"Eguchi contuvo el aliento; era más hermosa de lo que había esperado. Y su belleza no constituía la única sorpresa. También era joven. Estaba acostada sobre el lado izquierdo, con el rostro vuelto hacia él. No podía ver su cuerpo, pero no debía de tener ni veinte años. Era como si otro corazón batiese sus alas en el pecho del anciano Eguchi".
"El rubor de los lóbulos indicaba la frescura de la muchacha como una puñalada que le llegó al alma".
"Sintió una oleada de soledad teñida de tristeza. Más que tristeza o soledad, lo que lo perturbaba era la desolación de la vejez".
"Quizá únicamente con el fin de alejar una fría sensación de culpa, el anciano creyó sentir música en el cuerpo de la muchacha. Era la música del amor. Como si quisiera escapar, miró las cuatro paredes, tan cubiertas de terciopelo carmesí que podría no haber existido una salida".
"—Parece haber pasado mucho tiempo desde que perdí la esperanza en cualquier mujer. Hay una casa donde duermen a las mujeres para que no se despierten".
"Quizá fuera un consuelo para un anciano melancólico sumergirse en recuerdos de mujeres de un pasado remoto que ya no volverían, ni siquiera mientras acariciaba a una belleza a la que no lograría despertar. Eguchi se sintió invadido por un cálido descanso que tenía algo de soledad".
"Los motivos iban más allá de cuestiones tan simples como la inquietud sobre complicaciones ulteriores. Eran una luz extraña en el fondo de una profunda oscuridad".
"Dicen que las camelias traen mala suerte porque las flores se caen enteras del tallo, como cabezas cortadas; pero los capullos dobles de este gran árbol, que tenía cuatrocientos años y florecía en cinco colores diferentes, caían de pétalo en pétalo. Por ello se llamaba la camelia «de pétalos caídos»".
"Pero la exuberancia del cuerpo de una muchacha no era algo que pudiera percibirse al contemplarla ni al yacer en silencio junto a ella. No podía compararse con la exuberancia de las camelias. Lo que fluía del brazo de la muchacha hacia el profundo interior de sus párpados era la corriente de la vida, la melodía de la vida, el hechizo de la vida, y, para un anciano, la recuperación de la vida".
"—¿Te gusto? —le había preguntado ella en el hotel.
—Sí, me gustas. Todas las mujeres preguntan lo mismo.
—Pero… —No terminó la frase.
—¿No vas a preguntarme qué es lo que más me gusta de ti?
—Muy bien. No diré nada más".
"Ninguna mujer, por hermosa que fuera, podía ocultar su edad cuando dormía. Y cuando una mujer no era hermosa, su mejor aspecto lo ofrecía dormida".
"El embarazo y el nacimiento eran una realidad y una bendición".
"El hecho de que fuera tan joven podía ser el motivo que lo impulsara; pero le parecía que, entre los ancianos que venían secretamente a esta casa de las bellas durmientes, debía de haber algunos que no sólo miraban con nostalgia hacia el pasado desaparecido sino que intentaban olvidar el mal que habían hecho en sus vidas".
"Dicen que el sentido del olfato es el más rápido en evocar recuerdos".
"Eguchi sintió una oleada de compasión por ella. Se le ocurrió una idea: los viejos tienen la muerte, y los jóvenes el amor, y la muerte viene una sola vez y el amor muchas".
"—Por eso he venido —dijo el viejo Eguchi—. Morir en una noche como la de hoy, con la piel de una muchacha para darle calor, debe de ser el paraíso para un anciano.
—Dice usted cosas muy desagradables.
—Un viejo vive en vecindad con la muerte".
"—Quizá la juventud sea terrible para un anciano".
"Cada mujer era diferente de todas las demás".
Yasunari Kawabata
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