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"LA MAGA: Sos tan lindo, Miguel...A veces me dan ganas de levantarme y bailar con vos, como antes...Apretarme calladita, olerte la piel del cogote con los ojos cerrados mientras tus dedos en la espalda me van ordenando el rumbo...pero ya ves, aquí estoy en este sillón de mierda, prisionera de los años y de la grasa. Que cosa el cuerpo, ¿no? Crece, se deforma, te ata, no te deja ir aunque tengas ganas... Aunque ya no aguantes más, te sigue agarrando
Aunque ya no seas vos...Aunque sienta que ya no soy yo la que sigue sentada aquí".
"UNA MUJER: ¡Viva el Peludo Gutiérrez!
ALGUNOS: ¡Viva!
UN BORRACHO: ¡Viva don Leandro, carajo!
OTRO: ¡Viva Perón, mierda!
Todos se miran desconcertados, La Maga, sonríe. Vuelve la música tocada por el ciego. Todos bailan y juegan. Suena una sirena que marca el comienzo de un nuevo año.
UN HOMBRE: (Brindis) ¡Por la patria! Que el nuevo año nos libere de la chusma.
OTRO: ¿A qué chusma se refiere el señor? Si se puede saber.
UN BORRACHO: A la chusma de la Unión Cívica...a que otra...
OTRO: (Sacando el cuchillo) Entonces brindá con tu abuela, ¡carajo!
UNA MUJER: ¡Un momento, che! En esta casa, por lo menos hoy, no se habla de política. Vos guardá el fierro. No empecemos el año con estupideces.
(Brinda)".
"PLÁCIDO: (Desde la entrada) Señora...permítame distraer un minuto de su amable atención...(Maga lo mira. Es un hombrecito pequeño. Pelo largo, bigotes, saco a cuadros. Porta una gran valija.) Discúlpeme...me presento: Soy Plácido Paz, poeta...¡bah! Hombre de letras en general, escribo poemas, declaraciones de amor, renuncias indeclinables, discursos políticos, cartas de despedida para amantes, gritos de Ipiranga...etc. etc. Este es mi oficio, de esto vivo y me permito molestarla para ofrecerle mis servicios a un precio totalmente accesible...claro, todo depende del tenor de la pieza literaria que usted requiera.
LA MAGA: Hijo...
PLACIDO: ¿Si...?
LA MAGA: ¿Usted sabe quien soy yo?
PLACIDO: No.
LA MAGA: ¿Usted sabe que es este lugar?
PLACIDO: No.
LA MAGA: Es un burdel...un quilombo...un puterío...Como prefieras. No sé para qué pueden ser útiles tus escritos aquí.
PLACIDO: ¡Ah! Disculpe... Es que acabo de llegar. Recién bajo del tren. Caminé un poco y como vi que había luz...".
"LA MAGA: (Mientras se levanta con gran esfuerzo, apoyada en un bastón.)
Aquella madrugada...31 de diciembre del 32 o del 34 creo que fue, todos los jazmines comenzaron a soltar su perfume al mismo tiempo...y el patio quedó para siempre así, con ese olor. Al principio las mariposas y los picaflores se confundían y venían al amanecer, aun en invierno, a posarse en las ramitas secas de las macetas. Los hombres siempre matan, con cuchillo o sin él, a las mujeres que aman y después arrastran su pena eternamente... el cuerpo se les muere pero la pena no. Bailan y bailan como encadenados a los ladrillos del patio buscando una respuesta o una señal...algo que les diga que ellos no fueron los autores de esa puñalada final, pero es inútil".
"LA MAGA: (La mira irse y con enorme dificultad saca una bolsita con tabaco y papel, para dedicarse a armar meticulosamente un cigarrillo.
Una sombra se mueve, La Maga mira. Es la figura melancólica de Manuel Belgrano, vestido con uniforme militar, que la mira apoyado en una columna) Ah, es usted...¿Y sigue penando por aquí? ¿No le parece que ya es hora de descansar, hijo? Me extraña...Usted es un hombre instruido, ya tendría que haber entendido como es este asunto. La inmortalidad no es para todos...nos tocó a nosotros...y bueno, resignarse. A mí, debe ser por una cuestión de oficio, y a usted...bueno, debe ser porque este país, como todos, necesita héroes. Y no se aflija, que no depende de batallas ganadas o perdidas o de la cantidad de escuelas que mande a construir, es cosa del destino nomás...En fin, usted ya tiene sus toneladas de bronce, sus días de festejo, sus anécdotas inventadas, calles, plazas...y hasta
virtudes que nunca pensó tener, supongo. Lo mío es distinto, es seguir engordando, condenada a este patio hasta el final...El destino es inexorable general, uno no puede cambiarlo, pero puede darle su toquecito personal. ¿Usted quiere ganar su batalla? Y bueno, ¡la gana y listo! ¿Qué necesita? ¿Confusión? Le mandamos un buen vendaval que espante la caballería enemiga. ¿Le parece poco? Bueno, le mandamos una manga de langostas, también. Pida, general, que mientras se pueda...¿Coraje? Bueno, no...de eso ya no creo que me pueda encargar.
Pero no se aflija, hijo, que a veces no hace falta coraje para ganar.
Hay batallas que se ganan solas, quédese tranquilo.
(Termina con el cigarrillo que minuciosamente estuvo armando)".
"LA PUTA NIÑA: ¿Quiere bailar conmigo, general? Venga, sea bueno...(Lo aprieta contra su cuerpo) Esta noche toda la ciudad depende de usted, y la ciudad no quiere un general triste...(Lenta, comienza la danza al principio tímida pero lentamente se va convirtiendo en sensual, casi lasciva.) Quien diría...yo bailando con usted como las Helguera y esas otras señoronas.
Contra una columna la pareja se besa y ríe.
LA MAGA: Eso es...ríase, general. De qué sirve un general triste. Además a la batalla que ha de comenzar al alba la vamos a pelear todos, no es solo suya, general".
"LA MAGA: Cuando oscurece, la luna del patio acompaña los miedos y alumbra las preguntas. Entonces vienen todos: Los poetas, los ladrones, los arzobispos, los tontos, los héroes que no saben de alegrías...todos a sobarnos y a buscar respuestas en los huecos de la carne. Todos quieren una señal, una señal que les diga: Por aquí...por aquí es...y la señal casi nunca llega. Entonces lloran sobre las potrancas encendidas que mientras galopan escuchan las promesas de siempre...y algunas les creen...como yo, puta tonta y enamoradiza que nunca aprendió a separar el trabajo del placer. Tus promesas eran lindas, Miguel...
GARDELITO: (Sin interrumpir el baile, a su pareja.) Un reino de casas alegres, de techos bajos y una avenida de yuchanes florecidos de copos blancos.
PERCY: (A su compañera de baile.) Un país nuevo, Maga, maquinas, humo, chimeneas y la miel corriendo por las acequias.
GARDELITO: Hombres y mujeres morenas riendo bajo el sol, en calles pintadas de rojo y blanco.
PERCY: Y acero, llamas y trapiches torturando, triturando, moliendo, fabricando.
GARDELITO: Y los cuerpos sudorosos del amor, justo aquí, sobre esta tierra que ganara una batalla.
PERCY: Y gritos como vidrios, y la raza mejorada.
GARDELITO: Manos curtidas por el sol, pezones morados...
PERCY: Caminos, asfalto, taladro.
GARDELITO: Días y noches, construyendo la memoria.
PERCY: Grito y llanto, si es preciso.
GARDELITO: Con nuestros alegres muertos necesarios.
PERCY: Y corregir la batalla ganada que es batalla perdida.
GARDELITO: Ahora barro con el que levantaremos nuestra casa".
"EL CIEGO: (Gritando) ¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡El que no tiene luz, ve la luz! ¡Aleluya! ¡Aleluya!
LA VIRGEN: Bueno...bueno. ¿A qué se debe tanto alboroto?
UNA MUJER: Nos quieren desterrar, señora.
OTRA: Quieren demoler la casa.
EL CIEGO: Y nosotros existimos porque este lugar existe, señora.
LA VIRGEN: ¿Ustedes quieren resistir el mandato divino?
EL GENERAL: Con todo respeto, no creo que el señor mande matar la memoria, entronizar el olvido".
"LA VIRGEN: No es cosa de olvidos. Son designios del señor. A lo mejor es una cuestión de oficio, como vos decís, a lo mejor para eso estas, para guardar, para conservar...para ser la memoria.
LA MAGA: (Se revuelve indignada en su sillón) ¡Pero que memoria, ni memoria! ¡La mierda guardo yo! ¡La basura, la tristeza, la cobardía!
LA VIRGEN: Eso será lo que hay que guardar entonces.
LA MAGA: ¡No hay derecho! ¿Qué soy yo? ¿La cloaca? ¿El reservorio de la bosta? ¿El pozo ciego? ¿Qué soy yo?".
"LA MUJER: ¡Hijo de puta...son mis cartas! No tenés derecho. Te da bronca porque sos incapaz de escribir algo lindo. Jamás hubiera podido guardar una carta tuya. (Llora juntando los pedazos.) Hijo de puta.
PERCY: Celoso, el hombre.
GARDELITO: Gardelito no tiene celos. Y menos de estupideces.
PERCY: La dama no cree que sean estupideces.
GARDELITO: No es ninguna dama, es la mina de Gardelito, y la mina de Gardelito no tiene por qué andar con cartitas de otro.
PERCY: Me llamo Percy Hill, no “otro”.
GARDELITO: (Sacando el cuchillo.) ¡Me importa un carajo como se llame!
PERCY: Guarde el arma que hay cosas que no se resuelven a puñaladas.
GARDELITO: Te acobardaste, maricón.
PERCY: (Saca un revolver.) No crea, don.
GARDELITO: Arma de fuego, arma de cagones.
PERCY: El cuchillo es para carnear vacas.
GARDELITO: ¡Vaca será tu madre!".
"GARDELITO: No grite. Usted bien sabe que si alguien le falta, aquí estoy para defenderla. El fierro esta para eso.
LA MUJER: Todo se derrumba, Miguel.
PERCY: Quizás no haya más remedio que aceptar la realidad...y nosotros estamos fuera de ella. No somos más que humo. Quizás está llegando el viento que viene a dispersarnos.
LA MUJER: No. A mí no me van a arrear con el poncho. (Junta las cosas y las va guardando en el baúl.) Mis cosas son mis cosas y mi lugar es mi lugar. Yo voy a defenderme".
"PERCY: Somos humo, y el humo se esparce en el aire...Hay que aceptarlo".
"PLACIDO: (Un tanto sorprendido por el efecto logrado.)
¡Amigos...queridos amigos! Hace años que vagamos entre estas paredes, tantos que algunos de nosotros somos solo tenues, borrosas sombras. Pero aquí estamos, resistiendo. Quizás impúdicamente mezclados los transparentes, los borrosos, con los que aún tienen alguna consistencia, pero estamos. Propongo dejar testimonio de nuestra existencia. Propongo escribir cartas que serán como botellas al mar, cartas que alguien, alguna vez...
GARDELITO: (Lo baja de la solapa, cuchillo en mano.) ¡Así que vos también sos de las cartitas! Escribir...Te voy a escribir mis iniciales en la cara para que se te vaya la costumbre de mandarle cartitas a la mujer del prójimo".
"UN MUCHACHO: Yo no quiero una batalla más, pero si hay que pelear, se pelea. Yo quería ser el recuerdo de otros, quería existir en otros sitios, pero me fui borrando. Estuve durante un tiempo en los sueños de mi madre. También vagué por una plaza donde solía encontrarme con mi novia...pero me fui borrando, esfumando. Ahora solo soy aquí, donde un gesto de la vieja Maga me hizo quedar...en este patio. (Pausa) Que sea hasta que ella quiera. Que no venga cualquiera a derrumbar estas paredes y empujarnos al olvido. ¡Si hay que poner el pecho se pone!
LA MUJER: (Lo besa) ¡ Mi muchacho...!
PERCY: Lo que tenga que ser, será. Hay cosas contra las que no se puede luchar. Para que lo nuevo venga, lo viejo tiene que morir. ¿Qué cobijan estos muros? Mírense. ¿Qué son...? ¿Qué somos? Sombras. Hilachas de sueños que no se cumplieron. Miserias que la historia esconde. ¿Por qué creen que estamos todos juntos aquí? ¿Por qué existimos aquí, absurdamente mezclados, solo retenidos por algún insignificante gesto que nadie recuerda...? O lo que es peor, por la resistencia al olvido que tienen nuestros fracasos.
PLACIDO: Quizás solo eso justificó nuestra existencia, don. El pequeño gesto que ya nadie recuerda o el fracaso que ocultamos a todos, pero que aquí sobrevive.
UNA MUJER: Y por eso hay que bailar...porqué en esta tierra de olvidos, seguimos resistiendo...¡Vamos...a bailar, que no nos gane la tristeza!".
Rafael Nofal
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