"—Tengo muchas flores hermosas —se decía—, pero los niños son las flores más hermosas de todas".
"—¿Quién se atrevió a herirte? Dímelo para tomar la espada y matarlo.
—¡No! —respondió el niño—. Son las heridas del amor".
El pescador y su alma:
"Y una tarde llamó a la sirena y le dijo:
—Sirenita, sirenita, yo te quiero. Seamos novios, porque estoy enamorado de ti...
Pero la sirena negó moviendo tristemente la cabeza, mientras decía:
—Tienes un alma humana. Sólo podría amarte yo si tú te desprendieses de tu alma.
Entonces el joven pescador se dijo:
—¿De qué me sirve mi alma? No puedo verla, no puedo tocarla, no la conozco. La despediré, y podré ser feliz".
"Yo daré mi alma por su cuerpo y renunciaré al cielo por su amor".
"Su alma todavía le dijo:
—Si realmente quieres echarme, no me despidas sin corazón. El mundo es cruel, dame tu corazón para llevarlo conmigo.
Pero el pescador, moviendo la cabeza, sonrió:
—¿Cómo voy a amar a mi amor si te doy mi corazón?
—Sé generoso —insistió el alma—, dame tu corazón, que el mundo es muy cruel y tengo miedo.
—Mi corazón es de mi amor —dijo él—. No seas porfiada y vete.
—¿Y no podré amar yo también? —preguntó su alma.
—¡Ándate, te digo, yo no te necesito para nada!".
"El joven pescador se puso a reír.
—El amor es mejor que la sabiduría —exclamó— y la sirenita me ama.
—Te equivocas, no hay nada mejor que la sabiduría —dijo el alma.
—El amor es mejor —repitió el joven pescador, y volvió a sumergirse en las honduras del mar, mientras el alma se alejaba llorando a través de las marismas".
"Su alma le contestó entonces:
—Cuando te desprendiste de mí y me lanzaste al mundo, no me diste corazón; así que aprendí a hacer todas estas cosas, y a gustar de ellas.
—¿Qué dices? —murmuró el joven pescador.
—Bien lo sabes —contestó su alma—, lo sabes muy bien. ¿Te olvidaste que no me diste corazón? Por eso, no te inquietes, ni me perturbes a mí. Tranquilízate, porque no hay dolor que no puedas ahuyentar, ni placer que no puedas conseguir".
"—¡Ay! chilló el alma—. No hay sitio para mí en tu corazón, está repleto de amor".
"—El amor es mejor que la sabiduría, y más precioso que las riquezas, y más bello que los pies de las hijas de los hombres. Al amor no lo consume el fuego, ni el agua puede apagarlo. Yo te llamaba al amanecer, y tú no acudiste a mi llamada. La luna oyó tu nombre, pero tú no escuchaste. Porque yo te había abandonado, y para daño mío vagué muy lejos de ti. Sin embargo, tu amor fue siempre conmigo a todas partes, y siempre fue poderoso, y nada prevaleció contra él, a pesar de que contemplé el mal y contemplé el bien. Y ahora que tú estás muerta, yo quiero también morir contigo".
El cumpleaños de la infanta:
"Tan grande había sido el amor del Rey por ella, que no permitió que la tumba se la robara por completo".
"—Mi bella princesa, tu enanito no volverá a bailar. Y es lamentable, porque es tan feo, que con seguridad habría hecho sonreír al propio Rey.
—¿Y por qué no volverá a bailar? —preguntó la infanta con aire decepcionado.
—Porque su corazón se ha roto —contestó el Chambelán.
Y la infanta frunció el ceño, y sus finos labios se contrajeron en un delicioso gesto de fastidio.
—De ahora en adelante —exclamó echando a correr al jardín— los que vengan a jugar conmigo no deben tener corazón".
El ruiseñor y la rosa:
"—Este sí que es un auténtico enamorado verdadero —seguía pensando El ruiseñor—. Yo canto y él sufre; lo que para mí es alegría, para él es dolor. No cabe duda que el amor es una cosa admirable, más preciosa que las esmeraldas y más rara que los ópalos blancos. Ni con perlas ni con ungüentos se lo puede comprar, porque no se vende en los mercados. No se puede adquirir en el comercio ni pesar en las balanzas del oro".
Oscar Wilde
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