lunes, 9 de mayo de 2022

Citas: Cartas desde la locura - Vincent Van Gogh

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 "Mi querido Theo:

Gracias por tu carta; pero mira que esta vez he languidecido; mi dinero se había terminado el jueves, así que hasta el mediodía del lunes, resultó terriblemente largo.
Durante esos cuatro días he vivido principalmente de 23 cafés y del pan que todavía tengo que pagar. No es culpa tuya; si la hay es mía".

"Sin embargo resulta que me había jurado no trabajar. Pero todos los días sucede lo mismo; al pasar encuentro a veces cosas tan bellas que, en fin a pesar de todo hay que tratar de hacerlas…".

"Comienza la caída de las hojas; se ve cómo amarillean los árboles, el amarillo aumenta todos los días".

"Esta vez es simplemente mi dormitorio; sólo que el color debe predominar aquí, dando con su simplificación un estilo más grande a las cosas para llegar a sugerir el reposo o el sueño en general. En fin, con la vista del cuadro debe descansar la cabeza o más bien la imaginación".

"Este dormitorio es algo así como esa naturaleza muerta de las novelas parisienses de colchas amarillas, rosas, verdes, ¿te acuerdas? Pero creo que la factura es más viril y más simple".

"No sé lo que emprenderé después, porque tengo la vista fatigada todavía.
Y en estos momentos, precisamente después del trabajo duro y más que duro, siento también la cabeza vacía".

"Llegará un día sin embargo, en que se verá que esto vale más que el precio que nos cuestan el color y mi vida, en verdad muy pobre.
No tengo más deseo ni más preocupación en cuestión de dinero o de finanzas, que suprimir deudas.
Pero, querido hermano, mi deuda es tan grande, que cuando la haya pagado, cosa que pienso llegar a hacer, el mal de producir cuadros me habrá robado la vida y me parecerá no haber vivido".

"¡Pero si el domingo hubieras estado con nosotros!… Hemos visto una viña roja, toda roja como el vino rojo. En la lejanía se volvía amarilla y después un cielo verde con un sol, terrenos, después de la lluvia, violetas y centelleantes de amarillo por aquí y por allá, donde se reflejaba el sol poniente".

"Habría que pensar un poco en este proverbio: júbilo en la calle, dolor en la casa".

"Según esto, si me rehago, debo recomenzar y no podré alcanzar de nuevo esas cumbres a donde la enfermedad me ha imperfectamente arrastrado".

"Siempre has vivido como un pobre, por alimentarme, pero yo devolveré el dinero o entregaré el alma. Ahora vendrá tu mujer, que tiene buen corazón, para rejuvenecernos a nosotros, los viejos…".

"No teniendo otra cosa para distraerme —se me prohíbe hasta fumar, cosa que, sin embargo, está permitida a los demás enfermos—; no teniendo otra cosa que hacer, pienso en todos aquellos que conozco, durante todo el día y toda la noche.
Qué miseria —y todo esto, por así decir, por nada.
No te oculto que hubiera preferido morir, que causar y sufrir tantas molestias.
¿Qué quieres? Sufrir sin quejarse es la única lección que hay que aprender en esta vida".

"Me regañan por lo que he fumado y bebido; bueno, pero ¿qué quieres? Con toda la sobriedad, no me producen en suma más que nuevas miserias".

"Nosotros, artistas en la sociedad actual, no somos más que cántaros quebrados".

"Tú conoces esta expresión de un poeta holandés: «Ik ben aan d’aard gehecht met meer dan ardsche banden» (Estoy atado a la tierra por lazos más que terrestres) Eso es lo que he experimentado con mucha angustia —sobre todo— en mi llamada enfermedad mental.
Lamentablemente, tengo un oficio que no conozco lo suficiente para expresarme como desearía".

"Me hablas de lo que tú llamas «el verdadero Mediodía». Más arriba está la razón por la cual yo no iría nunca. Lo dejo para gente más completa, más entera que yo. No sirvo más que para algo intermedio y de rango secundario y borroso.
Cualquier intensidad que mi sentido pueda tener, o mi potencia expresiva adquirir, a una edad en que las pasiones materiales están extinguidas por el tiempo, jamás podré construir un edificio predominante sobre un pasado tan carcomido y quebrantado.
Así pues, me da más o menos lo mismo lo que me sucede —incluso quedarme aquí".

"(...) de vez en cuando, en la vida, uno se siente desconcertado como si echara raíces en el suelo".

"Lo que me consuela un poco es que comienzo a considerar la locura como una enfermedad como cualquiera otra y acepto la cosa como tal; mientras que, en las crisis mismas, me parecía que lo que imaginaba era la realidad".

"Yo estoy “atravesado” en la vida y mi estado mental no sólo es sino que ha sido también abstracto, de manera que cualquier cosa que se haga por mí, no puedo pensar en equilibrar mi vida".

"Tengo una cierta esperanza de que, con lo que en suma sé de mi arte, llegará un día en el cual produciré, aun cuando sea en el asilo. ¿De qué me serviría la vida ficticia de artista en París, con la cual no viviría engañado más que a medias y para lo cual me falta además, la audacia primitiva indispensable para arrojarme?".

"Tendré terriblemente necesidad del tío Pangloss, porque naturalmente sucederá que me volveré a enamorar. El alcohol y el tabaco tienen, esto de bueno o de malo —es un poco relativo esto— que son antiafrodisíacos, habría de nombrarlos, creo. No siempre despreciables en el ejercicio de las bellas artes. En fin, allí me tocará la necesidad de olvidarme por completo de mentir. Porque la virtud y la sobriedad, mucho temo, me arrastrarían a esos parajes donde por lo general acabo perdiendo inmediatamente la brújula y donde esta vez debo tratar de sentir menos pasión y más bondad".

"Lo posible pasional significa poco para mí; en tanto que sin embargo queda, me atrevo a creer, la potencia de sentirse ligado a los otros seres humanos con los cuales hay que vivir".

"Y en verdad Millet, que no tiene casi color… ¡qué obra la suya! La locura es saludable por esto: que uno se vuelve quizá menos exclusivo…".

"Quisiera decirte que creo que hice bien en venir aquí; primero, al ver la realidad de la vida de los locos o tocados en este circo de fieras, pierdo el vago temor, el miedo a eso. Y poco a poco puedo llegar a considerar la locura como cualquier otra enfermedad. Después, el cambio de ambiente, me ha hecho bien. Por lo que sé, el médico de aquí está inclinado a considerar lo que he tenido como un ataque de naturaleza epiléptica".

"La idea del deber de trabajar vuelve de a poco y creo que todas mis facultades para el trabajo me volverán bastante pronto. Sólo que el trabajo me absorbe con frecuencia de tal modo que creo que me quedaré siempre abstraído e incapaz también de saber desenvolverme en el resto de mi vida".

"Es bastante gracioso que el resultado de este terrible ataque sea que en mi mente queden apenas algunos deseos o esperanzas muy claras; y me pregunto si pensar de esa manera, cuando las pasiones ya están algo extinguidas, obedece a que bajamos por la montaña en lugar de subirla".

"En fin, hermana, si usted puede creer, o casi, que siempre va todo de la mejor manera en el mejor de los mundos, entonces podrá creer igualmente que París es la mejor de las ciudades.[3] ¿Ha observado ya que los viejos caballos de tiro tienen grandes y hermosos ojos afligidos como algunas veces los cristianos? Sea como sea, nosotros no somos salvajes ni aldeanos y tenemos quizás hasta el deber de amar la civilización, (así llamada). En fin, sería probablemente hipócrita decir o creer que París es malo, cuando se vive en él. Por otra parte, la primera vez que se ve París parece todo allí contra la naturaleza, sucio y triste".

"En fin, el que no ama a París no ama la pintura ni a aquellos que directa o indirectamente se ocupan de ella, porque es más que dudoso que esto sea bello o útil".

"¿Pero qué quiere? Hay personas que aman la naturaleza aunque estén lelas o enfermas, ahí se ven los pintores; después están los que aman lo que hace la mano del hombre y éstos hasta llegan a amar los cuadros. Aunque haya aquí algunos enfermos muy graves, el miedo, el horror que yo tenía antes de la locura, ya se ha suavizado mucho".

"Pero no te engaño, el miedo de la locura se me pasa considerable mente viendo de cerca a aquellos que ya andan aquejados, con la misma facilidad con que luego pueda aquejarme a mí, puedo a continuación estarlo muy fácilmente".

"Porque, aunque haya quienes aúllen o suelan estar locos, hay aquí mucha amistad verdadera entre unos y otros; ellos dicen: hay que aguantar a los demás para que los demás nos toleren; y otros razonamientos muy justos que ponen así en práctica. Y entre nosotros nos comprendemos muy bien; yo puedo, por ejemplo, hablar alguna vez con alguien que no me responde más que con sonidos incoherentes porque no tiene miedo de mí. Si alguno cae en una crisis los otros lo cuidan e intervienen para que no se lastime".

"Esta mañana he mirado la campiña desde mi ventana largo tiempo, antes de la salida del sol; no había más que la estrella matutina, que parecía muy grande Daubigny y Rousseau han hecho esto, sin embargo, con la expresión de toda la intimidad y toda la gran paz y majestad que esto tiene y agregando un sentimiento muy encantador muy personal. Estas emociones yo no las detesto".

"Siempre pasa que si un interior no está completo sin una obra de arte, un cuadro no lo está tampoco si no hace juego con un ambiente original y que resulte de la época en la cual ha sido producido. Y yo no sé si los impresionistas valen más que su tiempo o no valen tanto aún. En una palabra: ¿Hay almas e interiores de casa más importantes que lo que ha sido expresado por la pintura? Me siento inclinado a creerlo…".

"5 de julio de 1889

Aquí vivo sobriamente, porque tengo la posibilidad de hacerlo; antes bebía, porque de otra manera no sabía qué más hacer.
¡En fin, esto me es igual!… La sobriedad muy calculada —es cierto— lleva sin embargo a un estado de ánimo en el cual el pensamiento, si huye, huye sin interrupciones".

"Septiembre de 1889

Mi viejo, mi buen amigo, no olvidemos que las pequeñas emociones son los grandes capitanes de nuestras vidas y que las obedecemos sin saberlo. Aunque recobrar el valor ante las faltas cometidas o por cometer sería mi curación, no olvidemos que tanto nuestros «spleens» y melancolías, como nuestros sentimientos de bondad y de sentido común, no son nuestros únicos guías, ni, sobre todo, nuestros guardianes definitivos y que aunque tú también te encuentres frente al riesgo de duras responsabilidades, o una obligación, ¡a fe mía!… no nos ocupemos demasiado el uno del otro, ya que, fortuitamente, las circunstancias de vivir en estados de cosas tan alejadas de nuestros conceptos de juventud sobre la vida de artista, nos habrán de hermanar con lo si fuéramos, bajo muchos aspectos, compañeros de aventura".

"En verdad, estoy muy contento de que mientras aquí a veces hay algunas cucarachas en el comedor, en tu casa hay mujer y niño.
Por otra parte, es tranquilizante que, por ejemplo, Voltaire, nos permita la libertad de no creer absolutamente en todo lo que imaginemos".

"Bueno, ¿sabes lo que espero, cada vez que me pongo a tener esperanzas?, que la familia sea para ti lo que es para mí la naturaleza, los montones de tierra, la hierba, el trigo amarillo, el aldeano, es decir que encuentres en tu amor por la gente, no solamente de qué trabajar sino de qué consolarte y rehacerte cuando haya necesidad".

"… La vida pasa así, el tiempo no vuelve, pero yo me encarnizo en mi trabajo, justamente porque sé que las ocasiones de trabajar no se repiten.
Sobre todo en mi caso en que una crisis más violenta puede destruir para siempre mi capacidad de pintar".

"En las crisis me siento cobarde ante la angustia y el sufrimiento —más cobarde que de costumbre, y es quizás esa cobardía moral la que mientras que antes no tenía ningún deseo de curarme, ahora me hace comer por dos, trabajar fuerte, cuidarme en mis relaciones con los otros enfermos por miedo a tener una recaída— en fin, ahora trato de curarme como uno que hubiera querido suicidarse y al encontrar el agua demasiado fría, trata de alcanzar la orilla".

"Un montón de gente no copia, un montón de otros copian, yo me puse a hacerlo por casualidad, y me parece que eso enseña y, sobre todo, a veces consuela. Entonces mi pincel se desliza entre mis dedos como un arco sobre el violín, y absolutamente para mi placer".

"¡La diferencia entre la felicidad y la desdicha!, ambas son necesarias y útiles, y la muerte o la desapariciones tan relativo, y la vida también".

"Ah, mientras estaba enfermo caía nieve húmeda que se derretía, y me levanté de noche para mirar el paisaje. Nunca, nunca la naturaleza me pareció tan emocionante y sensitiva".

"Las ideas relativamente supersticiosas que aquí tienen acerca de la pintura me ponen a veces más melancólico de lo que podría decirte, aunque en el fondo siempre es un poco cierto que un pintor como hombre está demasiado absorbido por lo que ven sus ojos y no domina el resto de su vida".

"Los otros pintores, piensen lo que piensen, instintivamente se mantienen a distancia de las discusiones sobre el comercio actual.
Porque aunque, la verdad es que sólo podemos hacer que sean nuestros cuadros los que hablen, mi querido hermano, añado que siempre te he dicho —y te vuelvo a decir otra vez con toda la gravedad que pueden dar los esfuerzos del pensamiento asiduamente fijo para tratar de hacer tanto bien como se pueda— te vuelvo a decir que yo consideraré siempre que tú eres algo más que un simple marchand de Corot, y que por mediación mía tienes tu parte en la producción misma de ciertas telas que aun
en el desastre guardan su calma. 
Porque nosotros estamos aquí y esto es todo o por lo menos lo principal que puedo tener que decirte en un momento de crisis relativa. En un momento en que las cosas están muy tirantes entre marchands de cuadros de artistas muertos y de artistas vivos".






Vincent Van Gogh

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