sábado, 16 de junio de 2018

Citas: Aquí no, ahora no - Erri De Luca

"Mientras le quedó luz en los ojos, mi padre hizo fotografías. Había toda una estantería repleta de imágenes nuestras tomadas en las ocasiones especiales y en las corrientes. Duró diez años, más no, la recolección: los años del primer bienestar y de la pérdida de su vista. Queda así documentada hasta el detalle una sola época, quizá la única que he podido olvidar".

"Los álbumes, los archivos, no me sostienen la memoria, sino que la sustituyen".

"Un cuento que me persigue desde la memoria más remota habla de un ángel que toca la boca de los niños en el instante del nacimiento. A mí me debió de dar un golpecito más fuerte, por eso era tartamudo: ésa era la variante de la leyenda que me contaban. En las noches del niño que fui venía muchas veces un ángel a llamar a mi boca, pero yo no conseguía abrirla para darle la bienvenida. Un rato después se marchaba y en la oscuridad quedaban sus plumas y mis lágrimas".

"Ciudad, domingos: desde que tengo edad de memoria no he sabido ser parte".

"No eran años para muchachos los que nos habían tocado. Entonces no lo sabía y la adolescencia era una de las estaciones de la paciencia a la espera de consistir en plenitudes futuras".

"En el aula, cuando se pasaba lista, mi nombre exclamado me estremecía. Sólo era una sigla y ya era un orden, mal pronunciado, mal anunciado. Desde hacía poco era el mío y ya estaba ajado".

"Sólo de adulto remonté las generaciones. De niño no admitía el pasado".

"Los tubos de escape despedían humo negro cada vez que arrancaban y apestaban a la gente que esperaba".

"Indago con la mirada las caras de los transeúntes, ente ellas veo la tuya, madre.
Eres joven, una edad tuya que ya no recuerdo. Se dice que las madres no tienen edad. De niño te las veía todas, la vida duraba un día, moría con el sueño y resurgía al despertar".

"En el curso del día todas las edades te brotaban en la cara, ni una sola se detenía una hora. Tú eras él siempre, nacías por la mañana, morías por la noche, apareciendo y desapareciendo por la misma puerta, dirigiendo la luz de la mañana y llevándotela otra vez contigo por la noche, dejando una rendija de luz bajo la puerta que cerrabas mal.
Todas las edades en un día: tiene que ser difícil que nos mire un hijo con tanto desacierto y no saberlo nunca".

"Tiene que haber sido imposible adivinar el malestar del niño que no quiere dormir: no moría yo en la oscuridad cada noche, sino tú".

"Pronto llegaron las canas que no quisiste teñir, despreocupada por corregir los detalles de tu imagen. Aparentabas más años que las de tu edad, pero de mayor recuperaste ventaja sobre ellas. He visto caer a mujeres en la edad siguiente como se cae de un escalón que se calcula mal, por haber retenido demasiado una edad anterior.
A tu juventud la confundió la guerra".

"Estás mirando a alguien y no piensas en la calle.
Hay ojos en algunos cuadros que siguen al espectador donde éste se desplace.
Para mí ahora es así: tú miras y yo tengo la impresión de ser mirado".

"Es posible, porque lo posible es el límite variable de lo que uno está dispuesto a admitir".

"Soy el hijo, el extraño cuyo perfil se ha simplificado entre el cristal de una sección de maternidad que separa al recién nacido de la madre y el cristal de una ventanilla de autobús.
No me reconoces".

"Los ojos se me cerraron, como cuando una visión inesperada nos penetra en el interior y uno va a retenerla en la oscuridad dentro de sí, para entenderla bien".

"Hablar es recorrer un hilo. Escribir, en cambio, es poseerlo, devanarlo".

"En ese momento debí de comprender por vez primera que el daño es irreparable y que no hay manera de reparar un agravio por más que se haga después.
No hay remedio aparte de no cometerlos, y no cometerlos es labor de lo más ardua y secreta en medio del mundo".

"Te hablo de ella porque no habrá otra vez y no lo hemos hecho antes. Vivimos con personas queridas sin saberlo, maltratadas sin darnos cuenta: un  día cualquiera desaparecen y ya no hablamos más de ellas".

"No lloraba de niño; no recuerdo mis lágrimas. Mucho más tarde las conmociones hallaron el camino de las palabras y el de los ojos".

"Cada zambullida aparta de la respiración, del calor, de lo seco. 
Cada zambullida contiene la sexagésima parte de un adiós".

"Se aprende tarde a defenderse de las palabras".

"Entre madre e hijos no acontece progreso, no se desarrolla civilización: las palabras siempre serán pocas, raras, conservadas. No reemplazan nada, ni los golpes ni las caricias".

"Las cosas tienen un rostro secreto que un niño puede indagar. 
Rompía el juguete: no por la insignificante curiosidad de ver lo que había dentro, cómo estaba hecho, sino para ver el instante en que de golpe se deshacía, antes de perderse en la indistinción de sus trozos".

"Sólo en muerte la vida es enteramente de quien la ha vivido, y la posesión no tiene donantes, ni reprimendas".

"Te hablo, madre, tan joven como eres respecto a mí por una noche, de este tu antiguo regalo, cuya posesión me parece que puedo completar precisamente ahora.
¿Es mía la vida que me diste? Ésta noche sí, es del todo mía".

"Nunca creí que estuviese muerto. De niño la palabra «muerto» significaba mantenerse aparte, no dejarse ver, una insistencia voluntaria en la ausencia. Podía ser lo mismo que decir: el abuelo se ha ofendido y no quiere venir a vernos, al abuelo lo han trasladado".

"Quise a ese abuelo que no podía abrazar a su hijo y se conformaba una vez al mes con acariciarle la nuca con la excusa de un servicio".

"Alrededor bulle el movimiento. Las puertas se han abierto, la gente sube y baja por todas partes, tropezándose. Me quedo cerca del cristal, hay alboroto, pero tú y yo seguimos quietos. Llegan el momento y la ocasión, cuando dos personas se detienen: entonces se encuentran".

"Si uno siempre se mueve, impone inclinación, dirección al tiempo. 
Pero si uno se detiene, si se resiste como un burro en medio del sendero, dejándose llevar por una distracción, entonces también el tiempo se detiene y ya no es esa carga que perfila la espalda. Si no lo transportas, se vuelca, se extiende alrededor como la mancha de tinta que mi plumilla hacía sola, recta, en equilibrio sobre el papel secante, para caer luego, vacía".

"Quienes se detienen se encuentran, incluso una madre joven y un hijo viejo. El tiempo actúa como las nubes y los posos del café: cambia las figuras, mezcla las formas".

"Estamos detenidos en la fotografía, pero tú sabes lo que va a ocurrir enseguida porque has llegado más lejos. Yo, en cambio, sé quién eres tú, pero no la continuación que tú conoces. Yo conozco tu nombre, pero tú mi destino".

"No le gustaba llevar a nadie de la mano, ni siquiera la tuya la vi nunca en la suya".

"Para mí los días amados fueron aquéllos en los que lo imposible quedó guardado en el corazón, y no aquéllos en los que  se cumplió".

"Se crece callando, cerrando los ojos de vez en cuando, sintiendo de pronto mucha distancia de todas las personas".

"La inocencia podía ser una especie de insolencia".

"De las primeras cosas que aprendí por mi cuenta recuerdo ésta: aprendí a no esperar".

"Hoy sé que en cada frase pronunciada yace el alma de una pregunta, pero entonces temía que cada pregunta contuviese una respuesta que no sabía identificar".

"Así que pregunté a través de la puerta entornada del baño:
—¿Por qué existe la espera?
—¿Qué espera?
Hice una pausa. Continuó con tono más amable: ¿La espera de qué?
—Si mamá no viene, tú la esperas.
—Claro.
—Si se va la luz, ¿esperamos que vuelva?
—No te entiendo bien, pero da igual. Sí, esperamos que vuelva.
—Por todo lo que se retrasa y hay que esperar, ¿quedamos siempre a la espera?
En ese momento, mi dicción se hizo más embarullada.
—Papá, si yo no quiero quedarme a la espera y quiero quedarme sin espera, ¿puedo?
Entonces dejó de afeitarse, abrió de par en par la puerta y, como si hubiese entendido algo, no sé qué, no dijo nada más que lo siguiente: «Si llegas a lograr quedarte sin espera, verás cosas que los otros no ven». Y añadió a renglón seguido:
«Aquello que te importa, aquello que te vaya a pasar, no llegará con una espera»".

"Debe ser también cierto, no compartir una tensión con alguien es como abandonarlo a su suerte".

"He seguido siendo católico, pero no he amado la religión. Para mí rezar nunca fue preguntar. En los momentos de mayor fervor he entrado en una iglesia no para preguntar, sólo para estar lejos".

"Más tarde he vuelto a querer la sombra, débil refugio; la luz fuerte de la mañana al despertar es para mí como un vaso que se rompe".

"No lo había perdido yo, el juego se fue de mí igual que había venido, como un duende amigo que acompaña a un niño durante un tramo de su vida y luego se marcha, callado, sin avisar".

"Cuando murió no me di cuenta. Dormía en la silla, las manos enlazadas con las suyas, mis ojos cerrados y los suyos abiertos hacia mí. Cuando solté los dedos de los suyos me quedé solo en el mundo".

"No es que crea que cada error se merece un castigo, no, no es eso, pues para mí el error que se comete contiene en sí mismo una penitencia, una disminución, sino que a cada fallo le corresponde una soledad".




Erri De Luca

No hay comentarios.:

Publicar un comentario