martes, 25 de agosto de 2020

Citas: Clarissa - Stefan Zweig

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"Tras la muerte de la anciana, llevaron a Clarissa con la hermanastra mayor de su padre, mientras que la menor se hizo cargo de su hermano. En cada nueva casa cambiaban las caras, el aspecto de los criados alemanes, bohemios y polacos; nunca había tiempo para acostumbrarse, adaptarse, acomodarse, calentarse".

"Cualquier práctica que se repita incesantemente se convierte en costumbre, se petrifica súbitamente en rutina, y la rutina, a su vez, se solidifica y se transforma en una obligación y en una atadura".

"Era el único puesto de observación hacia el mundo que se abría al otro lado de los muros y que empezaba en las grandes puertas, y cada vez le despertaba el secreto deseo de ver más de aquellas calles y tiendas y casas; la ciudad, lo «otro» que no conocía y que, para ella, no era más que una ranura, una grieta; el aire olía diferente porque contenía muchos alientos extraños".

"Luego regresaban los días de clase, la semana escolar, el tiempo gris y descolorido, una pequeña ola en la que su vida confluía de forma imperceptible con los años y que, con su corriente constante y monótona, se llevó consigo su infancia antes de que pudiera darse cuenta".

"Debemos aprender a ser humildes, limitarnos a las pequeñas dimensiones, a pequeñas asociaciones y grupos. Es lo que permanecerá cuando el mundo se desmorone".

"Las semanas transcurrieron como si siempre hubieran estado juntos, como si se conocieran de toda la vida. Todo era distinto para ambos. Parecía más alegre, más luminoso. Clarissa hablaba con más facilidad. Sus pasos eran más ligeros. Se sentía más libre. Por primera vez, el mundo se había abierto ante ella".

"—¡Habríamos vivido seis días más! Ahora, vivimos a ritmo del tiempo.
Para nosotros es algo desconocido. Ya no estamos solos. Solo tú y yo, los dos juntos formábamos el mundo, que parecía más grande y generoso que nunca.
¡Ojalá hubiéramos tenido ocho días más de vida para nosotros, para vivir nuestra vida en vez de sufrirla!".

"Los días les parecían cada vez más oscuros. Pero las noches los sorprendían con amorosos abrazos. Ella se recostaba contra él. Era un alto en el camino. Un cuerpo estrechado contra el otro. Para ellos lo era todo, aquellos dos cuerpos significaban todo un mundo. La noche reinaba en el exterior, una noche llena de peligros. Había algo que querían arrancarse el uno al otro. Incluso su sueño era distinto".

"Regresó a la habitación. Él acudió inmediatamente a su encuentro, más bien se abalanzó sobre ella y la miró con inquietud.
—¿Dónde estabas?
—No me preguntes nada —le pidió ella. Estaba pálida. Él parecía asustado.
—Me he despertado y no estabas. Nunca en mi vida había pasado tanto miedo. Me he sentido abandonado. Me he dado cuenta de lo que representas para mí, ¡de lo que significaría separarme de ti! Lo he sabido en tan solo un minuto. Despertar y no verte a mi lado ha sido terrible".

"Clarissa notaba las manos del anciano envolviendo las suyas. Era una sensación reconfortante, y sus palabras acabaron venciendo su resistencia. Se sintió invadida por una oleada de calidez que la recorrió hasta su seno, donde reposaba el bebé. Su sangre llevó el calor hasta cada rincón de su cuerpo. Fijó la mirada en el vacío.
—Pero ¿cómo se llamará el niño? No tiene apellido. La gente preguntará por su apellido… ¿Y dónde voy a esconderlo? No puedo…, no quiero dejarlo con desconocidos…
—Tendrá que ser valiente".

"—La mayoría de la gente no hace preguntas, pero las casualidades existen".

"—Confía en mí. No tiene importancia. Me gusta que estés aquí. No me molestas.
—¿De veras?
Él le tomó las manos. Ella se sintió incómoda, porque era de noche y estaba en su habitación.
—Déjame.
Solo llevaba el camisón y la bata encima. Él la estrechó.
—¡No me rechaces!
—Déjame —repitió ella, con más firmeza.
—Vas a despertar al niño. Podría entrar en cualquier momento.
Ella se entregó. Él la tomó".





Stefan Zweig

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