viernes, 24 de marzo de 2023

Citas: El comedor de relojes: Uróboros - D. F. Gallardo

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"—¿Qué es lo que pone ahí, mi reina? —cantó él, escudriñando el papel que le enseñaba, sin lograr desentrañar su significado.
—No te han importado ni sentiste curiosidad por aprender y leer las hojas que te escribo —afirmó; su decepción era evidente.
—¡A mí no me gusta leer, me gustas tú! —y amagó con besarla".


"—¿Cómo que se va a largar? ¿Quién, padre? —no daba crédito.
—Lo que yo te diga, criatura —ratificó—; y averigua con qué trajín le calentó las ideas el muchacho del molino en tu ausencia, que al marcharse estuvo tu padre más caviloso que de costumbre.
—¿Pero ese lelo a qué leches vino, a llenaros la cabeza de preocupaciones?! No sea así, padre jamás nos haría esa jugarreta.
—Por ti… —le dispensó una triste sonrisa—. Por ti lo que sea, incluso aventurarse en el érebo y despilfarrar la salud que le reste si con ello consigue facilitarte la vida… ¡ni que sea una miaja!
—Yo no deseo eso… —entre el novio y su padre organizándole un futuro idóneo, sintió que ella no era dueña de su destino".

"—¿Viene o no? —farfulló el cochero, arrasado por el aguacero; se trataba de un viejo de piel recia y kilométrica barba grisácea, caída por debajo de las pantorrillas, enmascarado con un antifaz.
Sin igual a nada en lo que hubiese posado sus ojos en la vida, el vehículo rivalizaba en extravagancia con el conductor, dándole la impresión de no pertenecer a una época o estilo concreto, sino que  aglomeraba partes del todo y a la vez estaba fuera del tiempo; salpicado de lodo, guijarros, y briznas de hierba, las finas gotas de agua que lo bañaban, multiplicaban en su centelleante carrocería la irradiación de las farolas, encendidas en la prieta jornada.
—S-supongo que sí —contestó, visiblemente incómodo con él.
—A mí las indecisas me provocan arcadas —doblaba el cuerpo desde su asiento en el pescante—. ¡O se sube alguien o me largo!
Mostrándose por completo de acuerdo con él, resolló harta de impaciencia la bestia que tiraba del pesado armatoste en solitario: un formidable percherón de capa tono café y crines de ceniza, aún más inmenso a los que se emplearían en la guerra en ciernes.
—¡Ya estoyyy! —voceó la periodista—. ¡Aguante un pocooo! —alzando el vuelo en el zaguán rompió a correr peldaños abajo, al tiempo que la anciana, acompañada por su fiel e inseparable gallo, se personaba por el pasillo sin perder ripio de la escena".

"—Madre, he pecado.
—¿Y te arrepientes de ello, hijo?
—Sí, madre.
—¿Haces propósito de enmienda?
—Sí, madre.
—Explícame tus pecados, criatura.
—Unas personas se burlaron de mí y yo, ejem, en venganza… ensucié (metafóricamente hablando), la memoria de sus difuntos.
—¡Halaaaaaaaaaa! Abreviando: que te cagaste en sus muertos".

"—Si fuerzas a un niño a leer, este terminará por odiar los libros; con el ejemplo de la religión viene a ocurrir un proceso idéntico —armándose de un plumero, se le sumó a la patrulla de limpieza".





D. F. Gallardo

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