gritarlo en voz alta para que el mundo lo sepa. Soy yo el que se enorgullece de pertenecer a un ángel tan dulce como tú y de atreverse a pedir tu amor en respuesta»".

"«El único gran consuelo que tengo, en mi enorme sufrimiento, es el profundo amor de mi querida Alix, que le retribuyo por completo»".

"Era la digna representante de la dinastía de los Romanov y nunca bajaba la guardia. Jamás se permitía en público una sonrisa o una lágrima. Pero en las salas del palacio de Catalina dejaba atrás el rígido protocolo y se convertía en una mujer compasiva y humana que no reprimía sus sentimientos".

"Mi consuelo, cuando me siento deprimida y desdichada, es ir con quienes están muy enfermos e intentar llevarles un rayo de amor y esperanza".




Cristina Morató

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