"Resulta inefablemente patético imaginar, a través de la niebla del tiempo, los ojos de Goethe arrasados de lágrimas de amor, como cuando una profunda emoción le embargaba contemplando un cuadro o al escuchar una sinfonía. Su sensibilidad agudísima le impedía, incluso, asistir a los entierro, huyendo del brutal impacto de los sentimientos".
"Ella se llamaba Margarita. Tras los supremos goces experimentados, pronto sintió Goethe que la cruda realidad suele interponerse en el camino de la vida".
"Es una vida amable y nueva para él. Pero como costumbre, nunca olvidará el estudio, ni perderá jamás el tiempo. Comía a las horas de comer, estudiaba las horas de amar".
"Momentáneamente, tuvo que decender al terreno práctico y seguir estudiando Derecho. Estudios que alternaba con su intensa producción poética cuyos versos lee a la patrona, a los amigos, a la propia señora del profesor Böhme. Pero entonces se inicia un viraje en sus gustos literarios y un día destruye todos los escritos en Francfort. Acomete un auto de fe en la chimenea de la habitación de la casa de huéspedes que habita, lo que produjo gran terror a la anciana patrona cuando se vio rondada de humo. Ella veía el humo pero no el fuego. A partir de entonces, el mundo tenía que estar preparado para intoxicarse de salvación con el humo y abrasarse en el fuego que Goethe pronto iba a despedir a través de sus palabras, de su corazón, de su cerebro".
"Terminaron aquellos amores porque tenía que terminar, porque era ley de vida".
"Aquél día su novio no pudo acompañarla y Goethe bailo con Lota, como, en realidad, la llamaban. Pronto su inflamable corazón se sintió tocado por la tan suave melodía de sus ojos azules. Al separarse de ella, ya no pudo olvidarla".
"No cabe decir que este amor es nuevo, porque nuevo es siempre el amor".
Enrique Salgado
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