viernes, 19 de julio de 2019

Citas: El funeral de Lolita - Luna Miguel


"La gente solía describirlo como un nudo en el estómago. Para Helena era una mala metáfora".

"Tuvo que releerlo un par de veces para que cobrara sentido. Un líquido abrasador comenzó a ascender hasta la comisura de los ojos. Se los  tapó con fuerza para detener la hemorragia. Siguió caminando avenida arriba, rumbo a casa, con un sentimiento parecido a la angustia pero también al alivio. A la altura de un restaurante asiático se dejó caer de golpe sobre una de las sillas metálicas de la terraza y dejó el móvil sobre la mesa. La pantalla aún emitía un leve brillo gracias al cual podía distinguirse un fragmento de las palabras de Rocío: «no sé si querrás saber de mí tampoco sé si este es tu perfil no sé ni siquiera si estás viva pero tenía que decírtelo roberto ha fallecido esta mañana»".

"Fue entonces cuando Helena lo notó: el vuelo de una polilla en el estómago. Sus alas de metal lijando las paredes gástricas; el peso del cuerpo sin vida de Roberto iluminándose en una habitación hasta entonces inhabitada de su mente".

"Y los gestos con los que más tarde le explicaría que «un funeral no es sitio para una niña» o que «está prohibido ir a la tumba de mamá»".

"El cuerpo de él descansaba en el borde opuesto del colchón, a una distancia calculada con frialdad, que a ella le parecía demasiado amplia, casi kilométrica.
Llevaban semanas, incluso meses, sin abrazarse, pero había algo en aquel rechazo que le causaba placer".

"Cuanto menos la deseaba él, más le deseaba ella.
Cuanto más enfadado parecía él, más extasiada ella".

"Se acordó de que le encantaba presumir de tener un nombre tan común.
Para él eso era sinónimo de ser irrastreable e impredecible. Algo parecido al anonimato, un resquicio de libertad. Continuó buscándolo, pero solo encontró artículos académicos sobre estudios cervantinos que ya había leído antes, posts sobre educación secundaria en un blog de las Mareas Verdes y páginas del BOE en las que su nombre era una simple cifra. Incluso muerto, Roberto seguía siendo un secreto".

"Nada más subir al AVE, se acomodó en un taburete del vagón-cafetería pidió una botellita de vino blanco y dos dónuts de azúcar. Para ella, un viaje en tren no era lo mismo si no podía disfrutar de la bollería industrial que se vende a bordo. Lo que pasa en la cafetería del tren se queda en la cafetería del tren, le dijo al camarero, mientras las preguntas se iban acumulando en su cabeza".

"—Ay, niña, ¿está muy cansada? ¿Quiere que quite la música? —dijo la
conductora.
—No se preocupe, así está bien.
—De acuerdo. Lo siento mucho, ¿eh?
—¿Por qué?
—Pues por su pérdida.
—No… —susurró Helena—. Yo no he perdido nada".

"Por primera vez en su vida, conocería la muerte. Por primera vez en su vida, sería libre de decidir si quería rezar o no. Si quería ser buena o no. Si quería llorar".

"—¿Nadie cuidaba de él?
—Su mujer. Y nadie más.
—Joder, su mujer…
—¿Qué pasa con ella?
—¿Crees que estará aquí?
—Es el velatorio de su marido, lo raro sería que no estuviera".

"En el tanatorio Cisneros no había mar. Ni un séquito de niños huérfanos.
Ni juguetes.
Había una pared forrada de corcho.
Un muro de cristal.
Un jarrón con flores falsas.
Y un muerto.
Eso era todo".

"Qué idiota sería obligar al mundo a recordarnos si ni siquiera nosotros volveríamos a mirarnos a los ojos".

"La última vez que sentí que estaba enamorada de él. ¿Cuándo fue la última vez que sentí que estaba enamorada?
Quizá nunca lo estuve.
¿Y si solo estaba enamorada de la idea de estar enamorada? ¿Y si solo quería ser la chica bonita de los libros que había que leer a escondidas?
Pero haz memoria.
Intenta recordarlo: ¿cómo era verdaderamente su voz?
¿Alguna vez llegué a escucharla de verdad?
¿Por qué la deseaba?
Y lo más importante.
¿Qué pasa con ese cadáver que tienes enfrente?
¿Te quería?
Venga.
Dilo.
Grítalo delante de toda esta gente.
Di lo que solo tú sabes.
Dilo.
—Rocío, necesito un café. He visto que hay una cafetería en la primera planta".

"—¿Y ahora?
—Y ahora nada. Se ha muerto y yo estoy aquí, a punto de entrar en Alcalá de Henares… Al menos si conseguimos salir de este atasco.
—Pero si tú odias Alcalá.
—Con toda mi alma.
—¿Cuántos años llevabas sin ir?
—Muchísimos.
—¿Cuántos llevabas sin ver a ese hombre?
—La hostia de años.
—¿Cuánto daño te hizo?
—Supongo que también la hostia.
—Pues entonces lo que no entiendo es para qué vas al funeral de un pedófilo".

"El orgasmo, como la muerte, deja el corazón vacío. Tumbada bajo el edredón, dejó que el sueño se apoderara poco a poco de ella".

"—¿Tienes miedo? —preguntó Helena señalándole la barriga con el dedo.
—¿De qué, de ser madre?
—De ser madre de una niña. Una niña que en quince años será como éramos nosotras y sufrirá como sufrimos nosotras".

"¿Cómo se empieza una historia de amor imposible?
¿Y cómo se empieza un cuaderno?
Querido diario: ya no tengo ocho años. Pero me gustaría tener alguien a quien dirigirme. Alguien que me escuchara.
Entonces ¿esto es un cuaderno o una confesión? No sé. Iré diciendo cosas.
Algunas tendrán sentido y otras no porque hoy nada tiene sentido en mi vida".

"¿Amo porque leo o amo porque simplemente amo?".

"Miércoles: leer no sirve para nada si no puedo hablar contigo de lo que leo".

"Los papeles cambian.
La victoria duele.
Esto no es un poema".

"Cuando amamos no escribimos".

"Si lo hago bien: nos moriremos.
Si no lo hago bien: nos moriremos.
Entonces ¿qué va a pasar ahora? ¿Y por qué en los libros que se acumulan en mi mesilla hay respuestas para todo menos para esto?".

"Cuanto más escribas, más sabrán. Cuanto más sepan, más te odiarán. 
Cuanto más te odien, más querrás huir. Cuanto más huyas…".

"Querido Roberto: esta es la última vez que escribo tu nombre porque mi voz se acaba. Nos vemos en tu funeral. O quizá en el mío".

"—Es sangre.
—¿El qué?
—Lo que tienes entre las uñas. Es sangre.
Roberto levantó la mano y la puso a la luz del fluorescente del despacho.
Tenía las yemas de los dedos marrones.
—¿Le haces esto a tu mujer? ¿Le haces tanto daño como a mí?
—No te hago daño.
—Cada cual mata lo que ama.
—¿Qué?
—Que cada cual mata lo que ama. Lo leí en un libro.
—¿Me estás pidiendo que te lo vuelva a hacer?
—Preferiría un cuchillo".

"—No: el final. Todos los libros que leo acaban mal. Según ellos, no tenemos futuro.
—Pero tú no eres la protagonista de un libro, Helena.
—Mi miedo no cabe en los libros.
—Yo puedo escribir uno para ti si quieres.
—Uno con final feliz".




Luna Miguel

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