miércoles, 20 de junio de 2018

Citas: Ni de Eva ni de Adan - Amelie Nothomb

"No entendí su nombre, él tampoco el mío".

"Hay que reconocer que el francés es un idioma perverso. No me habría gustado estar en la piel de mi alumno. Aprender a hablar mi idioma debía de resultar tan difícil como aprender a escribir el suyo".

"Declaré que tenía razón, que la vida era un juego: quienes creían que jugar se limitaba a la futilidad no habían entendido nada, etc".

"—Sus abuelos son… peculiares —observé.
—Son viejos —respondió el joven con sobriedad.
—¿Les ha ocurrido algo? —insistí.
—Han envejecido".

"Uno siempre debería acudir a las exposiciones así, por azar, con absoluta ignorancia. Alguien desea mostrarnos algo: eso es lo único que importa".

"—Perdóneme, no consigo entender su pintura. ¿Podría explicármela?
—No hay nada que entender, nada que explicar respondió con desagrado—.
Sólo hay que sentirla.
—Es que, precisamente, no siento nada.
—Peor para usted".

"Por mi parte, yo también seguía con mis clases y progresaba en japonés tanto como podía. No tardé en conseguir que me miraran mal. Cada vez que un detalle me intrigaba, levantaba la mano. Los distintos profesores casi sufrían un ataque cardíaco cada vez que me veían levantar las falanges hacia el cielo. Yo creía que se callaban para dejarme hablar y, con atrevimiento, planteaba mi pregunta, a la que respondían de un modo extrañamente insatisfactorio.
La cosa duró hasta el día en el que, al observar mi gesto habitual, uno de los profesores empezó a gritarme con una excepcional violencia:
—¡Basta ya!
Me quedé paralizada, mientras los demás alumnos me miraban fijamente.
Después de la clase, fui a excusarme ante el profesor, sobre todo para saber qué crimen había cometido.
—No se le hacen preguntas al Sensei —me riñó el profesor.
—¿Y si uno no entiende algo?
—¡Lo entiende y punto!".

"—¿Cómo piensa lavarse?
—Con agua y jabón.
—No, es demasiado pegajoso. El cazo es antiadherente, sus manos no.
—Eso ya lo veremos.
En efecto, el chorro de agua del grifo y el producto lavavajillas no mermaron lo más mínimo mis amarillentas manoplas.
—Voy a intentar pelarme las manos con un cuchillo de cocina.
Ante la mirada aterrorizada de Rinri, procedí a ejecutar mi proyecto. Lo que tenía que ocurrir ocurrió: me corté la palma de la mano y la sangre brotó de la plastificada membrana. Me llevé la herida a la boca para no convertir aquel lugar en la escena del crimen".

"Aquel episodio había actuado en él como una catarsis. Me tomó en sus brazos y ya no me dejó".

"Me acerqué a interrumpir su sueño y, con mucha dulzura, le dije que, en mi país, la tradición exige que el hombre se marche al llegar el alba.
(...)
Rinri preguntó si la costumbre belga autorizaba a volver a verse".

"Rinri y yo no teníamos ni idea de lo que hacíamos juntos ni de adónde íbamos. Con el pretexto de estar visitando lugares de un interés relativo, nos explorábamos el uno al otro con indulgente curiosidad".

"Rinri me cogía de la mano, como todos los enamorados del recorrido tomaban de la mano a su acompañante".

"Después del amor, ya no había reglas. Sobre la almohada, descubrí a alguien".

"—Cuéntame cosas de las japonesas.
Se encogió de hombros. Insistí. Acabó diciéndome:
—No puedo contarte nada. Me ponen nervioso. No son ellas mismas.
—Quizás yo tampoco sea yo misma.
—Sí. Tú estás aquí, me estás mirando. Ellas, en cambio, siempre se están preguntando si gustan. Sólo piensan en sí mismas".

"Le quería mucho. Y eso no puedes decírselo a tu novio. Lástima. Por mi parte, quererlo mucho significaba mucho".

"—Hola, Amélie. Me gustaría conocer tu estado de salud.
—Excelente.
—En esas condiciones, ¿te apetecería encontrarte conmigo?".

"—Rinri me ha hablado mucho de ti —dijo ella.
—También a mí me ha hablado mucho de ti —inventé.
—Mentís las dos. Nunca hablo mucho de nada.
—Es verdad, nunca dice nada —retomó Rika—. Me ha hablado terriblemente poco de ti. Ésa es la razón por la que estoy convencida de que te quiere".

"Cuando me quedé a solas con Juliette, le pregunté qué opinaba de Rinri.
—Es delgado —dijo ella.
—¿Y qué más?
No obtuve gran cosa más. Telefoneé al chico:
—Y qué, ¿qué te parece?
—Es delgada —dijo".

"—¿Dónde voy a dormir?
—Conmigo, en la cama de mis padres.
Protesté por semejante equivocación. Rinri procedió a su habitual encogimiento de hombros.
—¡La cama de tus padres, hay que ver!
—Mientras ellos no se enteren… —dijo él.
—Pero yo sí me entero.
—¿No querrás que durmamos en mi camita individual? Sería un infierno.
—¿No hay otra posibilidad?
—Sí. Dormir en la cama de mis abuelos".

"—¿Ocurre algo?
—No me gustan estos platos.
—¿Y por qué los has preparado?
—Para ti. Me gusta verte comer.
—A mí también me gusta verte comer —dije cruzándome de brazos.
—Por favor, sigue comiendo, es tan hermoso".

"El teléfono no deja de sonar. Al otro lado de la línea, un ser humano se dirige a mí:
—¿Quién es usted? —digo.
—Por fin, Amélie, soy yo, Rinri. ¿Ya no reconoces mi voz?
No me atrevo a decirle que había olvidado incluso su existencia".

"—El mar de Japón —dijo Rinri ceremoniosamente.
—Ya lo había visto cuando era pequeña, en Tottori. Estuve a punto de ahogarme.
—Estás viva —concluyó el chico para excusar al mar sagrado".

"—¡Qué maleta más enorme y pesada! —dijo el chico al ponerla en el maletero.
—Regalos —comenté.
Me llevaba todas mis cosas.
En Narita, le pedí que se fuera enseguida.
—Me horrorizan las despedidas en los aeropuertos.
Me dio un beso y se marchó. En el momento en que desapareció, el nudo de mi garganta se desató, mi corazón se dilató y mi pena dejó su lugar a una extraordinaria alegría".

"«Viejo hermano, te quiero. No te traiciono al marcharme. Huir también puede ser un acto de amor. Para amar, necesito ser libre. Me marcho para preservar la belleza de lo que siento por ti. No cambies nunca»".

"Al parecer, huir es poco glorioso. Lástima, porque es muy agradable. La huida proporciona la más formidable sensación de libertad que se pueda experimentar. Te sientes más libre huyendo que si no tienes nada de lo que huir".

"Los que huyen mueren perdidos en un exceso de espacio".

"Me ahorré ese episodio, siniestro entre todos, bárbaro y falaz, llamado ruptura. 
Salvo en caso de crimen innoble, no entiendo que se rompa. Decirle a alguien que se ha terminado es feo y falso. Nunca se termina. Incluso cuando ya no piensas en alguien, ¿cómo dudar de su presencia dentro de ti? Un ser que ha contado para ti, siempre cuenta".

"Tratándose de Rinri, habría resultado particularmente malvado por mi parte:
«Mira, me has hecho un bien considerable, eres el primer hombre que me ha hecho feliz, no tengo nada que reprocharte, sólo conservo excelentes recuerdos de ti, pero ya no tengo ganas de estar contigo». Nunca me habría perdonado decirle una infamia semejante. Eso habría ensuciado nuestra hermosa historia".




Amelie Nothomb

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