jueves, 14 de febrero de 2019

Citas: Pasado amor - Horacio Quiroga


"Ésa era la casa suya: lo sabía él muy bien. Y lo que efectivamente se había recogido en los rincones al hacer Morán brusca luz, era el espectro de su felicidad".

"Lo que parecía haber guardado la casa para lanzarlo a su encuentro apenas hiciera luz él, era el bloque de recuerdos ligados a cada puerta, a cada clavo de la pared, a cada tabla del piso. Surgían ahora, no a amargarle el alma, sino a recordarle, en un conjunto simultáneo y como fotográfico, sus grandes horas de dolor".

"Pero el tiempo, que calma los dolores, arrastra también consigo los errores de la conciencia".

"Hasta ese instante, y conforme lo hemos dejado ver en este relato de una época de su vida, Morán no había querido detenerse a analizar la impresión que sobre él había hecho la menor de las Iñíguez. Debía decidirse, sin embargo. La imagen de Magdalena subía a su memoria con una frecuencia que, sin llegar a interrumpir el vaivén habitual de su vida, lo acompañaba en todos sus trabajos".

"En otra época, en otro ambiente más alejado de su desastre sentimental, Morán hubiera prestado oído atento a lo que su corazón apenas se atrevía a susurrar. Si en los momentos actuales su conciencia yacía tranquila, apenas se la removiera debía surgir, como hez, la profunda acusación de sí mismo. No se consideraba incapaz de amar, pero sí de hacerse amar. De aquí que cerrara los ojos a las dulces ilusiones que comenzaban vagamente a refrescar su alma".

"—Y bueno, don Morán —le estrechó la mano Roberto Hontou, al llevarse ya de madrugada a las chicas—. A ver si lo vemos ahora por casa…
—Iré —respondió Morán. Y a Alicia—: ¿Y usted, quiere que vaya?
La chica, de perfil a Morán y con la expresión muy dura en ese instante, pues se sentía observada, se volvió a él, y diluyéndose de dulzura en su sonrisa, respondió mirándolo: —Yo, no…".

"La alegría de amar permite divertirse, allí donde sólo hay aburrimiento, y asimismo afrontar impunemente peligros a que en otra hora se hubiera sucumbido".

"—Tú no me quieres —decía Morán desalentado. Alicia no le entregaba sino su mano. Y como ella no respondía.
—Si me quisieras —insistía él—, serías más buena conmigo.
Alicia, entonces, con el dolor y el amor retratados en el semblante:
—Tal vez yo no sepa quererlo, don Máximo…".

"«He aquí tu destino» —murmuró Morán con profunda ternura—. «No se posee en balde tu sed de bondad y el insondable anhelo de tu mirada, Magda mía, eterna luz de mi vida»".

"—No puedo estar más, hasta mañana.
—¡Óyeme!…
—¡No. vete! Nos van a ver.
—¡Óyeme! Sólo quiero decirte esto: ¡Te adoro!".

"—Daría cualquier cosa porque me quisiera menos… —decíase Morán, con sus cinco sentidos confluentes y aguzados en un solo deseo. Y ante el bramido de la fiera que la extenuaba hasta el martirio.
—¡No, no!, don Máximo —se defendía Alicia—. Yo lo quiero, usted lo sabe; pero así, no…".





Horacio Quiroga

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