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"Flores crecían al lado del camino, incluyendo margaritas blancas. Se agachó a recoger una. Las margaritas eran comúnmente utilizadas en las bodas. Sostener la pequeña flor en sus manos le causó una punzada en el pecho.
En ese momento, Aurelius, quién había sido el amor de su vida, se casaba con otra mujer. Probablemente ella llevaba un ramo de margaritas, adornado con otras flores silvestres mientras caminaba hacia él.
Su corazón dolía siempre que recordaba sus últimas palabras.
Ya no me interesas. He encontrado a alguien más adecuado para mí.
No importaba cuantas veces repitiera esa conversación en su cabeza, seguía siendo igual de doloroso. Sin advertirlo, lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas. Una y otra vez su corazón se rompía. Se llevó las manos al cuello, donde colgaba el collar que Aurelius le había regalado unos meses atrás. Una delicada cadena de plata con un pequeño colgante de un sol. Se rehusaba a deshacerse de él, a pesar de ser un agrio recuerdo, era evidencia de que al menos, aunque fuese por un breve instante, una persona había llegado a amarla".
"Ayla tomó las medicinas y salió corriendo hacia las afueras de Dorebom, hacia su madre enferma.
Siempre corres hacia ella, le solía reclamar Aurelius.
La joven deseó correr y correr y poder correr hasta desaparecer. Por más que lo odiara, Aurelius tenía razón. Ella siempre corría de regreso a su madre. ¿Qué clase de hija sería si no lo hiciera? Lo que una vez él había admirado en ella, se convirtió en la razón de su separación".
"Deseaba olvidarlo todo. Estaba demasiado cansada, su corazón demasiado pesado para cargarlo sola.
Su padre había dejado la botella de ron a medias sobre la mesa. Muchas veces vio a su padre perder el conocimiento con el amargo líquido. ¿Era esa la respuesta a su impulsiva plegaria? Le di un sorbo a la botella.
Arrugó la cara, pero empezó a verter el líquido ámbar en un viejo vaso.
La luz tenue de las velas iluminaba la pequeña cocina. La cabeza de Ayla empezaba a sentirse ligera. Su cara se sentía roja y de repente hacía mucho calor. Sin darse cuenta, Ayla ya estaba caminando hacia el bosque.
Toma una flor
Arranca sus pétalos
Me ama, no me ama
Le pregunto a los dioses".
"La flor decidió que
No me amas
Y ahora como hago yo
Para deshacerme de este amor.
Al terminar la canción, Ayla se detuvo y miró al cielo nocturno.
Pequeños puntos brillantes iluminaban el cielo, y la luna llena se veía
majestuosa en medio de la oscura noche. Se quedó unos momentos muy
quieta, mirando la luna".
"—Por favor no me hagas daño.
—Eres graciosa —le dijo acercando uno de los delgados dedos de Madame Taylor hacia ella—. Hacer daño es algo de humanos. Es divertido como los humanos atribuyen características de su especie a todo. No necesito nada de ti, Ayla. Yo existo porque este bosque existe. ¿Por qué existes?
Ayla lo pensó unos momentos. Empezó a retomar la calma. Los efectos del alcohol parecían empezar a desaparecer, lo que la ayudaba a mantenerse alerta. El espíritu la miraba con curiosidad.
—No lo sé —respondió con sinceridad—. ¿Me dejarás ir?
—¿Estás en una cárcel?
—No…
—¿Entonces? Eres libre niña. De ser lo que quieras. De ir donde quieras. De vivir como quieras.
—Yo… no sé si soy libre.
El espíritu movió la mano en señal de desdén.
—Los humanos hacen todo muy complicado, no me interesan tus dilemas personales.
El espíritu le dio la espalda y se marchó flotando, dejando una estela de niebla a su paso.
—¡Espera! — lo llamó—. ¿Y tú eres libre?
El espíritu se detuvo en seco.
—Yo tampoco lo sé —le dijo con una gran sonrisa—. Estoy atado a este bosque. Mientras este bosque exista, yo existo. Todo lo que está en este bosque está conectado a mi".
"—(...) ¿Qué haces aquí?
La cara de Madame Taylor irradiaba curiosidad. Todo era demasiado surreal. Ayla se preguntó si estaría soñando.
—Te lo dije. Tomé mucho alcohol y terminé aquí.
—¿Qué es alcohol?
—Una bebida que te hace sentir muy ligero. A veces te ayuda a olvidar cosas también.
—¿Olvidar cosas?¿Qué querías olvidar?
Ambos se sentaron en el césped. A la luz de la luna, el espíritu la miraba con ojos expectantes, como un niño curioso. Ayla no sabía por dónde empezar. Era extraño para ella hablar de lo que sentía. No estaba acostumbrada a hacerlo. Pasaba la mayor parte del tiempo hurgando en la herida pero nunca había intentado hablar su verdad en voz alta. Sólo hacía su dolor más real".
"Antes de dejar el cuarto, Ayla se giró y le preguntó:
—Si pudieras desear algo, ¿qué desearías, madre?
Ayla esperó unos momentos pero sabía que no habría contestación alguna. Justo cuando se retiraba escuchó a su madre musitar:
—Quisiera regresar a casa.
La joven se preguntó por el lugar que su madre anhelaba tanto en sus delirios, mientras salía por la puerta".
"—(...) He reído y llorado. Me han amado y me han herido. He amado y herido".
"—(...) Hoy estás haciendo algunas preguntas extrañas. ¿Qué buscas ahí?
—He escuchado acerca de un tratamiento que podría curar a mi madre —mintió—. Me he estado debatiendo si debería ir en busca de él.
Nunca he ido más allá de Dorebom. Ni siquiera he visitado Tashnik. Madame Taylor la miró directamente a sus ojos.
—Suena como algo que deberías de hacer. No es el momento de dudar. Las consecuencias de dudar pueden ser muy graves".
"—¿Es eso lo que deseas? —preguntó el curandero como si leyera sus pensamientos.
—¿Lees mentes? —preguntó incrédula, mirándolo a los ojos.
—El corazón de los humanos es algo traicionero. Nunca sabe lo que quiere realmente. Tienes que ver profundamente para conocer de verdad lo que quieres, pero eso es aterrador para la mayoría".
"La casa estaba en completo silencio. Ayla miró a su alrededor, observando los detalles de la pequeña vivienda que la había visto crecer. No tenía mucho, pero ese era el lugar que la había protegido de las fuertes tormentas y las ventiscas de invierno. La había mantenido a salvo y caliente en muchas ocasiones. Tal vez no todos los recuerdos eran felices, las paredes cargaban consigo recuerdos y palabras hirientes, pero estaba viva, eso era lo que importaba".
"—¿Por qué un príncipe huiría? Debe tener mucho dinero.
—A veces el dinero no lo es todo".
"—¿Qué cosa? —apenas pudo decir. La mandíbula le temblaba.
—Estás dudando. Dudar puede significar la diferencia entre la vida y la muerte".
"Ayla empezó a correr por ese túnel. Más adelante, el túnel se dividía de nuevo en tres. Sam había dejado otro zapato en el túnel derecho.
Siguieron avanzando a paso rápido, solo con el orbe iluminando su camino.
De repente, entre el silencio, una débil voz se escuchaba a lo lejos, cantando una vieja canción de amor.
Y vi a la luna,
Pensé en ti de nuevo,
¿Cuándo regresarás de la guerra?".
"Las personas, para bien o para mal, siempre tienen el increíble don de sorprendernos".
"—No quieres —continuó, más calmada, su voz como un susurro—. Tú lo terminaste todo porque no era suficiente. Me dejaste sola. He tratado, he tratado como no tienes idea de ser amada; y sin importar que haga nunca es suficiente. No lo fue para ti, no lo fue para papá, no lo fue para mamá. ¿Qué tengo que demostrar?
Ayla tomó un poco de aire. Necesitaba calmarse. Apenas como un susurro, añadió: —¿Es mucho pedir que me amen como los he amado?".
"Cuentan los viajeros,
Que en la montaña una flor vieron,
Blanca y resplandeciente,
Hojas enrolladas.
Un viejo monje la encontró,
Y su olor le recordó,
Al guiso que su madre preparó.
Otro viajero se acercó,
Y el olor de su amada halló,
Y nadie se pone de acuerdo,
Del olor de esta flor,
Porque cuenta leyenda que,
A lo que más amas pertenece su olor".
"—¿Podría decirme cómo llegar?
—Yo mismo iré contigo, si gustas.
Ayla ya sabía lo suficiente del mundo para saber que todo tenía un precio.
—¿Qué quiere a cambio?
—Solo que me cuentes de ti".
"—Una vez que ves al mundo como una amenaza es difícil dejar de verlo así, ¿no es cierto?. No te preocupes, te notabas tensa cuando viniste al templo por la mañana. Ahora te ves un poco más relajada.
—Oh. —Las mejillas de Ayla se tiñeron de carmesí. ¿Siempre estaba a la defensiva? Se avergonzó un poco por asumir lo peor—. Lo siento. Creo que me siento bien. Nunca había hablado tanto en mi vida.
Yu volvió a reír.
—No te disculpes. ¿Por qué tendrías que hacerlo?
—Porque estaba asumiendo lo peor.
Yu se encogió de hombros.
—Eso es parte de quién eres.
—¿Eso es bueno o malo? Creo que siempre he sido así.
El monje la estudió unos momentos.
—El siempre del pasado no tiene porque ser el siempre del futuro".
"—¡Ayla! —gritó Yu
—¿Qué? —gritó ella de regreso.
Un pensamiento loco pasó por la mente de Ayla. ¿Y si saltaba al mar y se quedaba en ese paraíso? Si dejaba todo lo demás, podría quedarse a vivir ahí. Lejos de todo. Aprendería a pescar, o sería un monje o aprendería a sembrar las plantas locales, o abriría un taller de costura. ¿Ahí podría ser feliz?
Detuvo su imaginación en seco. No, tenía que volver. Tenía una promesa que mantener. La marca en su palma de la mano era un recuerdo de eso.
—¡Lo que verdaderamente deseas será el fuego que moverá tu alma!
Ayla lo miró confundida, pero estaba segura de que Yu no podía ver la expresión en su cara. No entendía a qué se refería.
—¿Y cómo se qué deseo realmente? —gritó
El barco ya estaba un poco lejos de la costa y Ayla no pudo escuchar bien lo que Yu respondió de regreso. Probablemente era algún tipo de metáfora. En la costa, todos los que estaban presente alcanzaron a escuchar a Yu:
—Eso lo sabrás si hurgas lo suficiente en tu corazón".
"—Una hija que desea el amor de su madre es lo más natural que puede existir.
—Soy patética.
—No lo eres. Eres mi amiga.
—No soy una buena persona, Sam.
—Eres tú, y eso es suficiente".
"—La he estado admirando desde el momento que entraste al bosque.
En efecto, es una flor única. Bella y extraña. Sus pétalos huelen a mi bosque. Tiene sentido. ¿Qué olor tenía para ti?
—No tenía ningún olor. Pensé que olería a mamá y su jabón o a mandarinas. Aurelius amaba comer mandarinas. Pero no. No puedo percibir ningún olor. Supongo que no hay nada que sea importante para mí.
—Qué deprimente. —El espíritu tomó la flor en sus manos—. De nuevo, lamento mucho lo de tu madre. Sé que era importante para ti.
—No sabía que los espíritus entendían el concepto del pésame.
El espíritu se encogió de hombros y apartó la trenza de su hombro.
—No diría que lo entiendo. Solo intentaba ser… ¿Cómo dicen ustedes? —El espíritu movió las manos tratando de encontrar la palabra correcta. Chasqueó los dedos, satisfecho—. Amable. Esa es la palabra. Si de algo sirve, la vida se transforma. No hay realmente un final".
"Ayla lo miró intensamente.
—Jamás podría darme eso.
Los ojos fluorescentes del espíritu brillaban. Ella continuó:
—No tienes idea de las cosas que ví, de lo que viví. Vi un fénix. De hecho, vi dos. Vi el mar, y subí a un barco, probé sopa de pescado y un estofado delicioso. Vi la magia de cerca, hice amigos, me peleé con ellos pero aún así están aquí conmigo.
—Parece que ganaste mucho más de lo que mi deseo podría haberte dado en primer lugar. Creo que esta es una despedida vieja amiga".
"—Gracias por todo. Volveré a visitarte.
—Esperaré con ansias. Oh por cierto, déjame quitarte esa marca.
Con un ágil movimiento de manos, la marca de Ayla empezó a desaparecer. En un abrir y cerrar de ojos, la marca había desaparecido completamente. La joven alzó la mano y la inspeccionó para asegurarse que no quedara ningún rastro.
—Gracias. Había olvidado que venía a pagar una deuda.
—Es por que visitabas a un viejo amigo".
"—Nos moríamos de preocupación —dijo Sam dándole un abrazo—. ¿Estás bien?
—Si, solo visité a un viejo amigo.
Thomas resopló y Sam le dio un codazo en las costillas.
—Nos alegra que estés bien —dijo ella por los dos—. Veo que te quitó la marca.
—Si, me quedé toda la noche hablando con él. Lamento si los preocupé un poco.
Thomas resopló de nuevo.
—Espíritu embustero.
Un fuerte viento azotó de repente el lugar donde estaban, haciendo agitar las ramas de los árboles y levantando olas de polvo.
—Creo que te escuchó —dijo Sam riendo ante la expresión horrorizada de Thomas".
J. S. Lupin
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