miércoles, 23 de noviembre de 2022

Citas: El malentendido - Albert Camus

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 "MARTA
No es usted tan vieja como para llegar a ese extremo, madre. Le quedan cosas mejores que hacer.

LA MADRE
Si ya sabes que bromeo. Pero, en fin, cuando se llega al final de la vida, bien puede una tomarse un respiro. No puedes pasarte la vida siendo tan rígida, tan dura".

"LA MADRE
(...) Sólo quería decirte que a veces me gustaría verte sonreír.
MARTA
Alguna vez sonrío, se lo juro.
LA MADRE
Yo no te he visto nunca.
MARTA
Es que sonrío en la habitación, cuando estoy sola".

"MARTA (Agitada.)
¡Ah, madre! Cuando hayamos juntado mucho dinero y podamos abandonar esta tierra sin horizontes, cuando dejemos atrás esta posada y esta ciudad lluviosa, y cuando hayamos olvidado este país lóbrego, el día en que por fin estemos frente al mar, con el que tanto he soñado, ese día me verá usted sonreír. Pero hace falta mucho dinero para vivir libre ante el mar. Por eso no deben darnos miedo las palabras".

"LA MADRE
Desgraciadamente, antes tenemos mucho que hacer. Si todo va bien, iré contigo, claro. Pero yo no tendré la sensación de dirigirme a mi morada. Al llegar a cierta edad, no existe morada donde sea posible descansar, y ya es mucho haber podido levantar esta mísera casa de ladrillo, repleta de recuerdos, donde a veces logras dormirte. Pero, por supuesto, tampoco estaría mal poder alcanzar a la vez el sueño y el olvido. (Se levanta y se encamina hacia la puerta.) Prepáralo todo, Marta. (Pausa.) Si es que de verdad merece la pena".

"JAN
(...) En definitiva, se trata de encontrar las palabras adecuadas.
MARÍA
Modo sólo hay uno: hacer lo que haría cualquiera en tu caso, decir: «Aquí estoy», y dejar que hable tu corazón.
JAN
El corazón no es tan sencillo".

"MARTA
(...) ¿De modo que regresa usted al país de donde viene?
JAN
Quizá sí.
MARTA
Es un país hermoso, ¿no?
JAN (Mira por la ventana.)
Sí, es un país hermoso.
MARTA
Dicen que, en esas tierras, hay playas totalmente desiertas.
JAN
Es cierto. No hay nada que recuerde la presencia del hombre. Al amanecer encuentra uno en la arena las huellas que han dejado las patas de las aves marinas. Son las únicas señales de vida. Y los atardeceres…
(Se interrumpe.)
MARTA (Con voz queda.)
¿Y los atardeceres?
JAN
Son impresionantes. Sí, es un país hermoso.
MARTA (Cambiando completamente de tono.)
La de veces que lo he pensado. Algunos viajeros me han hablado de él, y he leído lo que he podido encontrar. Muchas veces, hoy sin ir más lejos, en medio de la desapacible primavera de este país, pienso en el mar y en las flores de allá.
(Pausa; luego con voz sorda.) Y el imaginarlo me deja como ciega ante todo lo que me rodea.
(JAN la mira con atención y se sienta suavemente ante ella.)
JAN
Lo entiendo. Allí la primavera se apodera de uno, las flores brotan a millares sobre los muros blancos. Si se pasea usted durante una hora por las colinas que rodean mi ciudad, regresa con la ropa impregnada de olor a miel y a rosas amarillas.
(MARTA se sienta también.)
MARTA
Es maravilloso. Lo que aquí llamamos primavera es una rosa y dos capullos que acaban de crecer en el jardín del claustro. (Con desprecio.) Eso basta para emocionar a los hombres de mi país. Pero el corazón de esos hombres se parece a esa rosa avara. Un soplo más poderoso los marchitaría; tienen la primavera que se merecen.
JAN
No es usted muy justa. Porque también tienen ustedes el otoño.
MARTA
¿Qué es el otoño?
JAN
Una segunda primavera en la que todas las hojas son como flores. (La mira con insistencia.) Puede que ocurra lo mismo con las personas; quizá sólo con que fuera más paciente con ellas, las vería usted florecer".

"LA MADRE
Cuando las cosas arrancan mal, ya no hay nada que hacer".

"LA MADRE
(...) Lo sé ahora, que hablo con el corazón; vuelvo a vivir en el momento en que ya no soporto vivir".

"MARÍA (Retrocede.)
No, no…, soy yo la que está loca y la que oye palabras que nunca se habían pronunciado en la faz de la Tierra. Sabía que nada bueno me esperaba aquí, pero no estoy dispuesta a participar en esta demencia. No entiendo, no la entiendo…
MARTA
Mi papel no es convencerla, sino simplemente informarla. Usted misma se rendirá a la evidencia.
MARÍA (Como distraída.)
¿Por qué han hecho ustedes eso?
MARTA
¿En nombre de qué me hace esa pregunta?
MARÍA (Gritando.)
¡En nombre de mi amor!
MARTA
¿Qué quiere decir esa palabra?
MARÍA
Quiere decir todo lo que, ahora, me desgarra y me muerde, este delirio que abre mis manos impulsándome a matar. Si no fuera por la obcecada incredulidad que perdura en mi corazón, sabría usted, loca, lo que quiere decir esa palabra al sentir que le desgarro la cara con las uñas.
MARTA
La verdad es que utiliza usted un lenguaje que no entiendo. Amor, alegría, dolor, son palabras que no me caben en la cabeza".

"MARÍA (Gritando.)
¡Oh, Dios mío! ¡No puedo vivir en este desierto! Hablaré contigo y sabré dar con las palabras. (Cae de rodillas.) Sí, a ti me encomiendo. ¡Compadécete de mí, vuélvete hacia mí! ¡Óyeme, dame tu mano! ¡Ten piedad, Señor, de los que se aman y están separados!

(Se abre la puerta y aparece EL CRIADO ANCIANO.)

EL ANCIANO (Con voz clara y firme.)
¿Me ha llamado usted?
MARÍA (Volviéndose hacia él.)
¡Oh, no lo sé! Pero ayúdeme, porque necesito ayuda. ¡Tenga piedad y consienta
en ayudarme!
EL ANCIANO (Con la misma voz.)
¡No!".












Albert Camus

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