martes, 5 de noviembre de 2019

Citas: No, mamá, no - Verity Bargate



"Lo que más me impresionó cuando me dieron a mi segundo hijo y lo cogí en brazos fue la total ausencia de sentimientos. Ni amor. Ni cólera. Nada".

"De vuelta en la habitación, encendí por fin un cigarrillo. Tenía el sabor dulzón que tienen a veces después de hacer el amor".

"Más tarde, a la hora de visita, volvió David con los ojos todavía un poco llorosos. Le envidié el lujo de sentir algo, aunque sospeché que su sufrimiento respondía sobre todo a que habíamos leído en alguna parte que si se hace mucho el amor hay más probabilidades de tener una niña; cuanto más se folla, más débil es la eyaculación, y las hembras, más fuertes que los machos, tienen mayores posibilidades de llegar primero hasta el óvulo y fecundarlo.
En otras palabras, su pena parecía tener un fundamento bastante machista.
Creo que fue entonces cuando nuestra incapacidad de comunicarnos se hizo irreversible. Nuestro dolor era tan distinto, los motivos tan divergentes; el mío todavía no articulado, el suyo ya casi superado".

"Empecé a balbucear que iban a mandarme a casa con un crío a quien no quería y que no podía hacerme responsable de mis actos y que vivía en un piso alto y que qué ocurriría si tiraba el crío por la ventana porque no lo quería, no lo quería, no lo quería".

"Mientras Matthew se calmaba, consulté el libro del doctor Spock, que tenía siempre a mano, por la letra C, de celos, subapartado «Cuando el bebé llega a casa». No aclaré gran cosa. Spock se refería constantemente al niño mayor como «él»; el nuevo bebé era «ella». Comprendía la lógica de esos términos que facilitaban mucho la lectura, evitando confusiones, pero aquel día, para esta madre, eso significó otra pequeña muerte".

"Me entretuve un buen rato en el baño, con la esperanza de que, cuando hubiera acabado, David estuviera dormido. Estaba completamente despierto y cuando se me acercó pensé que al menos esa vez no tendría que sentirme culpable, pues no disfrutaría. Los sentimientos de culpa estaban reservados para el placer; eso era un deber.
Y así ocurrió por primera vez en varias semanas. Me gustaría poder decir que hicimos el amor, pero no quedaba ningún amor por hacer".

"Me chupó hasta dejarme seca y después empezó a exigir que le dedicara también toda mi atención".

"—Diga —susurré.
—Oiga, oiga, ¿me oye? ¿Puedo hablar con Jodie? —Una voz de mujer, vagamente conocida.
—Sí, soy yo —todavía en un susurro.
—Jodie, Jodie, hola, soy yo. Jodie, soy Joy.
¿Joy? ¿Sería posible? ¿Después de seis años? Me soné la nariz.
—Hola, Joy. ¿Cómo estás?".

"Entonces Orlando empezó a despertarse y yo me dormí, pues, cuando se despertó de verdad y empezó a chillar muy fuerte, me hizo volver a rastras a la realidad desde un lugar oscuro y muy remoto, y después nos dormimos juntos otra vez, sumidos en un lechoso aislamiento".

"Hicimos una salida unida, aunque poco digna, de la tienda. Y allí, aguardándonos en la acera, encontramos otra vez a la extraña mujer. No pude esquivarla, estaba justo en medio del paso.
—Perdone —me dijo—, tengo que decírselo, y lamento molestarla después de todo lo que le ha pasado, pero soy representante de una agencia de publicidad y estamos buscando a una niñita tan hermosa como su hijita para promocionar un producto recién lanzado al mercado. —Y me puso una  tarjeta en la mano con una sonrisa realmente genuina.
Por segunda vez aquella mañana se me paró el corazón y mi cara debió aparecer vacía de toda expresión, porque ella continuó rápidamente:
—Oh, ya sé que es una monstruosidad por mi parte, pero la he estado observando y es una modelo innata. Tendría que ver algunos de los monstruitos que nos traen las mamás embobadas. Es increíble. Ella —señaló a Matthew con la cabeza— es exactamente lo que estamos buscando. Afectuosa y vivaracha y bonita y… bueno, encantadora. —Miró a Orlando, al pobre, calvo, poco seductor Orlando—. Y él, es tan… grande. Quizá podamos incluirlo también de algún modo. En el fondo de la foto. Mire, no tiene que decidirse ahora mismo. Llámeme el lunes o el martes. Pero, por favor, piénselo. —Y me tendió la mano.
—Tendré que esperar a ver qué dice mi marido. Explotación, ya sabe — fue lo único que se me ocurrió decir, porque mi cabeza parecía a punto de estallar de dolor. Oh, Matthew, ¿por qué no tendrías el pelo y los ojos oscuros? Nadie tomaba nunca a Orlando por una niña y sin embargo tiene que haber niñitas feas. En alguna parte".

"Cuando me detuve a pagar la cuenta antes de salir, vi a una muchacha que realmente me impresionó y cuya mirada no pude evitar. Se parecía bastante a mí: pelo liso, flequillo, pantalones con peto, zuecos. Era una yonqui, con la opaca vulnerabilidad a flor de piel de esas personas casi duras. En el Soho hay muchísimos yonquis, los veía continuamente, pero nunca me acostumbré a su presencia; aprendí a identificar sus siluetas para cruzar a la otra acera o al menos desviar la mirada cuando los veía acercarse. Pero no pude esquivar a esa muchacha. Su mirada se encontró con la mía por casualidad, pero una vez la hubo encontrado ya no la soltó. Quizá nos reconocimos en esa breve fracción de segundo del primer contacto. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan próxima a otro ser humano. No me pidió dinero, como había estado haciendo con otras personas. Por fin bajó la mirada y me soltó. Me alejé, sintiéndome inesperadamente privilegiada".

"Era un gran lujo poder estar sola de ese modo, en el limbo; sin ser la esposa ni la madre de nadie. Solo Jodie".

"—¿Quién era? —Había formado una capilla con las manos.
—Nadie que tú conozcas. Una chica que estudió conmigo. Era mi mejor amiga. Joy. Mañana tomaré el café con ella. —Habla en un tono indiferente, Jodie, que no note que esto te importa.
—¿Algún motivo especial que explique tus lágrimas, entonces? Tú no lloras.
¿Estoy llorando? He estado reteniendo un estornudo que luego se ha convertido en un bostezo. No estoy llorando, se me han saltado unas lágrimas, nada más. Esto está lleno de humo.
—¿Cómo es posible? Ninguno de los dos ha fumado en toda la tarde. No tenemos tabaco.
Ah, qué bien, así podría cambiar de tema".

"—¿Dónde diablos has estado? ¿Qué le pasa a Matthew? ¿Por qué llegas tan tarde? Me habíais preocupado.
—Hacía un día tan bonito, David; los he llevado a ver el mar.
—Ven, dame a Matthew. ¿A ver el mar? Tú nunca vas a ver el mar.
—Hay muchísimas cosas que no hago nunca, David. Hoy me he desquitado por una vez. Hemos hecho montones de cosas que no habíamos hecho nunca. Pero, por favor, no hablemos en la escalera. Estamos cansados y tenemos frío. Entremos.
Y ya estábamos metidos nuevamente en la jaula, yo y mis dos hijos".

"Esa vez Orlando me falló, no se movió nada. Supongo que el aire marino lo había dejado exhausto. A mí también debió de dejarme exhausta, porque me dormí mientras me penetraban".

"—Son suyos, supongo —dijo señalando a los niños.
Yo asentí y él miró a Matthew y preguntó:
—¿Cómo se llama el mayor?
Las lágrimas me hicieron escocer los ojos simplemente porque había acertado el género.
—Matthew. Y la Bella Durmiente es Orlando. Todas las noches se escapa para ir al Baile de los Feos".

"Mi felicidad se evaporó al cerrar la puerta del lavabo. Cuando salimos éramos gente corriente. Nadie miró a los niños, ni nos sonrió, ni nos abrió las puertas. Éramos simplemente las tres cuartas partes de una unidad familiar nuclear que volvía a la célula familiar nuclear, donde nos esperaba la otra cuarta parte".

"Y Jack, Jack a quien no conocía, abrazándome, abrazándome y repitiendo una y otra vez:
—No es nada, Jodie. Todavía sangras. Todavía estás viva. Yo estoy aquí. Tú estás aquí.
Entonces noté también sus lágrimas y una vez más hizo lo que hacía Matthew, apretó su cara con fuerza contra la mía hasta que no hubo sitio para más lágrimas.
—Cuando estés preparada, Jodie. Todavía no pero, cuando estés preparada, hablaremos. Y recuerda, Jodie, nadie ha muerto nunca de pena. Cuando estés preparada, solo tienes que decírmelo. ¿Jodie?
Asentí con un movimiento de cabeza".




Verity Bargate

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