viernes, 21 de agosto de 2020

Citas: Harry Potter y el cáliz de fuego - J. K. Rowling

"Si dicen que te dejan, envía a Pig inmediatamente con la respuesta, e iremos a recogerte el domingo a las cinco en punto. Si no te dejan, envía también a Pig e iremos a recogerte de todas maneras el domingo a las cinco".

"—¿Qué hacemos aquí? ¿Algo ha ido mal?
—No, Ron, qué va —dijo sarcásticamente la voz de Fred—. Éste es exactamente el sitio al que queríamos venir.
—Sí, nos lo estamos pasando en grande —añadió George, cuya voz sonaba ahogada, como si lo estuvieran aplastando contra la pared".

"—¿Por qué no le enseñas a Harry dónde va a dormir, Ron? —propuso Hermione desde la puerta.
—Ya lo sabe —respondió Ron—. En mi habitación. Durmió allí la última...
—Podemos ir todos —dijo Hermione, con una significativa mirada.
—¡Ah! —exclamó Ron, cayendo en la cuenta—. De acuerdo.
—Sí, nosotros también vamos —dijo George.
—¡Ustedes quedesen en donde están! —gruñó la señora Weasley".
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"—¡Jo! ¡Espero que esta vez sea igual! —dijo Harry entusiasmado.
—Bueno, pues yo no —replicó Percy en tono moralista—. Me horroriza pensar cómo estaría mi bandeja de asuntos pendientes si faltara cinco días del trabajo.
—Desde luego, alguien podría volver a ponerte una caca de dragón, ¿eh, Percy?
—dijo Fred.
—¡Era una muestra de fertilizante proveniente de Noruega! —respondió Percy, poniéndose muy colorado—. ¡No era nada personal!
—Sí que lo era —le susurró Fred a Harry, cuando se levantaban de la mesa—. Se la enviamos nosotros".

"—Tan sólo tienes que ponerte esto, Archie, sé bueno. No puedes caminar por ahí de esa forma: el muggle de la entrada está ya receloso.
—Me compré esto en una tienda muggle —replicó el mago anciano con testarudez—. Los muggles lo llevan.
—Lo llevan las mujeres muggles, Archie, no los hombres. Los hombres llevan esto
—dijo el mago del Ministerio, agitando los pantalones de rayas.
—No me los pienso poner —declaró indignado el viejo Archie—. Me gusta que me dé el aire en mis partes privadas, lo siento".

"—Winky se ha portado esta noche de una manera que yo nunca hubiera creído posible —dijo despacio—. Le mandé que permaneciera en la tienda. Le mandé permanecer allí mientras yo solucionaba el problema. Y me ha desobedecido. Esto merece la prenda.
—¡No! —gritó Winky, postrándose a los pies del señor Crouch—. ¡No, amo! ¡La prenda no, la prenda no!".

"—Vamos a jugar a quidditch en el huerto, Harry —propuso Ron—. Vamos, seremos tres contra tres. Jugarán Bill, Charlie, Fred y George... Puedes intentar el «Amago de Wronski»...
—Ron —dijo Hermione, en tono de «no creó que estés siendo muy sensato»—,
Harry no tiene ganas de jugar a quidditch justamente ahora... Está preocupado y cansado. Deberíamos ir todos a dormir.
—Sí que me apetece jugar a quidditch —la contradijo Harry—. Vamos, cogeré mi Saeta de Fuego.
Hermione abandonó la habitación, murmurando algo que sonó más o menos cómo a: «¡Hombres!»".

"—Sólo fue un sueño —afirmó Ron para darle ánimos—. Una pesadilla nada más.
—Sí... pero ¿seguro que no fue nada más? —replicó Harry, mirando por la ventana al cielo, que iba poniéndose más brillante—. Es extraño, ¿no? Me duele la cicatriz, y tres días después los mortífagos se ponen en marcha y el símbolo de Voldemort aparece en el cielo.
—¡No... pronuncies... ese... nombre! —dijo Ron entre sus dientes apretados".

"—No me habléis —les dijo Ron a Harry y Hermione en voz baja cuando unos minutos más tarde se sentaban a la mesa de Gryffindor, rodeados de gente que comentaba muy animadamente lo que había sucedido.
—¿Por qué no? —preguntó Hermione sorprendida.
—Porque quiero fijar esto en mi memoria para siempre —contestó Ron, con los ojos cerrados y una expresión de inmenso bienestar en la cara—: Draco Malfoy, el increíble hurón botador...
Harry y Hermione se rieron, y Hermione sirvió estofado de buey en los platos.
—Sin embargo, Malfoy podría haber quedado herido de verdad —dijo ella—. La profesora McGonagall hizo bien en detenerlo.
—¡Hermione! —dijo Ron como una furia, volviendo a abrir los ojos—. ¡No me estropees el mejor momento de mi vida!".

"—¿Has visto a Ron? —la interrumpió Harry.
Hermione dudó.
—Eh... sí... está desayunando —dijo.
—¿Sigue pensando que yo eché mi nombre en el cáliz?
—Bueno, no... no creo... no en realidad —contestó Hermione con embarazo.
—¿Qué quiere decir «no en realidad»?
—¡Ay, Harry!, ¿es que no te das cuenta? —dijo Hermione—. ¡Está celoso!".

"—Genial —dijo Harry con amargura—, realmente genial. Dile de mi parte que me cambio con él cuando quiera. Dile de mi parte que por mi encantado... Verá lo que es que todo el mundo se quede mirando su cicatriz de la frente con la boca abierta a donde quiera que vaya...
—No pienso decirle nada —replicó Hermione—. Díselo tú: es la única manera de arreglarlo.
—¡No voy a ir detrás de él para ver si madura! —estalló Harry. Había hablado tan alto que, alarmadas, algunas lechuzas que había en un árbol cercano echaron a volar—.
A lo mejor se da cuenta de que no lo estoy pasando bomba cuando me rompan el cuello o...
—Eso no tiene gracia —dijo Hermione en voz baja—, no tiene ninguna gracia.
—Parecía muy nerviosa—. He estado pensando, Harry. Sabes qué es lo que tenemos que hacer, ¿no? Hay que hacerlo en cuanto volvamos al castillo.
—Sí, claro, darle a Ron una buena patada en el...".

"—¡Harry, has estado genial! —le dijo Hermione con voz chillona. Tenía marcas de uñas en la cara, donde se había apretado del miedo—. ¡Alucinante! ¡De verdad!
Pero Harry miraba a Ron, que estaba muy blanco y miraba a su vez a Harry como si éste fuera un fantasma.
—Harry —dijo Ron muy serio—, quienquiera que pusiera tu nombre en el cáliz de fuego, creo que quería matarte.
Fue como si las últimas semanas no hubieran existido, como si Harry viera a Ron por primera vez después de haber sido elegido campeón.
—Lo has comprendido, ¿eh? —contestó Harry fríamente—. Te ha costado trabajo.
Hermione estaba entre ellos, nerviosa, paseando la mirada de uno a otro. Ron abrió la boca con aire vacilante. Harry se dio cuenta de que quería disculparse y comprendió que no necesitaba oír las excusas.
—Está bien —dijo, antes de que Ron hablara—. Olvídalo.
—No —replicó Ron—. Yo no debería haber...
—¡Olvídalo!
Ron le sonrió nerviosamente, y Harry le devolvió la sonrisa".

"—Creo que ya sé de qué se trata —dijo Harry.
Le dio un codazo a Ron y señaló la pintura que había justo detrás de Hermione: representaba un gigantesco frutero de plata.
—¡Hermione! —dijo Ron cayendo en la cuenta—. ¡Nos quieres liar otra vez en ese rollo del pedo!
—¡No, no, no es verdad! —se apresuró a negar ella—. Y no se llama «pedo», Ron".

"—¡Winky puede ser una elfina desgraciada, pero todavía no recibe paga! —chilló—. ¡Winky no ha caído tan bajo! ¡Winky se siente avergonzada de ser libre! ¡Como debe ser!
—¿Avergonzada? —repitió Hermione sin comprender—. ¡Pero, vamos, Winky! ¡Es el señor Crouch el que debería avergonzarse, no tú! Tú no hiciste nada incorrecto. ¡Es él el que se portó contigo horriblemente!
Pero, al oír aquellas palabras, Winky se llevó las manos a los agujeros del sombrero y se aplastó las orejas para no oír nada, a la vez que chillaba:
—¡Usted no puede insultar a mi amo, señorita! ¡Usted no puede insultar al señor Crouch! ¡El señor Crouch es un buen mago, señorita! ¡El señor Crouch hizo bien en despedir a Winky, que es mala!
—A Winky le está costando adaptarse, Harry Potter —chilló Dobby en tono confidencial—. Winky se olvida de que ya no está ligada al señor Crouch. Ahora podría decir lo que piensa, pero no lo hará.
—Entonces, ¿los elfos domésticos no pueden decir lo que piensan sobre sus amos? —preguntó Harry.
—¡Oh, no, señor, no! —contestó Dobby, repentinamente serio—. Es parte de la esclavitud del elfo doméstico, señor. Guardamos sus secretos con nuestro silencio, señor. Nosotros sostenemos el honor familiar y nunca hablamos mal de ellos. Aunque el profesor Dumbledore le dijo a Dobby que él no le daba importancia a eso. El profesor Dumbledore dijo que somos libres para... para... Dobby se puso nervioso de pronto, y le hizo a Harry una seña para que se acercara más. Harry se inclinó hacia él. Entonces Dobby le susurró:
—Dijo que somos libres para llamarlo... para llamarlo... vejete chiflado, si queremos, señor".

"—. Bueno... ¿ya tenéis todos pareja para el baile?
—No —respondió Ron.
—Pues mejor te das prisa, tío, o pillarán a todas las guapas —dijo Fred.
—¿Con quién vas tú? —quiso saber Ron.
—Con Angelina —contestó enseguida Fred, sin pizca de vergüenza.
—¿Qué? —exclamó Ron, sorprendido—. ¿Se lo has pedido ya?
—Buena pregunta —reconoció Fred. Volvió la cabeza y gritó—: ¡Eh, Angelina!
Angelina, que estaba charlando con Alicia Spinnet cerca del fuego, se volvió hacia él.
—¿Qué? —le preguntó.
—¿Quieres ser mi pareja de baile?
Angelina le dirigió a Fred una mirada evaluadora.
—Bueno, vale —aceptó, y se volvió para seguir hablando con Alicia, con una leve sonrisa en la cara.
—Ya lo veis —les dijo Fred a Harry y Ron—: pan comido. —Se puso en pie, bostezó y añadió—: Tendremos que usar una lechuza del colegio, George. Vamos...".

"—Hermione, Neville tiene razón: tú eres una chica...
—¡Qué observador! —dijo ella ácidamente.
—¡Bueno, entonces puedes ir con uno de nosotros!
—No, lo siento —espetó Hermione.
—¡Oh, vamos! —insistió Ron—. Necesitamos una pareja: vamos a hacer el ridículo si no llevamos a nadie. Todo el mundo tiene ya pareja...
—No puedo ir con vosotros —repuso Hermione, ruborizándose—, porque ya tengo pareja.
—¡Vamos, no te quedes con nosotros! —dijo Ron—. ¡Le dijiste eso a Neville para librarte de él!
—¿Ah, sí? —replicó Hermione, y en sus ojos brilló una mirada peligrosa—. ¡Que tú hayas tardado tres años en notarlo, Ron, no quiere decir que nadie se haya dado cuenta de que soy una chica!".

"—Myrtle —dijo Harry pensativamente—, ¿cómo se supone que me las arreglaré para respirar?
Al oír esto, los ojos de Myrtle se llenaron de lágrimas.
—¡Qué poco delicado! —murmuró ella, tentándose en la túnica en busca de un pañuelo.
—¿Por qué? —preguntó Harry, desconcertado.
—¡Hablar de respirar delante de mi! —contestó con una voz chillona que resonó con fuerza en el cuarto de baño—. ¡Cuando sabes que yo no respiro... que no he respirado desde hace tantos años...! —Se tapó la cara con el pañuelo y sollozó en él de forma estentórea.
Harry recordó lo susceptible que Myrtle había sido siempre en lo relativo a su muerte. Ningún otro fantasma que Harry conociera se tomaba su muerte tan a la tremenda.
—Lo siento. Yo no quería... Se me olvidó...
—¡Ah, claro, es muy fácil olvidarse de que Myrtle está muerta! —dijo ella tragando saliva y mirándolo con los ojos hinchados—. Nadie me echa de menos, ni me echaban de menos cuando estaba viva. Les llevó horas descubrir mi cadáver".

"—Potter —murmuró.
—¿Qué pasa? —preguntó Moody muy tranquilo, plegando el mapa y guardándoselo.
—¡Potter! —gruñó Snape, y entonces volvió la cabeza y miró hacia donde estaba Harry, como si de repente fuera capaz de verlo—. Ese huevo es el de Potter, y ese pergamino pertenece a Potter. Lo he visto antes, ¡lo reconozco! ¡Potter está por aquí! ¡Potter, con su capa invisible!
Snape extendió las manos como un ciego y comenzó a subir por la escalera. Harry hubiera jurado que sus narices de por si grandes se dilataban, intentando descubrir a Harry por el olfato. Atrapado como estaba, Harry se hizo atrás para evitar los dedos de Snape, pero de un momento a otro...
—¡Ahí no hay nada, Snape! —bramó Moody—. ¡Pero me encantará contarle al director lo rápido que pensaste en Harry Potter!
—¿Con qué intención? —inquirió Snape, girando el rostro hacia Moody, pero con las manos todavía extendidas a sólo unos centímetros del pecho de Harry.
—¡Con la intención de darle una pista sobre quién pudo meter a ese muchacho en el Torneo! —contestó Moody, acercándose más al inicio de la escalera—. Lo mismo que yo, está muy interesado en el problema. —La luz de la antorcha titiló en su mutilado rostro, de forma que las cicatrices y el trozo de nariz que le faltaba fueron más evidentes que nunca.
Snape miraba a Moody, y Harry no pudo ver la expresión de su cara. Durante un momento nadie se movió ni dijo nada. Luego Snape bajó las manos lentamente.
—Sólo pensé —dijo intentando aparentar calma— que si Potter había vuelto a pasear por el castillo de noche... (es un mal hábito que tiene) habría que impedirlo. Por... por su propia seguridad.
—¡Ah, ya veo! —repuso Moody en voz baja—. Lo haces por Potter, ¿eh?
Hubo una pausa. Snape y Moody seguían mirándose el uno al otro. La Señora Norris emitió un sonoro maullido, todavía escudriñando desde los pies de Filch, como si buscara la fuente del olor del baño de espuma.
—Creo que volveré a la cama —declaró Snape con tono cortante".

"Cuando por fin llegaron a un paraje tranquilo, a escasa distancia del potrero de los caballos de Beauxbatons, Krum se detuvo bajo los árboles y se volvió hacia Harry.
—«Quisierra saberr» —dijo, mirándolo con el entrecejo fruncido— si hay algo «entrre» tú y Herr... mío... ne.
Harry, a quien la exagerada reserva de Krum le había hecho creer que hablaría de algo mucho más grave, lo miró asombrado.
—Nada —contestó. Pero Krum siguió mirándolo ceñudo, y Harry, que volvía a sorprenderse de lo alto que parecía Krum a su lado, tuvo que explicarse—: Somos amigos. No es mi novia y nunca lo ha sido. Todo se lo ha inventado esa Skeeter.
—Herr... mío... ne habla mucho de ti —dijo Krum, mirándolo con recelo.
—Sí —admitió Harry—, porque somos amigos.
No acababa de creer que estuviera manteniendo aquella conversación con Viktor Krum, el famoso jugador internacional de quidditch. Era como si Krum, con sus dieciocho años, lo considerara a él, a Harry, un igual... un verdadero rival.
—«Vosotrros» nunca... «vosotrros» no...
—No —dijo Harry con firmeza".

"Dumbledore movió la cabeza a los lados.
—La curiosidad no es pecado —replicó— Pero tenemos que ser cautos con ella, claro...".






J. K. Rowling

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