martes, 8 de marzo de 2022

Citas: Laberinto - Silvia Iglesias

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 "Hasta unos días atrás no había pensado que alguna vez fuera ella quien debiera huir del futuro inmediato, pero allí estaba, en un auto, rumbo al aeropuerto, dispuesta a marcharse sin saber siquiera si regresaría algún día".


"Al descender detuvo su mirada en el cielo y luego en los añosos árboles que bordeaban el contorno del aeropuerto, y mientras observabas sintió un ahogo en su garganta, recordó que jamás vio un cielo igual a otro y que el aire también olía distinto en cada lugar, y sabía que extrañaría mucho a esta Buenos Aires a la que la unían el amor y el dolor que conformaban su vida".

"Cuando la empleada le confirmó que había lugar y le emitió el pasaje a la ciudad suiza Paula logró serenar parte de su ansiedad, sin embargo, no lo suficiente para que luciera calmada; sabía que la libertad que buscaba sólo la obtendría si se marchaba ese mismo día y que únicamente yéndose podría evadir esa situación que le impedía vivir de acuerdo con sus sentimientos, sus principios, sus deseos".

"Sólo le quedaba despedirse y bastó con que lo mirara para que a ambos se les cubrieran los ojos de lágrimas, ella lo abrazó y en ese momento un fuerte temor la invadió, él lo percibió y trató de protegerla rodeándola con sus brazos. En cambio, él quedó a merced de su propio miedo a perderla definitivamente, justamente en el momento en que se sentía formando parte de su vida más allá de lo que lo había sentido en los últimos diecisiete años".

"Los recuerdos la atormentaban y la angustia y ansiedad que la dominaba la había agotado. Se sentía cansada como si hubiese corrido una maratón, y tensa cómo si todavía le quedara otra por rodar; se consolaba pensando en que tal vez al día siguiente podría comenzar a descansar".

"Con Marcelo habían recorrido todo el litoral de Brasil, juntos se habían sumergido en sus aguas, explorado sus arrecifes, allí fueron testigos de muchos amaneceres y de noches donde la luna brillaba con más intensidad que cualquier faro; allí habían consumado su amor por primera vez, de allí sólo tenía recuerdos hermosos, y navegando en ellos fue pasando el tiempo".

"Paula nunca podría olvidar aquel caluroso sábado de febrero, cuando la lluvia era sólo un sueño imposible, de tan azul que lucía el cielo y de tan ausente que estaba el viento".

"Paula se quedó en silencio, los ojos se le llenaron de lágrimas, el ahogo había inmovilizado sus cuerdas vocales y le producía un fuerte dolor, era como si algo presionara las paredes de su garganta y aunque quería no podía siquiera gemir; se quedó con la mirada fija en la nada, ni siquiera se movió cuando Mariano la abrazó con intenciones de confortarla. Estuvieron así varios minutos, él no paraba de llorar y contenía su quejido para no lastimarla más, ella sumida en sus pensamientos, muda de dolor, sus ojos manantiales interminables de lágrimas tibias, sintiendo que el mundo que había construido junto a Marcelo se estaba desmoronando bajo sus pies y no tenía de donde sostenerse para no caer también".

"—Yo soy la mujer del periodista que asesinaron, la gente que llamó al escribano para avisarle sabe algo, necesitamos en forma urgente saber quién lo llamó. - Los ojos se le llenaron de lágrimas sin quererlo, no era el dolor sino la imposibilidad de avanzar sobre los hechos la que quebraba su ánimo".

"Mariano fue la persona que más la acompañó en este tiempo difícil. Era el que se aparecía sin aviso en la oficina para invitarla a comer o tomar algo. Era el que organizaba salidas que la incluyeran. Fue el que se acercó a la joyería y les pidió que retuvieran los anillos y aunque Paula protestó por ello él se impuso cuando le explicó su parecer:
Ni siquiera sabemos si con esto te quería proponer matrimonio, o sólo sellar el compromiso que los unía desde siempre. ¿Qué vas a hacer con ellas? Lucirlas como una viuda, guardarlas como un recuerdo... La vida sigue, tu vida sigue, nada de lo que pasó puede modificarse, y no necesitas más pruebas que las que te dio en vida para saber qué relación los unía".

"Extrañar los proyectos truncos la conducía a culparse por no haber tratado de cumplirlos cuando todavía podía, y este sentimiento se sumaba a la angustia de la ausencia de ese hombre al que cada vez amaba más. Cuando tomó conciencia del camino por el que transitaba se vio envejeciendo a pasos agigantados y buscó una nueva motivación en su vida, el trabajo se le presentó como un refugio que le impedía continuar en esa acto la alejaba del dolor que esto le producía".

"Empezó a mostrarse como una gran profesional y se abocó a competir junto con sus compañeros por el deseado puesto de asociada; antes de que finalizara el año se había transformado en la mano derecha de uno de los socios. Para la mayoría de la gente este cambio había sido muy positivo y creían que esos ocho meses le habían bastado para superar el duelo; para sus amigos esta transformación no era más que la clara muestra de que interiormente el dolor seguía estando tan vivo como al principio".

"Le resultaba extraño poder estar concentrado en el contrato y en ella a la vez, ya que no hacía más que registrar cada movimiento como tratando de retenerla en su memoria, mientras la acariciaba con el pensamiento".

"Paula y Mariano salieron del diario con la sensación de haber vivido el día más largo de sus vidas, pero apenas eran las ocho de la noche".

"Estoy cambiando, puedo aprender, lo que no puedo es vivir sin ti.
No me entiendes, no creo que los valores morales se impongan por la necesidad de agradarle a alguien, y lo que yo creo es un delito, y de hecho lo es porque le costó la vida a mi pareja, para ti no. Lo que para ti es un negocio, para mí es un grupo de personas peligrosas porque son capaces de matar, reunidas tras un objetivo, y que no se preocupan por el daño que causen para lograrlo. Ni yo te entiendo ni tú me entiendes, Diego entre nosotros hay un abismo y ninguno de los dos lo puede cruzar".

"¿Es un adiós en cuotas?
 No, ayer te dije adiós".

"Es lo mejor, lo más seguro... dijo Paula.
No pudo decir más, cómo esa vez cuando apenas tenían trece años la tomó de las manos y la besó en los labios dulcemente, sólo que esta vez ella le respondió y pronto estuvieron besándose con tanta pasión como jamás ella creyó pudiera sentir por él. Su corazón comenzó a latir cada vez con más fuerza y le aflojó la corbata sin dejar de besarlo, y le quitó la camisa y así continuaron hasta que desnudos sobre las ruidosas sábanas se entregaron el uno al otro por entero sin guardarse nada, como él lo había soñado tantas veces y como ella jamás pensó que desearía hacerlo. Estaba traspasando la última frontera, de la que no tendría retorno, lo sabía, pero no le importaba. Después de todo lo ocurrido en este tiempo acababa de descubrir que si iba a luchar por un futuro era para sentir la libertad de hacer y sentir lo que quisiera.
Después de amarse fue ella quien quiso despejar toda duda:
No te imagines nada, sólo sentí el deseo de hacerlo, aunque debo confesarte que nunca creí que esto ocurriera. Pero nada cambia de lo que te dije antes, no puedo prometer nada si ni siquiera sé si deseo que vuelva a pasar".








Silvia Iglesias

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