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"Imaginaos que la persona objeto de mi primera entrevista supiera lo que me propongo. Lo más seguro es que se pusiera colorada y preguntara: « ¿Qué hay que decir de mí?» Pues bien, esa persona es Peter, y voy a deciros por qué le he escogido. Se me ocurrió la idea de hacer a alguien una entrevista, y como todos los de la casa han sido ya minuciosamente descritos varias veces, pensé que Peter sería un tema interesante, pues él, igual que Margot, siempre se mueve en segundo término y casi nunca se mete en nada.
Si, al caer la tarde, llamáis a la puerta de su cuarto, oiréis que os contesta, muy bajito: «Adelante.» Al entrar, le encontraréis mirándoos por entre los peldaños de la escalerilla que conduce altejado.
Os recibirá siempre con una palabra de bienvenida como «¡Vaya!»".
"No hace falta añadir que es guapo, eso lo ve cualquiera. Tiene un cabello precioso, castaño y ondulado, ojos de un color azul grisáceo..., pero siempre fue mi punto flaco describir rostros. De modo que lo mejor será que, después de la guerra, pegue su fotografía junto a las de los demás habitantes de la casa, por lo que no es preciso seguir con la descripción".
22 de Febrero de 1944
El pozo de la aniquidad
"No creo que seamos tan distintos de la Naturaleza. Y si como personas somos parte de la Naturaleza, ¿por qué habría de avergonzarnos la forma en que ella nos ha vestido?".
El ángel de la guarda
"Una noche, mientras la muchacha dormía, se le apareció su abuela.
Iba vestida de blanco. Sus blancos cabellos le caían sobre los hombros y llevaba una lucecita en la mano. La joven se la quedó mirando y esperó a que la aparición empezase a hablar.
—Querida mía le dijo su abuela-, hace ya cuatro semanas que te observo y no haces más que llorar y dormir.
»Esto no puede ser. He venido para decirte que debes trabajar, hilar, cuidar de la casa y arreglarte. No pienses que porque me haya muerto no me ocupo de ti. Desde el cielo, no dejo de observarte. Soy tu ángel de la guarda y estoy a tu lado, igual que antes.
»Vuelve a tu trabajo sin acobardarte y no olvides que tu abuela no te abandona.
Con estas palabras, desapareció, y la muchacha siguió durmiendo.
Pero al despertarse, a la mañana siguiente, recordó las palabras de su abuela y sintió una gran alegría al comprender que no estaba sola".
22 de Febrero de 1944
Pensamiento
"Carecemos de muchas cosas, y desde hace tiempo. Lo siento tan bien como tú. No estoy hablando de cosas externas. De eso tenemos bastante. No, hablo de las cosas que nos hacen vibrar interiormente.
Ansío, tanto como tú, tener libertad y poder respirar a pleno pulmón, pero ahora creo que, por estas privaciones, estamos ampliamente recompensados. Lo comprendí de pronto, esta mañana, al mirar por la ventana. Al mirar hacia fuera y percibir la existencia de Dios en lo más profundo de la Naturaleza, me sentí feliz, completamente feliz".
23 de Febrero de 1944
La felicidad
"Jacques me parecía un muchacho muy simpático, aunque callado y algo taciturno, pero creo que eso era precisamente lo que más me atraía. Nuestros paseos se hicieron más y más frecuentes".
"Un día, entró en mi habitación con un pretexto cualquiera. Yo estaba sentada en un almohadón, mirando al cielo.
—¿Te molesto? —me preguntó al entrar.
—No, de ninguna manera —contesté volviéndome hacia él—. Pasa y siéntate. ¿A ti no te gusta soñar despierto?
Él apoyó la frente en el cristal de la ventana.
—Sí; yo también sueño a menudo. ¿Sabes cómo le llamo a eso?
Contemplar la historia del mundo.
—Una frase feliz, muy apropiada. No se me olvidará —dije yo, entusiasmada.
—Sí.
Él me miró con una de sus raras sonrisas que siempre me desconcertaban".
"A los pocos días, volvió a entrar. Yo estaba sentada en el mismo sitio, y él se colocó otra vez junto a la ventana. Hacía un día espléndido. El cielo tenía un azul intenso. La ventana estaba muy alta. No veíamos las casas; por lo menos, yo no miraba hacia abajo.
De las ramas del pelado castaño que había delante de la casa colgaban gotas de rocío que el sol hacía brillar. Los pájaros revoloteaban junto a la ventana y de todas partes se oían trinos.
No podría explicar lo que nos pasó, pero ninguno de los dos se atrevía a decir ni una palabra. Estábamos juntos, en la misma habitación y bastante cerca uno de otro, pero casi ni nos mirábamos.
Sólo mirábamos al cielo y hablábamos con nosotros mismos. Hablo por los dos porque estoy segura de que él sentía lo mismo que yo, y tenía tan pocas ganas como yo de romper el silencio".
"—¿Y cómo la encontraste tú?
—Ven conmigo —le dije, poniéndome de pie. Le llevé a la buhardilla. Desde la ventana se divisaba un buen pedazo de cielo—. Mira, si quieres encontrar la felicidad en ti mismo, tienes que salir de casa un día como hoy, con mucho sol y cielo azul, o asomarte a una ventana como ésta, desde la que se divise toda la ciudad bajo un cielo sin nubes.
»Voy a decirte lo que a mí me ocurrió. Estaba en el internado.
Aquello era un asco. Cuanto mayor me hacía, peor lo pasaba. Un mediodía, después de la clase, salí al campo sola. Allí me senté y me puse a soñar un poquito. Al mirar al cielo me di cuenta de que hacía un día maravilloso. Hasta aquel momento no lo había advertido porque estaba demasiado absorta en mis propias penas.
»Pero cuando, al mirar en torno mío, vi que todo era tan hermoso, dejé de oír aquella vocecita que no hablaba más que de cosas tristes.
Entonces no sentí sino que lo que me rodeaba era bello y lo único verdadero.
»Allí me quedé más de media hora. Cuando, por fin, me levanté para volver a la aborrecida escuela, ya no me sentía deprimida; al contrario, todo me parecía hermoso y bueno, como era en realidad.
»Más tarde comprendí que aquel día, por primera vez, había encontrado la felicidad en mí misma y que en todas partes se podía ser feliz.
—¿Y entonces cambiaste? —preguntó él en voz baja.
Ana FrankMe sentía distinta cuando era feliz. Pero desde entonces no siempre he sido feliz, no creas. He seguido refunfuñando bastante, pero no he vuelto a sentirme tan desdichada como antes. Comprendo que mi tristeza venía de la compasión que sentía por mí misma, y que la felicidad nace del contento.
Cuando acabé de hablar, él siguió mirando por la ventana, pensativo, sin decir nada. Luego se volvió bruscamente hacia mí y me dijo:
—Todavía no he hallado la felicidad, pero he hallado algo más: una persona que me comprende".
12 de Marzo de 1944
Miedo
"Miré al cielo. De pronto, me di cuenta de que ya no tenía miedo; al contrario, estaba muy tranquila.
Lo increíble era que no pensaba en mi familia, ni la echaba de menos. Lo único que quería era descansar. Al poco rato, me quedé dormida entre la hierba y bajo las estrellas".
"Me restregué los ojos. Por allí no se veía a nadie. Sólo los tréboles y los dientes de león me hacían compañía. Volví a echarme sobre las mantas y me puse a pensar en lo que iba a hacer, pero mi pensamiento volvía, una y otra vez, a aquella maravillosa sensación que me embargara por la noche cuando, al verme en el prado, todos mis temores se desvanecieron".
"Desde aquel momento, a pesar de que cerca de mí han caído muchas bombas, nunca más he tenido miedo".
25 de Marzo de 1944
Dar
"Todos los hombres nacen iguales. Todos vienen al mundo indefenso e inocentes. Todos los hombres respiran el mismo aire.
Muchos creen en el mismo Dios. Y, a pesar de todo, para muchos, las diferencias son enormes. Y son enormes porque nunca se han detenido a pensar de dónde provienen tales diferencias. Si lo hubieran hecho, no habrían tardado en darse cuenta de que, en realidad, no existen".
"Todos los hombres nacen iguales y todos han de morir. Nadie puede llevarse de este mundo sus riquezas. La fortuna, el poder y los honores duran pocos años. ¿Por qué aferrarse, pues, con tanto afán a lo que es efímero? ¿Por qué, los que tanto tienen no pueden dar a sus semejantes lo que a ellos les sobra?
Y, lo que es más importante, no arrojar la limosna, sino darla con amor. Todo el mundo tiene derecho a ser tratado con consideración".
26 de Marzo de 1944
Ana Frank
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